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Fidel: La estrategia política de la victoria (primera parte)

Marta Harnecker

Al heroico pueblo de Cuba y a su indiscutido líder, Fidel Castro, cuyo ejemplo de dignidad, unidad, resistencia y solidaridad ha servido de aliento y de inspiración a todos los que en América y en el mundo luchan por un mundo mejor.

Marta Harnecker
14 mayo 1999

Indice

Primera parte
Introduccion
I. EL MOVIMIENTO 26 DE JULIO Y EL PARTIDO ORTODOXO
Segunda parte
II. CONDICIONES OBJETIVAS PARA LA REVOLUCION Y EL PAPEL DE LA VANGUARDIA
III. CARACTER DE LA REVOLUCION Y CORRELACION DE CLASES
IV. LA VIA ARMADA SOLO DESPUES DE AGOTARSE LOS RECURSOS INSTITUCIONALES
V. LA PROPAGANDA: ESLABON DECISIVO DURANTE LA PRISION Y EL EXILIO
Tercera parte
VI. ETAPAS EN LA CONSTITUCION DEL BLOQUE ANTIBATISTIANO
VII. DIFERENTES PACTOS CON FUERZAS BURGUESAS
Cuarta parte
VIII. CONCLUSIONES

1. El enemigo inmediato y la amplitud del frente político
2. Criterios acerca de la unidad de las fuerzas revolucionarias
Anexo: El partido único en Cuba y la cuestión de la soberanía nacional



INTRODUCCIÓN

Hace cuarenta años, cuando en los hogares latinoamericanos se celebraba la noche buena, una buena nueva ocurría en Cuba: un ejército guerrillero de base social campesina triunfaba en la isla caribeña liberando al país de la tiranía batistiana. Se inauguraba así un proceso político que no pretendía sólo derrocar a un dictador, sino que buscaba seguir una línea consecuentemente revolucionaria: transformar profundamente la sociedad en beneficio de las grandes mayorías.

Este triunfo de las fuerzas populares, encabezadas por el Movimiento 26 de Julio y dirigidas por el joven abogado Fidel Castro Ruz, despertó la simpatía de la mayor parte de la izquierda occidental, pero muy especialmente de la izquierda de América Latina. Era una luz que asomaba en el oscuro ambiente conservador que entonces se vivía en el subcontinente.

Había roto con dos tipos de fatalismo muy difundidos en la izquierda latinoamericana: uno geográfico y otro militar. El primero planteaba que los Estados Unidos no tolerarían una revolución socialista en su área estratégica y Cuba triunfa aproximadamente a ciento ochenta kilómetros de sus costas; el segundo sostenía que --dada la sofisticación que habían alcanzado los ejércitos-- ya no era posible vencer a un ejército regular y Cuba demuestra en ese momento que la táctica guerrillera es capaz de ir debilitando al ejército enemigo hasta llegar a liquidarlo.

Era lógico que el tema de la lucha armada pasase a ser el tema central de discusión luego del triunfo cubano. Pero detrás de las armas y la táctica guerrillera en la que fueron empleadas, había mucho más; había toda una estrategia política construida y aplicada hábilmente por Fidel y sin la cuál no puede explicarse el triunfo revolucionario.

El dirigente cubano entendió muy bien que la política no podía ser el arte de lo posible --como una gran parte de la izquierda lo entiende hoy--, sino el arte de construir una correlación de fuerzas social, política y militar que permita transformar lo que aparece como imposible en ese momento en algo posible en el futuro.

Sobre cómo cambiar la fuerza militar y el papel del método guerrillero en esto hay bastante literatura, empezando por lo escrito por el propio Che Guevara; sobre los aspectos políticos de esta estrategia se ha publicado muy poco y no he encontrado ningún libro que reflexione en forma sistemática sobre el tema. Esta es la razón por la que me decidí ha emprender esta investigación.

Este libro no pretende hacer historia, es un breve ensayo que busca sistematizar y dar a conocer las grandes líneas de la estrategia política seguida por Fidel Castro --desde comienzos de los años cincuenta hasta el triunfo revolucionario de enero de 1959-- para construir el bloque de fuerzas sociales y políticas que le permitió derrocar a Batista y al régimen oligárquico proimperialista que lo sustentaba, abriendo así el camino hacia el socialismo en esta parte del hemisferio occidental.

