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"Si ka badu, ka ta biradu": la historia de sororidad de las migrantes caboverdianas en Galicia

Domingo 18 de diciembre de 2022

Un documental cuenta cómo las mujeres emigradas a Burela, en Lugo, establecieron una cadena global de cuidados mutuos para garantizar la supervivencia de sus familias a los dos lados de la corriente migratoria.

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Fotograma de ’Si ka badu, ka ta biradu’.

A CORUÑA 17/12/2022 JUAN OLIVER Público

Gracilinda y Ernestina son hermanas pero viven a 3.400 kilómetros de distancia. Los que separan la isla de Santiago, en Cabo Verde, de la localidad de Burela, en la costa de Lugo. Gracilinda, la mayor, nunca emigró porque no quería dejar a sus hijos. Ernestina sí se marchó, pero asegura que en cuanto tenga veinte años cotizados a la Seguridad Social en España, volverá con los suyos.

Gracilinda y Ernestina en realidad no se llaman así, pero sus nombres no son inventados. Son sus "nomimhos", una costumbre típica de Cabo Verde: da igual lo que ponga en tu partida de nacimiento o en tu cédula de identidad, tu "nominho" es el único apelativo por el que te conocen tu familia, tus amigos, tus vecinos.

Gracilinda y Ernestina, junto a otra docena de mujeres, son las protagonistas del documental Si ka badu, ka ta biradu -Si no te marchas no puedes volver, en creoulo caboverdiano-, dirigida por Sonia Díaz y Óscar Vázquez y que la Asociación Galega de Comunicación para o Cambio Social (Agareso-Reporteiros Galegos Solidarios) acaba de estrenar.

A través de los relatos de una docena de mujeres de cuatro generaciones, la cinta narra cómo tejieron durante décadas la red de apoyo mutuo y solidaridad entre ellas para garantizar la supervivencia de sus familias, tanto de las que se marcharon como de las que se quedaron. Una historia de heroínas anónimas, de empoderamiento femenino y, también, de discriminación y de injusticia: la que sufren las mujeres pobres de dos sociedades, en Cabo Verde y en Galicia, que les entregan en exclusiva a ellas el rol de cuidar de los demás.

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Fotograma de "Si ka badu, ka ta biradu". — Agareso

"La comunidad caboverdiana en Burela tiene una particularidad muy específica, y es que las mujeres se quedaban solas buena parte del tiempo", explica la antropóloga Luzia Oca. Es autora del libro Caboverdianas en Burela (1978-2008). Migración, relacións de xénero e intervención social, y forma parte, junto a Antía Pérez Caramés, Belén Fernández Suárez, Keina Espiñeira González e Iria Vázquez, del Equipo de Investigación Sociedades en Movemento (ESOMI) de la Universidade de A Coruña, en cuya investigación académica, en la que también participaron las universidades de Vigo y de Trás-os-Montes e Alto Douro, en la región Norte de Portugal, se basa el documental.

Burela es una pequeña localidad costera de 9.000 habitantes en la comarca de A Mariña Central lucense, con uno de los puertos pesqueros más importantes del Cantábrico. El empleo vinculado a su flota de altura ha atraído durante años a emigrantes del resto del Estado y de otros países, hasta el punto de que el 16% de los vecinos de la localidad son extranjeros. Curiosamente, de la treintena de nacionalidades empadronadas en Burela, la comunidad más numerosa, casi la mitad, es la que proviene de la más pequeña de todas ellas.

La República de Cabo Verde son diez islas volcánicas situadas frente a Senegal a unos 1.500 kilómetros al suroeste de Canarias. El archipiélago fue colonizado por el Imperio Portugués y poblado con esclavos negros, cuyos descendientes se independizaron de Lisboa en 1975. Es un país pobre, con una renta media por persona por debajo de la de Irak, Bolivia o Uzbekistán. También está entre los de mayor incidencia migratoria del mundo, porque tiene apenas medio millón de habitantes de los que más de 186.000, según la ONU, se han marchado. Si se suman los descendientes de quienes lo abandonaron en los últimos cincuenta años, algunas fuentes hablan de una diáspora que multiplicaría por tres a la población que vive las islas

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Fotograma de "Si ka badu, ka ta biradu". — Agareso

Los primeros caboverdianos que llegaron a Burela eran hombres que emigraron a finales de la década de los setenta, atraídos por las oportunidades laborales que ofrecía la planta de una fábrica de aluminio cercana que acababa de abrir, y que había dejado sin mano de obra a la flota pesquera. Con fama de marineros formados y de buenos trabajadores, los patrones gallegos en seguida animaron a aquellos pescadores africanos para que trajeran a sus parientes al pueblo.

