Política
principal
economía | política
pensamiento
| marx siglo XXI
debates | eventos
institucional
| enlaces
Buscar

Fidel: La estrategia política de la victoria (y cuarta parte)

Marta Harnecker

VII - CONCLUSIONES

1. El enemigo inmediato y la amplitud del frente político

La estrategia seguida por Fidel para conformar el bloque de fuerzas sociales que permitió el derrocamiento de Batista y luego la marcha hacia el socialismo nos deja grandes lecciones.

A pesar de que el dirigente cubano sabía perfectamente que las únicas fuerzas revolucionarias consecuentes eran sólo las que conformaban su concepto de "pueblo", sabía también que las clases dominantes contaban con medios muy poderosos para mantener el régimen establecido, entre ellos el apoyo del país imperial más poderoso del mundo.

Su gran mérito histórico fue haber sabido definir con claridad cuál era el eslabón decisivo que permitiría asir toda la cadena y de esa manera hacer avanzar a la revolución, y eso no era otra cosa que la lucha contra Batista y el régimen que él encarnaba. Era necesario unir el máximo de fuerzas sociales para derrocar a la tiranía, unir no sólo a las clases y sectores revolucionarios sino también a los sectores reformistas y aún a aquellos sectores reaccionarios que tuvieran la más mínima contradicción con el dictador.

De ahí que en el programa del Moncada planteara sólo medidas de tipo "democrático-- burgués" y aunque se proponía medidas que afectarían a los intereses norteamericanos no se hizo nunca una declaración formal antimperialista. Luego, en el Pacto de la Sierra, como ya vimos, desaparecieron aún las medidas relacionadas con las nacionalizaciones , para terminar en el Pacto de Caracas con un programa mínimo reducido a las medidas más esenciales: castigo a los culpables, defensa de los derechos de los trabajadores, orden, paz, libertad, cumplimiento de los compromisos internacionales y búsqueda del progreso económico, social e institucional del pueblo cubano.

En lo que Fidel nunca cedió fue en cuestiones de fondo, las únicas que podían estancar el desarrollo del proceso revolucionario, y ellas fueron: la no aceptación de la injerencia extranjera, el rechazo al golpe militar y la negativa a conformar un frente que excluyera a alguna fuerza representativa de un sector del pueblo.

Las líneas más generales acerca de la necesidad de conformar un amplio frente antimperialista y antioligárquico quedaron plasmadas en la II Declaración de La Habana, el 4 de febrero de 1962. Por eso es que, doce años después, preocupado por la desunión de las fuerzas democráticas y progresistas de Chile, y, en concreto, de la ausencia de criterios comunes dentro de la propia Unidad Popular (frente político que apoyaba a Allende), en un momento en que ya la ofensiva de las fuerzas reaccionarias se hacia evidente, decide recordar esas palabras. Y lo hace, justamente, en la parte final de su discurso de despedida, después de haber visitado Chile durante varias semanas, el 2 de diciembre de 1971.

Veamos lo que dice al respecto: "El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios, acude a las mentiras más sutiles para sembrar el divisionismo e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias, que sólo a los intereses de los poderosos y explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.

"El divisionismo, producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras; el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yanquis y los señores feudales de la tierra.

"Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humilladas también por las misiones militares yanquis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington."

"Estas ideas --dice-- fueron expresadas hace 10 años y no se apartan un ápice de las ideas de hoy."

Pero esta amplia política de alianzas que Fidel tuvo en mente desde los inicios, y en la que existía una preocupación especial por recuperar el máximo de elementos del aparato represivo del estado (recordar palabras dirigidas a los militares y a los jueces en su autodefensa), fue implementada siguiendo, a su vez, determinadas consideraciones estratégicas. Fidel busca primeramente la unidad de las fuerzas revolucionarias y sólo después de realizar un esfuerzo en este sentido es que plantea una unidad más amplia. Es importante observar aquí que el no logro pleno de la unidad entre los revolucionarios no lo detiene en su avance hacia la unidad más amplia. Pero sólo da pasos concretos hacia ella cuando el Movimiento 26 de Julio ha logrado constituirse en una fuerza respetable y su estrategia de lucha ha sido probada con éxito en la práctica, es decir, cuando ha logrado alcanzar una repercusión decisiva en el escenario político. De otro modo se corre el riesgo, como ya señalábamos, de quedarse a la zaga de las fuerzas burguesas.