Además de mostrar la hábil y flexible conducción política de Fidel, he querido detenerme en las páginas finales en el destacado papel que el líder cubano otorga a la unidad de las fuerzas revolucionarias.

Y dándole continuidad a este último tema, incluyo como apéndice una reflexión sobre el porqué del partido único en Cuba, uno de los aspectos más incomprendidos de esta revolución en el exterior.

Para realizar este trabajo me he basado casi exclusivamente en cartas y discursos de Fidel, tanto del momento mismo en que ocurren los hechos, como de épocas posteriores que sirven para iluminar a través de una visión retrospectiva el período analizado.

Es un libro pensado especialmente para la juventud cubana y latinoamericana, que no tiene tiempo ni interés, en muchos casos, de leer obras demasiados extensas y que aquí puede descubrir cómo un grupo de jóvenes movidos por grandes ideales y decididos a luchar por su pueblo, pueden ser protagonistas de la historia.

Agradezco la asesoría que me brindó el historiador Mario Mencía sobre algunos aspectos aquí abordados; el acceso a las cartas de Fidel que me proporcionó la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de la República de Cuba, el estímulo que recibí del compañero Jesús Montané Oropesa y las sugerencias y opiniones críticas de varios compañeros.

La Habana, 14 de mayo de 1999



I - EL MOVIMIENTO 26 DE JULIO Y EL PARTIDO ORTODOXO

Es en la Universidad donde Fidel Castro, hijo de un terrateniente y futuro líder de la revolución cubana, llega a adquirir una conciencia revolucionaria. En ese momento está ubicado dentro de un partido que no es marxista, el Partido del Pueblo Cubano más conocido por Partido Ortodoxo.

El programa de la ortodoxia era un programa que --respondiendo principalmente a los intereses de la pequeña burguesía radical antimperialista-- se caracterizaba por proponer medidas de tipo nacionalistas contra los monopolios norteamericanos poniendo, al mismo tiempo, especial énfasis en medidas contra la corrupción administrativa que entonces predominaba entre los funcionarios del Estado. Se trataba de un partido populista de origen pluriclasista compuesto fundamentalmente por obreros, campesinos y pequeña burguesía, cuya dirección era burguesa.(1)

Su popularidad se debía principalmente al carisma extraordinario de su líder indiscutido: Eduardo Chibás(2) que se había empezado a destacar ya en las luchas universitarias de los años 20, y en los enfrentamientos contra las dictaduras de los años siguientes. Fogoso polemista, encabezaba el movimiento de recuperación cívica y moral de gran arraigo entre las masas.

Dentro de ese partido de composición tan heterogénea existía "una izquierda" formada especialmente por universitarios, entre los que se encontraban Fidel y la mayor parte de la dirección del grupo de jóvenes que en 1953 asaltarían el Cuartel Moncada. Se trataba de gente de ideas muy avanzadas, que se inspiraba en el marxismo(3), pero también muy enraizada en las tradiciones nacionales, especialmente en el pensamiento de Martí.

"Martí nos enseñó su ardiente patriotismo, su amor apasionado a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, su repudio al despotismo y su fe ilimitada en el pueblo [...] --expresa el máximo dirigente cubano en la conmemoración del XX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, refiriéndose entonces a aquella época de su vida--.

"Céspedes nos dio el sublime ejemplo de iniciar con un puñado de hombres, cuando las condiciones estaban maduras, una guerra que duró diez años.

"Agramonte, Maceo, Gómez y demás próceres de nuestras luchas por la independencia, nos mostraron el coraje y el espíritu combativo de nuestro pueblo, la guerra irregular y las posibilidades de adaptar las formas de lucha armada popular a la topografía del terreno y a la superioridad numérica y en armas del enemigo."

Y más adelante enumera los aportes que recibieron del marxismo: "... El concepto clasista de la sociedad dividida entre explotadores y explotados; la concepción materialista de la historia; las relaciones burguesas de producción como la última forma antagónica del proceso de producción social; el advenimiento inevitable de una sociedad sin clases, como consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo y de la revolución social. [...]

