ULTIMAS PUBLICACIONES
Home / Editoriales Anteriores / UN QUINQUENIO PERDIDO

UN QUINQUENIO PERDIDO

Panamá, Año VII, No. 178

13 al 26 de abril de 2008

Dentro de un año se realizarán las elecciones generales para escoger al próximo presidente de la república, a los diputados del órgano legislativo y a los alcaldes y representantes de corregimientos. En esta ocasión, la lucha interna del partido del gobierno, exacerbada a extremos inéditos en la historia del PRD, ha forzado a un adelantamiento del proceso electoral, convirtiéndose así en el más largo desde el advenimiento de la democracia de libertades públicas recortadas que padecemos. Tal circunstancia trae aparejada una innegable consecuencia: en el año de gobierno que le queda, nada podrá hacer Martín Torrijos ni tan siquiera por paliar los grandes, graves y múltiples problemas que agobian al pueblo panameño. Por supuesto, las promesas de “más trabajo, cero corrupción y más seguridad”, quedan hoy como ejemplos del cinismo electoral de que hace gala nuestra partidocracia neoliberal.

En efecto, un somero repaso a lo realizado por el gobierno de Martín Torrijos nos asombra por la orfandad de realizaciones concretas que podrá mostrar al finalizar su período. Eso sí, se le recordará como el gobierno que despilfarró en publicidad gubernamental millonarias sumas en intentar convencernos que el no hacer nada era hacer algo. No estamos exagerando. ¿Podría alguien señalarnos qué ejecutorias puede mostrar como suyas el gobierno de Torrijos?

De mal en peor

Sucediendo en el gobierno a Mireya Moscoso, se podía suponer que por poco que hiciera parecería mucho. En efecto, era muy difícil superar en incapacidad, indolencia, impunidad y descaro a un gobierno que se había dedicado casi exclusivamente a vaciar a la luz pública las arcas del Estado. Tanto fue así, que en las elecciones generales del 2004 el “panameñismo” (¡vaya irónico nombre!) recibió la más aplastante derrota que hubiese sufrido un partido en el gobierno en la historia electoral panameña. En tales condiciones, muchos se engañaron pensando, tal como nos señalaron algunos lectores, que el gobierno de Martín Torrijos constituía “el mal menor”. Nuestra respuesta de entonces y ahora señalaba que en política “el mal menor siempre resulta ser el pero de los males”. Y en efecto, lamentablemente no nos hemos equivocado.

Si con Mireya Moscoso el sistema educativo era un desastre, en manos del gobierno de Torrijos ha colapsado. Más de quinientas escuelas afectadas por la fibra de vidrio no han podido iniciar el año escolar con normalidad y los estudiantes de un número significativo de ellas están por perder el primer bimestre. Paros, manifestaciones y cierres de calles han caracterizado, como nunca antes, el inicio del año escolar: escuelas sin agua ni electricidad, destartaladas, con desborde de aguas negras, sin los más elementales útiles escolares, sin maestros y profesores nombrados a tiempo, con escándalos vergonzosos debidos al uso indebido de los fondos escolares y acusaciones no desmentidas de corrupción en las más altas esferas de la institución. No exageramos al decir que la infraestructura del sistema educativo ha colapsado. ¿Qué ha hecho Martín Torrijos durante todo su período, que no sea premiar al sinvergüenza de Miguel Ángel Cañizales, anterior Ministro de Educación, nombrándolo embajador en España? En educación, un quinquenio perdido, y nos deja como herencia un sistema educativo colapsado.

Las más grandes movilizaciones habidas desde 1989 intentaron detener la reforma antipopular de la Caja del Seguro Social. Pese a todo, la reforma se impuso, utilizando para ello las malas artes de la compra de conciencias, las amenazas y las coacciones. El resultado fue una extensión de la edad para jubilarse, un aumento de las cuotas, y otras medidas de la misma naturaleza neoliberal. Torrijos proclamó que había “salvado la CSS”. Nos ocultó que tales reformas antipopulares eran una exigencia de los organismos financieros internacionales para poder continuar con la orgía de endeudamiento externo y posibilitar los empréstitos que requerirá la ampliación del Canal. Hoy por hoy, la CSS constituye un organismo enfermo de gravedad: ausencia sistemática de medicinas, una atención deplorable, un deterioro innegable de sus infraestructuras, y un equipamiento médico casi siempre averiado. Por supuesto, la “solución” prevista por el gobierno Torrijos es la privatización disfrazada del sistema de salud. ¡Vamos bien, Martín, vamos bien! No se puede negar, la herencia que nos lega Martín Torrijos supera lo que parecía imposible: el desastre de Mireya Moscoso.

¿Tocamos el tema del colapso del sistema de suministro de agua a la población, cuyo síntoma más evidente son las más de 1500 personas intoxicadas en Bocas del Toro? ¿O prefieren ustedes que analicemos el sistema de transporte público, cuyo colapso es el resultado de haber superado con creces el desastre heredado de Mireya Moscoso? ¿O prefieren ustedes un respiro, y para ello hablar de seguridad ciudadana, impunidad o corrupción?

No hay duda alguna. Con este gobierno del “mal menor” hemos tenido el peor de los males, hemos ido de mal en peor.

Abramos un debate para la toma de decisiones electorales

Mientras la oposición se reúne y discute para lograr la “unificación” que les permita “derrotar al PRD”, para repartirse ellos el pastel, sus candidatos han sido incapaces de avanzar una sola propuesta que apunte siquiera a la resolución de los grandes problemas nacionales. Claro está que no pueden. Ellos no tienen una política distinta a la del PRD, puesto que sus propuestas no pueden alejarse de la lógica neoliberal. Todos ellos pertenecen a un sistema partidocrático neoliberal de libertades democráticas recortadas, cuya finalidad es la dominación política y económica de las grandes mayorías a favor de un círculo minúsculo de grandes empresarios y burócratas de la política. Ninguno de sus candidatos está dispuesto a romper con la lógica neoliberal y abrir espacios democráticos para la representación política de la mayoría excluida, integrada por trabajadores formales e informales, profesionales y clase media asalariada, indígenas, campesinos, intelectuales, pequeños y medianos empresarios, artistas, etc.

Todo indica que llegaremos a las elecciones del 2009 en peores condiciones que las existentes en el 2004. Cinco años después, el país está aún más deteriorado y cada vez más amplios sectores sociales pierden las esperanza de tener algún futuro. Eso fue lo que puso en evidencia la importante abstención que tuvo lugar en el pasado referéndum. Y eso es extremadamente peligroso. Para encontrar el camino invitamos a nuestros lectores a un debate sobre ¿cómo enfrentar las elecciones del 2009?. Para ello abriremos una sección especial en nuestro boletín y publicaremos todas las contribuciones, reservándonos el nombre de los autores a menos que se nos autorice expresamente para darlo a conocer. Esperamos vuestros aportes.

About admin

Enviar una respuesta

Su dirección email no será publicada. Required fields are marked *

*

Scroll To Top