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CONSTRUYAMOS LA UNIDAD DE LAS MAYORÍAS

Panamá, Año VII, No. 174

9 al 15 de marzo de 2008

El Partido Revolucionario Democrático ha celebrado su VIII Congreso en un ambiente de compra de votos, amenazas, torceduras de brazos, e intromisión descarada de su Secretario General-Presidente de la República, quien nos ha regalado un discurso central en el que hizo repaso de los logros de su gobierno en un país inexistente, o al menos desconocido para la inmensa mayoría de los panameños.

Nos hemos enterado, por fin, que el hambre, el desempleo y el analfabetismo están a punto de desaparecer. Los logros alcanzados nos hacen nadar en la abundancia y marchamos meteóricamente hacia El Dorado, pues hacia elPrimer Mundo resultaría ser una metáfora poco ilustrativa. ¡Qué suerte tiene ese país desconocido¡

No habían terminado de coserse a puñaladas por una lucha de la que nadie se ha enterado qué era lo que discutían que no fuera el disfrute de las mieles del poder durante cinco años más, cuando el país real emergía, tozudo, para afear el discurso del Secretario-Presidente. Un reguero de paros, movilizaciones y protestas recorrió todo el sistema educativo, en razón del abandono indolente de la infraestructura escolar por parte del gobierno. ¡Un verdadero desastre! Padres de familia, docentes y estudiantes se negaban a iniciar clases ante el estado vergonzosamente deplorable de las escuelas y talleres. Se ve que nadie les ha explicado que “crecemos al 11%”.

Los productores agropecuarios, por su parte, amenazados de ser barridos de la faz de nuestros campos, gracias a las políticas públicas neoliberales, y aún antes de beber la cicuta del TLC, “dialogaban” con el gobierno arropados por una nube de gases lacrimógenos, teniendo como micrófono el eficiente tolete de los antimotines. Se ve que nadie les ha explicado que la apertura de mercados es una de las claves del crecimiento económico que estamos disfrutando.

El alza sistemática del costo de la vida, en especial de la canasta básica de alimentos, se ha hecho insoportable e insufrible. Nuestros niños padecen de estados de desnutrición inaceptables en pleno Siglo XXI y la miseria campea a sus anchas por nuestras barriadas populares. ¿Será que no les han informado que, gracias a la ampliación del Canal, ahora sí que el pueblo disfruta “del máximo beneficio posible”, tal como ha dicho el Secretario-Presidente?

Gracias a las políticas públicas neoliberales se privatizaron las empresas de electricidad y telefonía, los puertos, la producción de cemento, las licencias de conducir, el cobro de impuestos en la Alcaldía, se demolió nuestra seguridad alimenticia, se ha destruido nuestro entorno urbano y se han puesto a la venta nuestras costas e islas. Todo ello ha permitido el crecimiento espectacular del bolsillo de los grandes capitales extranjeros, en asocio con el capital “nacional” y los burócratas de la partidocracia.

Pero también han crecido, y enormemente, hay que ser justos, las muertes en la construcción, el narcotráfico, la violencia en los barrios, el hacinamiento carcelario, la compra de sentencias, la corrupción, los asesinatos de obreros, el empleo informal y precario, y la represión salvaje contra todo aquel que se atreva a protestar. Si alguien pensó que esta última sólo se ejercería contra los obreros, se equivocó. No se distribuirá la riqueza, pero la violencia estatal se reparte equitativamente: los pacientes del envenenamiento impune por el dietilenglicol, los productores agropecuarios, las comunidades de nuestras comarcas indígenas, los padres de familia que protestan por el estado deplorable en que se encuentran las escuelas, las poblaciones que reclaman por la falta de agua y carreteras, etc. En fin, a todos ellos se les ha dado lo suyo. No se pueden quejar.

Pero la tarea no está terminada. Hay que seguir impulsando el crecimiento, ahora mediante el expedito método de privatizar la salud. Se trata de un “mercado” que promete grandes rendimientos, muy buenos beneficios, y que seguiría impulsando el crecimiento desaforado de los grandes capitales “nacionales” y extranjeros, así como el bolsillo de nuestros políticos intermediarios. Lamentablemente, nada es fácil y siempre se encuentran obstáculos. Los médicos de la Comenenal se han negado a participar en el gran engaño de la “concertación nacional” y han decidido convocar un Foro y/o Frente Ciudadanodesde el cual unificar a todos aquellos que quieran sumarse a la lucha contra la privatización de la salud. Se trata de una iniciativa verdaderamente ejemplar, de cuyo éxito dependerá en gran medida nuestro futuro como pueblo. Con ello se da un gran paso en la construcción de un bloque social de mayorías, que por ello mismo sería capaz de enfrentar las políticas gubernamentales dirigidas al enriquecimiento de unos cuantos, gracias al empobrecimiento de otros muchos.

De igual forma, este jueves 13, Frenadeso marchará para exigir al gobierno que el asesinato de sus agremiados no quede impune, tal como ha ocurrido hasta ahora, y que congele los precios de la canasta básica familiar y se decrete un aumento general de salarios. También en esa misma fecha marcharán las organizaciones y los miembros simpatizantes de la ULIP (Unión Integral del Pueblo Panameño) en defensa de las libertades democráticas amenazadas, contra el intento de privatización de la salud y por un aumento general de salarios. En este marco, no se entiende el por qué Frenadeso no aceptó realizar una marcha unitaria, integradora de la ULIP y la Comenenal. Al respecto, debe recordarse que, en los movimientos sociales, uno más dos suman cuatro, pues, más que sumar, la unidad multiplica.

En definitiva, las políticas neoliberales, es decir de privatizaciones, apertura y desregulación de mercados, entre ellos el laboral, y la reducción de la inversión pública, están generando una resistencia cada vez más generalizada, puesto que afectan a cada vez más capas y clases sociales. De todas ellas estará hecho el bloque social mayoritario que hay que oponer a una minoría depredadora de la riqueza que generamos entre todos. Y en ese camino la iniciativa de la Comenenal podría ser un primer paso de gigante.

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