Las reformas económicas del FMI
y Banco Mundial agudizarán la crisis económica
argelina y condenarán al país a convertirse en
una 'república petrolera'
Ajuste estructural en Argelia
Un diagnóstico equivocado para una difícil reforma
Aurèlia Mañé Estrada
Profesora del Departamento de Política
Económica y Estructura Económica Mundial de la
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la
Universidad de Barcelona (UA). En 1997 ha presentado su Tesis
Doctoral El uso de la economía como instrumento de
legitimación política en Argelia .El título
original con el que este texto ha sido remitido a Nación
Árabe es "La difícil reforma argelina:
reflexiones acerca del Plan de Ajuste Estructural".
El verdadero objetivo
del llamado "modelo de desarrollo argelino" (1965-1989)
no fue alcanzar el desarrollo económico del país,
sino legitimar la posición de aquellos que 'ocupan' el
Estado argelino. Ello tuvo como resultado la creación
de una economía rentista que ahora se pretende reformar
con un Programa de Ajuste Estructural avalado por el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial. El diseño de este programa
es similar al que se ha aplicado a las economías planificadas
y centralizadas del desaparecido bloque de la Europa del Este.
La aplicación de unas reformas económicas basadas
en la analogía entre ambos sistemas, al no tener en cuenta
la característica de rentista de la economía argelina,
solo puede llevar a este país hacia una mayor crisis económica
y condenar a una economía que parecía un modelo
de éxito en los años 60 y 70 a convertirse en
una "república petrolera".
Sin entrar ahora en detalles se puede decir que, desde mediados
de los años sesenta, el modelo de desarrollo argelino
propugnaba la creación de una economía independiente,
articulada y autocentrada, a partir de una política de
gasto de los ingresos obtenidos por la venta del petróleo
en el mercado internacional. Éstos se destinaron básicamente
a la edificación masiva y acelerada de unas industrias
de base (siderurgia, construcción mecánica y eléctrica,
etc.) y de un importante sector de los hidrocarburos de propiedad
estatal, de los que se esperaba la generación de unos
efectos de arrastre hacia adelante y atrás que incidirían
en la diversificación del tejido económico, en
el aumento del nivel de vida de la población y en el desarrollo
de la sociedad argelina.
La legitimación del poder
Sin embargo, las necesidades de legitimación del poder
argelino ocasionaron que el objetivo último de esta estrategia
no fuera realmente el desarrollo económico, sino consolidar
su posición política en la cúpula del Estado
(*1); es decir, según la definición de Eisenstad
(*2), el Gobierno argelino se rige por la lógica neopatrimonial,
ya que percibe la economía como un recurso político
para mantenerse en el poder el máximo tiempo posible.
Ello ocasionó que, en última instancia, fuera más
importante lograr el bienestar material de la población
que la forma en que éste se lograba, lo que convirtió
la estrategia de desarrollo en una política de distribución
de la renta del petróleo, empleada para lograr apoyos
o para evitar cualquier conato de oposición.
El instrumento para distribuir esta renta fueron los planes de
desarrollo, que se limitaron a ser una autorización de
inversiones en función de la evolución del precio
del petróleo en el mercado internacional. Las prioridades
sectoriales de estos planes reflejan que la mayoría de
recursos -como media entre 1970 y 1986 se le destinó en
concepto de formación bruta de capital fijo el 49.33%
del PIB (Producto Interior Bruto) (*3)- se destinaron a la compra
en el extranjero de unas industrias producto en mano y
que no se prestó ninguna atención a la creación
de un entorno en el que se pudieran desarrollar las capacidades
de producción locales: infraestructuras, capital humano,
actividades receptoras o generadoras de efectos de arrastre,
etc. Ello fue la causa de que las industrias argelinas nunca
funcionaran correctamente ni fueran capaces de satisfacer una
creciente demanda interna. Las rigideces de la oferta interna
y las penurias que éstas ocasionaron en el mercado llevaron
a los dirigentes argelinos a otorgar monopolios de importación
sectoriales a las grandes sociedades nacionales industriales
para que pudieran adquirir en el extranjero todo aquello que
no podían conseguir en el propio país, con la consiguiente
transformación de la actividad de las grandes empresas
industriales argelinas, que pasaron de ser unidades de producción
a ser unidades de distribución. Estas podían obtener
mayores beneficios revendiendo en el mercado local los bienes
importados que realizando ellas mismas el proceso de producción.
Por ejemplo, en una de las grandes sociedades nacionales argelinas,
la SONACOME, la venta directa, sin transformación previa,
de bienes importados representaba el 125% de la del output
producido por esta sociedad (*4).
De esta forma, la política de industrialización
argelina tuvo como resultado: a) un incremento del nivel de vida
de la población, debido a la creciente salarización
que supuso este modelo; b) la no diversificación de la
economía, porque la mayoría de inversiones se destinó
a un único sector productivo que, ante la ausencia de
un entorno favorable para desarrollar su actividad, no ha podido
evolucionar ni difundir sus efectos de arrastre; c) un aumento
imparable de las importaciones y, con ello, el aumento de la
dependencia del país del sector de los hidrocarburos;
y, consecuencia de ello, d) las empresas que gozaban del monopolio
de importación, en vez de ser unidades de producción,
se convirtieron en unidades de distribución que vendían
a precios subvencionados los bienes adquiridos en el extranjero
a un sector privado que jamás fue ni legislado ni controlado
por las autoridades (*5).
