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EL PAÍS PURULENTO

Panamá, Año IV, No. 89

8 al 14 de agosto de 2005

Quizá para nuestros lectores pudiera parecer desmesura el calificativo de purulento con el cual calificamos, en intención de síntesis, la angustiosa situación, en que está inmerso nuestro país. En efecto, tal como lo acreditan cotidianamente los medios de comunicación, donde quiera que mires, donde fijes la atención, allí supura la pus.

El “alguacil alguacilado”, esa pareciera ser la deplorable situación del Órgano Judicial y del Ministerio Público, según lo evidencian los escándalos cotidianos por las acciones corruptas de los magistrados, jueces, fiscales, secretario y guardianes del orden público. Desde el tráfico de influencias, sobornos, coimas, prevaricatos, etc., hasta el amañamiento de la aplicación de justicia y la proliferación escandalosa de fallos últimos y definitivos de la más alta corporación de justicia, que escandalizan a propios y extraños.

Si así de deplorables andan las cosas por los pagos de Troyano y Ana Matilde, no menos fétidas las actuaciones de las supuestos émulos de Solón. Desde las acciones dolosas de evasión del pago de impuestos y el tráfico ilegal de bebidas espirituosas, supuestamente para mitigar la insaciable sed de los electores comarcales, hasta la defensa a ultranza de todo tipo de privilegios, sinecuras y exoneraciones. Todo esto ante la actitud complaciente o cuando menos timorata de quien, en nombre de un supuesto respeto por la separación de poderes, se muestra absolutamente incapaz de hacer buenas sus promesas y compromisos de “cero corrupción”.

No obstante, no solamente se trata de la fetidez insoportable de las miasmas insepultas de la corrupción sino, más grave que eso, que el país se sume a pasos agigantados en el hambre y la miseria generalizada, todo ello ante la impotencia de los gobernantes que, ante la incapacidad manifiesta de generar políticas económicas y sociales capaces de revertir el dantesco escenario de la pobreza extrema, optan por culpar al propio pueblo por las desgracias que lo aquejan. No otra cosa se desprende de las escuetas declaraciones del Ministro de Economía, Dr. Ricaurte Vásquez, quien reconoce que la otrora próspera y pujante economía chiricana, en especial el área de Barú, hoy presenta el cuadro de desnutrición y hambre generalizada más lacerante de todo el país.

Sin embargo, como buen discípulo de F.A. Hayek, el ultraneoliberal Catín, dentro de la más rígida ortodoxia, espera que las leyes del mercado trazarán el camino y se cumplirá inexorablemente el apotegma neodarwiniano del triunfo de los más eficientes y competitivos.

De igual manera, escandalosamente purulento el escenario del Diálogo por la Seguridad Social. El Diálogo estancado avanza a ritmo de procesión; un paso adelante y dos pasos atrás. Como quien dice, lo que mal comienza, mal acaba. Comenzó mal, con la imposición del supuesto mediador por parte del ejecutivo nacional, contraviniendo la regla más elemental de la mediación de que el mediador surge del acuerdo de las partes. Comenzó mal porque los garantes del Diálogo parecieran no garantizar nada y en todo momento han cerrado los ojos ante la más descarada intromisión del gobierno y sus maniobras para desnaturalizar la postura y representación de los gremios, a través de la compra de votos como sucedió en el caso de FEDAP y el desconocimiento de los órganos directivos, tal es el caso de la dirección y representación de AMOACS. El silencio cómplice de los garantes ante la manipulación de la metodología en la toma de decisiones, permite entrever con toda claridad el fracaso inminente y escandaloso del fementido Diálogo.

Tampoco ha sido ejemplar la conducción de FRENADESSO, donde el manejo desacertado de la dirección ha llevado a la erosión creciente de la unidad del Frente y a las pujas y repujas de las representaciones, la descalificación de los liderazgos de determinados sectores y al irrespeto de la autonomía de los gremios y asociaciones para escoger libremente a quienes los representan. Todo ello genera el desánimo de las bases, que ven a sus dirigentes desgastarse en luchas vanguardistas estériles, lo que le ha facilitado al gobierno, en alianza con la dirección de muchos medios de comunicación, generar en la opinión pública la creencia, aparentemente mayoritaria, de que el estancamiento e inminente fracaso del Diálogo es atribuible a la intransigencia ultraizquierdista del liderazgo de FRENADESSO.

El escenario nacional de la crisis y la desesperanza, hasta ahora descrito, encuentra otro agravante en la escalada irrefrenable del costo del combustible y sus efectos en cascada sobre toda la economía nacional. Es previsible, pues, una crisis inminente en el transporte público, que sumado a los factores de crisis arriba descritos nos hablan de un país en agudo proceso de putrefacción.

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