El 'farol' de Bush...
Hans von Sponeck*
The Guardian,
22 de julio de 2002
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
'¿Por qué,
debemos preguntarnos, quiere la Administración Bush incluir
a Iraq en su lucha contra el terrorismo? ¿Sería
acaso descabellado sugerir que el gobierno de EEUU no quiere
que los inspectores de armamento de NNUU vuelvan a Iraq? ¿Temen
acaso que su vuelta conduzca a un drama político de primer
orden, dado que los inspectores confirmarían lo que otros
individuos como Scott Ritter vienen afirmando desde hace tiempo,
esto es, que Iraq ya no es capaz de producir armas de destrucción
masiva? Sería, sin duda, el golpe definitivo a la línea
política de la Administración Bush de una "guerra
contra Iraq"; una política que a nadie le gusta.
Los iraquíes harían bien en aprovechar esta oportunidad
y abrir sus puertas de manera inmediata a los inspectores de
armamento por un periodo de tiempo limitado, confirmando así
que no tienen nada que esconder'.
Durante los 17 meses que la Administración Bush lleva
funcionando, casi todos los intentos del gobierno de EEUU para
preparar a la opinión pública sobre nuevos ataques
militares contra Iraq han salido mal. Tampoco ha ido demasiado
bien la labor de convencer a aliados y gobiernos amigos. Las
acciones terroristas contra instalaciones estadounidenses en
el extranjero y la amenaza del ántrax en el interior del
país no han podido vincularse a Iraq. No existen pruebas
de la colaboración entre Al-Qaeda e Iraq, ni en lo referente
al entrenamiento de células operativas, ni en el apoyo
a los Ansar al-Islam, una pequeña organización
fundamentalista que supuestamente da cobijo a elementos de Al-Qaida
y trata de desestabilizar el Kurdistán iraquí.
Después de la carnicería del 11 de septiembre,
el panorama político en Oriente Medio ha cambiado dramáticamente.
Todos esos años de política norteamericana de doble
rasero a la hora de tratar el conflicto palestino-israelí
se han pagado muy caros. La opinión pública árabe,
turca, y kurda de la región desconfía de tener
que enfrentarse a más tumultos, sufrimientos e incertidumbre.
La cumbre de la Liga Árabe celebrada en Beirut el pasado
mes de marzo dejó claro que los 22 gobiernos árabes
desean que se termine el conflicto con Iraq. Arabia Saudí
e Iraq han vuelto a abrir sus fronteras en Arar, y compañías
saudíes venden sus mercancías en Bagdad. Iraq se
ha mostrado dispuesto a devolver los archivos nacionales de Kuwait
y a discutir la cuestión de los kuwaitíes desaparecidos.
Irán e Iraq han acelerado el intercambio de refugiados.
Siria ha normalizado sus relaciones con Iraq. Líbano ha
hecho lo mismo. Apenas pasa una semana sin que responsables turcos
o jordanos y delegaciones comerciales de ambos países
visiten Iraq. Las líneas aéreas jordanas mantienen
cinco vuelos semanales entre Amman y Bagdad. Damasco y Bagdad
también están unidas por vía aérea.
El Kurdistán iraquí mantiene contactos con Bagdad
en los ámbitos de la ciencia, la cultura, y el deporte,
y trata de obtener el máximo rendimiento de su actual
(si bien poco sólida) estabilidad local. El aislamiento
político y económico de Iraq en Oriente Medio ha
llegado a su fin.
Una oleada de visitantes de alto rango norteamericano ha intentado
dar al traste con esta tendencia a la normalización y
la reconciliación en esta problemática región.
La Administración norteamericana ha intentado atar en
corto al Secretario General de NNUU en sus reuniones con las
autoridades iraquíes. Según los norteamericanos,
la única cuestión que merece ser discutida es la
vuelta a Iraq de los inspectores de armamento de NNUU; lo cual
por otro lado se evidenció durante las conversaciones
con los iraquíes que acaban de concluir en Viena.
Europa se siente cada vez más incómoda frente
a esta insistencia unilateral en resolver el conflicto iraquí
militarmente. En grados diversos, lo mismo se puede decir de
los países de Oriente Medio. Arabia Saudí ha avisado
que la base aérea de Sultán no estará disponible
para una nueva ofensiva estadounidense contra Iraq. Bajo una
tremenda presión norteamericana, Qatar ha consentido en
permitir el traslado de la logística presente en Arabia
Saudí a su territorio. Ya se vislumbra una crisis política
en Jordania como resultado de la exigencia de EEUU de utilizar
Jordania como una probable zona de escala militar en la guerra
contra Iraq. El gobierno turco habrá de enfrentarse a
una debacle similar cuando el Primer Ministro, Bulen Ecevit,
decida dimitir de su cargo y se convoquen elecciones. Se está
desestabilizando a toda una región para acomodar las preferencias
norteamericanas por un cambio político en Iraq.
