’O corno’, el genuino dolor del parto y el placer del sexo femenino llegan al cine
- La directora Jaione Camborda y, a su derecha, la productora Andrea Vázquez, al recoger la Concha de Oro en San Sebastián. — Ulises Gutiérrez
MADRID 09/10/2023 BEGOÑA PIÑA Público
Jaione Camborda hace historia con O corno, retrato de la persecución milenaria a las mujeres y del control sobre su cuerpo y reivindicación del derecho al aborto. Primera mujer ganadora de la Concha de Oro en 71 años de historia del Festival de San Sebastián y primera película en gallego a competición.
Ha sido la primera cineasta española en ganar la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, ¡la primera en 71 años de historia del certamen! Y lo ha conseguido con la primera película que compite en sección oficial en gallego, O Corno.
Las cosas están cambiando. "El cine como arte siempre es punta de lanza", dice esta directora que, por cuarto año consecutivo, pone rostro femenino al palmarés donostiarra.
Arropada por dos mujeres productoras, Andrea Vázquez y María Zamora, la cineasta removió el festival con su película, historia de la milenaria persecución sufrida por las mujeres, fugitivas intentando escapar del control sobre sus cuerpos. Relato de dolor y de placer, de vida y de muerte, O Corno es un cuento de sororidad, una revelación casi física del dolor del parto —en la proyección oficial tres espectadores se desmayaron en el cine— y del placer del sexo, y una firme reivindicación del derecho al aborto.
Vídeo: O Corno, de Jaione Camborda Tráiler Estreno en cines el 11 de octubre
Protagonizada por la bailarina Janet Novás, la película está ambientada en A Illa de Arousa en 1971, donde María se gana la vida mariscando, aunque en el pueblo se la conoce por la dedicación con que asiste a otras mujeres en el parto. Tras ayudar a una joven a abortar, tiene que huir y decide cruzar la frontera con Portugal por una de sus rutas de contrabando.
La película muestra la herencia del dolor y del placer escrita desde hace milenios en el cuerpo de la mujer. ¿De dónde surge el impulso para hacer esta película?
El germen es la necesidad de explorar la capacidad de la mujer de dar vida, esa parte como de la naturaleza. Y en esa exploración investigué a través de archivos, pero también a través de testimonios con otras mujeres y con personas de la época, especialmente mujeres, en este caso sobre el parto. En esa exploración empecé a entender esta necesidad de la sororidad.
Y, bueno, me parecía importante también ese paralelismo que se da entre el parto y la pérdida, donde se mezclan emociones muy profundas. No son exclusivamente placer, no son exclusivamente dolor, es algo que se mezcla con una intensidad más ambigua.
Destaca en la película el retrato físico de los cuerpos, del sexo, del parto… Propongo experiencias con un tempo y alargadas en el tiempo, y buscando ese paralelismo, esos espejos, esa conexión con lo más profundo, y las sensaciones de las emociones, y esa parte animal, esa parte mamífera de la mujer.
En la proyección en San Sebastián, durante la escena del parto, se desmayaron tres personas. ¿Qué sintió ante esta reacción?
Todavía lo estoy analizando porque me pareció fuerte que fueran tres personas. Al final es una escena muy inmersiva y en la que hay mucho fuera de campo, que siempre activa el imaginario. Y en ese imaginario puede ser que hubiera gente que tuviera más aversión, ¿no?
La película es una historia de la persecución histórica a la mujer y al cuerpo de la mujer. ¿Era inevitable convertirla en una ’road movie’, relato de una fugitiva?
Es la historia de una fugitiva que es la historia de la mujer, exactamente. La película también propone fronteras, fronteras que son políticas que no son reales, no son culturales, no son vitales, son puramente impuestas y hacen que la gente se juegue la vida.
Hay una frontera en la historia entre dos países en el que hablan idiomas que se entienden perfectamente. Pero la frontera en realidad es algo que recorre toda la película. Está eso que impone el Estado, pero hay otras fronteras.
La película intenta dialogar con la actualidad, aunque estemos en 1971, hay algo que también puede acechar el hoy en día, ese estar en la clandestinidad de la mujer para poder encontrar un mínimo de libertad. Y en ese diálogo con la actualidad es importante cómo esas mujeres tuvieron que ayudarse para poder sobrevivir, huir de ese control sobre sus cuerpos.