Reflexionando, en diciembre de 1961, acerca del proceso de unidad con las fuerzas burguesas y concretamente sobre el rompimiento del Pacto de Miami dice: "[...] Nos quedamos solos pero realmente en ese momento valía mil veces más andar solos que mal acompañados.

"[...] ¿por qué en aquella época, cuando nosotros éramos cientoveinte hombres armados, no nos interesaba aquella unidad amplia con todas las organizaciones que estaban en el exilio y, sin embargo, después, cuando nosotros teníamos ya miles de hombres, sí nos interesaba la unidad amplia? Muy sencillo, porque cuando éramos cientoveinte hombres, la unidad les hubiera proporcionado abierta mayoría a elementos conservadores y reaccionarios o representantes de intereses no revolucionarios aunque estuvieran contra Batista. En aquella unión nosotros éramos una fuerza muy reducida. Sin embargo, cuando al final de la lucha ya todas aquellas organizaciones se convencieron de que el movimiento marchaba victoriosamente adelante y que la tiranía iba a ser derrotada, [y] se interesaron por la unidad, ya nosotros éramos una fuerza decisiva dentro de aquella unidad."(2)

2. Criterios acerca de la unidad de las fuerzas revolucionarias

En relación a la conformación de la unidad de las fuerzas revolucionarias Fidel proporciona algunos criterios de gran interés en una conversación con estudiantes chilenos en 197l: "Lo ideal en política es la unidad de criterios, la unidad de doctrina, la unidad de fuerzas, la unidad de mando como en una guerra. Porque una revolución es eso: es como una guerra. Es difícil concebir la batalla, que se esté en el medio de la batalla con diez mandos diferentes, diez criterios diferentes, diez doctrinas militares diferentes y diez tácticas. Lo ideal es la unidad. Ahora, eso es lo ideal. Otra cosa es lo real. Y creo que cada país tiene que acostumbrarse a ir librando su batalla en las condiciones en que se encuentre. ¿No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar la unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo, ponerse de acuerdo en una serie de objetivos.

"El mando único --si se quiere--, el estado mayor único, es lo ideal, pero no es lo real. Y por lo tanto, habrá que adaptarse a la necesidad de trabajar con lo que hay, con lo real."(3)

En relación al proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias podemos extraer tres grandes lecciones de la experiencia cubana: La primera, expresada ya en las palabras de Fidel anteriormente citadas: es necesario que los dirigentes revolucionarios tengan como preocupación central avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias y para ello no hay que partir de las metas máximas sino de las metas mínimas. Un ejemplo de ello es el Pacto de México entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario.

La segunda: lo que más ayuda a la unificación de las fuerzas revolucionarias es la puesta en práctica de una estrategia que demuestre ser la más correcta en la lucha contra el enemigo principal. Si produce frutos satisfactorios se irán plegando a ella durante la lucha, en el momento del triunfo o en los meses o años posteriores, el resto de las fuerzas verdaderamente revolucionarias.

Si la unidad a todo nivel se gesta prematuramente, antes de que estén suficientemente maduras todas las condiciones para ello, lo que puede ocurrir es que, o se llegue a conformar una unidad puramente formal que tiende a caer hecha trizas ante el primer obstáculo que aparezca en el camino, o puede producir la inhibición de estrategias correctas representadas por grupos minoritarios que, en pro de la unidad, se deciden a renunciar a ellas para someterse al criterio de la mayoría, con las consecuencias negativas que ello tendrá para el proceso revolucionario en su conjunto.

