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LA HUELGA MÉDICA

Panamá, Año VI, No. 162

11 al 17 de noviembre de 2007

Una vez más, y así innumerables veces, la orientación neoliberal de las políticas públicas del gobierno Torrijos ha provocado un gravísimo enfrentamiento social que, con una política distinta y contrapuesta, hubiera podido evitarse. En efecto, la responsabilidad de la huelga de los médicos recae exclusivamente en un gobierno que se niega a priorizar en el presupuesto general de la nación la satisfacción de los servicios públicos fundamentales de la población, en este caso los de salud. De ahí la cerrada negativa a conceder los aumentos salariales que con justa razón demandan los gremios médicos.

El gobierno, por boca incluso del propio presidente Torrijos, alega carecer de presupuesto para satisfacer la petición de la Comisión Médica Negociadora Nacional (COMENENAL), y exige, en un acto de cínica demagogia, que los médicos acepten la mejora de “la calidad del servicio” y acepten el control de entrada y salida de sus puestos de trabajo.

Mientras intenta ganar con tales argumentos el apoyo de la población, el gobierno se ha dedicado a presionar a otros gremios del sector de la salud con el malévolo propósito de enfrentarlos a la COMENENAL. De igual forma, ha ejercido todo tipo de amenazas que tienen como propósito “quebrar” al gremio, a la vez que utiliza descaradamente a dirigentes sindicales de otros sectores, cooptados a su política, para “condenar” la huelga médica. Se trata de la misma táctica mafiosa utilizada para imponer en su momento la antipopular reforma de la Ley de la CSS. Por suerte, en esta ocasión tales componendas parecen haber fracasado.

Argumentos sin fundamentos

Mientras Torrijos alega carecer de fondos para financiar las demandas del personal médico, el gobierno habrá gastado a finales de este año más de 30 millones de balboas en propaganda ( “Martín Torrijos Presidente”), 3 millones para los cabilderos del TLC, 4 millones para el “despacho de la Primera Dama”, 32 millones para financiar a los partidos políticos neoliberales, y en el 2008destinarán más 100 millones de balboas para la campaña clientelísta y preelectoral que impulsan a través del PRODEC. En verdad, ¿no hay dinero? O simple y llanamente se trata de prioridades, tal como lo demuestran estos pocos ejemplos. Y, como puede observarse, la salud pública no es precisamente una prioridad de este gobierno.

En cuanto a la “calidad de la atención médica”, exigida a gritos y con justa razón por los asegurados y la población en general, hay que dejar claro que el sistemático desabastecimiento de medicamentos, la falta de inversión enequipos médicos, así como las odiadas colas que hay que formar para ser atendidos, no son responsabilidad de los galenos que prestan sus servicios en las instituciones de salud pública. Esa responsabilidad recae directamente en la Administración de los servicios públicos de salud, es decir en el propio gobierno, que es quien se niega a realizar las inversiones necesarias en la compra de medicamentos, equipamiento, tecnología informática y el nombramiento de los médicos necesarios para cubrir la demanda de la población. Incluso los bajos salarios explican parcialmente la falta de especialistas en el sistema de salud pública.

Por otra parte, la responsabilidad de la falta de control de las horas de dedicación recae en el gobierno, que no ha introducido tales controles para así favorecer a la medicina privada. Si no fuera así, incluso podría pensarse en médicos de dedicación exclusiva, lo que requeriría, por supuesto, de salarios adecuados.

Fracasadas las maniobras gubernamentales que tenían por finalidad el “quiebre” de la Comenenal, ahora resulta que, luego de varios días de huelga que pudieron evitarse, el gobierno encuentra dinero para proponer un ridículo aumento del 7% y para nombrar temporalmente a 80 médicos. Con ello la responsabilidad de la continuidad de la huelga, al igual que su inicio, recaerá exclusivamente en el gobierno.

Un error repetido

Al igual que ocurrió con los gremios docentes en su momento, la Comenenal ha cometido un error garrafal en su planteamiento reivindicativo. Frente a un sistema de salud publica que ha colapsado como resultado del abandono gubernamental, el gremio médico no debió haberse planteado solamente una reivindicación salarial. Por el contrario, debieron haber elaborado un programa de lucha que demandara un significativo aumento de la inversión gubernamental para el nombramiento de más médicos, la compra y reparación de equipos, la adquisición de los medicamentos necesarios, la construcción de infraestructuras y la implementación de la tecnología informática necesaria para acabar con las colas y el descontrol existente, etc., incluyendo como un punto más del programa de lucha el aumento salarial. No haberlo hecho así le posibilita al gobierno el confundir a la opinión pública sobre en quién recae la responsabilidad directa por el deficiente sistema de salud pública que tenemos.

Cuando el 2% de la población (61,483 personas) se apropia del 60% del ingreso generado por un crecimiento del producto interno bruto de aproximadamente el 10%, la política del “sálvese el que pueda” no tiene sentido alguno. No hay manera de “salvarse” si no es a través de una política solidaria que intente frenar, en beneficio de las grandes mayorías, las embestidas del neoliberalismo. La unificación y coordinación de las luchas constituye el único instrumento capaz de garantizar la victoria.

No hay que perder de vista que el gobierno pretende, si derrota a los gremios médicos, profundizar el proceso de privatización de la salud y prohibir, mediante ley especial, el derecho a huelga en el sector. Para evitarlo, la lucha debe pasar por una ampliación de los objetivos de la huelga, elaborando una plataforma de lucha que satisfaga los intereses de salud del conjunto de la población. Ello permitiría una amplia campaña de divulgación que ganaría, sin lugar a dudas, el más amplio apoyo de la mayoría social. Ese es el camino.

Finalmente, hay que rechazar por principio la malintencionada solicitud gubernamental de que la Comenenal abandone su funcionamiento democrático a través de las asambleas de sus agremiados. Por el contrario, esa es una de las mayores fortalezas del gremio en esta lucha.

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