El marxismo les enseñó sobre todo -según Fidel-la misión histórica de la clase obrera, única verdaderamente revolucionaria, llamada a transformar hasta los cimientos a la sociedad capitalista, y el papel de las masas en la revolución.

"El estado y la revolución de Lenin les esclareció el papel del estado como instrumento de dominación de las clases opresoras y la necesidad de crear un poder revolucionario capaz de aplastar la resistencia de los explotadores."

Y termina diciendo: "El núcleo fundamental de dirigentes de nuestro movimiento [...] veía en el marxismo--leninismo la única concepción racional y científica de la revolución y el único medio de comprender con toda claridad la situación de nuestro propio país."(4)

El liderazgo de Chibás termina abruptamente el 5 de agosto de 1951. Temiendo desacreditarse ante la opinión pública al no poder presentar pruebas que fundamentaran su acusación de corrupción administrativa contra un alto personaje del gobierno, cae en una profunda depresión que lo lleva a adoptar una medida extrema: durante su habitual espacio radial y como último recurso para conmover a sus oyentes decide terminar con su vida dándose un disparo de pistola en el abdomen frente al micrófono por el que acababa de llamar al pueblo a luchar por su independencia económica y política.(5)

Una vez desaparecido el destacado dirigente ortodoxo, su partido queda a la deriva. Fidel se encuentra militando en un partido con una base popular muy amplia; pero sin una dirección política consecuente. Sus dirigentes oficiales son reformistas y están adaptados al sistema.(6) Por otro lado, existe un partido ideológicamente más afín a sus concepciones marxistas: el Partido Socialista Popular --nombre adoptado por el partido comunista cubano en esa época-- (7), pero éste tenía una militancia muy reducida debido, en gran medida, a la feroz campaña anticomunista que caracterizó el período de la "guerra fría".

Tomando en cuenta esta realidad, el joven estudiante de derecho decide utilizar sus innatas condiciones de liderazgo para trabajar las bases de la ortodoxia y reclutar allí los futuros cuadros de la vanguardia revolucionaria de nuevo tipo. Se dirigió especialmente a la juventud de extracción más humilde, descartando premeditadamente reclutar a los dirigentes oficiales.(8) Los que conformaron la reciente organización eran todos gente nueva, hasta entonces desconocida.

Es interesante hacer notar que aunque la mayor parte del núcleo dirigente de la nueva agrupación estaba constituido, según Fidel, por cuadros marxistas, su discurso político no utilizaba un lenguaje marxista.

Con ese núcleo de compañeros empieza a elaborar una estrategia para conducir a las masas influidas por el Partido Ortodoxo hacia posiciones revolucionarias. A pesar de que tenía en consideración los límites de la institucionalidad burguesa y la necesidad de tomar revolucionariamente el poder ya antes del golpe de estado de Batista(9) --que echa por tierra medio siglo de vida republicana en el país--, como era una época de libertades parlamentarias, concibe hacer uso de esta tribuna para "proponer un programa revolucionario, y alrededor de ese programa movilizar a las masas y marchar hacia la toma del poder.(10)"

Pero, producto del golpe militar del 10 de marzo de 1952, Fidel considera necesario cambiar de táctica y mientras en la base del Partido del Pueblo Cubano reina la desesperación y desconcierto y este partido cae en una gran descomposición dividiéndose en varias tendencias, Fidel --con el grupo de jóvenes ortodoxos que había logrado nuclear a su alrededor-- empieza a preparar el asalto al Cuartel Moncada como única forma de tomar el poder en las nuevas condiciones creadas por la dictadura batistiana.

Se inicia un intenso trabajo de reclutamiento. En julio de 1953 el Movimiento ya cuenta con al menos mil quinientos hombres adiestrados y agrupados en unas cientocincuenta células. Así y todo, por escasez de armas, sólo cientocincuentiún militantes tuvieron participación activa en el episodio.