Y, tercero, algo muy importante para lograr la unidad perdurable de las fuerzas revolucionarias - -y de lo que Fidel fue siempre el máximo promotor--, valorar en forma correcta el aporte de todas las fuerzas revolucionarias sin fijar cuotas de poder ni en relación a su grado de participación en el triunfo de la revolución, ni en relación a la cantidad de militantes que tenga cada organización. Es decir, establecer la igualdad de derechos de todos los participantes, combatiendo cualquier "complejo de superioridad" que pudiese presentarse en alguna de las organizaciones que conforman la unidad.

Los más ricos aportes de Fidel sobre este tema se producen en su lucha contra el sectarismo, especialmente en el llamado primer proceso a Escalante, en marzo de 1962, cuando Aníbal Escalante, secretario de organización de las ORI --primer esfuerzo por institucionalizar la unidad de las fuerzas revolucionarias después del triunfo de la revolución-- empieza a copar todos los puestos y funciones con "viejos militantes marxistas", lo que en Cuba no quería decir otra cosa que ser militante del PSP, único partido marxista antes de la revolución.

En lugar de promoverse una organización libre de revolucionarios se estaba creando una "coyunda", una "camisa de fuerzas", un "yugo", "un ejército de revolucionarios domesticados y amaestrados". Fidel insiste, en ese momento, en que es necesario combatir tanto el sectarismo "de la Sierra" como el sectarismo "de los viejos militantes comunistas marxistas".

Y al respecto sostiene: "La revolución está por encima de todo lo que habíamos hecho cada uno de nosotros: está por encima y es más importante que cada una de las organizaciones que había aquí, Veintiséis, Partido Socialista Popular, Directorio, todo. La revolución en sí misma es mucho más importante que todo eso.

"¿Qué es la revolución? La revolución es un gran tronco que tiene sus raíces. Esas raíces, partiendo de diferentes puntos, se unieron en un tronco; el tronco empieza a crecer. Las raíces tienen importancia, pero lo que crece es el tronco de un gran árbol, de un árbol muy alto, cuyas raíces vinieron y se juntaron en el tronco. El tronco es todo lo que hemos hecho juntos ya, desde que nos juntamos; el tronco que crece es todo lo que nos falta por hacer y seguiremos haciendo juntos. [...]

"Lo importante no es lo que hayamos hecho cada uno separado, compañeros; lo importante es lo que vamos a hacer juntos, lo que hace rato ya estamos haciendo juntos: y lo que estamos haciendo juntos nos interesa a todos, compañeros, por igual [...]"(4)

Ese mismo día dirá en otro discurso refiriéndose a su caso personal: "Yo también pertenecí a una organización. Pero las glorias de esa organización son las glorias de Cuba, son las glorias del pueblo, son las glorias de todos. Y yo un día --agrega-- dejé de pertenecer a aquella organización. ¿Qué día fue? El día [en] que nosotros habíamos hecho una revolución más grande que nuestra organización; el día en que nosotros teníamos un pueblo, un movimiento mucho más grande que nuestra organización; hacia el final de la guerra, cuando teníamos ya un ejército victorioso que habría de ser el ejército de la revolución y de todo el pueblo; al triunfo, cuando el pueblo entero se sumó y mostró su apoyo, su simpatía, su fuerza. Y al marchar a través de pueblos y ciudades, vi muchos hombres y muchas mujeres; cientos, miles de hombres y mujeres tenían sus uniformes rojo y negro del Movimiento 26 de Julio; pero más y más miles tenían uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos y de hombres humildes del pueblo. Y desde aquel día, sinceramente, en lo más profundo de mi corazón me pasé, de aquel movimiento al que queríamos, bajo cuyas banderas lucharon los compañeros, me pasé al pueblo; pertenecí al pueblo, a la revolución, porque realmente habíamos hecho algo superior a nosotros mismos."(5)



Anexo: El partido único en Cuba y la cuestión de la soberanía nacional

Antes de abordar el tema del partido único en Cuba quiero plantear la siguiente tesis: la existencia de varios partidos o de uno solo no es una cuestión de principio, no es un dogma; depende de la forma concreta que adopta la lucha de clases en cada país, que no es ajena a la lucha de clases a nivel internacional.

