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Balance del año 2006

Año VI, No. 135. 8 al 14 de enero de 2007.- 

El año 2006 ha sido de continuidad en la profundización de las políticas neoliberales de apertura de mercados, privatizaciones y flexibilización extrema del sector laboral. No es de extrañar entonces que, mientras el crecimiento económico del país sorprende a muchos por sus elevadas cifras, el empleo informal se haya expandido de forma alarmante y, por otra parte, mueran por desnutrición (hablando en plata, de hambre) más de cuarenta niños en la Comarca Ngöbe Buglé. En Panamá, Colón, Coclé, Herrera, Los Santos y San Miguelito, un porcentaje significativo de niños en edad escolar presenta retardo en su talla como resultado de la desnutrición.

Mientras el gobierno se vanagloria del elevado ritmo de crecimiento económico alcanzado, y de una supuesta reducción del desempleo, se oculta deliberadamente que Panamá sobresale en el Continente como el país con la peor distribución de la riqueza, si exceptuamos a Haití. Tómese en cuenta que el 20% de la población más rica concentra el 63% del ingreso, mientas el 20 de la más pobre sólo alcanza el 1.5% del mismo. De igual manera, las cifras del desempleo se maquillan al ocultar que el 40% de la fuerza laboral ha sido empujada al sector informal, lo que implica carencia de seguridad social, precarización del empleo y condiciones laborales extremas.

¿Cómo se explica esa flagrante y escandalosa contradicción? Ciertamente, somos uno de los países que más riqueza y pobreza generamos. Cada vez más un reducido grupo social se apropia y acumula la mayor parte de la riqueza que generamos entre todos, y cada vez más un amplio y mayoritario sector de la población vive en la pobreza, cuando no en la extrema pobreza. Las políticas públicas responsables de estas terribles cifras constituyen lo que denominamos neoliberalismo.

La imposición del TLC

La renuncia del hoy ex ministro Laurentino Cortizo nos permitió conocer el gran engaño de que era objeto el pueblo panameño, al que se le ocultaba una carta mediante la cual el gobierno renunciaba a las medidas de protección sanitarias de nuestra producción agropecuaria. Hoy, cerradas ya las rondas de negociación de dicho Tratado, el gobierno panameño mantiene en absoluto secreto los términos pactados, alegando que «el texto está siendo traducido». En otras palabras, con desfachatez nos dicen que no existe un texto oficial en español y que el gobierno «negoció» por tanto el futuro del país en idioma inglés, otra vez.

En la medida en que se van filtrando los términos del oprobioso Tratado, se sabe que Martín Torrijos desnacionalizó la mayoría de las profesiones para cuyo ejercicio se exigía la nacionalidad panameña, entregó mediante subterfugios el comercio al por menor, posibilitó que las empresas norteamericanas dedicadas al manejo de fondos de pensiones puedan venir y participar del festín de la privatización de los fondos de pensiones de la seguridad social panameña, y eliminó, entre otras muchas concesiones, todas las barreras de protección sanitaria de nuestra producción agropecuaria. En fin, el gobierno ha entregado el país a la voracidad del capital norteamericano, a cambio de sostén político y de participar como socio pobre de algunos de los meganegocios que para unos pocos abre el TLC. Como siempre, el resultado social será el de más pobreza, más desempleo, menos seguridad y más corrupción. O dicho de otra forma, más neoliberalismo.

El colapso de los servicios públicos

Las políticas públicas neoliberales tienen entre otros objetivos la reducción de los servicios públicos con miras a su privatización y la imposición de «reformas fiscales» orientadas al aumento de las recaudaciones tributarias del Estado. ¿Cómo explicar que mientras en el 2007 el gobierno ingresará mil quinientos millones adicionales, como resultado del aumento de los impuestos y la recaudación fiscal, además de los ingresos provenientes de la ACP, los sistemas de salud, educación y transporte hayan colapsado?

Esta es otra de las flagrantes contradicciones que resultan de la aplicación de las políticas públicas neoliberales.En efecto, el estado ruinoso del sistema educativo, tanto pedagógicamente como en lo que respecta a infraestructuras y contratación de personal, responde a una clara política de reducción de inversiones en el sector público. La politización criminal del sistema de salud y la cada vez más acelerada política privatizadora del sector, han traído como consecuencias las negligencias asesinas que han segado por envenenamiento la vida de muchos más de 50 panameños. Y en cuanto al sistema de transporte público, la corrupción y politización del sector, que factura más de doscientos cincuenta millones al año, están detrás de los 18 muertos calcinados y de las dificultades para transformar radicalmente el actual sistema, sacándolo de la esfera privada para convertirlo de una vez por todas en un servicio público estatal.

Por otra parte, el anunciado nuevo incremento de la tarifa eléctrica tiene como explicación de fondo la pasada privatización del IRHE. Ahora ya no se trata de una empresa estatal que brinda un servicio público. Ahora lo que tenemos son empresas privadas que buscan la máxima ganancia posible en el mercado. De ahí que si algunos sectores no pueden pagar las leoninas tarifas, el gobierno de Martín Torrijos «subsidiará» a dichas empresas privadas con dineros públicos. En otras palabras, en vez de resolver el problema de la generación eléctrica mediante una agresiva política de construcción de hidroeléctricas estatales y la renacionalización de las empresas del sector que fueron privatizadas, el señor Torrijos lo que hace es subsidiar a las empresas eléctricas con treinta y cinco millones que pertenecen pueblo panameño.

Lo que nos espera en el 2007

El 2007 se ha iniciado con el despido de más de 200 funcionarios en el Ministerio de Educación y otros tantos en otras dependencias del Estado. Se trata de las destituciones que son necesarias, y que sumaran miles, para nombrar copartidarios que ayuden al triunfo de la corriente de Martín Torrijos en las próximas elecciones de delegados, y luego, en las primarias, posibiliten la victoria de su candidato, que no es otro que el del continuismo en la riqueza y la impunidad. Y mientras todo ello sucede, ¿continuaremos de observadores de un drama que es el de nosotros mismos?

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