Jueves 19 de septiembre de 2024
Ellos son un 14% del total de denunciantes, la mayoría niños que ya cuentan con un centro en Madrid, mientras el 93% de los agresores son hombres, algo que para las expertas revela “la cuestión de género” que hay detrás también de esta violencia
Marta Borraz 18 de septiembre de 2024 elDiario.es
El anuncio que Isabel Díaz-Ayuso hizo como medida estrella del arranque de curso no solo se limitó a explicar características o presupuesto del nuevo centro para hombres víctimas de violencia sexual que la Comunidad de Madrid quiere poner en marcha. En un nuevo intento por atraer a los votantes contrarios a las políticas de igualdad, la idea llegó acompañada de sus habituales opiniones sobre un supuesto “falso feminismo” que “está impregnando las leyes”: “Esto de la igualdad, de la falsa igualdad, va a terminar”, espetó ante las críticas de la oposición buscando enfrentar derechos de unas y otros y contraponer víctimas.
La política del PP justifica la necesidad del centro en la existencia de víctimas “menores de sexo masculino” o adultos que lo son en prácticas como el chemsex, dijo en un discurso en el que no aportó cifras ni habló de lo que hay detrás de la violencia sexual hacia hombres. Y es que lo que suele haber son también otros hombres: según el último informe del Ministerio del Interior sobre delitos contra la libertad sexual, en 2023 un 86% de las víctimas fueron mujeres y un 14% hombres, mientras que las proporciones se invierten si hablamos de agresores. El 93% de ellos son hombres y el 7% mujeres.
Los datos permiten poner la lupa en un fenómeno cuyas denuncias no han dejado de crecer en los últimos años. Y revelan que una buena parte de las mismas son de niños y niñas víctimas de violencia sexual por parte de familiares, vecinos, profesores, entrenadores... En total, constituyen el 42,6%. Es particularmente así en el caso de los hombres, un grupo en el que “el mayor número de victimizaciones” se concentra entre los 0 y 13 años, especifica el estudio. En cuanto a las mujeres agresoras, la mayoría han cometido “delitos relativos a la prostitución”, donde la proporción entre ellos y ellas se equipara.
En este contexto, y aunque la violencia sexual está fundamentalmente dirigida contra mujeres, las expertas aluden a una “lectura de género” que también se requiere cuando la víctima es un hombre. “Que la inmensa mayoría de agresores sean hombres entronca con una construcción nuclear de la masculinidad en la que el cuerpo de otros sujetos está a su alcance, es un objeto y puede ser sometido. Y ante ello, además, hay percepción de impunidad. Es una violencia que tiene apellidos, que para mí no es machista porque no se dirige hacia una mujer, pero sí es patriarcal porque reproduce la misma lógica”, expone Pablo Santos, sociólogo y coordinador del área de masculinidades de Otro Tiempo.
Coincide Bárbara Tardón, especialista en violencia sexual, para la que “en ningún caso” la propuesta de Ayuso “se refiere a la necesidad de combatir las violencias sexuales que se ejercen contra hombres como parte de la dinámica patriarcal. Es evidente que existe, pero hay que prestar atención a quién la ejerce y cómo”.
Pero, ¿cómo se da esta violencia? “Los hombres suelen estar en riesgo en espacios en los que están rodeados de otros hombres. Los niños son una parte importante, pero además estos espacios incluyen la Iglesia, la cárcel y los entornos militares. También se da en ámbitos de hombres que tienen sexo con hombres”, explica la profesora asociada de género y justicia penal de la Universidad Pompeu Fabra Patsilí Toledo, que cree que es “importante” visibilizar que hay “hombres que sufren violencia sexual” porque “aunque no es tan prevalente como en las mujeres, los efectos también son muy graves”.