Considero que no debemos caer ni en el fetichismo del pluralismo, ni en el fetichismo del partido único. Hay tipos de pluripartidismo que son puramente formales. Eso ocurre cuando hay dos partidos diferentes con un programa muy similar, como es el caso de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que esto sea siempre así. Existen formas de pluripartidismo en que los diferentes partidos realmente reflejan distintos intereses de clase como sucede en muchos países europeos y de América Latina. De igual modo, el partido único --que ha sido un instrumento valioso en algunos países socialistas-- puede derivar, si de él se excluye el debate interno y toda forma de control popular sobre sus militantes --como ha ocurrido en los países socialistas del Este-- en una dictadura del partido. Allí el partido perdió su carácter instrumental para volverse un objetivo en sí mismo, desvinculado totalmente de las masas.

¿Y qué pensar del tan debatido tema del partido único en Cuba? Lo primero que debemos tener en cuenta es la realidad histórico--social que existe en ese pequeño país a 90 millas del imperio más poderoso del mundo, y qué estructura política e instrumentos de conducción ella requería para llevar adelante su lucha por la liberación nacional y por el socialismo.

Es preciso empezar por aclarar que el Movimiento 26 de Julio, la organización que condujo el proceso revolucionario a la victoria, fue una organización política creada por Fidel y un grupo de revolucionarios cubanos que no se inspiraron en los partidos comunistas clásicos, sino en las ideas organizativas de Martí.

José Martí, prócer cubano que luchó por independizar a Cuba de España, comprobó que los patriotas no lograban sus objetivos libertarios --Cuba fue el último país de América Latina que alcanzó su independencia--, porque existía desunión entre las fuerzas independentistas. Estas divisiones no eran sólo divisiones en el terreno político, sino también entre quienes hacían política y quienes empuñaban las armas. Para superar este problema, concibió la idea de reunir en un solo haz a todas las fuerzas dispuestas a luchar por la independencia de su país y, al mismo tiempo, de Puerto Rico.

Surge así la idea del Partido Revolucionario Cubano, con una concepción no de partido clasista, sino de partido--frente: el partido de la nación cubana. Este pretendía agrupar a todos los patriotas cubanos --sean cuales fueran los sectores sociales que ellos representaran-- en una sola organización política que superase los errores y divisiones del pasado.

Años más tarde Fidel, a pesar de tener una concepción marxista de la política, no ingresa al Partido Socialista Popular, nombre que había adoptado el Partido Comunista, sino en el Partido Ortodoxo, que representaba a la pequeña burguesía radical antimperialista, y desde allí comienza a conformar el núcleo inicial del Movimiento 26 de Julio, inspirado en la concepción martiana de partido.

Fidel, desde que comienza a conformar el Movimiento 26 de Julio tenía claro que era importante unificar a todos los revolucionarios. Y, consecuentemente con esto, hace esfuerzos por obtener acuerdos unitarios con las otras fuerzas de la izquierda cubana: el Partido Socialista Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario, logrando que antes de realizar el desembarco del Granma, se dé a conocer un manifiesto conjunto con el Directorio Revolucionario.

Posteriormente, pocos meses antes del triunfo, algunos cuadros del PSP se integran a la lucha guerrillera. Y una vez logrado el triunfo, es importante apuntar que los comunistas cubanos tienen el gran mérito histórico de haber reconocido el liderazgo indiscutido de Fidel. Hay otros partidos comunistas que no han sido capaces de realizar este gesto En el caso de Nicaragua, por ejemplo, algunos partidos marxistas no fueron capaces de reconocer el liderazgo sandinista y continuaron luchando contra el FSLN después del triunfo:
prefirieron aliarse con la burguesía representada por la UNO antes que apoyar al FSLN en los últimos comicios electorales.