Así, paradójicamente, el mayor beneficiario
de la política de industrialización estatalizada,
planificada y centralizada fue el sector privado, que ha "realizado
tasas de beneficio prodigiosas" (*6) que contrastan con
los pobres resultados del sector público. Como acertadamente
escribe Benachenou (*7), "el desarrollo sin control del
sector privado repercute sobre los ingresos de las empresas públicas,
porque no es muy difícil observar que parte del déficit
que sufre el sector público se deben a la ventas que éste
realiza al sector privado. (...). En el estadio actual de especialización
(...) lo anterior es una transferencia de valor implícita,
desde el momento en el que los precios de venta son inferiores
al precio de (...) importación".
Resumiendo, la estrategia de desarrollo no fue capaz de transformar
los ingresos obtenidos por la venta de un recurso natural en
el exterior en un aparato productivo nacional y, en cambio, creó
un sistema de distribución de la renta de los hidrocarburos
mediante el suministro de importaciones desde las empresas estatales
a los agentes del sector privado que los distribuyeron a la población.
Este proceso repercutió positivamente en el bienestar
material de los argelinos, pero incrementó la dependencia
del país, porque los recursos financieros que teóricamente
se destinaban al desarrollo, en la práctica, se dirigieron
hacia la compra de bienes en el extranjero.
Por ello, cuando se analiza la evolución sectorial
del PIB, no se observa ningún cambio estructural significativo
en relación a la época inmediatamente anterior
a la independencia. Lo que se refleja en la evolución
del PIB desde mediados de los años sesenta hasta inicios
de la década de los noventa es: a) los hidrocarburos son
el mayor componente del PIB, siendo su participación máxima
la del año 1974 -44,67%- y la mínima la de 1986
-19,51%. El resto de sectores con un peso importante en este
agregado son aquellos no prioritarios en la estrategia de desarrollo
argelina -por orden de importancia, estos son comercio, construcción
y obras públicas, agricultura...; b) el cambio más
importante que se ha de destacar es el de una cierta desindustrialización,
ya que en 1969 el conjunto de actividades manufactureras representaban
un 15,15% del PIB total y en 1989 un 11.38% del mismo; y, c)
el sector privado mantiene una participación muy importante
en el PIB, que se concentra fundamentalmente en las actividades
comerciales, a pesar de que éste cada vez disminuye más
sus inversiones. La aportación de este sector en 1969
representaba el 60,8% del PIB total sin hidrocarburos y en 1989
un 61,1% (*8).
Todo ello nos indica, una vez más, que la economía
argelina no ha podido sustituir los hidrocarburos como única
fuente de acumulación y, además, que tiene como
único sector dinámico al privado comercial dependiente
de las importaciones. Por ello, su evolución está
determinada por el curso de los precios de los hidrocarburos
en el mercado internacional, ya que no existe ninguna actividad
económica interna susceptible de sustituir esta fuente
de acumulación.
En otras palabras, las características de la economía
argelina permiten que ésta entre en la clasificación
de rentista y que el Estado argelino se pueda definir como distribuidor.
Obviamente, todos los Estados tienen una función distributiva,
pero como diría Luciani (*9) , la diferencia entre los
Estado productores y los distributivos es que los segundos "dependen
de unos ingresos foráneos, sólo requieren de estos
para tener una economía nacional. El resto de Estados
[los productivos] dependen de su propia economía".
Por ello, podemos definir el Estado argelino como distribuidor,
en contraposición a uno productor. Existen varias definiciones
de ello, pero la más apropiada es la de Beblawi (*10),
ya que establece la relación entre Estado y economía.
Para este autor una economía rentista tiene como origen
un Estado distribuidor, y se define por tres aspectos: a) la
renta puede no ser el único tipo de ingreso en la economía,
pero es el predominante; b) el origen de la renta es externo,
porque si el origen fuera interno querría decir que es
la contrapartida de un sector productivo interno vigoroso;
y c) una minoría de la población es la que genera
la renta, mientras que la mayoría se beneficia de la distribución
y el uso de la misma.
Si se tienen en cuenta estos tres factores, podemos afirmar
que las condiciones necesarias para que exista una economía
rentista son que los ingresos sean de origen externo y que sólo
una minoría de la población participe en la generación
de los mismos. Con ello, se establece que una economía
es rentista no sólo porque tenga un importante sector
exportador, sino porque la proporción de población
empleada en él es mínima (en Argelia, en 1967 representaba
un 0,34% de la población total ocupada del país
y posteriormente no alcanzó el 3% (*11)). Este último
aspecto es de vital importancia, ya que permite explicar la relación
de causa-efecto entre economía y Estado. Este último
es el encargado de que los ingresos que generan una minoría
favorezcan a toda la población.
Así, cuando los ingresos provienen del exterior, como
en el caso de Argelia, el régimen se convierten en el
intermediario entre el mercado internacional y la población,
pero es autónomo de esta última, ya que su fuente
de poder no es interna, sino que reside en un flujo de capital
externo. Por ello, su supervivencia política acaba residiendo
en la capacidad de crear instrumentos de reparto de la renta
del petróleo hacia la población.
