Iraq-CELSI
Paremos la guerra


* Hans von Sponeck fue coordinador humanitario de NNUU en Iraq desde 1998 hasta el año 2000; Dennis Halliday ocupó el mismo cargo de 1997 a 1998.

Enlaces relacionados:

www.guardian.co.uk

Comunicado de CSCA:
El ataque contra Iraq podría ser solo cuestión de tiempo

Denis J. Halliday: Sanciones económicas contra los iraquíes: ¿Asesinato en primer grado u homicidio no premeditado?

Iraq / Paremos la guerra


Una nación rehén

Denis Halliday* y Hans Von Sponeck*

Texto publicado en The Guardian, 29 de noviembre de 2001
Traducción CSCAweb (http://www.nodo50.org/csca)

"Nos horrorizan las perspectivas de una nueva guerra comandada por EEUU contra Iraq. Las implicaciones de ese 'poner fin a un negocio inacabado' en Iraq son demasiado graves como para que la comunidad internacional las ignore. Esperamos que el gobierno de EEUU no ignore los avisos de los líderes del Próximo Oriente y de todos los que nos preocupamos por los derechos humanos. Lo que más necesitamos ahora es lanzar un ataque contra la injusticia, no contra el pueblo iraquí".

La política norteamericana hacia Iraq está cambiando. Es evidente que Washington quiere poner fin a 11 años de una política de contención del régimen iraquí que únicamente sirve a sus propios intereses, y dar un giro hacia una política conducente a la sustitución de Saddam Hussein y su gobierno por la fuerza.

La política actual de sanciones económicas ha destrozado a la sociedad iraquí y ha causado la muerte a miles de personas, jóvenes y ancianos. Organizaciones de prestigio internacional como Cáritas, UNICEF o Save the Children elaboran a diario informes que lo prueban. Un giro hacia una política de cambio por la fuerza incrementará este sufrimiento.

Los creadores de esta política no deberían dar por sentado que pueden mantener contentos a sus votantes simplemente con manifestar su desprecio por quienes se oponen a su política. El problema no es la incapacidad de la opinión pública para comprender lo que de verdad está ocurriendo, tal y como le gusta sugerir a la ex ­ Secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright. Justamente, lo contrario. La gente de la calle comprende muy bien lo que ocurre, conoce lo que se esconde detrás de esta política. No debemos olvidar las francas declaraciones de Henry Kissinger cuando afirmó que "el petróleo es un bien demasiado importante como para dejarlo en manos de los árabes".

¿Durante cuánto tiempo podrán los gobiernos democráticamente elegidos justificar el mantenimiento de políticas que castigan al pueblo iraquí por algo de lo que no es responsable, mediante el mantenimiento de unas sanciones económicas que les convierten en blanco de las mismas con la esperanza de que los que sobrevivan podrán derrocar al régimen? ¿Es que el derecho internacional solamente se aplica a los perdedores? ¿O es que el Consejo de Seguridad de NNUU únicamente sirve a los poderosos?

El Reino Unido y EEUU, como miembros permanentes del CS, saben perfectamente bien que el embargo de NNUU incumple los convenios de derechos humanos de NNUU, las convenciones de Ginebra y La Haya, y otras disposiciones del derecho internacional. Afirmar que Washington y Londres, más que ninguna otra entidad, han escrito durante la última década el capítulo de Iraq en la historia de las tragedias evitables no es ser anti-británico ni anti-norteamericano.

Tras su victoria en la Guerra del Golfo en 1991, EEUU y el Reino Unido han mantenido una política de castigo deliberado. Ambos gobiernos se han negado a que el Consejo de Seguridad de NNUU cumpla con su obligación de evaluar el impacto de la política de sanciones sobre la población civil. Lo sabemos por experiencia, porque ambos gobiernos intentaron evitar de manera continuada que informásemos al CS sobre este tema. Buena prueba de esta política es el límite anual por persona (verdaderamente lamentable) de $ 170 destinados a material humanitario impuesto por el Reino Unido y EEUU durante los tres primeros años del programa "petróleo por alimentos".

Hemos comprobado sobre el terreno los efectos [de las sanciones] y no podemos comprender cómo el embajador norteamericano James Cunningham pudo mirar a sus colegas a la cara el año pasado y decir que "Nosotros (el gobierno de EEUU) estamos satisfechos de que el programa petróleo por alimentos esté cubriendo las necesidades del pueblo iraquí". Además del tema de los alimentos y medicinas, la cuestión verdaderamente crucial hoy por hoy es que los beneficios procedentes de la venta del petróleo iraquí sean destinados a la reconstrucción de la infraestructura civil destruida durante la guerra del Golfo.