Pero en Cuba no sólo hubo un gesto del PSP, sino también de Fidel. El máximo dirigente cubano, adoptando después del triunfo, una posición patriótica y antisectaria dejó de pertenecer --según sus propias palabras-- al M--26 de Julio y adoptó como suya la bandera de la revolución, que era algo mucho más grande que su organización político--militar, porque en ella participaba todo el pueblo. En lenguaje popular: Fidel abandonó la camiseta del partido y se puso la de la revolución.

Nos parece también importante recordar, por otra parte, que inmediatamente después del triunfo en Cuba ya no existían partidos burgueses. Sus dirigentes se habían ido a Miami durante la dictadura de Batista o inmediatamente después de su derrocamiento.

Pero una vez concluida en forma exitosa la lucha contra Batista, se inicia una guerra más larga y dura: la lucha contra el imperialismo --prevista y anunciada por Fidel en carta a Celia Sánchez cuando estaba en la Sierra--. Y es entonces cuando cobra aún mayor importancia la idea martiana de agrupar a las fuerzas revolucionarias en un solo partido. En ese momento existían tres organizaciones políticas opositoras importantes: el PSP, el Directorio y el M--26 de Julio.

Fidel sabía que cualquier fisura que pudiese darse en las filas del pueblo podía permitir al imperialismo empezar a horadar esa revolución desde adentro. De ahí que, a medida que la lucha contra los Estados Unidos se acrecienta, se acentúe también su esfuerzo por lograr dar una estructura única a los tres partidos señalados. El primer intento fue la formación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), dos años después del triunfo de la revolución.

Ernesto Che Guevara cuenta que pensaron en un organismo ligado a las masas, formado por "cuadros estrictamente seleccionados" y en una organización "centralizada y elástica a la vez"; y para ponerla en práctica "confiaron ciegamente en la autoridad ganada en muchos años de lucha por el Partido Socialista Popular."(6) En ese contexto --y contra el criterio de antiguos dirigentes de su propio partido y de Fidel-- es que Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular y secretario de organización de las ORI, cae en desviaciones sectarias tratando de controlar el naciente organismo unitario, copando los cargos con militantes del PSP.

Estas desviaciones sectarias son detectadas a tiempo y el 26 de marzo de 1962 se realiza el llamado "primer proceso a Escalante", donde Fidel critica el sectarismo y responsabiliza de esta desviación a una serie de cuadros del PSP, especialmente a Aníbal Escalante. Este proceso termina con la disolución de ese primer intento de unificación de las fuerzas revolucionarias.

Una de las grandes debilidades de las ORI es no haber sabido integrar a las masas.

Ese mismo año se inicia un nuevo esfuerzo unificador creándose el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), que responde al carácter socialista que abiertamente toma el proceso cubano después de la invasión de Playa Girón.

Después de la negativa experiencia de las ORI, se asimilan sus enseñanzas y se decide que sean las masas las que seleccionen a los candidatos al partido entre los trabajadores más destacados, considerándose muy importante que los militantes de la nueva organización política tengan pleno apoyo y prestigio entre las masas.

Durante esos años el PURS no crece, se depura.

Alrededor de tres años después se crea, el 3 de octubre de 1965, el Partido Comunista de Cuba (PCC) y se constituye su primer Comité Central, cuando ya se considera superada la etapa de los distintos matices y de los distintos orígenes de los militantes revolucionarios.

Esta es la historia y el contexto en que nace el partido único en Cuba.

