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LAS OREJAS DEL LOBO

Panamá, Año VIII, No. 227

12 al 25 de julio de 2009

 

Los primeros pasos del gobierno Martinelli han conquistado el aplauso de amplios sectores de nuestra sociedad. ¿Quién no ha de alegrarse por la recuperación de los rellenos ilegales de la Calzada de Amador, en especial los del desafiante Figali? ¿Cómo no esbozar una sonrisa por el cobro expedito de las deudas millonarias de los concesionarios morosos de dicho sector? ¿Quién podrá censurar las medidas en ciernes contra los defraudadores fiscales y evasores de impuestos? ¿Cómo no felicitar al gobierno por preparar una ley que suprima los escandalosos “beneficios” otorgados a puertos, casinos, y otras lucrativas actividades, mediante la corrupta cláusula de “equiparación”?

Sin ser estas las únicas medidas que está tomando y seguirá tomando el gobierno en aras de recuperar sumas multimillonarias que le pertenecen al pueblo panameño, y que por el arte de la coima y el soborno terminaban en el bolsillo de unos cuantos forajidos, en especial el del jefe de la banda, nos hemos de felicitar también por el destape de la fétida cloaca de corrupción en que el gobierno de Martín Torrijos convirtió durante cinco años al Estado panameño. Tal cual ha dicho el propio Martinelli “ahí donde toco sale pus”. Y es por ello mismo que hemos de ver con buenos ojos la apertura del caso Cemis, al igual que el inicio de los procesos judiciales contra los integrantes de la pandilla de “El Jefe”. Por supuesto, nadie prestará credibilidad alguna a las acciones del gobierno Martinelli mientras no se someta al imperio de la ley al “Jefe” mismo.

Las orejas del lobo

Pero si bien nadie puede negar la bondad de las acciones anteriores, existen algunas otras que llaman a la preocupación y a la alarma. ¿Cómo justificar el exabrupto legislativo que devuelve los derechos ciudadanos a Bosco Ricardo Vallarino y con carácter retroactivo? Grave es el reconocimiento de que se presentó a las elecciones sin estar en posesión de dichos derechos, pues de lo contrario la resolución legislativa no tendría razón de ser. Y más grave aún que se le haga con “carácter retroactivo”, con el único propósito de “legalizar” el despropósito del Tribunal Electoral al entregarle las credenciales de Alcalde, alegando que con la resolución de la Asamblea se había producido una “sustracción de materia”.Pero alarmante es que Martinelli, aún en su condición de presidente electo, anunciara en una entrevista televisiva que el caso de Bosco Vallarino se resolvería por el expedito método legislativo que posteriormente fue efectivamente materializado.

También resultan alarmantes las continuas declaraciones del Ministro de Gobierno y Justicia, quien primero anuncia que “no se permitirá el cierre de calles”, posteriormente pide que se le dispare a los presos que intenten fugarse del infierno infrahumano en el que se les mantiene encarcelados y sin condena, y finalmente pide que se juzgue como adultos a los menores desde los doce años de edad. Debe saber el señor Ministro que las calles se cierran como última medida adoptada por los ciudadanos ante la sordera de años de los gobiernos y el desprecio demostrado por sus justos y desesperados reclamos insatisfechos. ¡Resuélvale sus problemas, y no habrá cierre de calles!

Por lo demás, y sin por ello considerar plausibles los intentos de fugas carcelarios, el señor Ministro debe saber, al igual que lo sabemos el resto de los ciudadanos, que los privados de libertad viven en un verdadero infierno en el que carecen de los más elementales derechos humanos. Hacinados como animales de corral, sin atención sanitaria, alimentados peor que a puercos en chiquera, violados, maltratados…y además el 45% sin haber sido llevados a juicio y condenados. ¿Cómo espera el señor Ministro que no intenten escapar de ese infierno, aún bajo la amenaza de la muerte segura? ¿No se percata el señor Ministro que lo que se necesita es un nuevo sistema carcelario dotado de las medidas de seguridad adecuadas, en el que los privados de libertad sean eso, personas privadas de libertad y no de su condición humana? Invierta en nuevas cárceles, medidas de resocialización efectivas y más custodios preparados para dicha función, y verá el funcionario de marras como desaparecen, o se hacen esporádicos, los intentos de fuga de lo que hoy no puede ser descrito más que como un verdadero infierno carcelario.

Aún más inhumana y peligrosa es la medida anunciada por el señalado funcionario público, quien deseoso de “acabar con la criminalidad”, especialmente la de los menos delincuentes, no se le ocurre otra cosa mejor que recomendar una modificación legal que le permita a los tribunales juzgar como adultos a los menores de doce años. Resulta difícil de creer que en pleno siglo XXI puedan alcanzar cargos de responsabilidad quienes piensan que todavía viven en el siglo XVIII. No se le ocurre pensar al señor Ministro de Gobierno y Justicia que la delincuencia juvenil e infantil, con todo lo que conlleva de pandillerismo, se nutre y alimenta en los hogares disfuncionales y destruidos por el desempleo, el hambre, la ignorancia, el hacinamiento y la promiscuidad en que habitan en “viviendas” que no son más que cuevas inmundas. Ataque frontalmente los bolsones de pobreza y pobreza extrema, genere empleos, facilite el acceso de la juventud y la niñez a la educación a la que tienen derecho, y verá el señor Ministro cómo descienden de inmediato los índices de criminalidad y de violencia. Acabe con los ejemplos abundantes de corrupción impune en los más altos niveles del gobierno y la sociedad, y verá como el ejemplo cunde y se imita.

De igual manera, el manejo que está haciendo el gobierno Martinelli de la necesaria reforma de la Carrera Administrativa envía un mensaje altamente preocupante. Cierto es que el infame Martín Torrijos tuvo cinco años para transformar la Carrera Administrativa en un verdadero instrumento despolitizador del Estado y reclutador de funcionarios eficientes y productivos, por el simple método de llenar las plazas vacantes mediante concurso abierto y público de méritos, tal como ocurre en las democracias mínimamente avanzadas. Se negó a ello y recorrió el camino fácil del amiguismo y del clientelismo partidario, pensando estúpidamente que el PRD sería reelegido. Pues, bien, ahora las decenas de miles de funcionarios que están en peligro de ser destituidos deben manifestarse frente a su residencia para reclamarle su inmensa e imperdonable irresponsabilidad. Pero si ello es cierto, también lo es que el nuevo gobierno parece orientarse por el mismo camino, y vez de hacer una revisión de las trampas y sinvergüenzuras arropadas bajo la politizada Carrera Administrativa y convocar de forma inmediata concursos públicos de méritos, se inclina por el trillado eslogan del “quítate tú pa’ ponerme yo”.

Todo lo anterior, unido a la farsa de la “selección” por la Junta Directiva de la CSS del nuevo Director General de la institución, cuando en verdad no ha sido otra cosa que una imposición en nada diferente de las hechas en su momento por Martín Torrijos, no dejan de ser señales altamente preocupantes.

Un olor a lobo suelto enrarece el ambiente. Habrá que prepararse por si a la vuelta de la esquina nos encontramos con un “aquí mando yo”, puesto que si fuese así lo que estaría en juego sería el futuro de las recortadas y escasas libertades democráticas que hemos conquistado, ya que viviríamos entonces en un régimen autoritario. Preparémonos para enfrentar desde ahora ese peligro.

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