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De mal en peor

Año II, N° 19, 26 de mayo al 1 de junio de 2003

El gobierno arnulfista de Mireya Moscoso alcanzó el poder bajo la consigna de ser «el gobierno de los pobres». Pocos imaginábamos y sabíamos entonces que ejercería el poder para, efectivamente, convertir a todos los pobres en más pobres y a estos últimos en miserables. Con más del 50% de los ciudadanos transformados en pobres, con un desempleo abierto que ronda el 20%, con la crisis generalizada provocada por su gobierno en el sistema educativo y el sistema de salud, con la amenaza cierta y creciente de ver privatizada la Caja de Seguro Social e inundadas las tierras históricas de decenas de miles de familias de la Cuenca del Canal, todo parece indicar que la actual mandataria y sus amigos y amigas abandonarán el poder habiendo honrado fielmente su única promesa cumplida: haber transformado el país en el país de los pobres.

Pero, entusiasmada en su tarea, se ha propuesto ir un poco más allá, pues de pobres a miserables queda muy poco trecho y el gobierno mireyista quiere culminar con broche de oro su tarea: se ha propuesto acabar con la «buena vida» llevada hasta ahora por los jubilados, desempleados y aquéllos que apenas sobreviven con salarios de B/. 700.00 al mes para mantener a su familia, y con ese objetivo nos ha impuesto la Reforma Tributaria.

Como agradecimiento a quienes desde el Sindicato de Industriales de Panamá apoyaron dicha reforma, le nombro Ministra de Desarrollo Agropecuario a la hija del presidente de ese organismo empresarial.

Y es que algún asesor le informo a la Presidenta que los productores agropecuarios aún comían y estaban por encima de la línea de pobreza, por lo que rápidamente había que llevar su «gobierno de los pobres» al campo, agrediendo y atropellando a quienes pretenden vivir de su trabajo, cerrándole para ello el paso a los contrabandistas de arroz y de carne de cerdo, y protestar porque la ayuda financiera a los agricultores sólo les llega a los cultivadores del clientelismo electoral arnulfista.

No en balde un grupo de 65 destacados copartidarios están haciendo una colecta de B/.10.000 por cabeza para regalarle a la Presidenta la mansión de descanso de Punta Mala, para mostrarle así su agradecimiento por lo que ha hecho «por ellos y el país»: enriquecer a unos pocos y empobrecer a la inmensa mayoría. De lo que puede estar segura la Presidenta es que ni ellos ni el país la olvidarán.

Mientras tanto, la totalidad de los candidatos de la oposición medra y se alimenta de los despojos de un gobierno en descomposición, sumido en la vorágine de la corrupción descarada y cínica del último día de Pompeya, del clientelismo abyecto y del escandaloso espectáculo de la «escogencia» del candidato arnulfista mediante los típicos métodos de las mafias políticas de zaguán. ¿Qué proyecto de nación nos ofrecen los que hoy aspiran a sustituir al vergonzoso desgobierno mireyista? Excepto Martinelli, que sin tapujos ni vergüenzas nos ofrece un país carente de Código de Trabajo y de salario mínimo, el resto de los candidatos no hacen otra cosa que lanzar al aire críticas jocosas y e irónicas, a costa del desgobierno mireyista, y prometernos ( ¡ una vez más las promesas!) que en sus futuros gobiernos «corregirán los errores» del mireyismo.

 

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