Ello llevó a la creación de organismos nominalmente
económicos, pero vacíos de contenido como la oficina
del plan, las empresas estatales, el sistema bancario, etc.,
que se limitaron a ser los canales de distribución de
los ingresos que el Estado obtenía por la venta de los
hidrocarburos en el exterior. Como apunta Vandewalle (*12), "lo
más importante fue reducir el poder que se otorgó
a las instituciones del país. Estas se limitaron a ser
vínculos distributivos entre el régimen y los consumidores
-los clientes más importantes del régimen."
Con ello diríamos que la existencia y la supervivencia
del sistema argelino reposa sobre una entrada masiva y constante
de flujos de capital, que otorgan una importante fuente de ingresos
a las finanzas estatales y que son distribuidas a la población
mediante la creación de órganos nominalmente económicos.
Así, mientras estos ingresos no se destinen a la creación
de fuentes de excedente internas, se perpetúa la función
distributiva y el poder del Estado, y se prosigue en la generación
de una economía cada vez más rentista. La consecuencia
de ello es que el poder argelino siempre ha sido autoritario
pero débil, porque su legitimidad reposa en cuánto
bienestar puede ofrecer a la población a partir de un
factor incontrolable para él: el curso de los precios
de los hidrocarburos en el mercado internacional.
En este sentido, y a pesar de las notables diferencias entre
unos y otros países, la estructura económica de
Argelia se asemeja mucho más a la de cualquier petromonarquía
del Golfo (*13) que a la de un país subdesarrollado no
petrolero, o a la de aquellos países con los que actualmente
se la quiere comparar por haber establecido un modelo de economía
planificada y centralizada: los países del extinto bloque
soviético.
El diagnóstico del FMI
Definir la economía argelina como rentista tiene repercusiones
importantes de cara al análisis de las reformas que en
este momento se están llevando a cabo en Argelia, porque
éstas han de tener en cuenta varios aspectos que no han
sido considerados en los recientes planes de ajuste estructural
que han avalado el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
(FMI), ya que se afirma que "la economía argelina
está en una transición desde una economía
centralizada y planificada a una de mercado" (*14) y que,
para ello, la política macroeconómica ha de encaminarse
hacia: "a) corregir las distorsiones en los precios y erradicar
las penurias, b) eliminar el sector público (...), y c)
asegurar un flujo constante y suficiente de capital extranjero,
en concreto inversión directa" (*15).
El primer punto que hay que considerar es si se está
realizando un diagnóstico adecuado de la situación
de la economía argelina. Es decir, si realmente se está
realizando una transición desde una sistema planificado
y centralizado a uno de mercado.
¿Una economía planificada?
Hasta el momento hemos explicado que la política económica
del régimen argelino se limitó a ser una política
de distribución de la renta del petróleo por medio
de los llamados planes de desarrollo. Teniendo en cuenta este
elemento es muy difícil hablar de economía planificada
en Argelia, si por ello entendemos, a semejanza de los países
del bloque soviético, un ordenamiento global de la actividad
económica. En este país la planificación
se limitó a ser un reparto de medios financieros de desarrollo,
pero no contempló otros elementos como son los objetivos
de producción de las empresas, las relaciones entre ellas,
la distribución de bienes y servicios, etc. Además,
tampoco tuvo en cuenta a todos los sectores económicos:
el sector privado, que entre 1969 y 1989 representó entre
un 45% y un 62% del PIB argelino sin hidrocarburos (*16), estuvo
totalmente excluido de los planes. Así, hablando en propiedad
podríamos afirmar que existió una parcela de la
economía argelina sujeta a la planificación, pero
que, ante la ausencia de reglamentación de las relaciones
de y entre empresas estatales y ante el desarrollo incontrolado
del sector privado, el mercado aseguró buena parte de
la distribución de recursos humanos y materiales y jugó
una función importantísima en el reparto de ingresos
y de recursos destinados al sector de bienes de consumo.
Cuando nos referimos al aspecto centralizado de la economía
argelina las reflexiones son similares, pero deberíamos
añadir algún matiz. Sólo el sector público
estuvo sujeto a un régimen de centralización de
las inversiones, porque el sector privado nunca dependió
ni de los subsidios estatales ni de los préstamos bancarios
para la financiación de su actividad. Como afirman Bernard
y Solignac-Lecomte (*17), "los empresarios privados prefieren
obtener fuentes de financiación ajenas al sistema bancario:
antes prefieren reducir su actividad que dejar que éste
'interfiera' en sus asuntos". Siendo esto totalmente cierto,
tampoco se puede negar, como ya se ha comentado, que se ha producido
una transferencia de valor desde el sector público al
privado. Por ello, deberíamos hablar de una centralización
indirecta y, como en el caso de la planificación, parcial.