- Janet Novás es la protagonista de la película. — Elástica Films
Ha mencionado el contexto histórico, pero no lo subraya en la película, ¿por qué?
Era importante también que no se perdiera de vista la parte más humana existencial de la propuesta, que no se tornara exclusivamente política o que lo político entrara en una dialéctica más racional. Quería que esa parte existencial fuera la que estuviera con más fuerza. Pero para mí era importante también el retrato de esta época de prohibición, de manera no explícita, sino en modo de clandestinidad, de prohibición, de oscuridad, de susurros…
¿Es otra forma de establecer el vínculo de hoy?
Sí, al hacerla menos explícita potenciaba el vínculo con el presente. Esta oscuridad puede estar ahora. En la película intento, a través de muchos recursos estilísticos, que el espectador tenga un diálogo con lo actual, que no sienta la distancia de una película de época.
Y es importante, porque hoy en día es todavía necesario recordar lo que teníamos que hacer para poder tener decisión sobre nosotras. Ahora se está dando voz y altavoz a ideas realmente retrógradas sobre este tema y es peligroso.
Esta película está producida por mujeres, Andrea Vázquez y María Zamora, ¿eso le ha dado libertad para tratar este tema como lo ha hecho?
Sí, me he sentido como muy libre y apoyada por ellas. Hemos tenido clara la necesidad de tratar este tema.
Es la primera película en gallego, una lengua cooficial, en competición oficial en este festival, ¿no debería esto estar más normalizado?
Yo creo que el cine como arte siempre es punta de lanza y lleva tiempo ya normalizando esa pluralidad de idiomas. Se está haciendo un cine en Galicia, en el País Vasco y en Catalunya muy potente, que se está valorando mucho en el exterior y se está apostando por eso.
Película sobre la sororidad, sobre las mujeres, que son las que cuentan la historia. ¿Cuál es la importancia de los personajes masculinos en la película?
Claramente quería poner en el centro de la historia a la mujer. La temática tiene que ver con ella especialmente y tangencialmente también con los hombres. Para mí era importante que la figura del hombre fuera justa, no quería aplanarla, pero es verdad que está tangencialmente en la película.
- Una secuencia de ’O Corno’. — Elástica Films
La actriz protagonista, Janet Novás, es una bailarina, ¿por qué tomó esta decisión?
En el casting invité a actrices profesionales y a personas no entrenadas y, entre ellas, a varias bailarinas. A Janet Novás la tenía bastante fichada, conocía su trabajo, la había visto en escena y me parecía que ahí había una fuerza especial que le iba al personaje.
Además, ella viene de una zona rural en Galicia, de hecho bastante cerca de la frontera con Portugal, y su familia es trabajadora del campo, que ella conoce perfectamente. Ha cogido mucha inspiración de esas mujeres y también me pareció que tenía un potencial de tránsito emocional, de generar ese arco dramático que necesitaba el personaje.
La conexión de la mujer con la naturaleza, ¿tiene que ver con el ciclo de la vida, de la mujer y de la vida natural?
Sí. La clave de lo que es la procreación somos nosotras, obviamente sin sacar de la ecuación al hombre. Pero nosotras tenemos la capacidad de dar vida y me parece importante esta idea de recordarnos como animales. El parto, posiblemente, es uno de esos momentos que conecta inevitablemente a la mujer con esto, con el recuerdo de ser un animal… Es algo que yo creo que el asfalto nos ha hecho como olvidar o incluso rechazar.
Hablando de asfalto, el tiempo de la película es otro, ¿otra reivindicación más?
Esta propuesta de tempo también tiene que ver con lo político, una llamada a respirar, contra la rapidez en la que estamos sumergidos. Apela un poco a ese nuevo tempo, a ese escuchar más, no generar tanto ruido. Y sí, también es una manera de ver el mundo.
¿La película se puede ver también como una celebración de la vida y de la muerte, de ésta como parte de la vida?
Sí, sí. Eros y Thanatos como algo totalmente dentro del círculo y del ciclo. Y esa intención de celebrar toda esa vida, la manera de vivir, la búsqueda de placer… Para mí era importante comenzar y terminar con vida la película.
Y también mostrar a una mujer que disfrute del sexo, que disfrute del baile, que sea celebrativa. Era importante una celebración porque la película transita lugares duros y oscuros, pero también necesitaba celebrar la vida.