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CRÓNICA DE UNA TEDIOSA TRANSICIÓN

Panamá, Año III, No. 67

2 al 8 de agosto de 2004

Lo que nadie puede negar es el acierto del presidente electo respecto al acortamiento radical del período de transición presidencial, que en esta ocasión suma al tedio por la dilatada espera, la extrañeza por el proceder inusual tanto de la gobernante saliente como del presidente entrante. En verdad nada tenemos que envidiarle en cuestiones de transición presidencial a las virtualidades imaginativas de los mejores maestros del realismo mágico latinoamericano.

Tal como si viviéramos en el “pueblo de San Blando que no tiene cuando”, de nuestra escritora Isis Tejeira, la señora Presidenta nos continúa deparando nuevas sorpresas cotidianas. Como quien diría que resultó tan favorecida en los comicios del pasado 2 de mayo, instaura su “política de mano dura”, aduciendo que está avalada y legitimada por el masivo apoyo popular. Y, por supuesto, del escándalo del retiro de visas a altos funcionarios del régimen del arnulfato la señora es la más sorprendida. El pueblo a la espera de que los delincuentes de cuello blanco, los Onasis y muchos más, formen parte del elenco de estrellas que irán a parar tras las rejas y, como dijera el inefable Alejandro Pérez, “que las llaves vayan a parar al fondo del mar”.

Por otra parte, en este Panamá de lo real maravilloso, el ungido de Patria Nueva ha dejado ver muy claro que “en boca cerrada no entran moscas”, que el país se caiga o se desbarranque en estos cuatro (4) meses de la interminable transición, que lo que es él no abrirá la boca para no equivocarse. Sordo, ciego y mudo ante el clamor popular, ha optado por “cerrar el pico”, pase lo que pase. Sin embargo, panameño, no echemos al olvido que “el que calla otorga”. Que si a la Milanés le revocan el dudoso triunfo y se convocan nuevas elecciones, bien hecho por las decisiones del Tribunal Electoral, que así “como quien no quiere” agregará un nuevo legislador a la bancada del P.R.D. Que si le retiran la visa a Juliao, a Singlares y a otros burócratas del régimen mireyista, buena esa, que con el decidido apoyo de los gringos se anticipó el gobierno de “cero corrupción”. Que si a tambor batiente se negocia el TLC con el Gobierno de Bush, ¡cuánto me alegro!

Que antes de irse, Mireya, le despeja la vía de la profundización del neoliberalismo y la impúdica apertura del mercado nacional. Por algo, ahí, en el seno de la negociación, mejor dicho imposición, está la presencia del próximo Ministro Ferrer, a fin de garantizar la continuidad de la política económica neoliberal.

No cabe duda, el gabinete martinista se va conformando en cámara lenta. La primera jornada Ministerial conformada por los amigos y cofrades del mandatario. Sus ejecutorias no son otras que las de los “chicos lite” recién egresados de las escuelas de economía “made in USA”, acérrimos neoliberales y tecnócratas. La segunda, la representación obligante de la “nomenclatura” del partido, pero eso sí, muy próximos al Presidente electo. Y, por supuesto, si alguna vez tuvieran proclividades progresistas, ha mucho tiempo que se adhieren al más chato pragmatismo. Faltan aún por designar los ungidos para carteras tan importantes como Educación, Relaciones Exteriores, Trabajo, y Economía, y algunos otros de menos significación, como el de la Juventud, la Mujer, la Niñez y la Familia, incluso la creación del nuevo Ministerio de Cultura y Turismo, inventado a la medida del maraquero que lo va a ocupar.

Francamente, para evitar futuras y decepcionantes sorpresas, debemos advertir que el país y los sectores populares mayoritarios muy poco pueden esperar del nuevo gobierno, que no sea más de lo mismo. La continuidad y profundización de los políticos neoliberales, la privatización de los servicios públicos de educación, salud y seguridad social, la imposición de los planes de “modernización” del Canal, el endeudamiento del país en una suma mayor de 10,000 millones, la imposición del TLC con Estados Unidos y la entrega de las compras gubernamentales, incluidas las del Canal, a las voraces apetencias de las transnacionales estadounidenses. Y, como si fuera poco, mucho dudamos del cumplimiento mínimamente aceptable de la consigna de “cero corrupción”, lo más que podamos esperar es que sean más eficientes en la apropiación indebida de los fondos públicos, que no sean tan burdos como los atracadores que próximamente dejarán las exánimes ubres de la “res pública”.

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