Sin embargo, la experta, que ha sido consultora de la ONU sobre feminicidio y violencia sexual, defiende que los recursos de atención y sus profesionales tengan un enfoque de género. No solo porque ellos sean mayoritariamente los agresores, sino también por cómo impacta en las víctimas. “Ser agredido implica una distorsión de lo que tendría que ser lo masculino y es una posición que simbólicamente es feminizada por la construcción patriarcal y homófoba que tenemos. Básicamente, es la idea de que hay cuerpos que penetran y otros que son penetrados, hay sujetos activos y otros pasivos. En este imaginario, los masculinos no debieran ser penetrados y si lo son, no son tan hombres”, sostiene.
Una propuesta “oportunista”
Más allá de de la idea específica de poner en marcha servicios para hombres, las expertas consultadas lamentan que la propuesta de la presidenta madrileña “atienda a una lógica que tiene más que ver con el oportunismo político que con un diagnóstico real de la problemática de las violencias sexuales”, opina Santos, que afirma que en Madrid “ya hay un centro dirigido a niños y niñas, el CIAIS, que está saturado”, algo que ha denunciado Más Madrid estos días. Además, la ley del solo sí es sí despliega una batería integral de medidas también para los menores, que están incluidos sean del sexo que sean.
Para la socióloga y psicóloga Inmaculada Mujika, es “peligrosa” la forma en la que Ayuso plantea la medida. “Estos anuncios tienen mucho boom político y mediático, pero es un discurso muy perverso porque son los mismos que recortan en presupuestos de igualdad o contra la violencia de género”. Al mismo tiempo, la experta cree que “tiene mucho sentido” atender a la violencia sexual contra hombres, pero “el tema es el cómo y desde qué marco” y no hacerlo “con intención de desdibujar la violencia machista”.
Un tabú que romper
Mujika, activista feminista desde los 80, es directora del centro de atención al colectivo LGTBI Aldarte, en Bilbao, y sabe bien de lo que habla. Y es que, aunque apenas hay datos ni evidencias sólidas sobre qué tipos de violencias son más frecuentes o con qué intensidad, la experta ve en su día a día cómo estas están también presentes en la comunidad gay y bisexual masculina. “En muchos casos son agresiones sexuales en citas vía aplicaciones que acaban resultando en auténticas situaciones de violencia. Hay motivos y especificidades propias, pero la vergüenza, la culpa y el trauma no son muy diferentes a cuando son mujeres las víctimas”, detalla.
“Conozco a muchos maricas que hemos sufrido algo así. También estamos atravesados por la construcción de la masculinidad que comentábamos y, por otro lado, creo que cuando tenemos encuentros sexuales, de alguna manera asumimos que el riesgo es una opción”, añade Santos, que cree que “faltan herramientas” en general “para entender” cómo se da esta violencia. “Toma otros matices. Las mujeres han sido socializadas en la protección, el terror y el miedo, pero nuestra construcción de acceso a la sexualidad es más desde la libertad y seguridad”, afirma.
Santos habla de “una naturalización” de las violencias que se da dentro de la propia comunidad, un tabú aún muy invisible aunque cada vez son más quienes reclaman romperlo sin caer en los prejuicios que vinculan lo gay a lo promiscuo. “Yo creo que falta una reflexión sobre el consentimiento, que es algo que en quienes yo atiendo veo muy desdibujado”, expone Mujica, que cree que evitar hablar sobre este tema por miedo a que sea instrumentalizado por los sectores homófobos “es legítimo, pero a la larga se vuelve en contra” y acaba agudizando “la enorme dificultad” que ya tienen “para identificarse como víctimas”.
Con todo, si hay algo en lo que todas las especialistas coinciden es en “lo problemático” de abordar estas cuestiones “desde intereses oportunistas” como, a su juicio, ha hecho Ayuso. “Lo que no podemos hacer es intervenir con hombres y menospreciar los recursos para mujeres, no hay que perder el foco. Están consiguiendo colocar este anuncio del nuevo centro en contraposición a las políticas feministas y eso es una trampa. En realidad hablar de violencias sexuales, también hacia los hombres, es una suma, no una cosa o la otra”, concluye Santos.