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Lynzi Armstrong: “La despenalización hace que las personas que se dedican al trabajo sexual estén más seguras”

Sábado 24 de septiembre de 2022

La profesora en Criminología de la Universidad Victoria de Wellington, en Nueva Zelanda, lleva quince años investigando los resultados de la despenalización del trabajo sexual en el país.

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Lynzi Armstrong durante la entrevista- Clara Malpica CLARA MALPICA

Aurora Báez Boza 22 SEP 2022 El Salto

Lynzi Armstrong lleva quince años estudiando la repercusión de la Ley de Reforma de la Prostitución de Nueva Zelanda en la vida de las trabajadoras sexuales, centrándose en la percepción del estigma y la discriminación del trabajo sexual en diferentes contextos legislativos. La ley se aprobaba en 2003, convirtiendo así a Nueva Zelanda en el primer y único país que en la práctica apuesta por la despenalización del trabajo sexual.

El sistema parte de que la criminalización es perjudicial para las trabajadoras sexuales y de que el punto de partida para evitar la violencia hacia las mujeres que ejercen la prostitución es el reconocimiento de derechos. Mientras tanto, a nivel internacional lo habitual es poner en duda una opción que ha demostrado que mejora la vida de las personas que ejercen el trabajo sexual, y que constituye una anomalía en un contexto en el que la mayoría de países está adoptando una postura abolicionista-prohibicionista.

En noviembre, la editorial Virus publicará el libro Trabajo sexual con derechos. Una alternativa de despenalización en el que Armstrong junto a una veintena de expertas y trabajadoras sexuales analizan desde distintos enfoques los veinte años de despenalización. La visita de la doctora se produce en un contexto en el que el Congreso de los Diputados está a punto de debatir la propuesta de ley abolicionista presentada por el PSOE y cuando se acaba de aprobar una medida incluida en la Ley de Libertad sexual para restringir la publicidad del trabajo sexual, cuestiones que se suman a las múltiples ordenanzas municipales que persiguen a las trabajadoras sexuales en municipios de todo el Estado.

¿Cuál es el balance general tras veinte años de experiencia en Nueva Zelanda con la despenalización del trabajo sexual?

Tras años investigando, no tengo ninguna duda de que la despenalización es la mejor opción si queremos un mayor bienestar para las trabajadoras sexuales. Hace que las personas que se dedican al trabajo sexual estén más seguras porque pueden gestionar más eficazmente el riesgo de una mala experiencia, pueden denunciar si sufren violencia. Eso significa que con esta despenalización se reduce el riesgo de explotación, se han eliminado las barreras que impedían que estuvieran seguras. Tampoco trabajan con la preocupación de ser perseguidas y ser un blanco de ataque policial.

No he visto ninguna evidencia en mis quince años de investigación que muestre que el modelo nórdico, criminalizar a los clientes, haga la vida mejor a las trabajadoras sexuales. Todas las pruebas que he leído hasta hoy demuestran que hace la vida de las trabajadoras sexuales infinitamente peor, al estar más expuestas a las violencias.

¿Qué puntos débiles se han detectado tras estas dos décadas?

Nueva Zelanda ha hecho muchas cosas bien, pero han pasado veinte años desde la aprobación de la ley y hay cosas que podrían mejorarse. Uno de los aspectos es la sección 19, que prohíbe a las trabajadoras inmigrantes dedicarse al trabajo sexual. Esta cláusula fue introducida por el ministro de Inmigración de la época, que creía que de alguna manera esto protegería contra el tráfico en la industria del sexo. Pero ha tenido consecuencias devastadoras para los trabajadores inmigrantes, porque se sigue ejerciendo el trabajo sexual independientemente de lo que diga la ley. Y, si tienen una experiencia violenta, son muy reacias a denunciarla porque no tienen amparo legal.

El colectivo de prostitutas de Nueva Zelanda, el NBPC, que es la organización que lidera el sector neozelandés, no estaba en absoluto a favor de esa cláusula y desde entonces se esfuerza por cambiarla. Ese es un punto débil de la ley, que no protege a todo el mundo. Por otro lado, no hay ninguna disposición en la ley para la protección legal ante la discriminación de las personas que son trabajadores sexuales a la hora de encontrar piso u otro trabajo, y pueden no contratarte por ser trabajadora sexual.

¿Cómo ha afectado a la percepción del estigma de las trabajadoras sexuales?

Se ha cambiado algún aspecto, pero no ha eliminado el estigma. El estigma en relación con el trabajo sexual está muy arraigado por las ideas que tenemos sobre el género, la sexualidad y la religión. Sin embargo, con el enfoque de la despenalización en Nueva Zelanda, las trabajadoras sexuales se sienten reconocidas como ciudadanas y pueden sobrellevar mejor el estigma, ya que no se las pone ni en el papel de criminales ni en el de víctimas, como hacen los sistemas abolicionistas.

¿Por qué crees que Nueva Zelanda es el único lugar en el mundo donde se ha llevado a cabo la despenalización?

Es una pregunta que me hago mucho, porque hay muchas pruebas que indican que lo que ha ocurrido en Nueva Zelanda ha sido bueno para los trabajadores del sexo. Y también hay muchas pruebas que sugieren que otros enfoques, como el modelo nórdico, son perjudiciales. Creo que parte del éxito en Nueva Zelanda tiene que ver con que las trabajadoras sexuales tenían muchas aliadas, tomó mucho tiempo construir todas esas relaciones y el grupo de feministas abolicionistas era muy pequeño..

¿Por qué en el contexto internacional es mayoritario el discurso abolicionista?

Me desconcierta que, a pesar de las evidencias, se siga eligiendo el modelo nórdico en toda Europa. Creo que es porque no se está prestando atención a las pruebas ni a lo que los trabajadores del sexo han estado diciendo durante tanto tiempo.Creo que es un discurso muy persuasivo porque está basado en el estigma y los estereotipos. Todo el mundo ha sido socializado para creer ciertas cosas sobre el trabajo sexual.El activismo del abolicionismo es mantener ese estigma. Es muy difícil desafiar esas ideas, veo que hay muchas personas con odio a las trabajadoras sexuales. Creo que son posturas que se basan en el silenciamiento de las trabajadoras sexuales a través del miedo, así se vuelve un discurso dominante

¿Qué crees que puede aprender toda la sociedad de las luchas de las trabajadoras sexuales?

Hay mucho que aprender. Un aprendizaje importante es que, por mucho que se las intente marginar y silenciar, seguirán resistiendo.

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