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LA DEMOCRACIA SECUESTRADA

Panamá, Año III, No. 63

5 al 11 de julio de 2004

REFORMAS CONSTITUCIONALES

Las reformas constitucionales presentadas, prohijadas y discutidas a tambor batiente por la Asamblea Legislativa en sesiones extraordinarias, se caracterizan, entre otras cuestiones, por haber sido elaboradas por un pequeño grupo de personas que han trabajado en el más hermético secreto, con el desprecio más absoluto de la opinión mayoritaria de la Nación. Más que constitucionalistas laboriosos, han sido conspiradores conscientes de la gravedad perniciosa de la tarea encomendada. De ahí el secretismo y el anonimato, parcialmente develados por la valiente denuncia del Ex Presidente Anibal E. Illueca y el audaz reportaje de dos periodistas (ver artículos en esta edición).

Por otra parte, y con el objetivo de imponerlas sin miramientos, se dieron los pasos necesarios para pactarlas con el moribundo y repudiado gobierno saliente. ¿A qué precio? No cabe duda que la impunidad ha sido una de las monedas de cambio que, siendo importante, no ha sido la única. El tiempo, deslenguado por excelencia, nos irá revelando los contenidos del trapichero pacto.

También se han asegurado el taponar todos los resquicios por donde pudiera colarse la opinión mayoritaria de la Nación, dándose setenta y dos horas para que la «sociedad civil» pudiera ofrecer sus sugerencias , las cuales, tal cual iban llegando, se depositaban ordenadamente en el basurero de lo inservible e inútil. Se trata, a todas luces, de una farsa representada por pocos actores para simular la participación de muchos…espectadores.

Los consultados

Por lo que hoy se sabe, los conspiradores de las oficinas de Arden & Price se aseguraron que sus reformas expresaran los intereses de importantes factores de poder real. Primero que todo, los dos voceros más autorizados del neoliberalismo más recalcitrante dieron su visto bueno en nombre de las instituciones financieras nacionales e internacionales . Carlos Ernesto González Ramírez, quien llevaba la voz cantante, es miembro prominente de la archireaccionaria Fundación Libertad y estrecho colaborador del presidente electo, cuyo pensamiento nos fue dado a conocer en un célebre artículo en el que pedía la eliminación del salario mínimo y el código de trabajo, así como la privatización del aire, el agua y el fuego. Por parte del gobierno agónico, el chileno Gustavo Chellew, responsable directo de las políticas neoliberales aplicadas sin tembladera por parte del Ministro de Economía y Finanzas del gobierno saliente, también estuvo presente.

Igualmente participaron representantes de la más alta burocracia neoliberal del Estado: la Defensoría del Pueblo y el Tribunal Electoral, entre otros. Con ello se garantizaba que a las jefaturas de estas y otras instituciones fundamentales del Estado se les reconociera como lo que son, factores reales de poder, cuyos particulares intereses debían ser tomados en cuenta.

Por último, y hasta donde se conoce, participaron igualmente representantes de medios escritos que hoy avalan sin pudor las reformas y su imposición antidemocrática, e importantes figuras del Foro 2020 y del Colegio Abogados , imprescindibles para darle un barniz de legitimidad al proyecto. No podían faltar, por supuesto, conspicuos representantes de la empresa privada . Finalmente, y presidido por Alemán Zubieta, actual Administrador de la ACP , este importantísimo factor de poder fue consultado hasta la saciedad, al extremo de redactar ellos mismos la reforma que expresara sus inconfesables intereses. En esto consistió la consulta que, «de acuerdo a los intereses nacionales….propiciaremos la consulta nacional con los ciudadanos y las organizaciones sociales» , prometió durante su campaña el presidente electo.

Los ignorados

Nadie podrá negar que fueron consultados los factores de poder que conforman la democracia neoliberal y su sustento partidocrático, y que dichas consultas han dejado su reconocible impronta en las reformas propuestas. Lo que tampoco nadie podrá negar es que el pueblo, la inmensa mayoría de la Nación ha sido ignorada en dichas consultas, así como excluida de su discusión y aprobación.

¿Cómo se explica que el factor de poder popular y ciudadano haya sido simple y llanamente ignorado y excluido? La respuesta es conocida desde que, en abril de 1862, Ferdinand Lasalle escribiera el célebre y nunca desactualizado opúsculo titulado ¿Qué es una constitución? Decía Lassalle: » El poder político … está organizado , puede reunirse a cualquier hora del día o de la noche, funcionar con una magnifica disciplina y se puede utilizar en el momento que se desee; en cambio, el poder que descansa en la Nación, señores, aunque sea, como lo es en realidad, infinitamente mayor, no está organizado….» Y continuaba: » Estas son las razones que explican que un poder mucho menos fuerte pero organizado, se sostenga a veces, muchas veces, años y años, sofocando el poder, mucho más fuerte, pero desorganizado de la Nación; hasta que un día, a fuerza de ver cómo los asuntos nacionales se rigen y administran tercamente contra la voluntad y los intereses del país, se decide a alzar frente al poder organizado su supremacía desorganizada.»

Veinte años de dictadura y quince de democracia partidocrática neoliberal acabaron con los instrumentos organizadores del poder popular y ciudadano, ya sea mediante la cooptación corrupta de sus direcciones, ya sea mediante el expeditivo método de su destrucción. Así desapareció la Federación de Estudiantes de Panamá y la Unión de Estudiantes Universitarios, aplastando de paso a todas las organizaciones estudiantiles de los colegios secundarios; se vaciaron sindicatos y corrompieron dirigentes; se sometió, comprándolos a manos llenas, a los gremios de profesionales, transformando a no pocas organizaciones docentes, estudiantiles y gremiales en correas de transmisión de la dictadura o de la partidocracia neoliberal. Por su parte, las organizaciones políticas de los trabajadores y de las clases medias fueron simplemente suprimidas. Ejemplos de todo ello, no son los que faltan.

Y lo anterior no lo ignoran los epígonos de las reformas constitucionales, cuando, apoyándose en esa innegable realidad, nos advierten en los medios de comunicación que «sin capacidad para convocar multitudes» las aspiraciones democráticas del pueblo panameño no pasarán de ser una posibilidad. Verdad innegable que nos coloca a todos y todas en la disyuntiva de trabajar desde ahora en transformar esa posibilidad en una realidad futura, reconstruyendo para ello el deteriorado tejido social de la Nación, o en trabajar en contra de esa aspiración. Que cada cual tome su decisión.

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