La prolongación
de las sanciones a Iraq y lo que está en juego
Sarah Graham-Brown*
Nota informativa de MERIP, número
77, 28 de noviembre de 2001
Traducción de CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
El pasado 27 de noviembre,
EEUU y Rusia llegaron a un acuerdo para prolongar seis meses
más el programa humanitario para Iraq "petróleo
por alimentos", momento tras el cual el Secretario de Estado
Colin Powell espera que ambos países puedan haber alcanzado
un acuerdo sobre un nuevo régimen de sanciones contra
este país, las denominadas "sanciones inteligentes".
Con ello, en realidad la Administración Bush probablemente
lo que ha querido es no debilitar la posición de sus aliados
árabes y ganar tiempo hasta poder desencadenar contra
Iraq nuevas acciones militares en el marco de la "guerra
contra el terrorismo", una vez acabada la campaña
contra Afganistán y quizás tras ataques preparatorios
contra Somalia, Sudán o Yemen [CSCAweb]
En la tarde del 27 de noviembre, EEUU y Rusia llegaron a un
acuerdo para prorrogar una vez más las sanciones actuales
sobre Iraq durante un periodo adicional de seis meses, momento
tras el cual el Secretario de Estado [de EEUU] Colin Powell espera
que ambos países puedan alcanzar un acuerdo sobre alguna
modalidad de su propuesta de "sanciones inteligentes".
La fecha del 3 de diciembre, que marcaba el plazo para renovar
el programa de NNUU de "petróleo por alimentos"
-según el cual Iraq puede vender su petróleo en
los mercados y a cambio importar bienes para la población
civil- ha dado origen, nuevamente, a la retórica habitual,
las acusaciones mutuas y las discusiones que han acompañado
prácticamente todas y cada una de las renovaciones que
se han producido desde que en 1997 diera comienzo el programa.
En esta ocasión, sin embargo, lo que está en juego
es mucho más, y el resultado final tiene mucho que ver
con las sombras que cubren el futuro de la política norteamericana
en Oriente Medio.
El Secretario General de Naciones Unidas (NNUU), Kofi Annan,
resaltó la preocupación de NNUU por el funcionamiento
del programa "petróleo por alimentos" en un
informe presentado ante el Consejo de Seguridad (CS) el pasado
día 19 de noviembre. Si bien Annan aseguró que
el programa ayuda a los ciudadanos iraquíes, lo cierto
es que los procesos burocráticos, los "retrasos extraordinarios",
las negativas iraquíes en la concesión de visados
y los retrasos producidos en las importaciones dentro del marco
del programa en las zonas del norte controladas por los [partidos]
kurdos limitan la eficiencia del programa humanitario. Al mismo
tiempo, las retenciones producidas en la aplicación de
contratos que decide el Comité de Sanciones del CS (a
instancias, fundamentalmente, de EEUU y el Reino Unido), siguen
siendo "inaceptablemente" altas, y alcanzan un valor
total de más de cuatro mil millones de dólares.
La interrupción de las ventas de petróleo iraquí
a mediados de año y una bajada en los precios del petróleo
en los mercados internacionales han provocado una caída
en la cantidad de fondos destinados al programa humanitario.
Los ataques del 11 de septiembre han alterado las relaciones
a nivel global y dentro de la región, pero no han generado
ningún consenso entre los cinco miembros permanentes del
CS y los Estados de la región sobre qué hacer con
Iraq. A pesar del acercamiento que se ha producido entre EEUU
y Rusia en lo relativo a las sanciones, los 'halcones' de la
Administración Bush sigue exigiendo una acción
militar.
Las 'sanciones inteligentes', aplazadas
La previsible extensión de las sanciones por parte
del CS en los próximos días viene a suponer un
retraso en la introducción de una propuesta británica
para "remodelar" las sanciones económicas en
lo que se ha dado en llamar "sanciones inteligentes".
La propuesta fue retirada tras la decisión de renovar
el programa de petróleo por alimentos el pasado junio,
momento en el que Rusia anunció que vetaría la
propuesta de resolución.
[Véase: Grave
revés para la estrategia de EEUU de imponer en el Consejo
de Seguridad una nueva resolución de endurecimiento de
las sanciones contra Iraq, CSCAweb.]
