La agenda secreta tras el
"complot" contra Saddam Hussein
Scott Ritter*
ISM 469, 19 de Junio de 2002
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
'Ahora que la Administración
Bush ha autorizado específicamente las operaciones encubiertas
de fuerzas especiales para eliminar a Sadam Husein, los iraquíes
no volverán a fiarse de un régimen de inspecciones
que ya ha demostrado ser susceptible de ser infiltrado y manipulado
por los servicios de inteligencia hostiles a Iraq. El plan de
operaciones encubiertas de la CIA que ha sido filtrado ha acabado
en realidad con cualquier posibilidad de que los inspectores
volvieran a Iraq'
Según informaciones recientes, el presidente Bush ha
autorizado a la CIA a utilizar todos los medios de los que dispone,
incluidas las operaciones militares especiales y el empleo de
equipos paramilitares del cuerpo, para eliminar a Sadam Husein.
Según los informes, la CIA debe considerar este plan como
un mero "preparativo" para una ofensiva militar a gran
escala [1].
Los líderes en el Congreso de los dos partidos han
recibido con entusiasmo los informes. Sin embargo, las prisas
por querer hacer ver que apoyan la línea dura del presidente
en la cuestión iraquí han hecho que casi nadie
en el Congreso haya cuestionado por qué una operación
supuestamente encubierta tiene que hacerse pública, dinamitando
así la propia misión que supuestamente debería
llevar a cabo.
Es buena hora de que el Congreso comience a poner en tela
de juicio toda la propaganda y la retórica que salen de
la Casa Blanca con relación a Bagdad, porque el plan de
la CIA ha sido filtrado en un momento idóneo para socavar
los intentos de Naciones Unidas (NNUU) para volver a enviar a
sus inspectores de armamento a Iraq.
El secretario general de NNUU se reunirá a principios
de julio con el ministro de Exteriores iraquí en la tercera
ronda de negociaciones sobre la vuelta a Iraq de los inspectores
de armas. El principal punto de fricción es la preocupación
iraquí sobre el uso y abuso que de las inspecciones hace
EEUU para la colección de sus servicios de inteligencia.
Recuerdo a los extremadamente bien preparados "expertos
en misiles" y "especialistas en logística"
que durante el periodo en el que fui inspector en Iraq frecuentaban
mi equipo de inspección y otros. Procedentes de unidades
como la Delta Force o los equipos paramilitares de la
CIA, como por ejemplo el Cuerpo de Actividades Especiales, (los
dos siguen jugando un papel importante en el conflicto en Afganistán),
estos especialistas tenían un legítimo papel que
jugar en la difícil empresa de desarmar a Iraq. Lo mismo
ocurría con los equipos de operadores de interceptación
de radio que estuvieron a mis órdenes en Iraq de 1996
a 1998 y que se dedicaban a escuchar las conversaciones del círculo
íntimo de Sadam Husein, así como con los demás
especialistas de los servicios de inteligencia que formaban parte
de los equipos.
La presencia de este personal en los equipos de inspección
era y sigue viendo vista por el gobierno iraquí como un
riesgo inaceptable para su seguridad nacional. Ya en 1992, los
iraquíes veían los equipos que yo conducía
por el interior del país como una amenaza para la seguridad
de su presidente. Les preocupaba que mis inspecciones no fueran
más que la fachada de una campaña de mayores dimensiones
para eliminar a su líder.
Infiltración y espionaje
Mientras yo estuve en Iraq, estas preocupaciones carecían,
en su mayor parte, de sentido. Ahora que la Administración
Bush ha autorizado específicamente las operaciones encubiertas
de fuerzas especiales para eliminar a Sadam Husein, los iraquíes
no volverán a fiarse de un régimen de inspecciones
que ya ha demostrado ser susceptible de ser infiltrado y manipulado
por los servicios de inteligencia hostiles a Iraq, a pesar de
las garantías que el secretario general de NNUU pueda
ofrecer.
El plan de operaciones encubiertas de la CIA que ha sido filtrado
ha acabado en realidad con cualquier posibilidad de que los inspectores
volvieran a Iraq, cerrando las puertas a la última oportunidad
que había para arrojar algo de luz sobre el verdadero
estado de la cuestión relativo a la una posible amenaza
por la existencia de armas iraquíes de destrucción
masiva.
Una vez agotadas las posibilidades de que los inspectores
vuelvan, nadie parece estar dispuesto a cuestionar las afirmaciones
de la Administración Bush sobre la amenaza iraquí.
Si Bush tiene argumentos sólidos que presentar contra
Iraq en relación con las armas de destrucción masiva,
todavía no lo ha hecho.
¿Puede la Administración Bush justificar alguna
de sus acusaciones de que Iraq sigue intentando recuperar la
capacidad de producir armamento químico y biológico,
que ya fue desmantelado y destruido por los inspectores de armamento
de NNUU de 1991 a 1998? La misma pregunta es válida en
el caso del armamento nuclear. ¿Qué pruebas hay
de que Iraq siga manteniendo sus aspiraciones de hacerse con
armamento nuclear?
Bush ha hablado en tono amenazador de la amenaza que los misiles
iraquíes suponen para Europa. ¿De qué amenaza
está hablando el presidente? Todas estas son preguntas
válidas y, si de lo que se trata es de presentar argumentos
a favor de una guerra, entonces son preguntas a las que habrá
que responder con algo más que retórica especulativa.
El Congreso no parece haber estado dispuesto a cuestionar
los planes bélicos de la Administración Bush para
Iraq. El único obstáculo que podría interponerse
a un ataque total de EEUU sería la presencia de los inspectores
de armas informando sobre el estado de la cuestión desde
el interior de Iraq. Pero sin una discusión y un debate
válidos en el Congreso sobre la verdadera naturaleza de
la amenaza bagdadí, la guerra parece inevitable.
El verdadero objetivo del supuesto plan de la CIA podría
no ser Sadam Husein después de todo, sino el propio programa
de inspección de armamento. La verdadera víctima
es la última oportunidad que quedaba para evitar un conflicto
sangriento.
Nota:
1. Véase en CSCAweb:
El presidente
Bush ha firmado una orden presidencial autorizando a la CIA desarrollar
un programa encubierto contra Iraq preparatorio de la invasión
del país
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