La preparación del asalto se realizó muy compartimentadamente. Menos de diez conocieron previamente, con precisión, que el bastión por atacar era el Cuartel Moncada. El propio Raúl Castro se enteró que éste se ejecutaría en la provincia de Oriente cuando, junto a otros compañeros, le fue entregado el boleto para hacer el viaje por tren y vio que el destino era Santiago de Cuba.

"A excepción de quienes condujeron los automóviles, el resto de los participantes que viajaron por carretera ni siquiera supo hacia qué provincia se dirigía. Sólo al distribuirse las armas y uniformes, pocos instantes antes de salir para la acción en la misma madrugada del 26 de julio, se dio a conocer en qué consistía [el plan]."(11)

Y contrariamente a lo que algunos sectores de izquierda pensaron, lo que ese pequeño pero audaz grupo de combatientes pretendía no era de ningún modo conquistar "el poder revolucionario con un puñado de hombres." "Nunca nosotros concebimos semejante cosa" -- afirma rotundamente Fidel haciendo un análisis retrospectivo en diciembre de 1961--. Toda nuestra estrategia revolucionaria estaba relacionada con una concepción revolucionaria, o sea, nosotros sabíamos que únicamente con el apoyo del pueblo, con la movilización de las masas, se podría conquistar el poder [...]"(12)

Ocho años después del frustrado intento de derrocar a Batista, Raúl Castro, explica con mayores detalles el sentido de dicha acción.

"No era un putsch que tuviera el propósito de buscar un triunfo fácil sin masas: era una acción de sorpresa para desarmar al enemigo y armar al pueblo, a fin de emprender con éste la acción revolucionaria armada.

"No era una acción para quitar simplemente a Batista y sus cómplices del poder; era el inicio de una acción para transformar todo el régimen político y económico-social de Cuba y acabar con la opresión extranjera, con la miseria, con el desempleo, con la insalubridad y la incultura que pesaban sobre la patria y el pueblo."

Reconoce, sin embargo, que su hermano no contaba con una "organización que respondiera a esos planes y estuviera comprometida con ellos", pero que éste confiaba en que "dado el estado político del país y el descontento existente, los combatientes se presentarían espontáneamente tan pronto hubiera armas y gentes dispuestas a comenzar y dirigir la acción." Según Raúl, "lo que importa destacar es que no se trataba de organizar una acción a espaldas de las masas, sino de conseguir los medios para armar a las masas y movilizarlas a la lucha armada; que no se trataba de apoderarse de la sede del gobierno y asaltar el poder, sino de iniciar la acción revolucionaria para llevar el pueblo al poder."(13)

"Estábamos de acuerdo y teníamos conciencia --expresa más adelante-- de que era necesario para destruir la tiranía, poner en marcha un movimiento de masas; pero, con los antecedentes expuestos, ¿cómo lograrlo? Por aquellos tiempos Fidel decía: 'Hace falta echar [a andar] un motor pequeño que ayude a arrancar el motor grande.'[...] el motor pequeño sería la toma de la fortaleza del Moncada, la más alejada de la capital, la que, una vez en nuestras manos, echaría a andar el motor grande, que sería el pueblo combatiendo con las armas que capturaríamos, por las leyes y medidas, o sea, el programa que proclamaríamos."(14)

"El ataque al Moncada --explica Raúl-- no era una acción encaminada solamente al derrocamiento de la tiranía, ni mucho menos independiente de la situación económica y social que padecía el país.

"Precisamente se apoyaba en el repudio total a Batista, a su gobierno y a lo que éste representaba. Se acentuaba la crisis general de nuestra estructura semicolonial, el desempleo aumentaba; los trabajadores, los campesinos, todos los sectores populares de nuestro país manifestaban gran descontento del que no era ajena nuestra burguesía, como consecuencia del estancamiento económico que padecíamos y la competencia ruinosa que hacían los voraces monopolios imperialistas yanquis, los que no se inquietaban demasiado por [el descontento] de la burguesía, sabedores que ésta se encuentra paralizada por el temor que tiene, sobre todo en América Latina, a que la clase obrera y los campesinos encabecen la lucha patriótica y democrática y alcancen el poder. Los monopolios imperialistas yanquis confiaban en que en la crisis la burguesía nacional se pondría a su lado contra la soberanía y la independencia de la patria."(15)

