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UN DESASTRE NADA NATURAL

Panamá, Año VII, No. 200

30 de noviembre al 6 de diciembre de 2008

Panamá no ha tenido en su corta historia un desastre de la magnitud del que hoy azota, en gran parte,a los más humildes de los humildes. Diversos puntos de nuestra geografía han sido castigados por la madre naturaleza, con más dureza para quienes antes de tal situación no tenían casi nada, y hoy están en la más absoluta indefensión. Las consecuencias de una sociedad mundial que prioriza el lucro a la conservación ambiental se baten sobre nuestro país, para recordarnos que mirar para otro lado nunca es la solución, sino el inicio de problemas por venir.

Lo que tampoco tiene nada de natural es la dimensión de la tragedia. Caseríos llevados por la corriente o los derrumbes, hablan de las malas condiciones y del acaparamiento de tierras que lleva a los más humildes a tener su vivienda en lugares tan peligrosos. Dice mucho también de la ausencia de una labor gubernamental que prevenga la ubicación de tales comunidades en esas trampas de muerte, ofreciendo alternativas adecuadas.

Pero que se podría esperar de un gobierno cuyo presidente y su esposa gastaban del erario público un aproximado de un cuarto de millón en regodearse con la realeza española, mientras las aguas inundaban Bocas del Toro y arrasaban partes de Boquete. Antes de aterrizar en Madrid, Martín Torrijos estaba perfectamente enterado de la gravedad de la situación, pese a lo cual prefirió seguir “su agenda”.

La agenda que no ha tenido es la de invertir los dineros de los(as) contribuyentes en tener el equipo adecuado para tales emergencias, como lo muestra la ausencia de aeronaves y transporte marítimo para poder llegar con la ayuda que noblemente el pueblo panameño aportaba. Es la misma agenda que en vez de construir una línea de tren ligero de Mañanitas a la 5 de mayo como ofrecieron los franceses desde el gobierno anterior, que permitiría a los usuarios llegar en 25 minutos a sus trabajos sin tener que madrugar como en la actualidad, prefiere la construcción de una cinta bien llamada coimera, sin mayor impacto en la vialidad de la ciudad capital.

La agenda presidencial es la misma que no acomete la inversión en las labores de mantenimiento necesarias para prevenir hundimientos de vías tan sensibles como las obstaculizadas con los hundimientos de carreteras, como en Loma Cova y la que lleva al Puente Centenario. En fin, es la agenda de quienes no les tiembla la mano metida en el erario público para desatender previsiones elementales y prioridades propias del sentido común, porque lo verdaderamente prioritario es utilizar el poder para el negociado que nutra sus bolsillos.

En medio de la tragedia, la candidata del PRD, advertida de las duras consecuencias electorales que tendría un desaire a la exigencia de la vicepresidencia por Juan Carlos Navarro, da el paso de ofrecerla y acto seguido anuncia la elección al país, en un intento de frenar el trasvase hacia la candidatura de Martinelli de votantes que optaron, en las primarias del PRD, por el alcalde capitalino.

No es de menor importancia las consecuencias de esta decisión en las relaciones, ya de por sí tirantes, entrela candidata del PRD y el presidente de la república. Para este último, es colocar en una posición de poder a un claro adversario para su pretensión de reformar la constitución para correr en las elecciones del 2014. De ganar el PRD en mayo del 2009, poca posibilidad tendría de lograr tal reforma. Más bien peligraría su estatus de secretario general de ese colectivo político.

Por otra parte, debe haber pesado en la decisión de la candidata Herrera el daño electoral que le está ocasionando el cargar con la impronta de ser la continuidad del gobierno de quien tampoco le interesaría el triunfo de su candidatura presidencial, en la medida que tal triunfo podría cambiar las condiciones para obtener la reforma constitucional.

Dos encuestas de opinión son el telón de fondo de tal opción. Una, la de IPSOS, efectuada entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre, que coloca a Martinelli con 36% de preferencias del electorado, y a Balbina Herrera con el 32%. Es interesante anotar que la misma encuesta indica que en la creencia de mayor posibilidad de ganar la elección en el 2009, Balbina Herrera sale favorecida con apenas un 38%, frente a Martinelli que obtiene un 35%, lo que delata la percepción de polarización de opciones de triunfo por parte de los(as) entrevistados(as).

Otra encuesta, la de UNIMER, realizada entre el 14 y el 19 de noviembre, le da un 36.2% de preferencia al candidato Martinelli, frente a una Balbina Herrera con un 30.8, configurando ambas la detección de una tendencia preferencial claramente demarcada a seis meses de las elecciones.

El paso que le correspondería ahora a la candidata del PRD, en razón de sus intereses electorales, sería desmarcarse de las principales medidas contra la ciudadanía por parte del gobierno que preside un enemigo aún más decidido de su candidatura.

Pero pocas posibilidades existen que pida la derogación de los decretos de seguridad, que en vez del negociado del transmóvil proponga un sistema público, masivo y rápido de transporte basado en modalidades como trenes ligeros, que promueva la congelación de precios acompañada de un aumento general de salarios, que esté por la renacionalización de las empresas privatizadas de telefonía y luz, es decir, que se retracte en una cantidad de decisiones de las que ha sido parte.

De esa situación es que medra la candidatura de Martinelli, la cual crece a punta de criticar y contragolpear, evitando cuidadosamente propuestas como las aquí mencionadas, que tienen como propulsores de una buena parte de ellas las candidaturas independientes de Dr. Juan Jované a la presidencia de la república y de Miguel Antonio Bernal para la alcaldía capitalina.

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