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LA DECIMA RONDA DEL TLC, OTRA SIMULACION DE LOS SIMULADORES

Año IV, N°111,

13 al 19 de febrero de 2006

Es evidente que han finalizado las supuestas negociaciones que para alcanzar un TLC con los Estados Unidos, llevaba a cabo el actual gobierno panameño. La décima ronda (si es que hay décima ronda), será de puro trámite. Todo, absolutamente todo, indica que el “team” decidió aceptar –para vergüenza de esta generación y las próximas– por un lado, las últimas propuestas de los estadounidenses en los renglones agropecuarios que faltaban (arroz, pollo, azúcar, café, cebolla, papa y cerdo), pese a sus indiscutibles consecuencias devastadoras que ello tendrá para el agro panameño y, por el otro, acatar lo más sustantivo de la carta que virtualmente barre con nuestra legislación fito y zoosanitaria para imponernos, al mejor estilo neocolonial, una legislación norteamericana que cuando se trata de exportaciones al Tercer Mundo, se torna sumamente laxa y flexible.

Así es como debe interpretarse y se interpreta, el viaje a principios de febrero a la capital estadounidense de los ministros Ferrer (Comercio e Industrias) y Lewis Navarro (Relaciones Exteriores); la elocuencia –contrario a su parquedad acostumbrada– de la que ha hecho gala en sus ultimas apariciones públicas el presidente Torrijos, para abogar por un TLC cuyas bondades y conveniencias pocos panameños y panameñas logran atisbar tan diáfanamente como el mandatario; los recientes pronunciamientos de respaldo al TLC que los principales gremios empresariales no ligados al sector agropecuario, han divulgado en páginas enteras pagadas en los principales diarios locales; las conferencias que sobre libre comercio y sus pretendidos beneficios han sido organizadas en las últimas semanas, con la asistencia de “expertos” extranjeros cuidadosamente seleccionados; la difusión sospechosa de un informe preliminar de la FAO que cuestiona el sistema de salud animal y vegetal panameño, en los precisos instantes que los Estados Unidos exige su anulación; el envío de técnicos panameños a los Estados Unidos con el burlesco argumento de que éstos examinarán todas las prácticas y normas que aplica la sanidad alimentaria estadounidense, para dictaminar si las mismas son absolutamente confiables y seguras. Después de esto solo es necesario simular que se negocia y que algunos temas siguen pendientes, cuando en el fondo todo lo concerniente a la tratativa librecambista que el gobierno estadounidense y su capital transnacional perseguía con nuestro país, este completamente cerrada.

Desde finales del mes de abril del 2004, las presuntas negociaciones para un tratado de libre comercio con los Estados Unidos se han venido desenvolviendo en una sucesión de rondas, donde los representantes panameños se han acostumbrado a simular que negocian con sus pares estadounidenses. Naturalmente que los nuestros reciben órdenes de sus superiores, de simular que negocian, y que además, lo hacen en beneficio del país. La maestría en el arte de la simulación junto a una proclividad marcada por la claudicación, es lo que les ha permitido a los gobernantes actuales culminar, casi sin tropiezos, la mayor entrega –después de 1903– de la soberanía nacional y de sus recursos naturales, al control político-militar del imperio y a la voracidad de sus transnacionales. Aquí la simulación ha sido su protección y su carta de “triunfo”. Para ellos, renunciar a firmar un TLC con los Estados Unidos es como renunciar a la vida misma.

Por eso no importa que los estadounidenses exijan adherirnos a más de diez tratados internacionales sobre Propiedad Intelectual y que mantengan con relación a este tema un fuerte carácter proteccionista. No importa que tengamos que someternos al injusto e inhumano sistema de patentes estadounidenses que abarca todo lo vivo y que las mismas terminen gozando en nuestro territorio de una vigencia superior a los 20 años. No importa que las versiones genéricas de algún medicamento, sólo se puedan adquirir cinco años después de que caduque la patente. No importa que cualquier decisión política o pública del Estado panameño, tenga primero que considerar de modo muy cuidadoso, la letra y el espíritu del TLC. Y es que al final lo que les importa a los que tienen una visión muy parapléjica del mundo, es que prevalezca la lógica mercantil tanto para las mercancías, recursos naturales y seres vivos.

Sin dudas, ha llegado la hora de derrotar al TLC y con ello, derrotar lo que queda en nuestro país de fantasía neoliberal. Ha llegado la hora de que las organizaciones populares nos despojemos de falsos protagonismos y perjudiciales ilusiones vanguardistas, de las cuales todos, en algún momento y en mayor o menor grado hemos padecido, para entregarnos a desarrollar con urgencia una estrategia eficaz que liquide al TLC, en todos sus planos. De lo que se trata es de vencerlo no sólo en el plano de las movilizaciones, sino también en el plano interpretativo. Es necesario diseñar cuanto antes una estrategia jurídica contra el TLC. Es necesario vencer a los que simulan y siguen simulando que trabajan en beneficio de la Nación y no cesan de hacerlo en provecho propio, de los grandes empresarios locales y las transnacionales. Es necesario en definitiva, arrostrar el desafío colosal que el TLC nos ha impuesto. Sépase que se cuenta con Camino Alternativo para participar junto a todos y todas, en el logro de esta enaltecedora misión.

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