Estas específidades de la planificación y la
centralización de la economía argelina impiden
que ésta se pueda calificar como "una economía
en transición desde una economía centralizada
y planificada a una de mercado", como lo hacen el Banco
Mundial y FMI. Sin embargo, tampoco podemos hablar propiamente
de una economía de mercado. Lo único que se puede
establecer es que en Argelia ha existido un híbrido de
ambos sistemas. Desde este punto de vista, es evidente que el
problema de la economía argelina no consiste -como mínimo,
exclusivamente- en pasar de una economía planificada a
una de mercado. El verdadero problema de este país es
transformar una economía rentista en una productiva. Esto
que implica modificar un Estado distribuidor, que impulsó
un contrato social definido alrededor de la distribución
de la renta de los hidrocarburos del Estado hacia la población,
y crear un Estado productor que emane de la sociedad y en el
que la población sea consciente de que es parte integrante
de esta institución.
Para el paso de un Estado distribuidor, débil y autónomo,
a un Estado productor, fuerte y legítimo, a medio y largo
plazo, se han de producir dos cambios interrelacionados:
1. El Estado ha de depender de fuentes de financiación
alternativas de la fiscalidad petrolera, que han de ser diversificadas
y de origen interno. Se ha de producir una reforma fiscal para
que la mayoría de la población contribuya al bienestar
colectivo y para que el Estado dependa de aquélla. Con
ello, se acabaría con el constreñimiento de un
Estado autónomo y débil, incapaz de impulsar y
regular el cambio institucional necesario para que este país
alcance el desarrollo, y se establecerían las bases para
la constitución de un Estado democrático.
2. Lo anterior es imposible sin el inicio de unas reformas
económicas encaminadas a la creación y a la diversificación
del tejido económico. Ello aseguraría una progresiva
sustitución de los hidrocarburos como fuente de acumulación
y que la mayoría de la población participara en
la generación de este excedente.
Sin ambos factores es impensable una modificación estructural
profunda de la economía argelina y la instauración
de un nuevo contrato social que configure unas relaciones de
equidad entre el Estado y la población.
A pesar de ello, tampoco se puede olvidar que en el momento
actual los hidrocarburos son el sector con mayor peso en la economía
y que son la principal -por no decir la única- fuente
de financiación nacional. Por ello, el principal reto
que se ha de afrontar es modificar la función que han
tenido los hidrocarburos en Argelia. Es decir, lograr que los
ingresos obtenidos por su venta se destinen realmente a la edificación
de una economía nacional articulada para que el bienestar
de los argelinos no tenga que depender de las fluctuaciones del
precio de los hidrocarburos en el mercado internacional.
Si se tiene en cuenta que, a corto plazo, este es el objetivo
que ha de cumplir cualquier reforma, lo que debemos pensar es
si las propuestas del Banco Mundial y el FMI conducirán
a un uso más productivo de los hidrocarburos, que revierta,
a medio y largo plazo, en una diversificación del tejido
económico y de los ingresos estatales.
Primero, se debe considerar si las reformas hacia la supresión
del sector público van encaminadas hacia este objetivo.
La concreción de la eliminación del sector público
se refleja en el programa de reestructuración/privatización
de las empresas públicas argelinas. En 1994 éste
se definía como una declaración de principios:
"Los principales objetivos de la reforma estructural de
las empresas públicas son: a) promover el desarrollo acelerado
del sector privado, b) asegurar que la administración
pública no interviene directamente en la actividad económica
(...), c) incentivar la competencia empresarial, y d) asegurar
una estructura de propiedad y de gestión propia de una
economía de mercado" (*18). Poco a poco este programa
ha ido tomando cuerpo y, en la actualidad, el Banco Mundial ha
diseñado un programa para la privatización de las
empresas públicas argelinas. Este se ha convertido en
un programa de liquidación de las grandes empresas industriales,
porque "actualmente, plantearse la privatización
de las grandes empresas argelinas, (...) es totalmente irreal"
(*19) y en un programa de privatización de otras 1.500
pequeñas.
Dejando ahora de lado el sector de los hidrocarburos, queda
claro que este programa promulga la desaparición de lo
que fue el símbolo del industrialismo argelino: las grandes
industrias de base. Ya ha quedado claro que su contribución
al producto agregado era mínima, pero sería conveniente
plantearse qué puede ocurrir en Argelia, mientras no se
modifique la esencia del Estado rentista, si se destruyen los
canales de distribución de bienestar material. Máxime
si se tiene en cuenta que el cierre de estas empresas supondrá
echar a la calle unas 500.000 personas en un país donde
las cifras oficiales sitúan la tasa de paro de 1996 en
un 28% y donde, entre 1992 y 1996, la capacidad adquisitiva de
los salarios ha disminuido un 18.80% y la del total de la renta
disponible de las familias un 10.23% (*20) (a pesar de que el
FMI (*21) establezca que en 1996, por primera vez en diez años
ha aumentado el nivel real de vida de la población). Teniendo
en cuenta estos datos y la terrible situación en la que
ya se encuentra el país, proponer el cierre de estas empresas
es impensable, a no ser que se prevean alternativas a la eliminación
de las mismas.
Esto último nos lleva directamente a la cuestión
de la inversión extranjera. Teniendo en cuenta que se
prevé el cierre de las grandes sociedades nacionales argelinas
nos hemos de plantear si se crearán nuevas empresas o
si existen agentes privados interesados en la compra de las pequeñas
empresas argelinas.