Durante años Burela se fue llenando de caboverdianos varones que dejaron a sus madres, mujeres e hijas a cargo de sus familias en la isla de Santiago, y que pudieron encontrar la salida profesional y vital que su país les negaba. Sin embargo, con las mujeres no sucedió lo mismo. Cuando algunos hombres pudieron reagrupar a sus familias en Galicia, lo que ellas se encontraron fue lo mismo: la obligación de asumir su cuidado, puesto que los hombres se pasaban meses seguidos pescando en el mar. Además, la mayoría estaban en situación irregular. Al contrario que ellos, ellas llegaban sin contrato, y si buscaban un trabajo lo único que encontraban era de nuevo en la limpieza o en la atención a niños, personas mayores, dependientes… O ambas cosas.

"Es una extensión trasnacional de los cuidados", subraya Antía Pérez Caramés, profesora de Sociología de la Universidade de A Coruña, que explica que las mujeres se convirtieron en el eje de la estructura de la comunidad emigrada que permitió a sus familias asentarse y prosperar, y garantizar a la vez la supervivencia de quienes se quedaron. "Cuando nosotras emigramos, lo hacemos obligadas a gestionar quién va a cuidar de nuestra familia en nuestro país de origen, y a la vez cuidar nosotras a los demás en el país de destino", añade.

El documental relata cómo las caboverdianas de las primeras generaciones de emigradas a Burela cuidaban a niños ajenos y parientes mayores de otras mujeres, mientras los suyos quedaban al cargo de sus hermanas, madres o hijas en la isla de Santiago. Y cómo sus nietas y bisnietas, nacidas y criadas en Galicia, compaginan su vida laboral con el cuidado de sus familias, se declaran ahora dispuestas a dejar sus estudios o sus empleos en Burela si tuvieran que cuidar de sus madres y abuelas.

Vídeo: Si ka badu ka ta biradu

La cinta cuenta cómo las mujeres envían a Cabo Verde buena parte de los pocos ahorros que pueden juntar porque saben que son imprescindibles para la subsistencia de los suyos -las remesas de los emigrantes, según asegura el documental, representan el 10% del PIB de Cabo Verde-. También narra cómo pusieron en marcha entre Galicia y las islas un trasiego constante de "encomendas": maletas, cajas de cartón y bidones de plástico con ropa, menaje, medicinas, bienes de aseo y utensilios de cocina que viajan de Burela a Santiago, y modestos pero reparadores regalos y recuerdos que se envían de vuelta desde la isla hacia la costa gallega.

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Cartel promociona.l del documental. — Agareso

"Cuando recibes una ’encomenda’ matas la morriña un poco. Ese intercambio es una forma de abrazarnos ", dice Bentinha, una de las mujeres. Bentinha, Gracilinda, Ernestina, Funha, Zuleika, Quinta, Dezidéria, Isa, Melanie, Belita, Siza, Teresa, Joia, Bilita, Nila… Son los "nominhos" de esas heroínas cuyas vidas, delineadas por la emigración y por la discriminación, se recogen en el documental.

La codirectora de Si ka badu, ka ta biradu, Sonia Díaz, asegura que la filosofía de Agareso, una ONG para el desarrollo, es "contar historias que nadie cuenta y que las cuenten sus protagonistas", es decir ellas. Y niega que la historia heroica de esas mujeres sea exclusiva de la emigración caboverdiana: "No estamos acostumbrados a ver la emigración con una mirada femenina, de ahí que la historia pueda parecer excepcional. En realidad, lo excepcional es la mirada con la que se cuenta esa historia".

Si ka badu, ka ta biradu se estrenó el pasado 3 de diciembre en el festival Cinema Rabudo de A Coruña, y este domingo, Día Internacional de la Población Migrante, se proyectará a las 18h en la Casa da Cultura de Burela. Después, la organización pondrá la cinta a disposición "de cualquier persona o colectivo que quiera proyectarla en actividades sobre la relevancia de los cuidados para el bienestar social y la contribución de las mujeres migrantes al desarrollo de sus países de origen y destino".

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