ULTIMAS PUBLICACIONES
Home / Editoriales Anteriores / UNA NUEVA BOFETADA AL PUEBLO PANAMEÑO

UNA NUEVA BOFETADA AL PUEBLO PANAMEÑO

Panamá, Año III, No. 56

17 al 23 de mayo de 2004

Luego del abrumador repudio electoral del pueblo panameño, y casi como un acto de venganza, el desautorizado y deslegitimado gobierno mireyista ha firmado en Washington, secreta y sorpresivamente, el denominado «acuerdo» Escalona-Bulton, mediante el cual se autoriza al gobierno norteamericano el abordaje de barcos con bandera panameña, tanto en aguas internacionales como en jurisdiccionales y aún en tránsito por el Canal de Panamá, con el propósito de determinar si llevan cargamentos de armas ilícitas o de destrucción masiva.

Ante el asombro de los que pensaban que aún les quedaba algo de vergüenza y dignidad, el gobierno mireyista ha violado flagrantemente la Constitución nacional al desconocer que tal «acuerdo» debe ser aprobado o rechazado por la Asamblea Nacional, y ha propinado una sonora bofetada al pueblo panameño al negociar y entregar su soberanía y seguridad nacional, que a partir de ahora quedará, en lo concerniente al «acuerdo», en manos de un estado extranjero que, por demás, se encuentra en abierta guerra ilegítima e ilegal con varios estados del mundo. Al respecto, no está de más recordar el enorme precio pagado en sangre inocente por el hoy derrotado gobierno español de Aznar, como consecuencia directa de su sumisión a la política de guerra global del gobierno norteamericano.

Pero la ofensa a la dignidad nacional se agrava cuando sabemos que tal acuerdo fue firmado en secreto y en la capital norteamericana, enterándonos del mismo al contemplar la foto, en la prensa nacional, de un Ministro de Gobierno y Justicia que esbozaba una sonrisa entre sumisa y temerosa. No era para menos. El acto deshonroso de sumisión que se ejecutaba quedará en los anales de la historia nacional como un hito repulsivo de quienes con la moneda del servilismo pretenden comprar protección e impunidad para las innumerables tropelías cometidas durante su mandato.

Ya advertíamos, en nuestro editorial anterior, que este gobierno, repudiado en las elecciones por casi nueve de cada diez electores, carecía de la autoridad y legitimidad para permanecer un minuto más ostentando la representación de los ciudadanos, y que por tanto debería de dimitir de inmediato, suspendiendo en el acto las «negociaciones» que se llevan a cabo para entregar nuestro mercados y derechos, a través de un Tratado de Libre Comercio (TLC), a la voracidad insaciable de las multinacionales norteamericanas. Ya advertíamos que, en sus estertores de muerte, serían capaces de los actos más abyectos, tales como pretender aprobar las reformas privatizadoras de la Caja de Seguro Social, o convocar un referéndum tramposo sobre reformas a la Constitución o la ampliación criminal del Canal de Panamá. Lo que hace solo una semana fue una advertencia, hoy es un hecho que denunciamos, advirtiendo nuevamente que si no los detenemos vendrá mucho más.

Por su parte, el presidente electo, portador de la mayor autoridad conferida en nuestra historia a un candidato electo, se ha sumido nuevamente en el más indescifrable silencio. Él tiene en sus manos la legitimidad suficiente para impedir las tropelías que se están cometiendo, entre ellas la de paralizar de inmediato las nefastas negociaciones del TLC. Si no lo hace, se habrán empezado a convertir en realidad nuestros análisis y vaticinios, en el sentido de que su nuevo gobierno utilizará toda su autoridad para imponernos una profundización de las empobrecedoras políticas neoliberales y continuar, en este caso con la ampliación del Canal de Panamá, entregando nuestras riquezas y recursos al mandamás extranjero. Ciertamente, desde antes de las elecciones señalamos que ninguno de los candidatos representaba garantía alguna de tan siquiera frenar o paliar la barbarie de las políticas neoliberales. En ese sentido, no somos imparciales. Pero también hemos dicho que el inmenso globo de las ilusiones puestas en el nuevo gobierno puede estallar al primer pinchazo, pues se trata de un globo rodeado de del alambre de púas que constituyen los enormes desafíos que tendrá que enfrentar. Hoy su silencio nos advierte, les advierte a sus electores, que sólo la organización independiente y la movilización de la «gente de la calle» pueden impedir lo que se nos viene encima.

La sublevación en curso de los gremios agropecuarios, el debate abierto en los gremios y sindicatos obreros, el estado de alerta de educadores y gremios profesionales, de nada servirán para detener el TLC si no se constituye desde ya un frente único nacional para impedirlo . La Alianza Nacional por la Vida (ANAVI) es la herramienta adecuada para ello. Sin sectarismos de ninguna índole, con una conducción democrática, con independencia de la partidocracia neoliberal, la ANAVI puede constituirse rápidamente en el organismo aglutinador de todos los que, incluso marchando separados pero golpeando juntos, quieren luchar por impedir a tiempo la barbarie del TLC.

Al calor de esta lucha de vida o muerte para la nación panameña, para la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, podremos poner en pie la organización política que, levantando como único programa las demandas objetivas de «la gente de la calle», empiece a dar la batalla por revertir el curso que quieren imponerle al país las distintas direcciones políticas de la partidocracia neoliberal.

About admin

Enviar una respuesta

Su dirección email no será publicada. Required fields are marked *

*

Scroll To Top