Las actividades que se incluyen en estas pequeñas unidades
son industriales, agroalimentarias, turísticas y comerciales.
Sin embargo, todo apunta a que por el momento el capital privado
sólo acude a la compra de las actividades del sector terciario.
El dinámico sector privado argelino, que tiene capacidad
financiera para adquirir estas empresas, nunca ha tenido mentalidad
productiva y, hasta ahora, se ha caracterizado por obtener pingües
beneficios adquiriendo sus suministros y factores de producción
en un mercado oficial subvencionado y vendiendo sus productos
en un mercado libre -paralelo-, en el que podía llegar
a obtener márgenes de beneficio del 300% (*22), lo que
convierte en improbable que el sector privado se integre voluntariamente
en un nuevo marco institucional, y si decide hacerlo tampoco
parece que vaya a dirigir sus inversiones hacia el sector manufacturero,
ya que, "(...) los pocos empresarios privados con un cierto
peso, es decir, aquellos que podrían realizar inversiones
a gran escala en actividades manufactureras, cada vez tienden
más a abandonar sus unidades de producción para
dirigirse hacia actividades de importación-exportación,
que de hecho son sólo de importación" (*23).
Por ello, la única posibilidad de crear nuevas empresas
o privatizar algunas poco apetecibles para los inversores privados
nacionales viene de inversores extranjeros. En este caso, podemos
hablar de dos tipos de agentes, los europeos y los del resto
del mundo. En el primer caso, podrían estar interesados
en estrategias de deslocalización de ciertas actividades
manufactureras, como la textil. Pero la evolución de las
inversiones europeas en el Magreb no indica que esta posibilidad
sea factible. Por una parte, los inversores europeos destinan
un porcentaje muy pequeño de sus capitales al Norte de
Africa. En el año 1992 el total de las inversiones europeas
en Túnez, Marruecos y Argelia fue de 785 millones de dólares,
mientras que en los países de Visegrad alcanzó
los 2.710. Por otra, estas inversiones están cambiando
de orientación: cada vez se concentran menos en el textil
y las actividades agroalimentarias y se dirigen hacia el sector
inmobiliario, turístico y financiero (*24). Esta tendencia
general del capital europeo en el Norte de Africa parece confirmarse
en Argelia, donde los pocos inversores que no se dirigen hacia
el sector de los hidrocarburos "han firmado contratos para
gestionar hoteles públicos, (...) y para adquirir los
servicios de las empresas (catering, transportes, etc.).
Así como "(...) se les han concedido numerosos contratos
en el sector inmobiliario, que ya habían sido concedidos
a empresas públicas" (*25).
El segundo caso son los inversores no comunitarios. Los inversores
no comunitarios nunca han prestado una gran atención a
los territorios norteafricanos, como lo demuestra el hecho de
que esta zona "es una de las regiones del mundo que ha recibido
menos inversión directa extranjera"(en 1994, junto
a Oriente Medio, el 3.7% del total mundial (*26)). Esta tendencia
puede cambiar de cara al acuerdo de Asociación Euromediterráneo.
Argelia lo firmará próximamente y, previsiblemente,
éste concluirá en una zona de libre comercio en
el año 2010. Con este acuerdo los inversores no comunitarios
ven la posibilidad de implantarse en Europa, adquiriendo empresas
argelinas a precios de saldo. Una muestra de ello es la reciente
y sorprendente intención de Daewoo de invertir 1.000 millones
de dólares en el sector manufacturero argelino (*27).
A pesar de que las autoridades argelinas están vendiendo
esta ventaja comparativa de su territorio, parece que no están
teniendo en cuenta el impacto de esta opción de cara a
la evolución futura de su tejido industrial.
Las autoridades de Túnez, país mejor preparado
para esta integración y que en julio de 1995 ya firmó
el acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE),
prevén que a consecuencia del mismo puedan llegar a destruirse
un tercio de sus unidades de producción (*28). En el caso
de Argelia, en el que ya no quedan muchas por destruir, su impacto
puede ser aún más negativo y, en el mejor de los
casos, llevar a la constitución de enclaves sin ninguna
conexión con el mercado nacional.
Por todo ello, en el momento actual, no se puede afirmar que
las opciones de eliminar el sector público y de favorecer
la entrada de capitales extranjeros vayan a suponer una mejora
en la evolución de la economía argelina.
Por ahora los resultados más visibles de las reformas
son la destrucción del sector productivo. Si se analiza
la evolución del PIB entre 1992 y 1996 se observa una
pérdida de peso del sector manufacturero, que en 1996
sólo representaba el 8% del PIB y cuyos índices
de producción han disminuido 20 puntos entre estos dos
años. Por lo que se refiere al sector agrícola,
después de un fuerte descenso entre 1993 y 1994, parece
que éste experimenta una recuperación que se refleja
en una tasa de crecimiento del 15,0% en 1995 y del 21,3% en 1996.
Sin embargo, cuando se estudia esta evolución en términos
reales, las modificaciones son menos espectaculares (*29).
