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LAS LUCHAS NECESITAN VICTORIAS

Año VI, No. 138.- 18 al 24 de marzo de 2007-

Podría pensarse que la impresionante participación de miles de ciudadanos(as) en las luchas por la defensa del Seguro Social en el 2005, seguida de la huelga magisterial del 2006, deberían haber desembocado en una derrota del oficialismo en el referéndum en que se decidía la ampliación del canal. Así ya había ocurrido en ocasiones anteriores, durante las administraciones de Guillermo Endara y Ernesto Pérez Balladares.

No fue así, quedándose en su casa cerca del 60% de la población habilitada para votar. Una lectura atenta permite detectar en ese segmento mayoritario del electorado la percepción de que votaran lo que votaran, las cosas ya estaban decididas, indicando una desafección hacia el régimen político, seguramente concentrada en aspectos que, como la partidocracia, generan una mayor repulsa.

A la par de ese positivo alejamiento y descreimiento, la no utilización del referéndum como elemento de castigo revela una apatía e inacción de esa ciudadanía, expresión de que se está viviendo una peligrosa sensación de impotencia.

Ello obliga a volver la mirada a la última década de luchas, para encontrar las carencias que están llevando a tal situación y así apostar a construir caminos distintos y eficientes.

A inicios de 1997, Pérez Balladares logró quitarle al magisterio nacional su jubilación por años de servicio y con el goce de un monto correspondiente al último salario. Dicha medida era continuidad de otras contenidas en los llamados planes de ajuste estructural, como las privatizaciones y la reforma laboral entre otras, anheladas pero obligadamente postergadas desde tiempos de Noriega y Endara.

Pero ese mismo año, un movimiento magisterial que convocaba asambleas de madres y padres de familia, que informaba a sus estudiantes de las razones de la lucha, que desoía a parte de la dirigencia magisterial en su sectaria e infértil pretensión divisionista entre quienes firmaban en escuelas y colegios dispuestos a la lucha, y quienes eran concentrados en la Escuela República de Venezuela, derrotaba al mismo gobierno en su intento de iniciar la privatización de la educación.

Padres y madres de familia tomaban los centros escolares a lo largo y ancho del país, como respuesta al despido de centenares de activistas de aquella huelga docente. Al día siguiente el gobierno retrocedía sin dilación, asombrado de la reacción generada.

Para 1998, la fractura que ocasionaba en el PRD el intento presidencial de extender la presencia de bases militares norteamericanas más allá de lo pactado en los Tratados Torrijos Carter, sumado al surgimiento de un frente desde lo popular como lo fue MONADESO, basto para hacer retroceder tal empeño, sepultado finalmente por la derrota recibida en el referéndum con el cual se intentaba prohijar la intentona reeleccionista.

La alta participación en aquella consulta en 1998 reflejaba el buen momento por el que atravesaba el movimiento popular y el animo de la gente de la calle, que pasaba factura, tanto a las privatizaciones -entre otras medidas- que ya afectaban el bolsillo popular, como al estilo despótico del gobernante de turno.

El intento inmediatamente posterior de privatizar el IDAAN fue como echar leña al fuego, generando una respuesta de tal dimensión que, a los primeros síntomas de generalización de la resistencia, un gobierno huérfano de la fuerza que inicialmente demostró para sus empeños neoliberales, desistió a la carrera de tal empeño.

El activismo surgido de tal cúmulo de luchas y victorias tuvo formas organizativas de referencia, las cuales no llegaron a masificarse por diversas causas, en especial por las políticas sectarias y hegemonistas que fueron privilegiadas en su seno. Ello impidió que tales formas organizativas de referencia se constituyeran en el espacio natural en que se integraran, desde el respeto a la heterogeneidad, el conjunto del activismo surgido al calor de esas luchas victoriosas.

Desde esos tiempos comienza una larga lista de intentos frustrados y frustrantes de construir un espacio incluyente para esos(as) miles que han participado, luchado y se han movilizado durante toda una década sin encontrar un lugar adecuado para quedar organizados, y propiciar desde el la tarea básica de promover autoorganización y tejido asociativo de base.

Esa ha sido la tónica más acusada en todas las luchas subsiguientes, miles en las calles sin que después ello tenga reflejo en avances significativos en los niveles de auto organización y participación de nuestro pueblo. Ese tal vez sea el obstáculo que hay que superar para avanzar hacia las próximas necesarias victorias.

CONTINUARA

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