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CRIMEN Y CASTIGO

Panamá, Año III, No. 71

30 de agosto al 5 de septiembre de 2004

– ¿Cero corrupción y cero impunidad? –

En su perversa ignorancia, confundió su elección a la presidencia de la República con la de una reina de belleza de pueblo y, por ello, la juerga y la francachela la hizo durar cinco años, organizando además innumerables viajes para codearse con los habitantes de otros reinos, cuando no lo hizo para pasear por el mundo «la belleza y el donaire de la mujer panameña». Las carcajadas de burla que provocaba sólo se podrían comparar con las abundantes lágrimas derramadas por su hambriento y avergonzado pueblo.

Desde su perspectiva de idiota *, creyó que el erario publico no era más que una recolecta donada por el pueblo como premio a su elección, y nos dejó, para que no la olvidáramos jamás, mil quinientos millones de dólares de deuda externa agregada, llevándose, feliz como una perdiz, hasta el último centavo de todas las cajas chicas y grandes existentes en el Estado.

Creyó, en su buena fe, que Alí Baba y los cuarenta ladrones era el título de una novela ejemplar, y no tardó por ello en rodearse de «un pequeño grupo de maleantes» que le hicieran de pajes y acompañantes en la recogida de las golosinas de la fiesta de piñata en que convirtió el erario público. Tanta buena fe la llevó a inaugurar un puente inaccesible, por carecer de carreteras de acceso, ante la incomprensión de sus críticos que no se percataron que lo que verdaderamente inauguraba, al cortar la cinta, era precisamente la cinta de inauguración. Aún así, sus tres millones de desagradecidos críticos insisten en que faltan no menos de trece millones de dólares en las cuentas del inaccesible puente que conduce a ninguna parte.

Atolondrada por los excesos en el beber y comer, se confundió, y la moraleja de Robín Hood la aplicó al revés: se dedico cinco largos años a despojar a los pobres para engrosar las arcas de los ricos. Y ante el lógico clamor multitudinario, que quería advertirle de su error de buena fe, se volvió a confundir, y pensó que se trataba, una vez más, de expresiones de críticos malagradecidos, lo que atajó enviando a la Asamblea Legislativa su «ley de mano dura», con la que se castigaría a los menores de edad que se quejaran con 20 años de prisión y a los mayores con cadena perpetua.

Adalid de la lucha contra el terrorismo, al extremo de formar parte de la coalición de naciones que, encabezada por el Sr. Bush, ha invadido y ocupado Irak, se dio a la tarea de limpiar el territorio nacional de esa inmunda lacra, para lo cual indultó a la banda de Posadas Carriles, con el compromiso explícito que de inmediato abandonaran el país, lo que acto seguido informó por teléfono a sus aliados coaligados, sin importarle pagar el precio de ver arrastrado al Estado Nacional por el fango de la vergüenza nacional e internacional. ¡No importa el precio a pagar en la lucha consecuente contra el terrorismo!

La política de cero impunidad antecede a la de cero corrupción

La noche oscura que durante cinco años cayó sobre la nación no habrá terminado si no se investiga, juzga y condena a los desalmados que, no contentos con haber esquilmado los dineros públicos, se han caracterizado por su descaro en la comisión de innumerables delitos, celebrando pública y cínicamente su impunidad. La entrega sin límites de la soberanía nacional, la desaparición de fondos públicos destinados a la salud y la educación, la condonación de mil doscientos millones a la multinacional Panama Port, y los atentados criminales contra el ecosistema nacional, no merecen más que la aplicación más rigurosa y expedita de la ley penal, la supresión de sus derechos ciudadanos y la expropiación de los bienes mal habidos, para así ser devueltos de inmediato a las arcas del Estado.

Ciertamente, desde Buscando Camino hemos sido incrédulos de las promesas de una Patria Nueva . Hemos insistido en que las políticas publicas ofertadas por el nuevo gobierno no pueden dar satisfacción a las demandas ciudadanas y populares de trabajo, salud, educación, vivienda y seguridad ciudadana, puesto que no rompen ni se alejan de las políticas económicas neoliberales que proponen la reforma privatizadora de la Caja de Seguro Social, una nueva reforma tributaria regresiva y el despido de 40.000 funcionarios públicos que, a no dudarlo, agravarán la terrible realidad del desempleo existente, por sólo mencionar algunas de las lacras que nos afligen y unas pocas de las políticas económicas que pretenden aplicarnos.

Pese a lo anterior, somos conscientes de que el 47% de los ciudadanos han depositado en el nuevo gobierno enormes expectativas, fortalecidas incluso por el discurso de toma de posesión. Por ello mismo señalamos que de no haber juicio y castigo expedito para los desalmados que se han ensañado en el pueblo panameño, el nuevo gobierno nos estará enviando el mensaje inequívoco que nos espera más de lo mismo, aunque, sin duda alguna, con mayor eficiencia y menos descaro.

La política no descansa en la manifestación de buenas voluntades y promesas de las que está empedrado el camino del infierno, sino en la formulación de políticas públicas dirigidas al acrecentamiento del poder ciudadano y popular, y la ampliación de las libertades democráticas, como fundamentos de las políticas sociales dirigidas a la lucha frontal contra el desempleo y la pobreza que nos agobia, así como también a la redistribución del ingreso nacional que hoy ocupa el segundo peor lugar en el Continente. Y para ello se requiere poner en pie un partido político capaz de interpretar e impulsar el clamor popular por un drástico cambio de rumbo, para lo cual es requisito indispensable la refundación del Estado Nacional. No hay otro camino, no nos engañemos.

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* Idiota: 2. Que carece de toda instrucción. 3. Persona engreída sin fundamento para ello. 4. Tonto, corto de entendimiento.

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