Campaña de desinformación
Al mismo tiempo, se intensifica la campaña de desinformación
y confusión informativa, una de las más intensas
jamás emprendidas por las autoridades estadounidenses.
A diario, EEUU y la opinión pública internacional
son sedadas con crecientes dosis de propaganda sobre la amenaza
que Iraq supone para el mundo a estas alturas de 2002. Al frente
de quienes se muestran a favor de una guerra contra Iraq se encuentra
el vicesecretario de Defensa de EEUU, Paul Wolfowitz, para quien
la única opción posible es una solución
militar. El 14 de julio declaró en Estambul que "el
presidente Bush ha dejado claro cuán peligroso es el actual
régimen iraquí para EEUU, así como que dicho
régimen representa un peligro con el que no podemos vivir
indefinidamente."
Realizar semejantes declaraciones sin ofrecer siquiera pruebas
que las apoyen es una acto de irresponsabilidad. Se promueve
con ello en EEUU un estado de histeria colectiva provocado por
el gobierno, y se pretende además conseguir apoyos de
los dos principales partidos políticos para que apoyen
la intervención militar. Una guerra contra Iraq basada
en la conjetura es políticamente una locura y moralmente
una acción repugnante. Tal y como afirmó el arzobispo
de Gales, Rowan Williams: "Es lamentable que las naciones
más poderosas de la Tierra sigan pensando en la guerra
y la amenaza de la guerra como instrumentos aceptables en la
elaboración de su política exterior."
El Departamento de Defensa de EEUU y la CIA saben perfectamente
bien que el Iraq de hoy no constituye ninguna amenaza de ninguna
clase para la región, y no digamos para EEUU. Argumentar
lo contrario es sencillamente deshonesto. Saben, por ejemplo,
que Al-Dora, un antiguo centro de producción de la vacuna
contra la fiebre aftosa situada a las afueras de Bagdad, y Al-Faluya,
una fábrica que manufacturaba herbicidas y pesticidas
en el desierto occidental iraquí, están hoy inactivas
y es imposible volver a ponerlas en funcionamiento. NNUU concluyó
que la primera fábrica había formado parte de la
investigación y desarrollo de agentes biológicos,
y que Al-Faluya había estado implicada en la producción
de materiales para la guerra química. El personal de desarme
de NNUU inhabilitó permanentemente Al-Dora en 1996. Durante
una visita que realicé con un equipo de la televisión
alemana a Al-Dora a mediados de julio de este año (en
un lugar elegido por mí y no por las autoridades iraquíes),
me encontré la fábrica en el mismo estado de destrucción
que había visto por última vez en 1999. Al-Faluya
fue parcialmente destruida en 1991 durante la guerra del Golfo,
y nuevamente en diciembre de 1998, durante la operación
"Zorro del Desierto". Entretanto, un equipo de desarme
de NNUU había inhabilitado todas las instalaciones en
todo lo que podía tener relación con el armamento
de destrucción masiva, incluida la unidad de producción
de aceite de ricino. La visité que realicé a la
fábrica este mes puso en evidencia más allá
de cualquier duda que la planta de producción de aceite
de ricino es inoperante. Los restos de otras instalaciones de
producción se emplean para manufacturar herbicidas y pesticidas
para la producción agrícola y el uso doméstico.
No hace falta ser un experto en armamento de destrucción
masiva para llegar a la conclusión de que estas instalaciones
han dejado de ser peligrosas, y siguen en ese estado. Lo que
es verdaderamente preocupante es que el Departamento de Defensa
de EEUU dispone de esta información. ¿Por qué
entonces, debemos preguntarnos, quiere la Administración
Bush incluir a Iraq en su lucha contra el terrorismo? ¿Sería
acaso descabellado sugerir que el gobierno de EEUU no quiere
que los inspectores de armamento de NNUU vuelvan a Iraq? ¿Temen
acaso que su vuelta conduzca a un drama político de primer
orden, dado que los inspectores confirmarían lo que otros
individuos como Scott Ritter [1] vienen afirmando desde
hace tiempo, esto es, que Iraq ya no es capaz de producir armas
de destrucción masiva? Sería, sin duda, el golpe
definitivo a la línea política de la Administración
Bush de una "guerra contra Iraq"; una política
que a nadie le gusta. Los iraquíes harían bien
en aprovechar esta oportunidad y abrir sus puertas de manera
inmediata a los inspectores de armamento por un periodo de tiempo
limitado, confirmando así que no tienen nada que esconder.
Prácticamente esto imposibilitaría que EEUU declarase
la guerra a Iraq, iniciándose entonces el largo camino
hacia la normalidad de Iraq. ¿Qué fue lo que dijo
Paul Wolfowitz delante del Capitolio de EEUU el 15 de abril?
"Que Dios bendiga a la gente de paz de todo el mundo".
Todavía tienen una oportunidad de contarse entre ellos...
Nota CSCAweb:
1. Véase en
CSCAweb el texto de Ritter: La
agenda secreta tras el 'complot' contra Sadam Husein
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