ULTIMAS PUBLICACIONES
Home / Editoriales Anteriores / LAS LUCHAS NECESITAN VICTORIAS (y 2)

LAS LUCHAS NECESITAN VICTORIAS (y 2)

Año VI, No. 139. – 25 al 31 de marzo de 2007.-

Vale la pena resaltar que el reflexionar sobre quiénes componemos el hoy todavía reducido movimiento popular y ciudadano en nuestro país, no lo hacemos como un ejercicio de descalificación, sino de reflexión para abrir caminos colectivos de aprendizaje. Es una sana manera de dejar testimonio desde aquéllos que luchamos por un cambio social, no importa el signo y orientación del colectivo desde el cual nos organizamos. De lo que se trata es de pensar cómo avanzar, entendiendo, desde la óptica de quienes elaboramos este boletín, que todas y todos los que se activan en los distintos esfuerzos que componen el movimiento popular y ciudadano, merecedores de nuestro reconocimiento y respeto.

Al hilo de la reflexión del anterior editorial, en el cual señalábamos que el surgimiento de MONADESO en 1998 abrió las posibilidades de un promisorio devenir ascendente de la lucha y organización de las fuerzas transformadoras emergentes, señalábamos que en su interior, desde muy tempranos momentos, se dio un acotamiento artificial que privilegiaba el dominio y crecimiento de una corriente política a la del naciente frente.

Esa perspectiva le impedía a la dirección de esos(as) honestos(as) militantes percibir lo progresivo de que otros sectores, algunos desde organismos que hacían parte de MONADESO como era la Asociación de Profesores de la Universidad de Panamá (APUDEP), participaran en las movilizaciones contra el CMA y la reelección en 1998. En vez de aprovechar tal presencia para alentar la lucha contra la dirección gubernamental y neoliberal del PRD, se dedicaban a corear consignas que centraban su ataque en el PRD como un todo, con lo que alejaban a sectores de la base de ese partido de las movilizaciones, haciéndole así un flaco favor a la posibilidad de fortalecerlas.

De allí también que, desde ese principal componente a lo interno de MONADESO, no se apostara por impulsar procesos autónomos de participación y autoorganización popular y ciudadana, que permitieran el surgimiento de un tan necesario tejido asociativo de base que nutriera ese naciente frente. Una consecuencia negativa de ello –de necesaria reflexión para un común aprendizaje y enmendar yerros- fue en ocasión del inicio del año escolar de 1999, cuando la ocurrencia del entonces ministro Thalassinos de incrementar la nota de pase a 3.5, desató como respuesta una ola de movilizaciones de colegios secundarios.

Mayoritariamente espontáneas, abrieron una coyuntura favorable para intentar la reorganización de ese bastión que fue la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) como canal de inclusión de esa rebeldía juvenil. Hubiera bastado una convocatoria unitaria de las diversas organizaciones políticas estudiantiles, para que un masivo conjunto de activistas se dieran cita (por ejemplo en los predios de la Universidad de Panamá) en un congreso abierto, y se iniciara de manera colaborativa la existencia de una FEP amplia y con un gran peso en el estudiantado.

No se hizo así y se optó por un proceso controlado desde arriba y en frío, en el que las distintas corrientes estudiantiles fueron marginadas y excluidas. Esa concepción llevó a la búsqueda de acuerdos institucionales que posibilitaran un trato preferente que permitiera el control de la dirección de la FEP reorganizada.

El país entero presenció como de carros oficiales del Ministerio de Educación bajaban dirigentes del Instituto Nacional y de la Universidad –como en el caso de los colegios de Paitilla-, anunciando un acuerdo con el ministro para abrir una negociación e instando, por ello mismo, a volver a clases. La medida fue retirada, pero esa victoria no se convirtió en la anhelada reorganización de la FEP.

Así, tres meses después, con el beneplácito del gobierno saliente, se efectuaba en frío en Chitré un congreso de altos ribetes sectarios, en que, como era de esperar, no se propuso construir una nómina común con las otras corrientes estudiantiles. Si bien se ganó la dirección de dicho congreso, gracias a los abnegados esfuerzos de muchos, meses después ese engendro artificial de federación estudiantil fenecía.

Lamentablemente esa es la orientación que ha estado detrás del hecho de que con movilizaciones tan poderosas como las del 2001 -que hicieron temer su caída a la propia presidenta Moscoso-, no haya salido fortalecido el frente de referencia que condujo esa lucha, en razón del diseño cerrado y férreamente controlado que se le imprimió. Pocos meses después, el gobierno imponía el alza del pasaje, para lo cual contó con la complaciente colaboración de la cúpula del PRD, entonces en la «oposición», junto a la del CONATO.

Las huelgas y movilizaciones del 2003 y 2005 por la defensa de la seguridad social vuelven a repetir esta historia, miles en las calles, demasiado pocos en los organismos, pese a que la primera fue una clara victoria contra la intenciones del gobierno de Mireya Moscoso, y la segunda también tuvo un claro triunfo inicial al obligar al gobierno del team Martín a retirar la ley.

Para mantener ese triunfo del 2005 había que tener un frente que, como consecuencia de una práctica incluyente, participativa y horizontal de años, fuera de masas a esa altura, producto de un vasto y extendido proceso previo de autoorganización que deparara organismos de base reales y autónomos, sobre los cuales se sostuviera el empeño contestatario. Tampoco la huelga magisterial del 2006, salvo en el caso de Veraguas, dio por resultado un movimiento magisterial más fortalecido.

Ese estado de escaso desarrollo del movimiento popular y ciudadano es lo que explica el exiguo número de jurados de mesa del NO en el referéndum para la ampliación, así como la abstención que permite el triunfo del SI. Esa realidad se impuso a los vaticinios de un arrollador triunfo del NO. La explicación no está en las malas mañas (reales) de un desprestigiado gobierno, que ni siquiera pudo llevar a las urnas a más del 33% de su propio partido. Esa explicación se encuentra en el propio movimiento popular, desde el cual tenemos la obligación de impulsar caminos distintos y unitarios para ofrecer a miles un espacio democrático para que se organicen, y así posibilitar próximas victorias que superen los retrocesos recientes.

¡Manos a la obra!

About admin

Enviar una respuesta

Su dirección email no será publicada. Required fields are marked *

*

Scroll To Top