Está bien, podrán decir ustedes, esa es la historia, pero ¿por qué hoy, cuando la dirección cubana sostiene que Fidel tiene el inmenso apoyo de la población, no se permite la creación de otros partidos? Estimo que la siguiente comparación puede ayudar a comprender el rechazo cubano al multipartidismo: ¿por qué fue tan importante para el futuro de Cuba desbaratar los planes que tenía el imperialismo con la invasión de Playa Girón?, porque era fundamental impedir que se estableciese una cabeza de playa contrarrevolucionaria que permitiese instalar en territorio cubano un gobierno provisional que recibiría de inmediato todo el apoyo de los Estados Unidos para ir reconquistando, desde allí, el resto del territorio; de la misma manera, permitir la creación en Cuba de otros partidos políticos en estos momentos en que la correlación de fuerzas mundial es desfavorable al socialismo, significaría aceptar en territorio nacional una cabeza de playa política que serviría para que por ese canal penetrase toda la propaganda política y los recursos de la contrarrevolución instalada en Miami y del propio gobierno de los Estados Unidos. Sería un absurdo que después de cuarenta años de desarrollo independiente y soberano, los cubanos, en aras de satisfacer las demandas de algunos sectores autoproclamados "demócratas consecuentes", cedieran ese espacio a la contrarrevolución en forma gratuita. Sería una enorme ingenuidad política. La historia tiene bastante con la ingenuidad política(7) de Gorvachov, que llevó al desastre al campo socialista, como para repetir ese error.

Quiero aclarar, sin embargo, que estoy hablando de la actual situación en la que vive el país. Si estas condiciones cambiaran, si cambiara la correlación de fuerzas a nivel mundial, si el imperialismo llegase a aceptar una necesaria convivencia con regímenes que no comparten su sistema de gobierno ni su concepción del mundo, esta situación podría variar. Si dentro de un tiempo, en otra correlación mundial de fuerzas, las masas cubanas pidieran la formación de otros partidos, pienso que la dirección cubana no se opondría a que se discutiese esta cuestión. Pero nadie que tenga un mínimo de representatividad está pidiendo hoy que se forme otro partido en Cuba.

Ahora bien, pienso que ese partido único, que se inspira en las concepciones martianas del Partido de la Nación Cubana, no puede ser pensado hoy como un partido obrero-- campesino(8) exclusivamente, debe ser pensado como un partido de todos los trabajadores, lo que significa tener en cuenta expresamente a ese amplio sector de profesionales y técnicos formados por la revolución durante estos cuarenta años. Es fundamental que se creen espacios de participación política específicos para estos sectores, para que todo su potencial intelectual pueda encontrar canales de expresión que les permitan contribuir con sus ideas e iniciativas a los grandes desafíos que hoy tiene planteada la revolución.



Notas:

1- Fidel Castro, 2 de diciembre de 1971, en Cuba--Chile, Comisión de Orientación Revolucionaria, La Habana, 1972, p.487.

2- F. Castro, Comparecencia en TV del 1 de diciembre de 1961; O.R, op.cit. pp.27--28; La revolución cubana..., op. cit. p.407.

3- Fidel Castro, Conversación con los estudiantes de la Universidad de Concepción, en Cuba--Chile, Chile, 18 noviembre, 1971, op.cit. p. 274.

4- Fidel Castro, Discurso del 26 de marzo de 1962, en Obra revolucionaria Nº10, p.29--30; La revolución cubana..., op.cit. p.539.

5- Fidel Castro, Discurso del 26 de mayo de 1962, en Obra revolucionaria Nº11, 27 marzo, 1962, pp.36--37; La revolución cubana ..., op.cit. pp.545--546.

6- Ernesto Guevara, El partido marxista--leninista (1963), en Escritos y discursos, Editora Política, La Habana, 1985, t.7, p.10.

7- La historia dirá si fue ingenuidad o traición.

8- Si usamos esos términos en su sentido clásico marxista: trabajadores fabriles y productores agrícolas independientes respectivamente.



BREVES DATOS BIOGRAFICOS DE MARTA HARNECKER

Psicóloga (1), escritora, periodista chilena, es una de las principales investigadoras y divulgadoras de los pensamientos y experiencias de transformación social de nuestro continente.

Participa activamente en la Asociación Cristiana Universitaria. Viaja a Francia en la década del 60. Conoce a Althusser, de quien es discípula y seguidora. Directora del semanario político Chile Hoy, durante el período de la Unidad Popular (2)

Actualmente dirige el Centro de Investigaciones "Memoria Popular Latinoamericana" (MEPLA) con sede en La Habana, Cuba, país en el cual reside tras el golpe militar chileno (3).