La propuesta de "sanciones inteligentes", que cuenta
con el fuerte respaldo de Powell, tenía como objetivo
liberar el comercio civil al tiempo que se reforzaba el control
armamentístico y se atacaba el contrabando internacional.
La resolución representaba un intento norteamericano y
británico por romper el actual estado de cosas en la escena
internacional en la cuestión de Iraq, situación
que se viene prolongando desde la retirada de los inspectores
de armamento de Iraq y la Operación Zorro del Desierto
en diciembre de 1998. Desde entonces, la comunidad internacional
no ha podido llegar a ningún acuerdo sobre cuáles
habrían de ser los pasos a seguir, al tiempo que EEUU
y Gran Bretaña han seguido actuando en solitario, bombardeando
con intensidad las zonas de exclusión aérea al
norte y al sur del país. Las denominadas "sanciones
inteligentes" se veían también como una manera
para impedir que Iraq pudiese expandir sus actividades comerciales.
El gobierno iraquí prefiere, claramente, la situación
actual. La política de estos últimos años
ha permitido a Iraq consolidar sus relaciones comerciales y adoptar
un papel económico más influyente entre sus vecinos.
Las ventas de petróleo iraquí han alcanzado los
18.000 millones de dólares en 2000, frente a los 4.000
millones de 1998. Bagdad se opone a la propuesta británica
de retener los fondos de la cuenta de NNUU, al Comité
[de Sanciones] 661 y a la prerrogativa que permitiría
a NNUU decidir a qué compañías podrían
los iraquíes vender su petróleo. Los líderes
kurdos iraquíes desconfían también de las
"sanciones inteligentes" porque temen que las sanciones
alteren sus lucrativas transacciones comerciales (legales e ilegales)
con sus socios dentro del propio Iraq, con Turquía, y
con otros países [de la región].
Los Estado vecinos (Siria, Egipto, y los Emiratos Árabes
Unidos, así como Jordania y Turquía) cada vez se
juegan más en sus relaciones comerciales con Iraq y rechazan
la imposición de controles más estrictos. Jordania
y Turquía se han venido beneficiando de la ambigüedad
de la política norteamericana y británica, particularmente
cuando se trataba de hacer la vista gorda ante las violaciones
sobre el régimen de sanciones cometidas por sus "amigos"
en la región. Dado que la importantísima reunión
entre George W. Bush y Vladimir Putin a principios de noviembre
concluyó sin haberse llegado a un acuerdo sobre Iraq,
la Administración Bush se ha resignado a posponer cualquier
revisión del programa de sanciones. Sin embargo, el portavoz
de la Casa Blanca Ari Fleischer enfatizó el pasado 27
de noviembre la necesidad de definir las sanciones "de un
modo más preciso".
Un debate sin resolver
Tras el 11 de septiembre, Iraq no escapa a las miradas de
los 'halcones' norteamericanos, particularmente de aquellos que
dentro de la Administración Bush hablan del "negocio
inacabado" de Iraq desde 1991. Aquellos políticos
que desearían ver una política militar más
agresiva contra Iraq ven esta "guerra contra el terrorismo"
como una oportunidad para provocar un "cambio de régimen"
o fomentar los intentos para eliminar a Sadam Husein.
Para quienes no están tan convencido del recurso a
la acción militar, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre
sobre el resultado de la guerra en Afganistán y lo que
ocurrirá con Osama Bin Laden, el nuevo clima político
ofrece la posibilidad de intentar, una vez más, cambiar
la política de sanciones actual. A falta de otras cosas,
prolongar al programa "petróleo por alimentos"
da a EEUU más tiempo para terminar con las discusiones
dentro de su propia Administración respecto a futuras
acciones militares, sin poner por el momento en riesgo la coalición
de países árabes.
La derecha republicana en el Congreso y algunos elementos
de la Administración Bush -de los cuales el más
conocido es el vicesecretario de Defensa Paul Wolfowitz- han
incrementado la presión desde el mes de septiembre para
"ir a por Saddam". Bush no ha cerrado las puertas a
una posible acción militar contra Iraq, pero Powelll ha
sido más cuidadoso. Para la Administración, la
cuestión es menos sobre si un cambio de régimen
es una buena idea, y más sobre si el cambio es algo que
se pueda conseguir, o sobre si debería constituir una
prioridad para EEUU en el momento actual.
