ULTIMAS PUBLICACIONES
Home / Editoriales Anteriores / PALESTINA: EL HORROR DE LA BARBARIE

PALESTINA: EL HORROR DE LA BARBARIE

www.nodo50.org/caminoalternativo

BUSCANDO CAMINO

Movimiento Democrático Popular

 Panamá, Año XII, No. 248    –    8 de agosto de 2014

 

El territorio de la Franja de Gaza comprende 360 kilómetros cuadrados y tiene una población de 1.800.000 habitantes, con una densidad poblacional de 5.100 palestinos por kilómetro cuadrado. Dicho territorio y población están bloqueados por tierra, mar y aire desde hace seis años por el ejército del gobierno de Israel, que es uno de los más poderosos del mundo, disponiendo incluso de armas nucleares. Dicha condición le ha valido a la Franja de Gaza ser el campo de concentración a cielo abierto más grande que haya existido en la historia de la humanidad. Hay que destacar, igualmente, que los palestinos carecen de ejército, defensa antiaérea y artillería.

Sobre esa apiñada e indefensa población el gobierno israelí ha desencadenado desde hace cuatro semanas un infierno de fuego bélico desde el mar y el aire, procediendo a invadir ese pequeño territorio con decenas de miles de soldados que disponen del más sofisticado armamento bélico, en su gran mayoría proporcionado por el gobierno de los Estados Unidos. Los resultados de esa bárbara agresión no pueden sorprender a nadie: cerca de 2.000 muertos, incluyendo aproximadamente a 400 niños, y provocando más de 10.000 heridos, desplazando a una cifra superior a los 485.000 palestinos. Pero ese horror sólo se atisba a comprender sabiendo que el 83% de los muertos y heridos son civiles inermes. Los bombardeos han dejado a no menos de 75.000 personas sin casa, dado que se han destruido alrededor de 2.000 edificios y 25.000 viviendas.

Aproximadamente 200.000 gazatíes se encuentran refugiados en instalaciones de la Agencia de las Naciones Unidas, alguna de las cuales han sido afectadas por los misiles israelíes, provocando decenas de muertos y centenares de heridos.

Los bombardeos han destruido cerca de 120 colegios, 37 clínicas, 11 centros de salud, y 21 hospitales han sido cerrados o se encuentran seriamente afectados, careciendo de los más mínimos insumos médicos. La infraestructura de agua y electricidad ha sido totalmente destruida por los proyectiles israelitas.

El horror de esta barbarie le ha merecido al embajador israelí en los Estados Unidos, Ron Dremer, declarar que “Israel merece el premio Nobel por la contención que están demostrando las Fuerzas Armadas”. Y en una de sus últimas comparecencias en televisión, Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, ha declarado que “No hay guerra más justificada que esta”. Por su parte, UNICEF ha condenado en los más duros términos la agresión a Gaza, y Navi Pillay, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha denunciado a los Estados Unidos por suministrar a Israel, en medio de la agresión, 1.200 millones de dólares en municiones, para que pueda seguir con la masacre.

Las manifestaciones de protesta recorren el mundo, incluyendo demostraciones ante la Casa Blanca, e innumerables dirigentes judíos han levantado su voz para rechazar el holocausto palestino. En Latinoamérica varios países han retirado sus embajadores en señal de protesta, y Bolivia ha calificado a Israel como Estado terrorista. Las sistemáticas y permanentes agresiones del Estado de Israel contra el pueblo palestino, más allá de constituir crímenes de guerra, deben ser consideradas un genocidio, están dejando de ser éticamente impunes. Decenas de organizaciones internacionales, miles de intelectuales y millones de personas en el mundo están exigiendo el fin de la agresión y la resolución definitiva de un conflicto cuyas razones son inconfesables, tal como señalan los valientes israelíes que se manifiestan pidiendo la paz y la libertad para Palestina, pese a las agresiones de turbas extremistas israelíes.