Lo que con esa acción tan espectacular se buscaba eran tres objetivos, confiesa Fidel años más tarde: "primero, paralizar la acción de los elementos politiqueros que estaban esforzándose tremendamente por llevar al país hacia una solución de pacto y de componenda electoral no revolucionaria; segundo, levantar el espíritu revolucionario del pueblo; y tercero, reunir los recursos necesarios mínimos" que se necesitaban para llevar adelante el movimiento revolucionario.(16)

Haciendo, entonces, un balance de aquella acción afirma que los dos primeros objetivos eran correctos, y en relación con el tercero, la experiencia demostró que no era necesario hacer "tanta bulla", que con las fuerzas que atacaron el Cuartel Moncada hubieran fácilmente tomado el de Bayamo, situado muy cerca de las montañas de la Sierra Maestra, reuniendo así armas para ochentidós hombres, recursos mucho mayores de los que algunos años después emplearon al iniciar la lucha guerrillera en esa zona luego del desembarco del Granma.(17) Es importante señalar que en caso de éxito en la hazaña del Cuartel Moncada lo que se pretendía era tomar las estaciones de radio y tratar, desde allí, de levantar al pueblo contra Batista usando el último discurso de Chibás, el que debía estar constantemente en el aire dando "fe instantánea --según Fidel-- de un estallido revolucionario completamente independiente de los personeros del pasado."(18)

"[...] de haber triunfado nuestro esfuerzo revolucionario --dice-- era nuestro propósito poner el poder en manos de los más fervientes ortodoxos.

"El restablecimiento de la Constitución del 40, condicionada desde luego a la situación anormal, era el primer punto de nuestra proclama al pueblo. Una vez en posesión de la capital de Oriente se iban a decretar en el acto seis leyes básicas de profundo contenido revolucionario que tendían a poner a los pequeños colonos, arrendatarios, aparceros y precaristas en la posesión definitiva de la tierra con indemnización del estado a los perjudicados; consagración del derecho de los obreros a la participación en las utilidades finales de la empresa; participación de los colonos en el 55 % del rendimiento de las cañas (estas medidas, como es natural, debían conciliarse con una política dinámica y enérgica por parte del estado, interviniendo directamente en la creación de nuevas industrias, movilizando las grandes reservas del capital nacional, resquebrajando la resistencia organizada de poderosos intereses). Otra declaraba destituidos a todos los funcionarios judiciales y administrativos, municipales, provinciales o nacionales que hubieren traicionado la Constitución jurando los Estatutos. Por último, una ley que propugnaba la confiscación de todos los bienes de los malversadores de todas las épocas, previo un proceso sumarísimo de investigación."(19)

Fidel concebía entonces su organización como parte integrante y factor propulsor de las masas ortodoxas, las que a su vez dinamizarían al pueblo en general. Así lo plantea tres años después, en agosto de 1955, en un mensaje que envía desde el exilio al Congreso de Militantes Ortodoxos. "El Movimiento Revolucionario 26 de Julio --escribe entonces-- no constituye una tendencia dentro del partido: es el aparato revolucionario del chibasismo, enraizado en sus masas, de cuyo seno surgió para luchar contra la dictadura cuando la ortodoxia yacía impotente, dividida en mil pedazos. No hemos abandonado jamás sus ideales, y hemos permanecido fieles a los más puros principios del gran combatiente cuya caída se conmemora hoy [...]"(20)

Ese mensaje que proclamaba una línea revolucionaria fue aprobado unánimemente por los quinientos representantes que concurrían a dicho evento, sin que ninguno de sus dirigentes oficiales reformistas tomase la palabra para pronunciarse en contra.

Esto demuestra fehacientemente, según el máximo líder cubano, que "la inmensa mayoría de la masa del partido; ¡lo mejor de sus filas!", seguía la línea del 26 de Julio.(21) Y cuando rompe definitivamente con la dirigencia ortodoxa, el 19 de marzo de 1956,(22) debido a la actitud impúdica de sus dirigentes que, traicionando la línea revolucionaria del partido aceptan buscar fórmulas de conciliación con Batista, declara: "[...] no es culpa nuestra si el país ha sido conducido hacia un abismo en que no tenga otra fórmula salvadora que la revolución. No amamos la fuerza; porque detestamos la fuerza es por lo que no estamos dispuestos a que se nos gobierne por la fuerza. No amamos la violencia; porque detestamos la violencia no estamos dispuestos a seguir soportando la violencia que desde hace cuatro años se ejerce sobre la nación.