Autora de: Los conceptos elementales del materialismo histórico, libro publicado por Siglo XXI, 61 ediciones, del cual ya se ha vendido más de un millón de ejemplares en el mundo de habla hispana, habiendo sido traducido al francés, inglés, portugués y griego (4). Ha publicado unos cuarenta libros. En los últimos años se destaca su trabajo sobre los movimientos de liberación nacional de carácter armado, así como las experiencias de la izquierda que utiliza la vía institucional en Latinoamérica en Brasil, Venezuela y Uruguay, entre ellos Haciendo camino al andar en el que se reúnen las experiencias de varios gobiernos locales de participación popular del PT en Brasil, la ex Causa R en Venezuela y el Frente en Uruguay (5) y una serie de libros sobre experiencias comunitarias cubanas.

Su última obra Haciendo posible lo imposible: La Izquierda en el Umbral del Siglo XXI ya ha sido publicada por Siglo XXI Editores de México (julio 1999) y España (1ª ed. Dic 1999, 2ª enero 2000); en Cuba por la editora Ciencias Sociales (enero 2000); en Portugal por Campo das Letras (marzo 2000). En Brasil por Paz e Terra, en Italia por Sperling & Kupfer Editori, 2001 y en Canadá por Lanctöt Editeur. Se prepara una edición francesa.

También ha participado en la realización de videos sobre experiencias comunitarias en Cuba y sobre el Presupuesto Participativo en Porto Alegre, Brasil.

(1) Licenciada en Psicología en la Universidad Católica de Chile en 1962.
Estudios de postgrado en Francia con Paul Ricoeur y Louis Althusser 1963-1968.
Profesora de Materialismo Histórico y Economía Política en la Universidad de Chile: Escuelas de Economía y Sociología 1969-1971.

(2) Directora de Chile Hoy, revista política semanal, 1972-1973.

(3) Directora de Chile Informativo La Habana, 1974-1978.
En 1979 dirige dos programas de televisión sobre experiencias del Poder Popular: "Elegidos y revocados por el pueblo" y "El pueblo contra el burocratismo", relacionados con dos capítulos de su libro: "Cuba: Los protagonistas de un nuevo poder", Editorial Ciencias Sociales, 1979.

(4) No hay traducción de la edición ampliada del 85.
Jurado del Concurso Casa de Las Américas en 1980
Jurado del Concurso Carlos Fonseca de Nicaragua en 1987.

(5) Este libro ha sido publicado en Brasil: "Fazendo caminho al caminar, editorial Thesaurus, Brasilia, 1996.

Principales obras hasta enero 2000

Marta Harnecker

TEORICO-PEDAGOGICAS:
1. Los conceptos elementales del materialismo histórico. 61 ediciones en español, traducciones al francés, inglés, portugués y griego. Primera edición en 1969, corregida y aumentada por tercera vez en la 51 edición de 1985. Aproximadamente un millón de ejemplares.

2. El capital: conceptos fundamentales, Siglo XXI editores, 1ª.ed. 1971.

3. Reflexiones acerca de los problemas de la transición al socialismo Primera edición 1985. Publicado en México, Nicaragua, República Dominicana.

4. La revolución social: Lenin y América Latina. Cuatro ediciones en español, una en Brasil. Primera edición en 1985.

5. Enemigos, aliados, frente político (1987), cuatro ediciones: México, Argentina, Perú, República Dominicana.

6. Estrategia y táctica. Primera edición en 1986, tres ediciones en español, una en Brasil.

7. Vanguardia y crisis actual. (1990) Ocho ediciones en español: Argentina, Uruguay, Chile y Nicaragua. Con el título Izquierda y crisis actual fue publicada en Perú, México y Venezuela.

