ULTIMAS PUBLICACIONES
Home / Editoriales Anteriores / Un engaño más

Un engaño más

Panamá, Año IV, No. 92

29 de agosto al 4 de septiembre de 2005

-al año de gobierno de Martín Torrijos-

En menos de un año, el pueblo panameño ha descubierto la naturaleza fraudulenta de la campaña mediática que llevó a Martín Torrijos al poder, prometiendo para ello más trabajo y seguridad, así como cero corrupción. La fuerza hipnótica de dicha campaña se ha desvanecido y los ciudadanos comprenden que se ha tratado de un engaño más, al extremo que el eslogan de campaña sirve hoy para la elaboración de chistes crueles y jocosos juegos de palabras.

Ante la innegable realidad del engaño, surgen aquéllos que con un cinismo inaudito proclaman que «los pueblos tienen los gobiernos que se merecen», ocultando de esa manera la verdadera razón de la tragedia: los gobiernos surgen del seno de las clases dominantes que, por ello mismo, controlan los medios de comunicación, disponen de millonarias sumas para «vender» el producto político, juegan con las cartas marcadas de un Tribunal Electoral hecho a su imagen y semejanza, y controlan, tal como hoy puede verse con toda claridad, tanto la Asamblea de Diputados como la Corte Suprema de Justicia.

Las razones del engaño

Las enormes movilizaciones ciudadanas que paralizaron la entrada en vigor de la Ley de la Muerte demostraron que no somos ni tontos ni pendejos. Que, por el contrario, el pueblo panameño sabe erguirse contra sus tiranos y explotadores, y enfrentarlos con enormes posibilidades de éxito cuando logra identificarse con su programa y encuentra los causes adecuados para su movilización organizada. El mismo pueblo que le otorgó a Martín Torrijos el mayor triunfo electoral de la historia republicana, es el que le ha proporcionado la mayor derrota política que ha sufrido gobierno alguno bajo la falsa democracia en que vivimos.

Panamá vive bajo un régimen de «democracia restringida», o si se quiere «recortada», que margina a las organizaciones populares que expresan los intereses de las grandes mayorías, e impide su representación política, utilizando para ello un régimen electoral hecho a la imagen y medida de los intereses de las organizaciones políticas de las clases dominantes. De esa manera se ha podido conformar una partidocracia que se reparte el poder político que radica en el ejecutivo, el legislativo y el judicial, con exclusión de toda expresión política de los sectores populares y las clases medias. La totalidad de los partidos existentes, reconocidos por el Tribunal Electoral, conforman dicha partidocracia, tal como lo demuestra la identidad de la política ejecutada por los gobiernos de Mireya Moscoso y Martín Torrijos.

En ese marco, el pueblo no tiene opciones políticas que no sean las que les ofrece la partidocracia. En las circunstancias actuales, no existe «el mal menor», tal como algunos, hoy decepcionados, pregonaban. Por el contrario, tanto los partidos de gobierno como los de «oposición» conforman una verdadera costra antipopular y antinacional, que tapona e impide todo intento de que los sectores populares y las clases medias emerjan con su programa y sus organizaciones políticas. He ahí las razones del por qué es posible el engaño una y otra vez repetido.

El neoliberalismo: cordón umbilical de la partidocracia

Si bien es comprensible que las distintas fracciones de la partidocracia se disputen el jugoso pastel del Estado cada cinco años, no resultan tan transparentes las razones del por qué todas las fracciones de la partidocracia ejecutan una misma política al llegar al poder.

Nadie puede poner en duda la naturaleza corrupta del anterior gobierno, como tampoco la de aquéllos que cínicamente prometieron «cero corrupción». Como prueba de ello sobra y basta ver cómo se pasean por las calles, haciendo gala de su impunidad, los que vaciaron las arcas del Estado en el gobierno pasado. Frente a ello, el señor Presidente sólo tiene una respuesta: «yo respeto la división de poderes». O cómo teniendo iniciativa legislativa, y mayoría en la Asamblea de Diputados, el señor Presidente tolera y apadrina los escándalos vergonzosos de las exoneraciones de autos y los contratos brujos en dicha institución, sin tomar la iniciativa de acabar con las prebendas de dichas sanguijuelas.

Si bien de todo ello el pueblo ha alcanzado clara consciencia, aún permanece en cierta oscuridad la razón del por qué los distintos gobiernos de la partidocrácia ejecutan una misma política. En ese campo, tanto monta, monta tanto el panameñismo y sus aliados, como el perredé y los suyos. Y es porque responden a una misma política elaborada fuera de nuestras fronteras, válida para uno u otro vasallo que «gobierne». Ciertamente, las políticas neoliberales constituyen el cordón umbilical que une a la partidocrácia, y hace únicas sus políticas.

De ahí que fuera Mireya Moscoso la que iniciara el trabajo para la reforma antipopular y neoliberal de la CSS, y haya sido Martín Torrijos el que intentara completarlo. Y en eso si hemos de reconocerle al gobierno de Martín Torrijos un rasgo diferenciador: mientras Mireya Moscoso no se atrevió por ser consciente de que carecía de la fuerza política necesaria, Martín Torrijos si lo intentó, por el convencimiento errado de que el pueblo lo había votado masivamente, sin entender que en verdad había votado contra el nefasto gobierno mireyista y sus políticas neoliberales.

El camino que tiene que recorrer el pueblo para acabar con el engaño actual y el que preparan para el 2009, es el de construir desde ahora las condiciones para luchar políticamente con su propia organización y su programa, y hacerlo con independencia absoluta de la partidocrácia neoliberal. Sólo una opción política antineoliberal, popular y nacional, que levante además las banderas de las más amplias libertades democráticas, podrá poner fin a la historia centenaria del engaño popular. ¡Ni un engaño más!

About admin

Enviar una respuesta

Su dirección email no será publicada. Required fields are marked *

*

Scroll To Top