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REFLEXIONES DE UNA SEMANA DE PAROS Y PRIMARIAS

Panamá, Año VII, No. 194

1 al 20 de septiembre de 2008

 

El día 4 de septiembre, convocado desde la Coordinadora impulsada por FRENADESO, se efectuaba el llamado paro de advertencia. Como era de esperar, el paro se sintió en centros escolares, en la construcción, y en menor medida, en médicos, trabajadores de la salud y transportistas de las ciudades de Panamá y Colón. Y decimos que era como se esperaba, pues desde hace más de una década ni en las entidades públicas ni en la empresa privada existen aquellas condiciones de libertad sindical y de fortaleza gremial que permitían en coyunturas pasadas, como las movilizaciones de aquella coordinadora por la vida de después de la invasión, una participación significativa y mucho más extendida. De allí que piqueteos como los efectuados ese día por los trabajadores de la Coca Cola, cuyo sindicato participa del nuevo reagrupamiento popular denominado ULIP, merecen ser valorados y apoyados en su excepcionalidad.

La paralización de clases en la ciudad de Panamá guarda relación también con la decisión de padres y madres de familia de no enviar sus hijos(as) en un día que se presagiaba sin transporte y con posibilidades de enfrentamientos en las calles, que finalmente no ocurrieron en la ciudad de Panamá aunque si se dieron arrestos en el interior y choques con la policía en las inmediaciones del Centro Regional Universitario de Colón. Comparado con el paro anterior de transportistas, se evidencio la labor gubernamental de zapa, pues en la ciudad capital hubo más transporte trabajando que en aquella ocasión, aunque con menos gentes en la paradas de las horas de la mañana.

La movilización en la ciudad de Panamá, epicentro de la convocatoria, fue reducida comparada con la efectuada el 14 de agosto, lo que no genera condiciones para que despunte en lo inmediato una cadena de movilizaciones in-crescendo como las que se dieron durante la lucha contra la privatización de la seguridad social en el 2005. De todas formas es alentador el que varias comunidades hayan efectuado acciones ese día, aunque también es de justicia indicar que su número revela la escasa existencia de tejido asociativo más permanente, tan necesario por ser las comunidades desde donde más protestas dispersas ocurren cotidianamente, para desaparecer hasta que una nueva carencia las vuelve a concitar.

Ese día es de destacar la movilización efectuada por unos 2000 educadores en Santiago respondiendo al llamado de la Asociación de Educadores de Veraguas (AEVE), también miembro de ULIP, de la cual participaron delegaciones del SUNTRACS. Organizaciones de ULIP también fueron organizadoras de la movilización de Colón, impulsando también la de Panamá Oeste. En la ciudad de Panamá, ULIP efectuó una concentración y piqueteo en la vía aledaña a la Universidad de Panamá.

Lo ocurrido amerita considerar si existen ya las condiciones subjetivas necesarias para una convocatoria a huelga nacional indefinida como hasta ese momento se postulaba desde la Coordinadora impulsada por FRENADESO, y si no es de prudencia apostar más bien por una serie de movilizaciones que hagan posible ir construyendo una coyuntura de creciente y mejor participación ciudadana. No está demás decir que en nada ayuda tampoco la actitud divisionista hacia fuerzas populares como ULIP.

Esa misma semana se efectuaban las elecciones primarias en el seno del PRD, con los resultados ya conocidos. Su carácter de partido clientelista se deja ver por el arraigo que propuestas tan cavernarias tuvieron en más del 43% de quienes participaron de dichas primarias. Más allá de ello, da que pensar el que dicho acto electoral gozara de una superior atención y participación de la ciudadanía, por encima del legítimo evento del 4 de septiembre.

Lo anterior vuelve a poner en la palestra la tragedia de no contar con una alternativa electoral que, desde lo ciudadano y lo popular, también impulse la lucha por la conciencia de las mayorías en ese terreno. Es cierto que la legislación correspondiente cumple la función de poner todas las trabas posibles, como se evidencia hasta con la propia reglamentación restrictiva que obstaculiza la libre postulación. Pero es de mencionar también la existencia de importantes fuerzas que podrían apostar conjuntamente por sortear tales obstáculos.

América Latina está atravesada por procesos electorales en donde ha tenido y tiene representación el discurso contra el neoliberalismo, desde el cual incluso se ha llegado al gobierno en una parte significativa de los países de la región. El que en Panamá existiera esa vocería, ayudaría al desarrollo de la movilización popular, a la construcción de poder popular, entendido como el impulso a nuevos y extendidos tejidos asociativos, tan necesarios como revelan las limitaciones de lo acontecido el 4 de septiembre.

Es de rigor que todo gremio deba plantearse si no sería positivo tener una participación que permitiera trasladar las luchas al terreno electoral, no para abandonarlas, sino para fortalecer el radio de combate al neoliberalismo en todas sus variantes y expresiones. Es decir, no dejar librada a su propia base y al resto de la población al engaño electoral, ofreciendo para ello una alternativa distinta.

A ello teme la partidocracia neoliberal, y por eso no se le ocurre abrir las posibilidades de democratizar el sistema electoral, del cual quiere mantener bien alejados a los descontentos y a las desengañadas. Tal es su falta de argumentos, que una incursión en ese terreno electoral de quienes tenemos un discurso desde las luchas sociales permitiría a la ciudadanía apreciar una diferencia que estaría resaltada en el terreno de las soluciones de gobierno. Precisamente lo específico del momento electoral es que las mayorías populares están atentas a propuestas que desde lo alternativo, permitan dar continuidad a las luchas reivindicativas. La renuncia a la lucha por democratizar y hacer posible tal participación, es la renuncia a pasar  de lo reivindicativo a proponerse desde las luchas como solución de gobierno.

Tal renuncia no se la merece este pueblo.

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