"Ahora la lucha es del pueblo. Y para ayudar al pueblo en su lucha heroica por recuperar las libertades y derechos que le arrebataron, se organizó y fortaleció el Movimiento 26 de Julio.

"¡Frente al 10 de Marzo, el 26 de Julio!

"Para las masas chibasistas el Movimiento 26 de Julio no es algo distinto a la ortodoxia; es la ortodoxia sin una dirección de terratenientes al estilo de Fico Fernández Casas; sin latifundistas azucareros al estilo de Gerardo Vázquez; sin especuladores de bolsa, sin magnates de la industria y el comercio, sin abogados de grandes intereses, sin caciques provinciales, sin politiqueros de ninguna índole; lo mejor de la ortodoxia está librando junto a nosotros esta hermosa lucha, y a Eduardo Chibás le brindaremos el único homenaje digno de su vida y su holocausto: la libertad de su pueblo, que no podrán ofrecerle jamás los que no han hecho otra cosa que derramar lágrimas de cocodrilo sobre su tumba.

"El Movimiento 26 de Julio es la organización revolucionaria de los humildes, por los humildes y para los humildes.

"El Movimiento 26 de Julio es la esperanza de redención para la clase obrera cubana, a la que nada pueden ofrecerle las camarillas políticas; es la esperanza de tierra para los campesinos que viven como parias en la patria que libertaron sus abuelos; es la esperanza de regreso para los emigrados que tuvieron que marcharse de su tierra porque no podían trabajar ni vivir en ella; es la esperanza de pan para los hambrientos y de justicia para los olvidados.

"El Movimiento 26 de Julio hace suya la causa de todos los que han caído en la dura lucha desde el 10 de marzo de 1952 y proclama serenamente ante la nación, ante sus esposas, sus hijos, sus padres y sus hermanos que la revolución no transigirá jamás con sus victimarios.

"El Movimiento 26 de Julio es la invitación calurosa a estrechar filas, extendida con los brazos abiertos, a todos los revolucionarios de Cuba sin mezquinas diferencias partidaristas y cualesquiera que hayan sido las diferencias anteriores.

"El Movimiento 26 de Julio es el porvenir sano y justiciero de la patria, el honor empeñado ante el pueblo, la promesa que será cumplida."(23)

Sintetizando lo dicho hasta aquí, es el absoluto convencimiento de que sin las masas no hay revolución, lo que marca la estrategia seguida por el máximo dirigente de la revolución cubana en la constitución de la vanguardia del proceso revolucionario.



Notas:

1- Fidel Castro, La estrategia del Moncada (entrevista otorgada a un grupo de periodistas suecos en 1973, aparecida en la revista Cuba Internacional Nº100, enero 1978 y reproducida por la revista Casa de las Américas Nº109, julio--agosto 1974, versión utilizada por nosotros, pp.8--10.

2- "Eduardo Renato Chibás y Rivas fue miembro del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) de 1927, junto a Antonio Guiteras y otros. Inició la lucha contra la prórroga anticonstitucional de Machado en la presidencia. Luchador contra la tiranía machadista y contra la dictadura Mendieta--Caffery--Batista en la década del treinta. Delegado a la Convención Constituyente de 1940. Representante y senador por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) en la década del cuarenta. Se separó del PRC(A) y fundó en 1947, el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) que pocos meses antes de las elecciones de 1948 se había convertido en una poderosa fuerza política. [...]" (Datos obtenidos del libro La prisión fecunda, de Mario Mencía, Editora Política, La Habana, 1980, p.112, nota 8.

