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El dolor de las víctimas

Año V,  N°132

 16 al 22 de octubre de 2006

Una «empresa de papel» le vendió hace tres años a la Caja de Seguro Social insumos para la fabricación de medicamentos que estaban contaminados por el tóxico dietilenglicol, lo que ha ocasionado hasta el momento 26 pacientes muertos y más de 70 afectados, de los cuales dos decenas al menos están entre la vida y la muerte. Se trata de la mayor catástrofe de salud ocurrida en la historia de nuestro país, si bien no ha sido la primera: recordemos a los sobre radiados del oncológico y a los muertos en las salas de diálisis.

Cabe preguntarse, en esta hora de luto, dolor y justificada rabia, ¿quiénes son los culpables? ¿Cómo pueden comprarse insumos que serán consumidos tres años después? ¿Qué controles se realizaron a dichos insumos, y luego a los medicamentos fabricados con ellos? ¿Cómo una «empresa de papel» puede vender insumos para la fabricación de medicamentos? ¿ Tenían tales insumos sus respectivos registros sanitarios? Demasiadas preguntas sin respuestas satisfactorias.

Más grave aún, la ciudadanía no tiene ninguna confianza en las autoridades de salud que han manejado esta crisis nacional. Sus palabras, las cifras que reportan de muertos y afectados, las explicaciones que ofrecen sobre el cómo se fabricaron y distribuyeron decenas de miles de medicamentos envenenados, no convencen a nadie ni ofrecen tranquilidad o sosiego alguno, y mucho menos consuelo y apoyo moral. ¿Cómo se ha llegado a tal situación?

Mientras todo ello ocurre, el Presidente de la República brilla por su ausencia, procurando que la crisis no afecte su tan elaborado plan de vencer a toda costa en el referéndum del próximo domingo. El Ministro de Salud y el Director General de la CSS se mantienen en sus puestos. En definitiva, aquí no pasa nada. Como si no existieran, además de las penales, responsabilidades políticas ineludibles.

La sombra de la impunidad planea nuevamente sobre un crimen monstruoso. Y, como siempre, todas las víctimas tienen algo en común: todos ellos son pobres.

La crisis del sistema de salud es el resultado de un conjunto de políticas aplicadas sistemáticamente por los distintos gobiernos de la partidocrácia neoliberal. Cada día menos médicos y enfermeras, menos camas hospitalarias, más evasión de la cuota obrero-patronal, más trabajadores sin declarar, más años para jubilarse, jubilaciones más reducidas, menos centros de salud, etc. Es en este contexto que ocurren con mayor frecuencia catástrofes como la actual.

Desde estas páginas no podemos menos que exigir el nombramiento inmediato de una Comisión Investigadora Independiente, que en breve plazo le brinde un informe exhaustivo a la ciudadanía. De igual forma, no puede ser que este crimen quede, como tantos otros, impune penal y políticamente.

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