8. Hacia el siglo XXI. La izquierda se renueva. Ensayos de Marta H. e Isabel Rauber. Publicado en Ecuador, octubre 1991.   9. Haciendo Posible lo Imposible. La izquierda en el umbral del siglo XXI. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, ene 2000. Siglo XXI México y España, Campo das Letras Portugal, Paz e Terra Brasil, Sperling & Kupfer Editori Italia, Lanctöt Editeur Canadá. En proceso traducciones al francés.

II. HISTORICO-PEDAGOGICAS:
10. Pueblos en Armas. Entrevistas a comandantes de Nicaragua, El Salvador, Guatemala. Primera edición en 1983, cuatro ediciones en español.

11. La estrategia política de Fidel: Del Moncada a la victoria Primera edición, 1985; doce ediciones en español, una en inglés, tres resumidas en español, una en ruso.

12. Con la mirada en alto, historia de las FPL. Entrevista a máximos dirigentes de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Mart¡.

13. Ideas nuevas para tiempos nuevos. Entrevista a los cinco miembros de la Comandancia General del FMLN: Schafik Jorge Handal, Ferm n Cienfuegos, Roberto Roca, Leonel Gonz lez y Joaqu¡n Villalobos.

14. Frente Amplio: Los desafíos de una izquierda legal. (En colaboración con Isabel Rauber) Conversación con dirigentes del Frente Amplio de Uruguay. Publicado por el periódico "La República" en cuatro tomos en agosto-septiembre 1991.

15. El sueño era posible. Los orígenes del Partido de los Trabajadores de Brasil, narrados por sus protagonistas, 1994, una edición en portugués, dos en español: Cuba y Chile.

16. Haciendo camino al andar. Estudio de alcaldías con gobiernos de participación popular, 1995.

17. Forjando la esperanza. Historia del Frente Amplio de Uruguay y Experiencia de la Intendencia de Montevideo, 1995.

18. Delegando poder en la gente (experiencia del presupuesto participativo en Porto Alegre), Ediciones MEPLA, 1999.

19. Haciendo posible lo imposible. La izquierda en el umbral del Siglo XXI, Siglo XXI México, 1999; Siglo XXI España, 1999, 3ª Ed. Sept. 2000; Campo das Letras, Portugal, 2000; Paz e Terra, Brasil, 2000; en Italia por Sperling & Kupfer Editori, 2001 y en Canadá por Lanctöt Editeur. Se prepara una edición francesa.

III. PEDAGOGIA POPULAR
20. Memoria oral y Educación popular, reflexiones metodológicas. Contiene entrevista realizada a Marta Harnecker sobre el tema, esquema para un análisis de coyuntura de Marta e Isabel Rauber y ponencia de ésta última autora titulada: "Ciencias Sociales y Educación Popular: ideas para un diálogo de saberes".

21. Primera serie de Cuadernos de Educación Popular: ¿Qué es el socialismo?: 1. Explotados y explotadores, 2. Explotación capitalista, 3. Monopolios y miseria, 4. Lucha de clases (I y II), 5. Imperialismo y dependencia, 6. Capitalismo y socialismo, 7. Socialismo y comunismo. Primera edición, Chile, 1971. Múltiples ediciones en América Latina, traducciones al portugués, italiano, holandés, francés e inglés. Nueva edición revisada y universalizada en 1979, publicada en España por la editorial Akal.

22. Segunda serie de Cuadernos de Educación Popular: ¨¿Cómo luchar por el socialismo?: 8. El partido: vanguardia del proletariado, 9. El partido: su organización, 10. Dirigentes y masas, 11. Estrategia y táctica, 12. Alianzas y frente político. Primera edición, Chile, 1972. Algunas ediciones en América Latina, traducciones al italiano y al portugués.

23. ¿Qué es la sociedad?, libro de iniciación al marxismo con una metodología diferente, que busca la participación activa del lector. Reúne los cuadernos de Educación Popular 1, 6 y 7, más otros temas. Colección ABC. Primera edición en 1986, ediciones en cuatro países de América Latina y una traducción al portugués
     
   
   
  principal | economía | política | pensamiento | marx siglo XXI | debates | eventos | institucional | enlaces