Las elecciones en Argelia
Sacudir el caleidoscopio
argelino
Hugh Roberts
Al-Ahram Weekly Online, núm. 588, semana del 30 de mayo-5 de junio
de 2002.
Traducción: Beatriz Morales
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 13 de junio de 2002
Los resultados de las elecciones
parlamentarias argelinas del pasado 30 de mayo han demostrado
que las reglas del juego controlado por el Estado no han cambiado
Los resultados de las elecciones legislativas argelinas del
30 de mayo ponen de manifiesto tres características principales.
En primer lugar, la victoria del Frente de Liberación
Nacional (FLN), que obtiene una escasa mayoría absoluta
con 199 de los 389 escaños de la nueva Asamblea Nacional
[Parlamento]. En segundo lugar, la presencia islamista en la
Asamblea ha caído un quinto y se ha modificado la jerarquía
de los tres partidos islamistas: el Movimiento para la Reforma
Nacional (MRN), de Abdullah Djaballah, ha superado al Movimiento
de la Sociedad por la Paz (MSP), de Mahfoud Nahnah; y el Movimiento
Nahda, de Lahbib Asami, prácticamente ha sido eliminado.
Por último, con el boicot a las elecciones por parte de
los partidos beréberes de la Kabilia, el liderazgo de
la tendencia "democrática laica" ha pasado al
[troskista] Partido de los Trabajadores (PT), dirigido por Luoisa
Hanoune.
Sin embargo, los comentarios de los medios de comunicación
occidentales se han centrado en el aspecto negativo de las elecciones.
Aparte de un evasivo comentario por parte del Departamento de
Estado [estadounidense] dando la bienvenida a las elecciones,
la opinión más generalizada de los medios de comunicación
internacionales es que las elecciones han desacreditado a las
autoridades argelinas. Con un número de votantes ligeramente
superior al 46% -el más bajo desde la Independencia- y
una participación prácticamente nula en la Kabilia,
el régimen ha obtenido poco crédito del acontecimiento.
Pero es posible que las autoridades sean indiferentes a los
comentarios exteriores. El gobierno se ha asegurado un Acuerdo
de Asociación con la Unión Europea; el ejército
disfruta de unas prósperas relaciones con sus homólogos
de EEUU y con otros muchos países, así como con
la OTAN, mientras que Francia y otros socios económicos
están más interesados en aprovechar las oportunidades
económicas que en evaluar los aspectos políticos.
Estas circunstancias ha dado vía libre al régimen
para manejar las elecciones a su antojo y éste tiene motivos
para estar satisfecho con los resultados, resultados que en buena
parte él ha estado urdiendo.
Los detractores consideran que las elecciones en Argelia
no son una verdaderas elecciones porque los resultados fundamentales
son determinados de antemano por el mismo régimen. El
pueblo vota, pero no elige a sus representantes. Los votos del
electorado son tratados por el régimen como materia prima,
que si es necesario se refina antes de que se publiquen los resultados.
El principio operativo es que los gobernantes deciden quien debe
representar al pueblo y el pueblo ratifica su elección.
Por lo tanto, para comprender la trascendencia de las consecuencias,
tenemos que entender la lógica que subyace a los cálculos
del régimen.
La lógica del régimen
El pluralismo desarrollado en Argelia desde1989 ha sido más
ideológico que político. Los partidos se basan
más en competitivas visiones del mundo que en competitivos
programas de gobierno. Las divisiones ideológicas han
sido la premisa principal de la violencia que ha asolado al país
durante la última década, pero para el régimen
han supuesto la ventaja de que ninguno de los partidos que han
ido surgiendo ha propuesto nunca un programa político
serio -diferente de los esquemas institucionales y de las visiones
utópicas- y así, ninguno de ellos ha sido capaz
de hacerse pasar por un gobierno alternativo convincente.