Las razones inmediatas del conflicto    

Hace pocos meses Hamás y Al Fatah, las dos organizaciones representativas de la totalidad del pueblo palestino, y hasta ahora enfrentadas políticamente, llegaron a un acuerdo de reconciliación que anunciaba un gobierno de unidad nacional dispuesto a recurrir a la vía judicial para denunciar a Israel ante los tribunales internacionales. Esa fue una de las señales para desencadenar la agresión israelí, que ha justificado su “manos dura” por la  fuerza política de Hamás entre la población palestina. Para Israel Hamás es una organización terrorista que amenaza con la “destrucción del Estado de Israel” y mantiene una actividad terrorista que “aterroriza” a la población israelita. La capacidad de Hamás para destruir y aterrorizar queda demostrada con el lanzamiento de 3.100 cohetes que han matado a dos civiles israelitas y un tailandés en territorio de Israel. El argumento es risible. El verdadero terror de los sionistas judíos es que la unidad de las fuerzas políticas palestinas les quita todo argumento para evitar sentarse a negociar, o de lo contrario verse sometidos a un aislamiento internacional cada vez más difícil de evadir.

Por otra parte, al margen de los hipócritas llamamientos de los Estados Unidos para que se detenga la matanza “de los dos bandos”, lo cierto es que Israel juega un papel de enorme importancia en la geopolítica del área, dada inestabilidad creciente de los gobiernos árabes. Ciertamente, el “garrote israelí” constituye una cierta garantía para mantener a raya a los movimientos democratizadores que convulsionan a dichos gobiernos, y a la par ser un freno para los islamismos extremistas. No en vano Michel Flinn, Director de la Agencia Norteamericana de Defensa, declaro hace un par de semanas que “si se destruya a Hamás su lugar sería ocupado por algo mucho peor”. Es la contradicción que se genera, en ocasiones, entre los intereses israelitas y los intereses de los Estados Unidos.

Por último, aunque no menos importante, hay que tener presente que Israel es un Estado colonialista que ocupa militarmente enormes territorios pertenecientes históricamente a Palestina, y que amplió su ocupación, luego de “la guerra de los seis días”, con nuevos territorios árabes. Para mantener dicha ocupación y transformarla en permanente, Israel ha proclamado respecto a los palestinos una política de apartheid, igual o peor que el que existió en Sudáfrica, que no esconde su interés en los enormes depósitos de gas y petróleo que yacen en suelo palestino y que deben ser “conquistados” por Israel, o en el peor de los casos impedir que puedan ser explotados por un futuro Estado Palestino.

El camino de la Paz

La situación palestina no podrá mantenerse tal cual por mucho tiempo. Cada bomba israelí genera decenas de combatientes palestinos. Muchos piensan que más vale morir luchando que morir hacinados como ratas en el campo de concentración a cielo abierto que es la Franja de Gaza. Las soluciones están al alcance de la mano y dependen fundamentalmente de los Estados Unidos y la comunidad internacional. Las condiciones para avanzar en la búsqueda de una Paz duradera en una mesa de negociaciones serían las siguientes: otorgamiento de la libertada a los miles de palestinos que yacen en las cárceles israelitas, levantamiento del bloqueo de Gaza, devolución de las tierras ocupadas, cumpliendo con ello las resoluciones de las Naciones Unidas, y el reconocimiento de los dos Estados. No existe otro camino, pues solución militar no hay, y mientras tanto el gobierno israelí requiere mantener en estado de zozobra permanente a su propio pueblo para así justificar el holocausto palestino. ¿Lo entenderán los Estados Unidos, cuyas contradicciones con el gobierno fascista de Israel son cada vez más chirriantes? ¿Lo entenderá el pueblo de Israel, que deberá poner fin a su gobierno sionista si quiere alcanzar la PAZ?

 

Desuscripción: secretariadocoordinacion@nodo50.org

About admin

Enviar una respuesta

Su dirección email no será publicada. Required fields are marked *

*

Scroll To Top