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Morir de pie

Sergio Yahni, The Alternative Information Center (AIC)

dimecres 31 de desembre de 2008, per  remenaire

A lo largo de quince años y tres meses que pasaron desde que se firmaran en Washington los acuerdos de paz entre el Estado de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el cinismo ha alcanzado niveles inimaginables. Mientras que Israel radicaliza sus políticas de segregación racial y profundiza la colonización de los Territorios Ocupados Palestinos en 1967 (durante la Guerra de los Seis Días), los gobiernos europeos, bajo la excusa de apoyar un estado palestino independiente, castigan a las víctimas sometiéndolas a un estado de aislamiento, bloqueo, hambre, humillación e incluso la muerte.

El pueblo palestino, acorralado por el borceguí de la ocupación israelí y por el cinismo de la opinión pública internacional se transforma en una victima víctima absoluta y nada de lo que haga podrá liberarla de su condición de víctima. Es más, todo lo que haga el pueblo palestino para salir de esta condición termina reposicionándolo como victima de una política que no esta dispuesta a reconocer la existencia de los palestinos como individuos o como pueblo sino como victima. Para las fuerzas de ocupación de Israel la existencia del pueblo palestino esta condicionado en que acepte las imposiciones e intereses del ocupante. Para la opinión publica internacional esta existencia esta condicionada en que se abstenga de actitudes que infrinjan su condición de victima.

Por ejemplo, cuando el pueblo palestino elige sus representantes estos tienen que ser aquellos que Israel apunto como representantes legítimos. De ninguna manera se pueden elegir libremente representantes que cuestionen un proceso en el cual el pueblo palestino no ha tenido logros. O sea, si el proceso electoral transforma al pueblo palestino en un agente de su historia, quebrando así su condición de victima, el castigo tiene que ser ejemplar: aislamiento, golpe de estado, hambre y humillación.

De esta manera, la humillación, la represión y la muerte quedan despojadas de sus límites en el tiempo, desapareciendo las esperanzas y el futuro. En la Franja de Gaza, la humillación y la muerte han llegado a los límites humanamente posibles. Mientras las niñas y los niños continúan naciendo en una prisión de la que no les es posible salir, esperando la muerte, mientras los pequeños sueños del día a día son confiscados por el régimen de ocupación israelí, la dignidad de las personas se reduce a morir de pie.

Sami Abid escribió en una carta abierta a los ciudadanos israelíes que "Hamas no aceptará el alto al fuego sin que se abran los pasos frontereros de Gaza. Hamas no sólo se opondrá a este tipo de alto al fuego sino que también lo harán los mismos ciudadanos de la Franja de Gaza así como las demás organizaciones políticas. Nadie en Gaza aceptará un alto fuego mientras la frontera con Gaza no esté abierta. Mientras éstas estén cerradas, para nosotros no existe ninguna diferencia entre vivir en una cárcel o morir bajo las bombas” (Yediot Aharonot, 28 de Diciembre de 2008).

La respuesta no tardó en llegar, en forma de demandas para que no se inventen más mentiras y miserias. Bradley Burston escribió en la página Web del periódico israelí Ha’aretz (http://haaretz.com/hasen/spages/1050421.html ) que "el objetivo de Hamas es el establecimiento de un régimen islámico y que el bloqueo de Israel a la Franja ha servido solamente para cementar tal gobierno aliado con las fuerzas de oposición en Egipto, Irán y Hezbollah".

Para Israel, el ser aliado de la oposición egipcia, del régimen de Irán y de Hezbollah ya es motivo suficiente para justificar sus políticas de mantener a un millón y medio de personas en las mismas condiciones que las de un campo de concentración para más tarde exterminarlos.

Para salir de su condición de victima el pueblo palestino se enfrenta a la imposible elección entre la dignidad y la vida.

Para aquellos que hemos nacido tras la Segunda Guerra Mundial y crecido en un mundo que santifica la vida, aunque muchas veces sea sólo retóricamente, la elección entre la vida y la dignidad nos parece imposible. Es en sí una elección irracional. Pero para quienes han nacido y crecido en la prisión llamada Gaza, se trata de una elección cotidiana ¿Morir de pie o vivir arrodillado?

Esta no fue solamente una proposición de la Pasionaria en la Guerra Civil española; fue también el gran interrogante entre los muros del Ghetto de Varsovia. Quizás uno pueda sobrevivir con la cabeza baja, aceptando la humillación cotidiana y una muerte lenta pero puestos a elegir, las mujeres y los hombres prefieren vivir con dignidad. Los palestinos de Gaza han elegido vivir con dignidad.

Si me permiten, parafraseando a Che Guevara, con su mensaje a la Tricontinental, el pueblo palestino es “esa nación que representa las aspiraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, pero que está trágicamente solo”.

El colonialismo israelí es culpable de su agresión, de la agresión premeditada que empezó el pasado 4 de noviembre. Sabemos que sus crímenes son inmensos e innumerables pero también son culpables aquellos que premiaron a Israel invitándola a participar en el exclusivo club de la Unión Europea y de la OECD. También son culpables aquellos que se proclaman ser de la izquierda pero en lugar de estar reclamando responsabilidades prefirieren hablar de una paz abstracta con un dialogo infructuoso. Son culpables aquellos que justificaron su inacción presumiendo de impotencia mientras usaban sus propios recursos para promover a los colaboracionistas corruptos.

Ha llegado la hora de la dignidad. No podemos asistir y observar la masacre del pueblo palestino como si estuviéramos en un partido de fútbol. Hay que transformar la guerra genocida de Israel contra el pueblo palestino en una guerra de la sociedad civil.

No queremos que nos cuenten más fábulas de acuerdos, cuartetos o diálogos porque ahora es sólo el momento de reclamar responsabilidades y juzgar a los culpables: hay que impedir la venta de productos de Israel, hay que impedir cualquier tipo de evento cultural o deportivo israelí y, hay que concentrarse en las embajadas y las instituciones hermanadas con Israel. Pero sobretodo es nuestra obligación demandar a los gobiernos que se responsabilicen: cualquier político que colabore con el genocidio de Israel se transforma en un político escarchable. Hay que venir a Palestina y estar codo a codo con el pueblo palestino en la lucha popular que se está expandiendo por todo el territorio desde Hebron a Ni’lin pasando por la mismísima Gaza.

El momento de la dignidad ha llegado.

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