Desde que organizó la vuelta a la política electoral
en 1997, el régimen se ha asegurado de que las principales
tendencias ideológicas (nacionalistas, islamistas y demócratas
laicos) estén representados todos en la Asamblea Nacional
e idealmente en el gobierno. Al mismo tiempo, el régimen
estaba decidido a evitar que ningún partido político
adquiriera demasiado peso y, en consecuencia, dispuso que cada
tendencia estuviera representado por al menos dos partidos. Así,
hay dos partidos nacionalistas, el FLN y la Unión
Democrática Nacional (RND, en francés); tres partidos
islamistas (MSP, MRN y MN); dos partidos de los beréberes
de la Kabilia (el Frente de Fuerzas Socialistas -FFS- y la Unión
para la Cultura y la Democracia -RCD) y dos partidos de izquierda
(el PT y el pequeño aunque antes influyente Movimiento
Democrático y Social -MDS). Dado que el MDS es irrelevante
en la esfera electoral, tenemos tres partidos que representan
versiones alternativas de una visión a grandes rasgos
democrática laica (FFS, RCD y PT).
Como los partidos de cada categoría son más
rivales que aliados, las posibilidades que tiene el régimen
para explotar sus rivalidades son inmensas. Al mismo tiempo,
éste ha sido capaz de tener en cuenta los cambios en la
opinión pública orquestando a intervalos regulares
cambios en la suerte electoral de los distintos rivales. La forma
que tiene el régimen de manipular a los partidos afecta
a su posición pública; los partidos que aceptan
la cooptación del régimen, a la larga tienden a
desacreditarse ante el electorado. Entonces dejan de ser útiles
para el régimen y se hace necesario arreglárselas
para que sean reemplazarlos.
Esto es precisamente lo que ha ocurrido. Las autoridades han
sacudido con fuerza el caleidoscopio de los partidos de Argelia
y ha surgido una nueva configuración. Sin embargo, a diferencia
de un caleidoscopio real, la nueva configuración no sólo
estaba prevista sino que era intencionada por parte de gobernantes.
Esto proporciona, pues, una guía de sus propósitos
de mayor alcance.
El FLN se beneficia del fracaso del RND. En junio de 1997
el éxito del RND, que obtuvo un primer lugar con 155 escaños,
se basaba en la premisa de que el régimen necesitaba controlarla
Asamblea Nacional, y la premisa de que el FLN, aún desacreditado
por su vinculación al pasado, no lo haría. En consecuencia,
el régimen creó el RND y organizó su victoria
. Como el RND era ampliamente considerado como una invención
del Estado, sin legitimidad histórica alguna y que no
representaba más que a la administración, su victoria
requirió un fraude sistemático y esto adquirió
unas proporciones escandalosas en las elecciones municipales
de octubre de 1997.
El liderazgo tecnocrático del RND funcionó bastante
bien en el gobierno a nivel nacional, por lo menos imponiendo
las draconianas fórmulas de ajuste estructural. Pero no
hizo mucho por su popularidad y ha sido un desastre en el gobierno
local , como lo han estado demostrado durante el pasado año
los numerosos disturbios locales por todo el país. Y así
la idea de restituir al FLN a su antiguo lugar de honor ganó
terreno con los gobernantes.
Esta idea ha encajado con las preferencias personales del
presidente Bouteflika y ya había sido aceptado tácitamente
cuando Ali Benflis, un miembro de la directiva del FLN, fue nombrado
primer ministro en agosto de 2000. En realidad, el FLN había
vuelto discretamente al poder ejecutivo mucho antes de las elecciones
de la semana pasada. Aunque se expulsa al RND en activo (reducido
ahora a sólo 47 escaños) realmente se ha ratificado
al FLN en activo.
