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Soy mujer feminista, la estrategia capitalista de algunos hombres

Lunes 18 de julio de 2022

¿Por qué estos hombres no le han dado un segundo a reflexionar si esto era conflictivo? ¿Tendrán mujeres feministas a su alrededor a las que hayan preguntado: oye, qué te parece?

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Firma femenina Quan Zhou

Quan Zhou 16 de julio de 2022 elDiario.es

Está habiendo un gran revuelo en el mundo literario, concretamente en el del cómic. El miércoles 6 de julio, la compañera de gremio dibujante Mamen Moreu, tuiteaba indignada: Bastante de mala hostia al descubrir que en 2022 hay un supuesto “compañero” de profesión firmando con nombre de mujer.

El ilustrador es Gerard Costa, que firmaba con, según sus palabras, el nombre artístico Helena Anillo. Gerard no solo publicaba con su pseudónimo cómics feministas en redes sociales y medios como la Revista Mongolia o El Estafador, si no que performaba el papel de mujer feminista. Él (ha negado ser persona trans, en conversaciones con Manel Fontdevila) hablaba en femenino en entrevistas, subía fotos de una chica con el pelo azul como si fuera Helena… Y de repente apareció en un evento siendo Gerard. Y claro, se abrió la caja de Pandora.

Tras el revuelo y la presión en redes sociales, Gerard se ha disculpado. Sus disculpas, sin embargo, parecen una jactancia y legitimación de lo que hizo: “Empezó como un juego de palabras y ha acabado siendo una reivindicación del papel del hombre en el feminismo”. Y en sus comentarios, las personas se debaten entre si es un hombre feminista o si ha mentido únicamente para lucrarse. Luego, Gerard ha eliminado la publicación. Haciendo un poco de memoria, el trio de escritores bajo el pseudónimo Carmen Mola, los que ganaron el premio planeta 2021, ¿por qué el nombre femenino si eran hombres? ¿Por qué contestaban entrevistas diciendo que era madre de dos o tres hijos? Según las palabras de su editorial: puro marketing.

Históricamente, las mujeres han pintado, escrito, publicado, actuado con pseudónimos masculinos porque de otra manera no podían hacerlo o no se las tenía en cuenta. Ahora, en la última ola feminista de occidente, estos hombres creen que es lícito el performar ser mujer feminista con el único fin de lucrarse, estrategia para acceder a una cuota de mercado que quiere leer a mujeres feministas. ¿Es esto lícito? ¿Todo vale si hace caja?

Tras leer las disculpas de Gerard y las entrevistas al trío Carmen Mola tras haber sido desvelada su identidad, creo que estos hombres no han entendido nada. Vale que no todos nacen sabidos, pero Carmen Mola tuvo desde que publicó el primer libro en 2018 para pensar en la salida del pseudónimo, reflexionar o formarse en feminismo y darse cuenta de que era problemático. Lo mismo para Gerard. No sé si es más honesto que hubieran dicho: si hubiera sabido que os íbais a poner así, pues no lo hago. Más miedo al castigo que conciencia de los propios hechos.

¿Por qué estos hombres no le han dado un segundo a reflexionar si esto era conflictivo? ¿Tendrán mujeres feministas a su alrededor a las que hayan preguntado: oye, qué te parece? El privilegio es invisible para quien lo ostenta, y para quien siempre ha tenido espacio para escribir, actuar, pintar, supongo que la preocupación no es ejercer tu arte, es venderlo, la atención o el reconocimiento. Y si la estrategia es ser Helena, Carmen, María, en un contexto en el que hay muchas Helenas, Cármenes y Marías que están luchando para acceder a los mismos espacios y tener las mismas oportunidades que los hombres, pues que así sea. Una estrategia perversa.

En el feminismo se lucha por la igualdad, en esa igualdad es imprescindible que la mujer sea reconocida como un igual y no un objeto o una estrategia de marketing con el que vender, porque “ahora ser mujer está de moda” o “las mujeres lo tenéis más fácil ahora en el mundo del cómic” (como he escuchado por ahí, supongo que se llama envidia). Leyendo los comentarios en Twitter e Instagram siento mucha rabia y enfado. Me cabrea que la gente se plantee siquiera que el papel de los aliados o la reivindicación del papel del hombre en el feminismo, vaya por aquí, por el de mentir y fingir. Todo sea por la caja. No, perdona, no es así. Si todo vale, pues mañana me invento que soy una niña con enfermedad incurable, hago un cómic, y que la gente pase por mi Paypal. No es lícito, no es activismo, no es feminista, no eres un aliado. No se puede separar quién hace del qué hace. Hombres fingiendo ser mujeres para vender. Engañando a personas que quieren leer a mujeres feministas, sea por curiosidad o por activismo (porque el hecho de elegir leer a mujeres que escriben sobre feminismo, también es político). Quitándoles su poder de decisión (algo también históricamente machista, el control). Luego, que porqué tanto revuelo y tanto enfado, pues entiendo el enfado, es que se nos ha timado.

Mi editorial Astiberri me dijo una vez: lo importante es que tengas una buena historia que contar. Yo añadiría: cuéntala sin usurpar a las mujeres.

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