En cualquier caso, quienes apoyan un cambio de régimen
están bastante animados por lo que está ocurriendo
en Afganistán. Sobre todo en el Departamento de Defensa,
hay analistas que creen que los bombardeos han funcionado y han
conseguido derrocar al régimen, aunque otros sectores
dentro del gobierno se muestran menos eufóricos al respecto.
Recientemente, otros candidatos menos "arriesgados"
para una nueva acción militar norteamericana (Somalia,
Yemen y Sudán) han aparecido como lugares que albergan
a redes vinculadas con al-Qaeda.
Buscando una justificación
Caso de elegir Iraq como objetivo, bien sea en los próximos
meses o algo más adelante, EEUU necesitaría alguna
justificación [para iniciar los ataques] visto el escepticismo
y el clima de oposición a nivel internacional. [Veáse,
EEUU prepara
la ampliación de los ataques a Iraq implicando a este
país en los casos de ántrax, y El
ataque contra Iraq podría ser solo cuestión de
tiempo, CSCAweb.] Ni la evidencia circunstancial que conectaría
Iraq con al-Qaeda, ni los ataques de ántrax, han convencido
a nadie -ni siquiera a Gran Bretaña, el más firme
soporte de EEUU. Hasta el momento, la principal prueba parece
ser una reunión en Praga entre Muhammad Atta y el coronel
Muhammad Khalil Ibrahim al-Ani, supuestamente un oficial de los
servicios de inteligencia iraquíes, así como la
supuesta existencia de una "campo de entrenamiento de secuestradores
en Salman Pak, en Iraq.
Dada la debilidad de estas pruebas, los 'halcones' han ido
buscando justificaciones en la supuesta posesión por parte
iraquí de armas de destrucción masiva, incluyendo
la posibilidad de que Iraq haya utilizado o pueda utilizar arma
biológicas. En sus comentarios sobre Iraq del pasado 26
de noviembre, Bush volvió a recalcar la exigencia de que
Iraq debe permitir la vuelta a su territorio de inspectores de
NNUU. Hace una semana, el vicesecretario de Estado John Bolton
señaló a Iraq [en Ginebra] -junto con Corea del
Norte, Libia, Siria, Irán y Sudán- como países
que están actualmente desarrollando arma bacteriológicas.
"EEUU tiene firmes sospechas de que Iraq se ha aprovechado
de estos tres años en los que no había inspecciones
de NNUU para mejorar en todas las fases de su programa ofensivo
de armas biológicas". Hasta hace muy poco, las discusiones
públicas sobre la política de sanciones apenas
habían hecho referencia a la renovación de las
inspecciones por parte de UNMOVIC.
Iraq ha prometido rechazar cualquier intento de volver a introducir
a los inspectores de UNMOVIC en Iraq, tema que todavía
se sigue discutiendo en Nueva York. Parece que la mayoría
de los políticos norteamericanos son bastante escépticos
sobre la vuelta de los inspectores [a Iraq], pero cualquier esfuerzo
que tuviera como objetivo revivir la cuestión (como por
ejemplo invocar la resolución 1284 de 1999 o la 687 de
1991 de [alto el fuego de la Guerra del Golfo]) podrían
crear una clima internacional más propicio para la acción
militar.
La aseveración, ya de carácter más general,
de que Sadam Husein sigue siendo peligroso y malvado puede usarse
también como justificación. La consejera de Seguridad
Nacional Condoleezza Rice afirmó recientemente que "no
necesitábamos los acontecimientos del 11 de septiembre
para sabe que Sadam Husein es un hombre muy peligroso, una amenaza
para su pueblo, para la región, y para EEUU". El
argumento se opone a lo que durante años han repetido
los norteamericanos (que Sadam Husein está siendo "controlado"),
y por lo tanto es poco probable que puedan convencer a otros
Estados de la necesidad de una acción militar [contra
Iraq]. Otra posibilidad es la esperanza de que Iraq sea quien
provoque la acción (por ejemplo, avanzando más
allá del paralelo 39 dentro áreas controladas por
los kurdos, o hacia Kuwait). Pero por el momento, los líderes
iraquíes mantienen un perfil bajo, sin duda porque esperan
el ataque [norteamericano]. A pesar de todo, Sadam Husein ha
vuelto a hablar del tema de las relaciones con las tres provincias
kurdas.