Una lógica diferente explica el éxito del MRN
de Abdullah Djaballah (43 escaños) y del PT de Louisa
Hanoune (21 escaños). Djaballah, figura fundamental del
islamismo en Argelia desde los ochenta, fundó su propio
partido, el Movimiento Nahda en 1990, pero después de
su éxito en 1997 al obtener 34 escaños, perdió
el control del MN frente a una facción rival encabezada
por Lahbib Adami que quería formar parte del gobierno,
y Djaballah abandonó el MN para fundar el MNR en 1999.
Mientras que siguiendo el juego al régimen el MN de Adami
ha obtenido pocos resultados, Djaballah ha preservado su credibilidad
en la oposición, y el régimen ha decidido claramente
reconocer su posición permitiendo al MRN obtener unos
resultados excelentes, mientras que el MN, reducido a un solo
escaño, ha sido destruido efectivamente.
Mientras tanto, se ha permitido que el MRN asuma el liderazgo
de los partidos islamistas, ya que el MSP de Nahnah ha pasado
de 69 a 38 escaños, un resultado que indudablemente refleja
el deterioro del prestigio público de Nahnah y por tanto
la utilidad cada vez menor del apoyo de su partido desde el punto
de vista del régimen.
Respecto a Hanoune, desde que el PT obtuvo cuatro escaños
en 1997, también ella se ha creado la reputación
de personaje político con principios. Campeona de la solución
política al problema de la violencia y enérgica
detractora de la política económica de derechas
del régimen, Hanoune ha llegado claramente a las fibras
sensibles de la audiencia popular. Con todo, los 21 escaños
del PT son una sorpresa y posiblemente se explique por la estrategia
del régimen respecto a los problemas sin resolver de la
violencia islamista por un lado y de la revuelta kabilia por
otro.
Igual que Djaballah, Hanoune firmó la Plataforma de
Roma que en enero de 1995 redactaron los principales partidos
de la oposición haciendo un llamamiento a una solución
negociada a la crisis desencadenada por la supresión del
FIS por parte del régimen y la subsiguiente rebelión
islámica. Desde que fue elegido el 1999 el presidente
Bouteflika ha señalado que quiere acabar con la violencia
por medio de su propia versión de la "reconciliación
nacional", pero que no tolerará rivales en ello.
Su negativa hace dos años a legalizar el Partido Wafa
del ex-ministro de asuntos exteriores, Ahmed Takeb Ibrahimi,
estaba claramente motivada por esta actitud. Esto ha permitido
que el FFS de Hocine Aït Ahmed, arquitecto de la Plataforma
de Roma" e implacable opositor al régimen, sea tenido
en cuenta.
El FFS boicoteó las elecciones por deferencia a la
opinión popular kabilia que se ha ido alejando masivamente
del régimen desde que hace trece meses las provocaciones
de la gendarmería encendieron por primera vez las revueltas
en la región. Sin embargo, los manifestantes fueron más
allá del boicot e impidieron que tuvieran lugar las votaciones
de modo que el número de votantes apenas llegó
al dos por ciento y los resultados oficiales, que daban la mayoría
de los escaños al FLN, carecen de toda legitimidad. De
hacerse unas elecciones limpias en la Kabilia, el FFS podría
obtener buenos resultados. Pero no puede esperara mejorar sus
resultados del 1997, cuando obtuvo 20 escaños. En otras
palabras, igual que a Djaballah se le ha otorgado el papel dirigente
entre los islamistas, a Hanoune se le ha otorgado el liderazgo
de los críticos democráticos al régimen
a expensas de Aït Ahmed.
En términos generales, el presidente Bouteflika debería
estar contento con la nueva Asamblea, a la que por lo tanto es
posible que se le permita desempeñar un papel ligeramente
más importante en el esquema de los hechos. Pero este
esquema no tiene nada que ver con la democracia y esta es la
razón principal por la que la mayoría de los argelinos
no han votado. Porque mientras la Asamblea siga siendo débil
seguirán vigentes las premisas de la falta de responsabilidad
el régimen y con ello las razones para la continua crisis
de la relación Estado-sociedad, haya acabado la rebelión
islamista o no.

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