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MIGUEL ANTONIO BERNAL: DIGNIDAD FRENTE A MENTIRAS

Panamá, Año VIII, No. 217

19 al 25 de abril de 2009

Día tras día, la campaña electoral se parece más a una lucha entre pandillas de mafiosos por el dominio de lo que consideran “su territorio”. Trifulcas y agresiones físicas, incluso entre candidatos de un mismo partido; detenciones de otros por haber sido sorprendidos in fraganti en el acarreo y tráfico de estupefacientes; reuniones electorales que, realizadas en casa de un candidato a diputado, terminan en abiertas bacanales de sexo, drogas y licor, con el saldo de más de cien detenidos. Por su parte, los dos candidatos a la presidencia con más posibilidades de salir electos están enfrascados en una campaña de promesas mentirosas y descalificaciones del contrario. Lo que sea, con tal de no debatir seriamente sobre sus “programas de gobierno”, puesto que no ofrecen otra cosa que no sea más de lo mismo, e incluso hasta peor. De ahí que las campañas mediáticas tengan como única finalidad ocultar el verdadero contenido de los programas.

Pero si la campaña en términos generales es un reflejo de la profunda crisis por la que atraviesa el actual sistema partidocrático neoliberal de libertades democráticas recortadas, la campaña para la alcaldía de Panamá, el segundo puesto más importante de elección popular, nos permite entender que dicha crisis sólo puede profundizarse, sin posibilidad remota de reforma alguna.

Las mentiras de Bosco Ricardo Vallarino

El señor Bosco Ricardo Vallarino le ocultó a los electores que había repudiado la ciudadanía panameña y jurado lealtad al gobierno de los Estados Unidos de América al momento de adquirir libremente la ciudadanía de aquél país. Más aún. Dicho candidato juró solemnemente ante el Tribunal Electoral estar en posesión de sus derechos ciudadanos, previo a su inscripción como candidato. Ocultó y juró en falso, y luego, cuando se “destapó el tamal”, declaró a los medios de comunicación que se sentía “muy orgulloso” de su ciudadanía norteamericana, reafirmando así su lealtad y obediencia a un Estado extranjero. Posteriormente afirmó “no recordar” si había votado en las anteriores elecciones norteamericanas, para luego descubrir los medios de comunicación que sí lo había hecho. Afirmó que se había nacionalizado norteamericano para protegerse de la dictadura, y pocos días después se hizo público que se nacionalizó después de 1994. Finalmente, para no alargar este rosario de mentiras, se ha negado a declarar si ha pagado impuestos en los Estados Unidos, lo que sería una reafirmación de su subordinación a su nacionalidad norteamericana, o, en caso contrario, habría violado las leyes fiscales que juró acatar y cumplir.

A este saco de mentiras hay que añadir un tema fundamental. Bosco Ricardo Vallarino ha presentado un programa para el gobierno alcaldicio que puede resumirse de la siguiente manera: pretende gobernar al margen de la voluntad popular, sin consulta ciudadana alguna, tal como lo ha hecho el PRD hasta ahora, y además con un programa que profundiza hasta extremos inauditos las privatizaciones llevadas a cabo por Juan Carlos Navarro en la comuna capitalina.

Las mentiras de Bobby Velásquez

No conocí a David Murcia. Sí lo conocí y me reuní una vez con él en su apartamento del Miramar. En verdad me reuní dos veces con él, una en el Miramar y otra en el hotel Sheraton. La verdad puesta al descubierto es que sí lo conocía y que se había reunido con él al menos en tres ocasiones distintas. ¿De qué hablaron? Todo es un misterio arropado con una manta de mentiras y, lo que es peor, encubiertas por altos miembros del gobierno. La gravedad de estos hechos lo refleja la necesidad de mentir una y otra vez. Lo tenebroso es que pretende ser electo alcalde del distrito capital. Día tras día las declaraciones de los implicados arrojan más elementos comprometedores que ponen en entredicho la naturaleza de las relaciones de Bobby Velásquez con David Murcia.

Ahora bien, ¿que propuestas le oferta Velásquez al pueblo capitalino? ¿Revertirá las políticas privatizadoras impulsadas y ejecutadas por Juan Carlos Navarro? Considérese que el PRD en la alcaldía privatizo las paradas de buses, el cobro de los impuestos municipales y el manejo de Cerro Patacón. Y ahora, con la inconsulta ley de descentralización municipal que impulsa el PRD en la Asamblea, se pretende abrir la vía para la privatización de la salud, el agua y la educación a nivel municipal.

El pacto Varela-Torrijos. ¿Cuál es el miedo?

Al declararse el Tribunal Electoral incompetente para decidir sobre la nacionalidad y ciudadanía de Bosco Ricardo Vallarino, se violaron de manera flagrante y escandalosa mandatos constitucionales y legales. El objetivo: salvar a toda costa la candidatura alcaldicia del ciudadano norteamericano Bosco Ricardo Vallarino. Tanto Varela como Torrijos son conscientes que Bobby Velásquez perdería abrumadoramente las elecciones frente a Miguel Antonio Bernal. De igual forma, la lentitud de las investigaciones sobre el escándalo Velásquez-Murcia favorece objetivamente la continuidad de la candidatura de Velásquez, evitando así la derrota de un Bosco Ricardo Vallarino ante Miguel Antonio Bernal en el caso de ser sólo ellos dos los candidatos.

De lo que se trata, al fin y al cabo, es de evitar a toda costa la llegada de Bernal a la Alcaldía, y de ahí la imperiosa necesidad de tres candidatos. Pero, ¿cuál es el miedo? Tanto Torrijos como Varela entienden perfectamente, y mucho más que otros, que de llegar Miguel Antonio Bernal a la Alcaldía capitalina se inauguraría un gobierno municipal que sería inspiración y ejemplo para el conjunto de la ciudadanía. El gobierno del distrito capital pasaría de manera directa a manos del pueblo capitalino, ya sea por la vía de los cabildos abiertos o de las consultas electorales a los ciudadanos del distrito. También saben que la alcaldía dejaría de ser una estatua de sal ante los abusos y despropósitos del gobierno central, para convertirse en el altavoz de las demandas y aspiraciones ciudadanas, en especial de los más necesitados.

Tampoco se engañan respecto a las políticas presupuestarías que llevaría adelante un Alcalde como Miguel Antonio Bernal: sus prioridades serían la educación, la salud, el deporte, la cultura, la defensa intransigente del equilibrio ecológico, la lucha abierta contra el maltrato intrafamiliar y la defensa intransigente de los derechos humanos y ciudadanos de los habitantes del distrito. Estas son las razones del miedo que los ha llevado al pacto Torrijos-Varela. Aún así, de nada les servirá.

La crisis de la partidocrácia neoliberal se profundiza cada día que pasa, y lo que está a nuestro alcance, de momento, es conquistar un alcalde para todos y todas. Luchemos hasta el último día por ello.

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