Las opciones de los 'halcones'
La falta de consenso internacional para extender la guerra
y atacar Iraq no significa que los halcones norteamericanos vayan
a abandonar todas las opciones militares. La acción militar
menos dramática consistiría en incrementar los
ataques sobre las zonas de exclusión aérea, a pesar
de la probada ineficacia de dicha estrategia. Si lo que se pretende
es un cambio de régimen, una guerra aérea parecida
a la campaña Zorro del Desierto [de diciembre de 1998]
en la que los bombardeos se centrasen en objetivos gubernamentales
sería la propuesta, junto con el establecimiento de bases
dentro de Ira para elementos de la oposición iraquí.
Algunos 'halcones' sugieren incluso que EEUU invada los campos
de petróleo del sur del país, reviviendo así
una propuesta del Congreso Nacional Iraquí (CNI) que desde
mediados de los noventa pedía una "zona de exclusión
circular" en el sur del país. Esta estrategia es,
evidentemente, muy arriesgada. Otra opción similar sería
el establecimiento de presencia militar norteamericana en las
regiones kurdas del norte e iniciar una campaña de bombardeos
con la esperanza de que el régimen se colapse, al igual
que ha ocurrido con los talibán en Afganistán.
La base aérea de Incirlik en el sudeste turco podría
servir para iniciar la campaña, lo cual probablemente
supondría tener que convencer a Turquía, país
que puede mostrarse nervioso sobre el posible uso de los kurdos
iraquíes como satélites [de EEUU]. De hecho, muchos
kurdos iraquíes parecen sentirse incómodos con
esta idea.
Conclusión
Sea cual sea el pretexto, en el caso de que EEUU decida atacar
Iraq con el propósito de librarse de Sadam Husein, lo
que preocupa al Reino Unido y a otros es el impacto que la intervención
tendría en sus alianzas dentro del Próximo Oriente.
Jordania, Egipto, Siria y Arabia Saudí ya han dejado claro
que no aceptarán los ataques contra Iraq. Los esfuerzos
norteamericanos por intervenir en el conflicto palestino-israelí
se verían igualmente amenaza con una guerra contra Iraq.
La tendencia a centrarse en la acción militar más
que en una estrategia política es muy pronunciada entre
quienes desean que se produzca un cambio de régimen. La
cuestión que ha perseguido a los norteamericanos en el
intento por eliminar a Sadam Husein desde 1991 (quién
será el sucesor) no se ha abordado plenamente. Por un
lado, la aceptación del CNI ha sustituido los intentos
de encontrar un general que pueda gobernar Iraq en el lugar de
Sadam. Pero la propia trayectoria del CNI siembra muchas dudas
sobre la cohesión de la coalición, particularmente
teniendo en cuenta lo impredecible de los acontecimientos que
podrían sucederse aún cuando el régimen
ba´azista caiga.
El sentimiento que sin duda persigue a los miembros de la
Administración norteamericana (aunque no a todos por igual)
de que en Iraq hay que terminar lo que se empezó, no afecta
únicamente a la caída de Sadam Husein. Hasta ahora,
el 11 de septiembre no ha traído consigo una reflexión
sobre la política norteamericana en la región del
Golfo. ¿Vendría el cambio político en Iraq
acompañado de una nueva política norteamericana
respecto a los países del Golfo, particularmente Irán
e Iraq? Queda por ver si EEUU cuestionará una alianza
como la que desde hace tiempo mantiene con Arabia Saudí
y otros Estados del Golfo, dada la connivencia habida [entre
estos últimos] con los talibán y con al-Qaeda,
y visto el apoyo financiero oficial y extra oficial que les han
brindado. Por último, la destrucción de las armas
iraquíes de destrucción masiva según el
contenido de la resolución 687 del CS estaba directamente
vinculada a la consecución del desarme a escala regional.
En la última década, no se ha avanzado nada al
respecto. Y tampoco parece que la guerra norteamericana contra
el terrorismo vaya a hacerlo.
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