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Un gobierno clientelísta y represor

Panamá, Año VI, No. 161

4 al 10 de noviembre de 2007

El gobierno de Martín Torrijos está invirtiendo millones de balboas en una abrumadora campaña publicitaria, pagada con el dinero de todos los panameños, con la que pretende convencernos de que el país marcha a las mil maravillas, tanto en lo económico como en lo político y lo social. Crecemos a casi el 10%, toman medidas para combatir la pobreza y mejorar y ampliar los servicios públicos que aún no han privatizado, aumentar la transparencia y rendir cuentas de su gestión al pueblo panameño. Nunca antes gobierno alguno había invertido tanto dinero en tratar de convencernos de aquello que se supone no necesitarían tratar de persuadirnos.

Un gobierno clientelísta

Lamentablemente, la realidad es terca, tozuda y desagradecida con la multimillonaria campaña que pretende embellecerla. Nos dicen cuánto crecemos, pero ocultan perversamente cómo se reparte esa riqueza que generamos entre todos. Afirman que combaten frontalmente la pobreza, pero silencian arteramente que la mal llamada Red de Oportunidades, que reparte 35 dólares mensuales entre los más pobres del país, que por cierto son la mayoría, no es otra cosa que una descarada campaña clientelísta orientada a la cooptación del voto necesario para garantizarles la reelección en la próxima campaña electoral. Lo mismo ocurre con el también mal llamado Proyecto de Desarrollo Comunitario (PRODEC), en el que, utilizando 50 millones anuales de nuestrosexcedentes del Canal, realizan obras en los corregimientos con el único objetivo de fortalecer el caciquismo de sus representantes de corregimiento, cuando no de comprar la voluntad de los adscritos a la también mal llamada “oposición”. Todo un montaje, realizado con nuestro dinero, con la finalidad de mantenerse cinco años más llenándose los bolsillos con dineros del pueblo y enriqueciendo al exiguo grupo que constituye la clase dominante.

¿Qué hace la denominada Primera Dama repartiendo anteojos y prótesis dentales para lo cual utiliza dineros públicos? ¿No son tales medidas responsabilidad de las instituciones públicas de salud? Si ello no es clientelismo del más rastrero, ¿qué otra cosa puede ser?

Mientras tanto, el país muestra, tercamente, su verdadero rostro: Innumerables escuelas y colegios cierran calles y realizan paros como protesta por las condiciones infrahumanas de las infraestructuras escolares, cuando no por la inaceptable situación de hambre con la que asisten a clases muchos de sus alumnos: sin desayuno o almuerzo, lo que obliga a muchas escuelas a preparar ollas comunes que le permitan a los educandos echarse un bocado de comida al estómago. Por su parte, cada año miles de maestros y profesores se ven en la penosa necesidad de participar en los concursos amañados a través de las perversas “ternas” que le permiten al Ministro de Educación seleccionar, como Príncipe del medioevo, al favorecido, que no por casualidad pertenece o simula por necesidad pertenecer al partido del gobierno.

Lo mismo podríamos decir del nuevo proyecto de alfabetización lanzado por el gobierno. Con ello no se logrará otra cosa que cooptar votos para el 2009 y transformar a dichos “alfabetizados” en analfabetos funcionales. ¿No sería lo correcto abrir escuelas formales para la educación de adultos y dar trabajo así a las decenas de miles de educadores que se encuentran hoy desempleados?

Similar es la situación desastrosa que tienen que afrontar los ciudadanos necesitados de la atención de salud que brindan las instituciones públicas. Largas y agotadoras colas para obtener una cita médica, medicinas permanentemente agotadas, equipos médicos inservibles, citas quirúrgicas o para especialistas por las que hay que esperar seis y hasta más meses, lo que ocasiona innumerables fallecimientos evitables. Nada más ilustrativo que la campaña de la “cinta rosada”, impulsada también por la Primera Dama, realizada en momentos en que casi todos los mamógrafos del Seguro Social y el MINSA estaban dañados y fuera de servicio. ¡Qué cinismo! ¿No nos habían jurado una y mil veces que la reforma de la Ley de la CSS acabaría con todos los problemas del sistema?

Un gobierno represor

Como la realidad es subversiva, día tras día se realizan innumerables cierres de calles y protestas ciudadanas pese al permanente anuncio de que vivimos en la gloria, y vamos imparables hacia el Primer Mundo. La falta de agua, de viviendas dignas de tal nombre, de caminos y carreteras, de escuelas y hospitales, etc., generan el diario grito de los excluidos. ¿Y cuál es la respuesta del gobierno? Veámoslo.

Cerca de 170 familias precaristas fueron desalojadas en Arraiján de tierras estatales mediante el expedito procedimiento de la carga policial. Heridos y detenidos fue la respuesta del gobierno a la demanda de tierras para construirse una “vivienda”.

Más de 300 indígenas de la comarca Madungandí cerraron el puente sobre el río Bayano para exigir que se retirarán los colonos invasores de sus tierras y se les cancelara la indemnización de seis millones de balboas prometida en su momento como resultado de la inundación de sus tierras por la construcción de la hidroeléctrica Bayano. Solicitaron hablar con el Presidente y, en efecto, el Presidente habló: más de una docena de heridos y 89 detenidos fue el resultado del “diálogo”.

Más de cien muertos y 600 reclamos por el envenenamiento provocado por la ingesta de medicamentos contaminados con dietilen glicol no han recibido la más mínima atención decente por parte del gobierno. Ni siquiera se conoce quienes son los dueños de la empresa que vendió al Seguro Social el veneno. Tampoco hay responsables políticos de tan perverso envenenamiento masivo. Como es natural, ello provocó una protesta hacia la Presidencia de la República. También querían dialogar con el Presidente. El resultado fue una salvaje carga policial contra los enfermos y sus familiares.

Para acabar de rematar,el gobierno ha comprado un vehículo especializado en la represión de multitudes. Cuando se les solicitó una explicación para ello, la respuesta de las autoridades fue que “más valía agua a chorros que palo y perdigones”. Clientelismo y represión a los pobres y excluidos, esa es la verdadera “política” del actual gobierno. Y es lo que nos ofrece como “recambio” una oposición cómplice y participe de tales “políticas”.

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