Pero esta destrucción no sólo no ataca
la esencia de la economía rentista -la dependencia de
los hidrocarburos-, sino que la incrementa. Como veremos a continuación,
de facto, las reformas llevan a que los hidrocarburos
sigan siendo el único determinante de la evolución
económica del país, con la salvedad de que el Estado
cada vez dispondrá de menos ingresos para distribuir,
al haberse acabado los años de bonanza petrolera y al
haber pasado este sector a manos privadas. Es decir, estas propuestas
no nos indican que realmente se vaya a producir un cambio que
posibilite el paso de una economía rentista a una productiva:
mientras se siga dependiendo de los ingresos de los hidrocarburos
y el régimen los emplee con fines particulares -mantenerse
en el poder- cualquier reforma que elimine elementos parciales
del anterior sistema sin proponer uno nuevo esta condenada al
fracaso.
Por este motivo se debería analizar si las reformas
actuales están suponiendo un cambio importante en la propiedad
y el uso de los hidrocarburos. En este caso sí que se
puede afirmar que en estos últimos años se han
producido cambios que han afectado la evolución de este
sector:
a) Desde la firma en 1991 del nuevo código del petróleo,
que permitía la entrada de empresas extranjeras en la
prospección y explotación de los hidrocarburos
argelinos, las previsiones más optimistas sobre la evolución
de este sector se han visto superadas. Se calcula que para el
año 2000 la producción de petróleo puede
alcanzar el millón de barriles diarios y, por lo que se
refiere al gas, la asociación de la SONATRACH con varias
compañías europeas -BP, Total, Repsol y AGIP- ha
convertido este país en el primer productor de la OPE,
lo que significa que cuando se consideraba que "el maná
petrolero se había terminado, el descubrimiento de nuevos
yacimientos (...) y la apertura de los grifos de gas natural
han transformado las previsiones" (*30).
b) A mediados de los noventa, los precios del crudo mantuvieron
una tendencia alcista. El precio medio fue de 21,5 dólares
el barril y las autoridades argelinas habían efectuado
sus previsiones para el presupuesto de 1996 sobre la base de
17 dólares por barril (*31).
c) la devaluación del dinar argelino, que sólo
en 1995, disminuyó un 50% su precio frente al dólar
(*32), ha ocasionado que la contrapartida en moneda local de
las exportaciones fuera más cuantiosa.
Ambos factores, además de la constante superación
de su cuota en el seno de la OPEP ha supuesto una ganancia de
2.000 millones de dólares en los ingresos por exportaciones
(*33), un impulso al crecimiento del PIB, en el que el sector
de los hidrocarburos creció un 6.3% en 1996 (*34) y un
buen año fiscal para un erario público en el que
la mayor partida de los ingresos dependen de la fiscalidad petrolera
-para el año 1994 estos representaban un 63.07% del total
de ingresos (*35)- y en el que modificaciones del precio del
barril del petróleo o del tipo de cambio pueden ocasionar
variaciones importantes. Por ejemplo, según estimaciones
del propio FMI (*36), una variación del 10% en el tipo
de cambio dinar argelino/dólar puede suponer un incremento/descenso
en los ingresos públicos equivalente al 2 ó 3%
del PIB, y una variación en un dólar por barril
un 1,5% del PIB.
Estos cambios muestran cuatro aspectos importantes de la nueva
era de la economía argelina. Primero, los inversores
extranjeros invierten en el sector energético. Segundo,
el resurgimiento del sector de los hidrocarburos, junto con la
ya apuntada destrucción de las actividades manufactureras
y agrícolas, perpetúa la tendencia de la economía
argelina: un creciente peso de los hidrocarburos y una desindustrailización
cada vez más acentuada. Tercero, lo que los analistas
del FMI y del Banco Mundial califican de progreso substancial,
que se refleja en "un crecimiento del PIB de 4% en 1996,
que se traslada, desde hace dos años, en un modesto, pero
positivo, incremento de la renta per cápita; en un descenso
de la inflación, entre 1995 y 1996, del 29.6% al 16.9%
y en un superávit fiscal de un 3% del PIB y en un superávit,
también, de la balanza por cuenta corriente de 200 millones
de dólares" (*37), se debe, como siempre, al sector
que ha determinado la evolución de la economía
argelina: los hidrocarburos. Y cuarto, y último, la fiscalidad
argelina está condenada a depender cada vez más
de la fiscalidad petrolera y sobre el gas. Independientemente
de que se realice una reforma fiscal (que por ahora se "ha
basado fundamentalmente en un intenso ajuste fiscal" (*38),
destinado a lograr un superávit presupuestario, pero con
pocas modificaciones en el sistema impositivo vigente), si la
principal actividad del país son los hidrocarburos los
ingresos impositivos sólo podrán obtenerse de ésta,
máxime si tiene en cuenta que la crisis económica
y social en la que se encuentra inmerso el país incide
negativamente en los ingresos personales y de las empresas y
que, además, el futuro acuerdo con la UE anula la otra
posible fuente de ingresos: las tasas aduaneras.
A modo de conclusión
Resumiendo, los únicos cambios significativos que se
han producido son la definitiva desmantelamiento del sector público
productivo y el paso de los hidrocarburos a manos de las multinacionales.