3- "... el pequeño grupo que trabajó en la organización del Movimiento, era gente de ideas muy avanzadas. Nosotros teníamos cursos de marxismo --afirma Fidel--. Y el grupo de dirección, durante todo aquel período estudiamos marxismo. Y pudiéramos decir que los principales dirigentes de la organización eran marxistas ya". Y más adelante agrega: "En el tiempo de la Universidad, mis contactos con las ideas marxistas fueron las que me hicieron adquirir a mí una conciencia revolucionaria. Ya a partir de ese momento toda la estrategia que yo elaboré políticamente estaba dentro de una concepción marxista." (F. Castro, La estrategia del Moncada, op. cit .p.8).

4- Fidel Castro, Discurso en conmemoración del XX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, en Historia de la revolución cubana (selección de discursos sobre temas históricos), Editora Política, La Habana, 1980, p.268.

5- El 5 de agosto de 1951, en su acostumbrado espacio radial de los domingos por la noche pronunció lo que resultaría su último discurso conocido como "El último aldabonazo". Este finalizaba expresando: "¡Compañeros de la Ortodoxia, adelante! ¡Por la independencia económica, la libertad política y la justicia social! ¡A barrer a los ladrones del gobierno! ¡Pueblo de Cuba, levántate y anda! ¡Pueblo cubano, despierta! ¡Este es mi último aldabonazo!, y tras estas palabras se produce el disparo. Fallece en La Habana después de 11 días de agonía, el 16 de agosto de 1951, a menos de un año de las elecciones generales en que se vaticinaba sería ganador de la presidencia de la República. (Datos en Mario Mencía, Ibid. p.112).

6- F. Castro, La estrategia del Moncada, op. cit. p.8.

7- Ibid. p.10.

8- Ibid. p.8.

9- Fecha en que el general Batista da un golpe de estado para impedir el triunfo del Partido Ortodoxo en las elecciones fijadas para junio de ese año. Se anula la Constitución de 1940.

10- F. Castro, La estrategia del Moncada, op. cit. p.10.

11- Mario Mencía, La concepción del asalto al Moncada, revista Bohemia, La Habana, 20--27 julio 1984, p.87.

12- Fidel Castro, Comparecencia en TV del 1 de diciembre de 1961, en La revolución cubana, 1953- 1962, Ed. Era, México, 2da. ed. 1975, pp.388-389; y en Obra Revolucionaria Nº46, 2 diciembre 1961, p.16. Desde este momento nos referiremos a la segunda como O.R., seguida de las páginas correspondientes.

13- Raúl Castro, VIII Aniversario del 26 de Julio, Ed. EIR, La Habana: retomado en: Selección de lecturas de historia de Cuba, t.2, Editora Política, La Habana, 1984, pp.151--152.

14- Ibid. pp.156--157.

15- Ibid. pp.163--164.

16- F. Castro, Comparecencia en la TV el 1 de diciembre de 1961, O.R, op.cit., p.l6; La revolución cubana..., op.cit. p.388.

17- Idem.

18- Fidel Castro, Carta a Luis Conte Agüero (12 de diciembre de 1953), en M. Mencía, Cartas del presidio (anticipo de una biografía de Fidel Castro), Ed. Lex, La Habana, 1959, p.21. Luis Conte Agüero fue un joven y prestigioso periodista, perteneciente al Partido Ortodoxo, que gozó del aprecio de Fidel mientras éste estaba en la cárcel por su valiente defensa de los presos políticos. Fue una especie de enlace del dirigente cubano con los órganos de prensa. Pero, luego del triunfo su exacerbado personalismo y oportunismo --que se hace evidente cuando se lee la selección de cartas hechas por él para su publicación, aquí citadas, donde Fidel hace grandes alabanzas a su persona-- lo condujeron a posiciones francamente contrarrevolucionarias, terminando por salir del país.

19- Ibid. pp.20--21.

20- F. Castro, en Jules Dubois, Fidel Castro ¿Rebelde, libertador o dictador?, Ed. Grijalbo, México, p.97, citado en La revolución cubana..., op.cit. p.87.

21- Idem.

22- Este mensaje aparece publicado en la revista cubana Bohemia del 1 de abril de 1956 firmado por Fidel.

23- Fidel Castro, Fundación del MR 26 de Julio ruptura con la ortodoxia, en La revolución cubana..., op.cit. pp.91---92.

Segunda parte
     
   
   
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