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EL PUENTE CENTENARIO

Panamá, Año III, No. 69

16 al 22 de agosto de 2004

 Con gran pompa y ceremonia, el agónico gobierno de Mireya Moscoso ha inaugurado el Puente Centenario, desde el cual no puede irse a ninguna parte y desde ninguna parte puede llegarse a él. Completamente aislado de la sociedad a la que debe servir, el Puente Centenario se ha convertido en el símbolo emblemático del gobierno que fenece. El mensaje enviado con ello por la señora presidenta y su gobierno no ha podido ser más claro: no hemos servido para nada que no sea cortar cintas e inaugurar obras ajenas a la sociedad que decimos representar. Pero la alegoría tiene otros significados, puesto que se celebra la «inauguración» de una obra sobre la que pesa la grave sospecha de la desaparición de treinta millones de dólares que supuestamente fueron agregados a su costo real. Si fuese cierto, se trataría de la penúltima burla, puesto que la última se nos depara en el discurso de «rendimiento de cuentas» que la señora presidenta pronunciará el último día de su mandato. En dicho discurso la presidenta reiterará una frase que, por repetida, nos quedará grabada en la memoria: ¡ No me olvidarán ! Y ciertamente, no la olvidaremos.

No podremos olvidar las ofensas y burlas que durante cinco años hemos sufrido, ni tampoco el vergonzoso trueque de soberanía nacional por protección e impunidad para luego de abandonar el poder. Tampoco olvidaremos la plaga de hambre y desempleo que nos lega para no olvidarla…para no olvidarla jamás. Pero si el pueblo no olvida, y así se lo manifestó a la presidenta con la derrota más grande de nuestra historia electoral, cabe preguntarse si el gobierno de la Patria Nueva tendrá memoria para llevar a los tribunales de justicia, en un gesto ejemplarizante, a los responsables del aumento de mil quinientos millones en la deuda externa, a los atracadores de los millones desaparecidos de la Fundación Mar del Sur, a los artífices de los escándalos que estallarán en las instituciones financieras del Estado, a los imaginativos guardadores de dinero constante y sonante en las refrigeradoras y a los descarados vendedores de visas e indultos.

¿Tendrán memoria? El pueblo panameño sí la tiene, y muy fresca, tan fresca como para exigir responsabilidades a quienes no exijan responsabilidades. Al respecto, nos preocupa el bullicioso silencio de Patria Nueva. Hay quien dice que los silencios son más elocuentes que las palabras. Y si el silencio nos habla a gritos sobre los planes y programas previstos – pero no dichos – para la reforma de la CSS, la aprobación del nefasto TLC y el aumento general de impuestos que viene de inmediato, el silencio sobre el qué hacer frente a las tropelías sin nombre del gobierno saliente, será lo suficientemente explícito como para saber a qué atenernos desde el primer día.

No se trata de «moralismo», ni mucho menos de revanchismo político. Por el contrario, se trata de medidas necesarias e imprescindibles para iniciar el saneamiento de la vida política del país, adentrándonos así en un escenario en que el debate político sobre las políticas públicas ocupe el lugar central que se merece. De no tomarse tales medidas de inmediato, el discurso vacío de contenido de Patria Nueva transformará de inmediato en certeza lo que hoy es sospecha más que fundamentada: el gobierno de Martín Torrijos no será otra cosa que una variante algo más eficiente del gobierno de Mireya Moscoso. Desde Buscando Camino nosotros no hemos tenidos dudas al respecto, pero comprendemos que centenares de miles de ciudadanos, hartos y desesperados, depositaron sus esperanzas e ilusiones en el gobierno entrante. A nuestro juicio, lo hicieron por no tener otras alternativas que no fueran las que un código electoral partidocrático les permitía. De ahí que a la organización y movilización contra el TLC y la reforma de la CSS, habremos que sumar la lucha abierta por la democratización del Código Electoral, abriendo así el paso a nuevas ofertas electorales que expresen las demandas de la mayoría de la sociedad, hoy excluida y marginada. De todos nosotros y nosotras depende.

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