Por ello, independientemente de los buenos resultados macroeconómicos
de estos últimos años, se ha de prever una importante
recesión en Argelia, porque la aún mayor concentración
de la actividad económica en este único sector
determina que las tasas de crecimiento argelinas sigan dependiendo
de la demanda internacional de petróleo y gas y, en el
momento actual, de unos precios, que después de unos años
de relativa bonanza tenderán a la baja debido a: a) la
política de cuotas de la OPEP, b) las futuras repercusiones
del fin del embargo sobre Iraq y, sobre todo, c) la entrada en
el mercado occidental de las inmensas reservas de las
ex repúblicas soviéticas.
A pesar de estas previsiones, los dirigentes de los organismos
de Breton Woods consideran que los buenos resultados macroeconómicos
de los dos últimos años son la prueba de que:
1. Está justificado el clima de terror interno que
esta viviendo Argelia, por que "Liamine Zeroual ha mostrado
tener razón al rechazar cualquier compromiso político
durante los últimos años. La recuperación
económica contribuirá a aislar, aún más,
el movimiento islamista del resto de la sociedad" (*39).
2. El paso a una economía de mercado que se lograría
con la política macroeconómica propuesta por los
organismos financieros internacionales, solucionará los
problemas acumulados durante más de 30 años -por
no decir desde finales del siglo XIX- tras el establecimiento
del llamado pacto colonial. Es decir, que sus reformas
son las adecuadas (*40).
Ambas afirmaciones son muy peligrosas de cara al futuro de
Argelia, porque, por una parte, el diseño de las reformas
sólo pretende modificar la cara visible del mal funcionamiento
de la economía. Por ejemplo, pretende la eliminación
del sector público, per se, sin tener en cuenta
que su mal funcionamiento se debe a la existencia de un Estado
distributivo o pretende atraer a la inversión extranjera
sin tener en cuenta que las multinacionales sólo cuentan
con maximizar sus beneficios y aumentar su competitividad en
los mercados de origen, lo que puede suponer, como afirma Goloub
(*41) una severa mutilación de la soberanía de
los Estados nacionales. Y, por otra parte, los resultados de
las reformas muestran que el único cambio importante que
se ha producido ha sido reforzar la tendencia de la economía
argelina, debilitando aún más su Estado. En este
sentido parece que "la función más importante
de los programas liberales de ajuste estructural son la solución
para los problemas de estancamiento del capital internacional,
ya que no están diseñados para solucionar los problemas
del Tercer Mundo" (*42).
El hecho de que los hidrocarburos estén en manos de
multinacionales agravará aún más las consecuencias
sociales de esta crisis, porque los recientes acuerdos con las
grandes multinacionales petroleras necesariamente llevaran a
un cambio en la administración de los ingresos provenientes
de los hidrocarburos y, por lo tanto, en la distribución
interna de esta renta. Por ello, es previsible que afecte a la
mayor partida de ingresos estatales y, por tanto a su instrumento
de legitimación: la distribución de la renta del
petróleo.
En el momento actual ya se observa la debilidad creciente
del régimen en que sólo puede contar con la fuerza
bruta para mantener su status. Incluso suponiendo que
los representantes del Estado salgan vencedores del terrible
conflicto que asola Argelia, el régimen no será
capaz de hacer frente a las reformas que llevarían al
país hacia una economía productiva y competitiva,
habida cuenta los cambios habidos en estos últimos años
no les han dotado de los instrumentos necesarios para ello, sólo
les han reducido los que ya tenían.
El punto de vista de los dirigentes argelinos es que "hemos
salido de una profunda crisis económica de diez años.
Tenemos unos resultados extraordinarios, si se tiene en cuenta
que nuestra economía acaba de sufrir un profundo ajuste,
después de un grave estancamiento debido a la caída
de los precios del petróleo, en 1986, que nos privó
de la mitad de nuestros ingresos por exportación"
(*43). Este clima de euforia puede condenar a Argelia a convertirse
en una economía rentista en manos de multinacionales y,
además de algunas ganancias personales de la llamada mafia
militar-comercial, puede condenar a un país que
parecía un modelo de éxito en los años sesenta
y setenta a convertirse en una república petrolera.
Ahora sólo resta esperar que los acuerdos con las
multinacionales petroleras permitan al Estado argelino seguir
obteniendo suficientes ingresos para mantener el nivel de vida
de la población, ya suficientemente mermado a lo largo
de todo este proceso.
Notas:
- Mañé Estrada,
Aurèlia: El uso de la economía como instrumento
de legitimación política en Argelia. Tesis
Doctoral, Universidad de Barcelona, Barcelona, 1997.
- Eisenstad, S: Traditional
Patrimonialism and Modern New Patrimonialism. Sage Publications,
1973.
- Fuente: ONS, Statistiques
n. 35 y n. 55 y elaboración.
- Liabes , Djillali: "The
Algerian Companies and the Intersection of the Economy, the Polity
and the Society" en El-Kenz, A (Dir): Algeria the Challenge
of Modernity. Codersia Book Series, Londres, 1991. pp. 227-255.
- Liabes , Djillali: "Sur
la bourgeoisie privée", Temps Modernes, 432-433,
1982, pp. 108-131.
- Henni, Ahmed: Essai sur
l'économie parallele: cas l'Algérie. ENAG/Editions,
Argel, 1991.