Los ingresos por la venta de petróleo destinados a cubrir las necesidades mínimas del pueblo iraquí son verdaderamente inadecuados, y a pesar de ello 30 centavos de dólar (ahora 25) de cada dólar procedente del petróleo iraquí explotado entre 1996 y el año 2000 fueron desviados por el Consejo de Seguridad de NNUU (siguiendo la iniciativa del Reino Unido y EEUU) como compensación por las pérdidas que supuestamente había causado la invasión iraquí de Kuwait. De haber sido destinado a los iraquíes, este dinero podría haber salvado muchas vidas.

La incómoda verdad es que Occidente mantiene al pueblo iraquí como rehén para asegurarse de que Saddam Hussein va a obedecer las siempre cambiantes exigencias [occidentales]. Estados Unidos y el Reino Unido han evitado una y otra vez que el Secretario General de NNUU adopte el papel de mediador (papel que a él le gustaría adoptar).

La imprecisión de las resoluciones de NNUU sobre Iraq (o "ambigüedad constructiva", tal y como la denominan norteamericanos y británicos) es vista por los gobiernos de EEUU y el Reino Unido como un arma útil a la hora de tratar con este tipo de conflicto. EEUU y el Reino Unido rechazan cualquier tipo de crítica, señalando que el pueblo iraquí está siendo castigado por Bagdad. Si esto es cierto, ¿por qué entonces les castigamos aún más?

El informe más reciente del Secretario General de NNUU en octubre de 2001 asegura que el bloqueo que los gobiernos de EEUU y el Reino Unido ejercen sobre 4 mil millones de dólares de ayuda humanitaria es, con mucho, el principal obstáculo para la puesta en práctica del programa de "petróleo por alimentos". El informe dice también que, por el contrario, la distribución de ayuda humanitaria realizada por el gobierno iraquí es plenamente satisfactoria (al igual que cuando nosotros estábamos a la cabeza de este programa). La muerte de entre 5.000 y 6.000 niños al mes se debe en su mayor parte al agua contaminada, a la falta de medicinas, y a la malnutrición. El responsable de la tragedia no es Bagdad, sino el retraso en la concesión de permisos por parte de los gobiernos norteamericano y británico sobre el traslado de equipos y material.

La expectación que rodea a los ataques norteamericanos sobre Iraq no permite crear las condiciones necesarias dentro del Consejo de Seguridad de NNUU para que se desarrollen las discusiones pertinentes relativas al futuro de las sanciones económicas. La propuesta presentada a iniciativa del Reino Unido este año sobre las denominadas "sanciones inteligentes" no volverá a ponerse sobre la mesa. Demasiada gente se ha dado cuenta de que lo que en la superficie se presentaba como una mejora para la población civil es en realidad un intento por mantener activos los principales elementos de la actual política de sanciones: ni inversiones extranjeras, ni el derecho de que los iraquíes controlen sus propios beneficios derivados de la explotación del petróleo.

La propuesta sugería el cierre de las fronteras iraquíes, estrangulando al pueblo iraquí. En el actual clima político, Washington cree que una extensión técnica de los términos actuales es el paso más oportuno en la actualidad. El hecho de que esta medida condene a más iraquíes a la muerte y la pobreza más absoluta se toma como algo inevitable.

Nuestras descripciones no se basan en conjeturas. Son hechos innegables que conocemos porque trabajábamos desde dentro. Nos parece increíble que el pueblo iraquí tenga que seguir pagando el precio del lucrativo negocio de venta de armas y el juego político. Recordemos las palabras de Martín Luther King: "Llega un momento en el que guardar silencio es una traición. Ese momento ha llegado".

Queremos animar a la gente para que proteste contra las políticas carentes de escrúpulos y contra la espantosa desinformación que sobre Iraq nos ofrecen los que tanto saben de esto, y que al mismo tiempo están dispuestos a sacrificar vidas humanas con argumentos falsos y maliciosos.

El Departamento de Defensa norteamericano y Richard Butler (antiguo jefe del equipo de inspección de NNUU en Bagdad) preferirían que Iraq hubiese estado detrás de la crisis del ántrax. Pero han tenido que reconocer que su origen estaba en el interior de EEUU.

Los servicios de inteligencia norteamericanos y británicos saben muy bien que Iraq es un país cualitativamente desarmado; tampoco se han olvidado de que el anterior Secretario de Defensa, William Powell, le comentó al Presidente Bush en enero que "Iraq ya no constituye una amenaza militar para sus vecinos". El mismo mensaje ha sido transmitido por antiguos inspectores de NNUU. Claro que admitir esto supondría acabar por completo con la política de NNUU tal y como ha sido desarrollada y mantenida por los gobiernos de EEUU y el Reino Unido.

Nos horrorizan las perspectivas de una nueva guerra comandada por EEUU contra Iraq. Las implicaciones de ese "poner fin a un negocio inacabado" en Iraq son demasiado graves como para que la comunidad internacional las ignore. Esperamos que el gobierno de EEUU no ignore los avisos de los líderes del Próximo Oriente y de todos los que nos preocupamos por los derechos humanos. Lo que más necesitamos ahora es lanzar un ataque contra la injusticia, no contra el pueblo iraquí.



.