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TROPELÍAS DE LA PARTIDOCRACIA

Panamá, Año VIII, No. 222

24 al 30 de mayo de 2009

 

En medio de la transición, y ante la sorpresa y preocupación ciudadana por lo inapropiado de algunos de los cargos designados por el nuevo gobierno, la partidocracia ha hecho suyo el contenido del famoso adagio mexicano que sentencia que el último año de gobierno es el deHidalgo, y por lo tanto “chinga su madre el que deje algo”.

No es de extrañar entonces que la corruptamente descarada Asamblea de Diputados, empeñada en legarnos un Reglamento Interno digno de su indignidad y descrédito, haya aprovechado para aprobar un proyecto de ley mediante el cuál se le pagaba el salario y gastos de representación a los cargos de elección popular (presidente, diputados, alcaldes y representantes) por los dos meses del período presidencial que ellos mismos recortaron mediante reforma constitucional. De esa manera, sin trabajar ni ostentar el cargo, perpetraban un último y desesperado asalto al erario público. De dicha tropelía participaron igualmente los diputados de la bancada de “oposición” y ahora del gobierno electo. La reacción de la opinión pública y de los medios de comunicación fue tan contundente en su rechazo que incluso el Contralor General de la República y el Presidente Electo tuvieron que salir a denunciar tan bárbaro latrocinio, mientras que Martín Torrijos guardaba un silencio cómplice respecto a las andanzas de sus “compañeros” de partido.

Conscientes de que el Contralor no refrendaría, por descarada, dicha maleantería, los “honorables” derogaron en menos de 24 horas tan desvergonzado proyecto de ley. Acto seguido, no tuvieron reparo en aprobar un artículo del Reglamento Interno que le otorga cinco escoltas durante cinco años a los que hayan ocupado la Presidencia de la Asamblea durante el culminante período presidencial. Nada nuevo bajo el sol. Martín Torrijos, mediante las leyes de seguridad impuestas, se adjudicó catorce escoltas para su seguridad personal y la de su familia una vez abandone la Presidencia.

Pero no todo termina con tales desafueros. Ahora resulta que la bancada del PRD se ha declarado en “rebeldía” y le niega la obediencia debida a su “líder carismático”, Martín Torrijos (“tongo bota´o no pone boleta”), quien los instruyó para que reformarán el Código de Trabajo y la Ley de Sociedades Anónimas, ya que así se lo ha “solicitado” el gobierno norteamericano y es condición para la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC). Por supuesto, el Presidente Electo no quiere cargar con tamaño fardo, y menos al inicio de su mandato. Ya veremos como deshonran la dignidad nacional, reformando un acuerdo ya negociado y transformado en ley de la república, para así asestarle un golpe terrible a las condiciones laborales de los trabajadores y entregar, sin ruborizarse siquiera, nuestro régimen fiscal territorial. Sépase que ambos crímenes tendrán consecuencias inmediatas, pues la sociedad reaccionará en correspondencia con la gravedad del daño causado.

Por otra parte, resultan ilustrativos de la naturaleza de la partidocracia los acontecimientos que se desarrollan en la Alcaldía de Panamá. Resulta ser que el Consejo Municipal le ha otorgado las llaves de la ciudad al Alcalde Juan Carlos Navarro. Con ello entramos a los record Guines, pues Navarro será el primer Alcalde en la historia moderna de las urbes que se entrega a sí mismo las llaves de la ciudad. ¡Qué ridículo! Y tan ridículo acto se compadece con el agradecimiento de unos Representantes que no han hecho otra cosa que beneficiarse descarada y dolosamente del presupuesto municipal, a cambio de mirar para otra parte ante la destrucción urbana que ha sido necesaria para enriquecer a altos funcionarios de dicha corporación. Todos los capitalinos saben perfectamente quienes y cómo han saqueado las arcas municipales y lo que eso ha significado en detrimento de la calidad de vida de los que habitamos el distrito capital.

Si el Alcalde saliente ha sido el Ali Babá de la comuna capitalina, el entrante lo ha hecho como un buen aprendiz. No ha descansado aún sus posaderas en la silla correspondiente, cuando anuncia, como si tal cosa, que privatizará el mantenimiento mecánico de la flota vehicular del departamento de aseo del Municipio. No debemos sorprendernos, pues si Navarro privatizó la recaudación de los impuestos municipales, la publicidad de las casetas de las paradas de autobuses y el manejo de Cerro Patacón, ¿por qué no habría de seguir sus huellas el nuevo Alcalde? El también tiene derecho a ser despedido, cuando llegue el momento, con la entrega de las llaves de la ciudad.

¡Para qué hablar de la bribonería que significa la introducción en Carrera Administrativa de más de treinta mil funcionarios en los dos últimos años del desgobierno Torrijos! Con ello se ha asestado un golpe mortal al derecho que tienen los funcionarios públicos probos y honestos a la estabilidad y especialización laboral. Con ello se ha entregado en bandeja de plata la justificación necesaria para proceder a una barrería inaceptable de empleados públicos, continuando así con la nefasta práctica del “quítate tu para ponerme yo”, práctica que no sólo lesiona derechos laborales sino que impide la construcción de un servicio público eficiente y especializado.

Agréguese a lo anterior el gasto exagerado de las partidas presupuestarias de las distintas instituciones gubernamentales, al extremo que muchas de ellas tiene prácticamente comprometido la totalidad de su presupuesto, aún cuando faltan más de seis meses para completar el año fiscal. Este juega vivo, muy propio del año de Hidalgo y de “los que entran limpios y salen millonarios”, no debe quedar impune. Ya veremos cómo responde a ello el nuevo gobierno, y a partir de ahí empezaremos a saber diferenciar las promesas engañosas de campaña, de lo que son compromisos y deudas contraídas con el pueblo panameño.

Finalmente, para terminar con este escrito, pues la lista de las tropelías de la partidocracia es infinita, recordar que los campesinos que en defensa de sus tierras y habitat saludable cerraron los caminos de acceso a la Minera Petaquilla fueron apaleados y reprimidos brutalmente. A ellos nadie les otorgó “las llaves de Petaquilla”. Por el contrario, la corrupción que se oculta tras el multimillonario negocio de la minería a cielo abierto justifica para este gobierno y el entrante toda clase de atropellos. Pero eso ya lo sabíamos. Lo que no sabíamos era que quién saldría por los medios de comunicación a defender a la empresa Petaquilla fuera nada más ni nada menos que el ingeniero Carlos Salazar, vocero principal de la candidata de corazón. ¡Socialdemócratas de corazón! Los muy sinvergüenzas no han esperado ni un minuto después de la derrota para mostrar su verdadera naturaleza: defensores a ultranza de los enemigos del pueblo panameños. De ahí que procedan ahora a la nefasta reforma del Código de Trabajo, y al resto de las tropelías que los retratan de cuerpo entero.

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