- Benachenou, A.: Planification
et développement en Algérie 1962-1989. E.N.
Argel, 1980. p.109.
- Fuente: ONS, Statistiques
n. 35 y elaboración propia.
- Luciani, Giacomo: "Allocation
vs. Production States: A Theoretical Framework" en Beblawi,
Hazem y Luciani, Giacomo: The Rentier State. Croom Helm,
Nueva York, 1987, pp. 63-82.
- Beblawi, Hazem: "The
Rentier State in the Arab World", Arab Studies Quartely,
4, 1987, pp.51-52.
- Fuente: ONS, Collections
Statistiques. Núm. 30.
- Vandewalle, Dirk: "Qadhafi's
failed Economic Reforms: Markets, Institutions and development
in a Rentier State" en Vandewalle, Dirk (Ed.), North
Africa Development and Reform in a Changing Global Economy.
St. Martin Press, New York, 1996, pp.207.
- Véase: Beblawi, Hazem
y Luciani, Giacomo: The Rentier State. Croom Helm, Nueva
York, 1987.
- Banco Mundial: The Democratic
and Popular Republic of Algeria, Country Economic Memorandum:
The transition to a Market Economy. Banco Mundial, 1994,
pp.i.
- Op. Cit. Banco Mundial, pp.15.
- Fuente: ONS, Statistiques
n. 35 y elaboración propia.
- Bernard, Chantal y Solignac-Lecomte,
Henri: Transition and Adjustement in Algeria. Defining Market
Structures for Small Private Firms. Documento de Trabajo
(propuesto para publicación), 1996, pp.12.
- Banco Mundial: The Democratic
and Popular Republic of Algeria, Country Economic Memorandum:
The transition to a Market Economy. Banco Mundial, 1994,
pp.vi.
- Banco Mundial: World Bank
Agenda. Banco Mundial, Washington. D.C., 1996.
- Fuente: Banco Mundial: The
Democratic and Popular Republic of Algeria, Country Economic
Memorandum: The transition to a Market Economy. Banco Mundial,
1994, pp.vi.
- FMI: Informe Anual.
FMI, 1997, pp.71-72
- Menouer, M: "L"autonomie
de l'entreprise publique en Algérie. La fin de l'hegémonie
étatique" en AA.VV.: Annuaire de l'Afrique du
Nord. Ed. du CNRS, Paris, 1991.
- Ellyas, Akram: "Eclaircie
économique pour le pouvoir algérien", Le
Monde Diplomatique, mayo, 1997, pp.3.
- Talha, Larbi.: "Relations
Europe-Maghreb: la question des investissements directs",
Revue Tiers Monde, 136, 1993, pp. 928.
- FMI: Algeria Selected
Economic Issues. FMI. Washington, D.C., 1996, pp.5-6.
- Joffé, George.: Foreign
Investment and the Rule of Law. Documento de Trabajo, 1997,
pp.5.
- Financial Times, 28 de agosto, 1996.
- Zaafrane, Hajedh. y Mahjoub,
Azzem.: La Zone de Libre-Échange Euro-Méditerranéenne:
défis économiques et impact social pour les PSEM.
Documento de trabajo, 1997
- Fuente: FMI, Algeria Statistical
Appendix. FMI, Washington. D.C., 1997.
- Jeune Afrique Économie, 226, 1996, pp.66.
- Goumeziane, Smail: "A
nouveau le mirage pétrolier", Le Monde Diplomatique,
setiembre, 1996, pp.4-5.
- Fuente: FMI: Algeria Selected
Economic Issues. FMI. Washington, D.C., 1996.
- Ellyas, Akram: "Eclaircie
économique pour le pouvoir algérien", Le
Monde Diplomatique, mayo, 1997, pp.3.
- FMI: Algeria Selected
Economic Issues. FMI. Washington, D.C., 1996, pp.246.
- ONS: Statistiques,1995.
- Fuente: FMI: Algeria Selected
Economic Issues. FMI. Washington, D.C., 1996, pp.12.
- Banco Mundial: Algeria
Country Profile. Banco Mundial, Washington, D.C., 1997.
- FMI: "Argelia: El programa
de ajuste produce grandes beneficios", Boletín,
5 de agosto, 1996, pp. 252.
- Ellyas, Akram: "Eclaircie
économique pour le pouvoir algérien", Le
Monde Diplomatique, mayo, 1997, pp.3.
- FMI: "Argelia: El programa
de ajuste produce grandes beneficios", Boletín,
5 de agosto, 1996, pp. 245-53.
- Goluob, Philippe. "Lendemains
âcres en Asie du Sud-Est", Le Monde Diplomatique,
diciembre, 1997, pp.15.
- Vandewalle, Dirk y Pfeifer,
Karen: "Northe Africa as a Peripheral Region: Development
and Reform" en Vandewalle, Dirk: North Africa, Development
and Reform in a Changing Global Economy. St Martin Press,
Nueva York, 1996, pp.22.
- Declaraciones de A. Harchaoui,
Ministro de Finanzas argelino, citadas en Ellyas, Akram: "Eclaircie
économique pour le pouvoir algérien", Le
Monde Diplomatique, mayo, 1997, pp.3.
|