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A imagen y semejanza

Año IV, N°116,

10 al 16 de abril de 2006

La vergonzosa saga en que se ha convertido la «elección» por la Asamblea de Diputados del Dr. Liborio García como Defensor del Pueblo, retrata de cuerpo entero al régimen político neoliberal de democracia restringida bajo el cual vivimos. Ungido por «Chiqui», su amigo de la infancia en Chitré, tal como ha declarado Liborio García en medios televisivos; prohijada su candidatura por el diputado perredista Rogelio Paredes, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea, luego fue elegido por el voto en plancha de la mayoría perredista de la Asamblea y el mayoritario voto, casi unánime, de las distintas bancadas de la «oposición».

Materializada tan democrática elección, se conoció de inmediato que el nuevo Defensor del Pueblo tenía un execrable pasado de violencia intrafamiliar, el cual fue deliberadamente ignorado por todos aquéllos que lo ungieron, lo prohijaron y luego lo «eligieron» por el voto de la inmensa mayoría de los Diputados. Tal vez pueda decirse en descargo de quienes lo impusieron lo que declaró el diputado perredista Pedro Miguel González: » ¿quién no ha tenido problemas con su pareja en algún momento?».

Desatado el escándalo, el nuevo Defensor del Pueblo se ha dedicado a realizar toda suerte de pronunciamientos en los medios de comunicación, dejando con ello bien sentada su ignorancia inexcusable de la materia propia del cargo, incuestionablemente clara su prepotencia machista, y hasta podría decirse que incurriendo abiertamente en apología del delito. Pese a todo ello, y al haberse hecho públicas todas las infames maniobras que lo han llevado al cargo, el Dr. Liborio García tomó posesión ante los «honorables» diputados, y pasea sin pudor alguno, casi provocadoramente, su deshonrosa ignominia.

¿Cómo puede ser posible que hechos de esta catadura ocurran en el país de la «Patria Nueva», que nos prometió «cero corrupción, más trabajo y más seguridad»? Indudablemente que nos encontramos ante una gran farsa, una más en cien años de República, que nos debe hacer reflexionar a todos.

Ejecutivo, Legislativo y Judicial

 Si bien tamaña burla e infamia ha desprestigiado aún más si cabe a los poderes ejecutivo y legislativo, sobre cuya unción y elección recae la plena responsabilidad de haber escogido a uno de los suyos como Defensor del Pueblo, no podemos olvidarnos del Poder Judicial, que parejamente ha exhibido sus propias vergüenzas: el «Magistrado» del Segundo Tribunal Superior de Justicia, Dr. Dulio Arrocha, viene ejerciendo la abogacía desde 1977, año en el que le fue concedida la idoneidad, e «impartiendo justicia» desde su alto cargo hace ya dieciséis años, amparado por un diploma que por las indagaciones realizadas por la Procuraduría de la Nación resulta a todas luces una chapucera falsificación.

Ahora bien, ese no es el problema, pues a cualquiera le meten gato por liebre. El problema radica en que el «Magistrado» pasea soberbiamente su escandalosa impunidad, se burla de la justicia alegando que no había acudido a la citación de la Procuraduría por «estar con la presión alta», y luego, al concurrir, negarse a que la medicatura forense lo examinara. Y todo ello ante la pasividad más absoluta de la Corte Suprema de Justicia. ¿A cuántos habrá enviado a la cárcel este «Magistrado» que hoy goza de la impunidad más asombrosa?

A imagen y semejanza del régimen

Liborio García y Dulio Arrocha no son más que figuras públicas construidas a imagen y semejanza del carcomido régimen político de la partidocracia neoliberal. ¿Qué otra cosa hubiese podido salir de las entrañas de quienes anteayer nos dijeron que era «inevitable» una subida del 32% en las tarifas eléctricas, ayer nos informaron, presionados por la movilización ciudadana, que habían logrado bajarla al 15% y hoy nos dan la buena nueva que sólo subirá el 9%? ¡Cuánto cinismo!

Lo que debemos tener muy claro es que no estamos ante situaciones «personales», sino ante manifestaciones ya inocultables de un régimen político podrido hasta el tuétano, y que por ello mismo muestra sus lacras sin poder ocultarlas ante los ojos ciudadanos. No se trata de éste o aquél diputado, o de Chiqui y sus amigos, o de aquél magistrado. Se trata de la quiebra de un régimen político incapaz ya de administrar su propio estado con un mínimo de racionalidad y coherencia. ¡Y esos son los que mañana mismo nos propondrán la ampliación del Canal!

La necesaria sustitución del régimen político neoliberal de democracia restringida pasa por la construcción de una fuerza política alternativa que le dispute el poder a la partidocrácia neoliberal. Sin esa fuerza política alternativa, sin ese partido político que de la batalla contra el neoliberalismo, y al que podremos sumarnostodos los ofendidoses decir, la inmensa mayoría de la nación, no habrá esperanza ni futuro. Manos a la obra.

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