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FINALIZÓ LA PESADILLA

Panamá, Año VIII, No. 225

21 de junio al 4 de julio de 2009

 

La pesadilla del gobierno de Martín Torrijos ha llegado a su fin. Rescatado por Ernesto Pérez Balladares de lo más profundo del pozo del anonimato, trocó su trabajo como administrador de un MacDonald en Estados Unidos por el de vocero de la campaña presidencial de este último. No se trataba de capitalizar su persona sino su apellido: Pérez Balladares sabía perfectamente que se trataba de un muchacho mediocre e incapaz. Aún así, en menos de dos meses tuvo que ser remplazado: resultó impotente para ejercer aunque fuese con cierta eficiencia la vocería. Conquistada la victoria electoral, Pérez Balladares le dio como consolación el Vice Ministerio de Gobierno y Justicia, al fin y al cabo de algo tenía que vivir el joven Torrijos. Permaneció ahí, en la más completa oscuridad, durante cinco largos años, hasta que Pérez Balladares, luego del fracaso en el referéndum, lo designo de a dedo candidato del PRD a la Presidencia. Por supuesto, perdió. Mireya Moscoso no ganó, simplemente él perdió.

Necesitaron prepararlo durante otros cinco largos años, como también un gobierno tan desastroso como el de Moscoso, para intentarlo otra vez. En esa ocasión él no ganó, simplemente ella perdió. Y, por fin, se inició la presidencia de Martín Torrijos, no sin antes haber transitado por los oscuros pasillos del CEMIS.

Las promesas incumplidas

Más trabajo, más seguridad y cero corrupción”. Ese fue su eslogan de campaña. Hoy, cinco años después, tenemos un país en el que más del 50% de la fuerza laboral ha sido empujada hacia empleos precarios e informales, es decir, “empleos” sin seguridad social, ni jubilación, ni horario fijo. Un verdadero desastre, sobre todo si tomamos en cuenta que el país ha tenido durante los últimos cuatro años el crecimiento económico más elevado de toda Latinoamérica. Y en cuanto a la seguridad, poco hay que decir: su incapacidad ha sido tal que ha necesitado de cuatro directores de la policía para ofrecernos los índices de criminalidad y homicidios más elevados de nuestra historia republicana. El país está en manos de la delincuencia, y con los índices de pobreza urbana en ascenso, por no hablar de la bochornosa extrema pobreza que campea en nuestros campos y comarcas. Pero, ¿qué decir de la corrupción que nos corroe? Si pensábamos que el gobierno de Mireya Moscoso había sido el más corrupto del período democrático de libertades recortadas, eso fue porque simplemente nadie pudo imaginar el descaro, la desfachatez y la desvergüenza con el que Martín Torrijos y su pandilla se dedicaron a vaciar las arcas del Estado. Los cónsules y los notarios tenían que pagar coima, mes tras mes, según lo recaudado. ¿A quién? Pero, al fin y al cabo, esto es lo de menos. ¿Cuánto habrá dejado Oderbrecht bajo la mesa para que se le hayan otorgado contratos por más de setecientos millones de dólares en menos de cuatro años?

Pero no todo se redujo al incumplimiento de los compromisos de su campaña electoral. Nos deja un sistema de educación pública colapsado, en el que se necesitaron tres ministros para recaudar las decenas de millones de balboas que se han llevado impunemente: Miguel Angel Cañizales, Belgis Castro y Salvador Rodríguez no merecen otra cosa que la cárcel y la confiscación de todos sus bienes mal habidos. Este será el primer reto de Martinelli. Ya veremos.

No contento con lo anterior, nos ha legado un sistema de salud pública caótico y en crisis terminal. Y no ha podido, en cinco largos años, modernizar el infernal sistema de transporte que sufre día a día el pueblo panameño. Como para que no lo olvidemos, en estos dos sectores deja un reguero de cadáveres: más de 150 muertos, de momento, asesinados con el dietilenglicol y centenares de afectados sin la más mínima ayuda ni apoyo. Y 18 personas calcinadas como consecuencia de la tragedia del bus 8B-06 de la ruta Mano de Piedra-Corredor. Y nadie ha hecho nada por los deudos y sobrevivientes, y todo ha permanecido en la más absoluta impunidad. ¿A quiénes encubren y protegen?

Los “logros” del gobierno Torrijos

No sólo prometió una “Patria Nueva” sino que además nos auguró 20 años de gobierno PRD. Veamos algunos de sus llamados logros.

La red de oportunidades ofrece 50 balboas a cada familia en extrema pobreza y el programa ha llegado a varias decenas de miles. Lo que no nos ha dicho es que son dineros dados en préstamos por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que se trata de un programa elaborado por los organismos financieros internacionales para todo el continente. En la actualidad se benefician de dicho programa 40 millones de latinoamericanos. Su finalidad es la de garantizar, por la vía del clientelismo, un cierto control social de los sectores más susceptibles de transformar su miseria y exclusión en rabia y violencia social. El objetivo del programa es inocultable, a menos que alguien crea sinceramente que con 50 balboas mensuales se pueda tan siquiera paliar la extrema pobreza.

El otro programa “estrella” de Martín Torrijos ha sido el Programa de Desarrollo Comunitario (PRODEC), mediante el cual se transfirieron fondos provenientes de la renta canalera a los municipios. En verdad ha sido un auténtico despilfarro y una enorme fuente de corrupción. Proyectos abandonados, inservibles al cabo de pocos meses, ejecutados por “empresas amigas” que, al igual que Salvador Rodríguez, no les daba asco trabajar con sobreprecios de 40% o más. Políticamente su objetivo era el de beneficiar a los diputados, alcaldes y representantes del PRD.

Y estos son los logros que el más cínico de los gobernantes de los últimos 20 años utiliza intentar vendernos la idea de que nos deja “un país en marcha”, y que “las molestias pasan pero las obras quedan”.  Su cinismo es tal que, en una entrevista de hace una semana, al ser cuestionado sobre los escándalos de corrupción que estallan cada día respondió que “eso es otra muestra de la transparencia de nuestro gobierno”. Cierto, hay corruptos que se ocultan; él lo hace a la luz pública.

Cómo explicar un gobierno tan catastrófico

Súmele a la indolencia “natural” de este individuo, su mediocridad y dos cuestiones que son la clave de los resultados catastróficos obtenidos por su gobierno: 1) su único objetivo fue desde el primer día llenarse los bolsillos. Nunca existió ningún otro plan que no fuera la “Plata nueva”. 2) Y, por otra parte, su apego a las políticas neoliberales de apertura de mercados, privatizaciones, flexibilización laboral y disminución de la inversión gubernamental en servicios sociales, recetadas desde afuera y seguidas al pie de la letra por su gobierno. Ambas políticas (corrupción exacerbada y políticas neoliberales) explican suficientemente la naturaleza de la pesadilla Torrijos.

Ahora hay que preguntarse, ¿saldrán impunes él y sus ministros de tantas tropelías y sufrimientos causados? ¿En verdad puede haber algún “cambio” respetando la impunidad? Hemos de reconocer que hay signos preocupantes respecto a la impunidad de estos delincuentes. Estaremos vigilantes, ya que exigimos justicia y devolución de todo lo robado al pueblo panameño.

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