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EL ROSTRO DE LA CRISIS

Panamá, Año VI, No. 156
2 al 8 de septiembre de 2007

En medio de una abrumadora y millonaria campaña propagandística, cuyos costos salen del bolsillo de los contribuyentes, sobre los tres años de gestión gubernamental “exitosa”, y recalcándonos una y otra vez que Martín Torrijos es el Presidente (¿será que piensan que no nos hemos enterado, o ellos mismos no se lo creen?), la totalidad de los ministros del gobierno “han puesto sus cargos a disposición del Presidente” (¿tampoco se habrán enterado que dichos cargos han estado siempre a disposición del Presidente?). Aparte de lo ridículo y humillante del gesto, la pregunta que flota en el ambiente es la siguiente: ¿cuál ha sido la razón para cambiar parcialmente el gabinete?

La continuidad del programa de gobierno

El misterio nos ha sido revelado por el Primer Vicepresidente, Samuel Lewis Navarro, quien declaró a un medio televisivo que se hacía “para dar continuidad al programa de gobierno”. Nada más cierto. Se destituyó a Camilo Alleyn, Ministro de Salud, y se nombra a Rosario de Turner, ex directora de Prestaciones Médicas de la CSS, y por lo tanto tan responsable políticamentecomo Alleyn de los más de cien muertos por envenenamiento con dietilen glycol. En efecto, hay continuidad.

Se destituyó al mediocre, incapaz, y por ello mismo autoritario Ministro de Educación, Miguel Angel Cañizales, y se nombró en su lugar a Belgis Castro, ex director del Ifarhu, institución que transformó en un instrumento al servicio del clientelismo partidista. Aquí también hay continuidad.

Se despidió a Olga Golcher, fracasada Ministra de Gobierno y Justicia, y se nombró a Daniel Delgado Diamante, ex militar que perteneció al Estado Mayor de Noriega. Con él son cinco los altos cargos de ese ministerio que están en manos de ex militares. Sus primeras declaraciones han sido en el sentido de que “no permitirá cierres de calles”. Aquí también hay continuidad en la construcción de un estado policíaco de libertades recortadas.

Se despidió a Reynaldo Rivera, Ministro de Trabajo, y se ascendió a esa posición al Viceministro Salamín, verdadero adalid de los sindicatos amarillos y la desregulación del sector de la construcción. Mayor continuidad imposible.

Se hizo desaparecer a Ubaldino Real, Ministro de la Presidencia de quién aún se desconoce en qué consistían sus funciones, que no fueran las de hacer “negocios”, y se traslada a dicho cargo al Segundo Vicepresidente, hasta entonces Director de la Autoridad Marítima. Sépase que el Ministro de la Presidencia es presidente de la Junta Directiva de la AMP. Sépase también que Ubaldino Real ha declarado que permanecerá como “consejero ad honorem del Presidente de la República”. Continúa la continuidad.

En verdad, el objetivo buscado con la remodelación del gabinete era la de lavarle la cara al gobierno en razón de las elecciones de 2009, para lo cual se hacía necesario el cambio de sus figuras más desprestigiadas. La operación ha fracasado estrepitosamente, dado el aislamiento del Mandatario y de la fracción que hoy por hoy controla al poder Ejecutivo. Ahora bien, cabe preguntarse sobre el programa al que quieren darle continuidad y ahí las cosas sí que están muy claras.

A tres años de gobierno, el 85% de los panameños (Dichter & Neira) piensa que Torrijos no ha cumplido sus promesas electorales, sólo el 30% de la juventud urbana tiene trabajo, el 98% de la población indígena sobre muere en la más absoluta pobreza, el 47% de la mano de obra disponible ha sido empujada al sector informal, careciendo por tanto de jubilación, atención médica, estabilidad y salarios dignos. Ahora bien, la otra cara de la moneda nos muestra un país en que las privatizaciones siguen un ritmo acelerado, la apertura de mercado se consolidará con la pasada aprobación del Tratado de Libre Comercio, el costo de la canasta básica de alimentos se ha disparado, la luz y el combustible se encarecen mes tras mes, los servicios de salud han alcanzado un deterioro vergonzoso y el sistema de educación pública se ha derrumbado. Mientras el país de unos pocos crece al 9%, el país de la mayoría ya no tiene ni migajas que repartirse. En ese sentido, hemos de reconocer que el cambio de gabinete asegura la continuidad de este nefasto programa económico neoliberal. Hemos de reconocer que en esto si son coherentes.

La crisis política

Asediado por las luchas sociales que, aunque dispersas y en su mayoría espontáneas, expresan el descontento de la mayoría social excluida, tanto en el sector indígena, como en el laboral, campesino, ecológico, urbanístico y de la sociedad civil, así como por las demandas de agua, casa decente, tierras, transporte humano y moderno, etc., el jefe del ejecutivo palpa cada día más abiertamente la debilidad de su gobierno, que por ello mismo se refugia cada vez más en una forma de gobierno autoritaria, restrictiva de las libertades democráticas. En este contexto, la crisis abierta por la elección de Pedro Miguel González para la Presidencia de la Asamblea de Diputados constituye un golpe demoledor.

Nada tiene que ver la presente crisis con el nacionalismo ni con la ciertamente descarada intromisión de la embajada de los Estados Unidos. ¿No fueron esos mismo diputados los que votaron unánimemente por la aprobación del TLC, Tratado que entrega en bandeja de plata el mercado nacional a la voracidad de las multinacionales norteamericanas? ¿No fue ese mismo ejecutivo el que suplicó de rodillas al gobierno norteamericano que enviara a Noriega a Francia, evitándoles así la incómoda presencia en el país de su antiguo y venerado jefe? ¿Dónde estaba entonces el “nacionalismo” de la bancada del PRD?

La crisis abierta por la rebelión de la totalidad de la bancada del PRD frente a la injerencia igualmente descarada del Presidente de la República y Secretario General de dicho partido, responde a un “estilo” de gobierno basado en la mentira, la manipulación y las promesas incumplidas. El berrinche justificado del Diputado Pedro Miguel Gonzáles tiene su sustento en promesas que tenían como único fin la manipulación política del Diputado, cara a lograr su adhesión incondicional a la fracción política del ejecutivo durante el proceso electoral interno del PRD. Descalificada su candidatura por la embajada de los Estados Unidos, el intento de descabalgar a Pedro Miguel Gonzáles encontró el caldo de cultivo necesario para la eclosión de todas las ofensas inferidas por quien se creyó “jefe del Estado” y “líder indiscutido”, sin entender que no era otra cosa que un mero instrumento de las fuerzas políticas y económicas que se sirvieron de su figura para llegar al poder. En un abrir y cerrar de ojos, su “liderazgo” ha quedado hecho trizas y se ha esfumado ante la faz del país.

Las irremediables consecuencias de esta crisis a lo interno del PRD son incalculables. Desautorizado, abofeteado públicamente, el Presidente de la República y Secretario General del partido en el gobierno no podrá ya recomponer su “liderazgo”, y por tanto no podrá tampoco imponer a Samuel Lewis Galindo como su candidato continuista. Esta grave crisis en las “alturas” encuentra a las fuerzas populares y ciudadanas sin alternativa que ofrecer. Aún estamos a tiempo.

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