EEUU prepara
la ampliación de los ataques a Iraq implicando a este
país en los casos de ántrax
Comité de Solidaridad
con la Causa Árabe
CSCAweb, 15 de octubre de 2001
|

|
Una semana después
de que EEUU iniciase su ofensiva militar contra Afganistán,
comienzan a oírse voces dentro de la Administración
norteamericana que exigen la inmediata extensión de los
ataques a Iraq. La aparición de tres casos de contaminación
por ántrax en Florida y Nueva York ha dado pie a que los
sectores más duros de la Administración Bush hayan
visto en este remonte de la crisis una oportunidad para hace
valer sus tesis intervencionistas contra Iraq. Tras varios intentos
previos, la noticia aparecida en The Guardian el domingo
14 de octubre implicando a Iraq en los envíos con ántrax
es sin duda el preludio publicitario de la agresión que
se prepara contra este país.
En su edición del domingo 14 de octubre,
el diario británico The Guardian, indicaba que
Iraq habría proporcionado a la organización de
Bin Laden el ántrax incluido en las cartas remitidas supuestamente
por los miembros de la organización al-Qaida a
medios de comunicación de EEUU. Las fuentes de la información
son la CIA y servicios de información del Departamento
de Defensa de EEUU. Sin aportar prueba alguna, la argumentación
de los servicios de información norteamericanos dada a
conocer por el diario británico señala que la forma
de ántrax incluida en las cartas enviadas precisa de la
tecnología de un Estado, y que ese Estado no puede ser
otro que Iraq, tras descartar a Irán por no parecer "verosímil
políticamente" su implicación en los atentados
y a Afganistán por limitaciones infraestructurales.
Significativamente, las noticias filtradas en los
medios de comunicación sobre la naturaleza "terrorista"
de los casos de ántrax registrados hasta el momento proceden
no del Departamento de Estado, sino de los servicios de inteligencia
del Departamento de Defensa y la CIA. Los servicios de inteligencia,
avergonzados por su fracaso y desprestigio ante la sociedad norteamericana
se ven en la obligación de demostrar ante la opinión
pública que cumplen un papel efectivo en la "lucha
contra el terror". Por su parte, el Departamento de Defensa,
menos pragmático y diplomático en sus consideraciones
estratégicas que el Departamento de Estado (preocupado
fundamentalmente por construir una coalición bélica
amplia que incluya a países como Pakistán o Arabia
Saudí), intenta hacerse con una posición de fuerza
dentro de la Administración Bush.
El sector duro de la Administración
Bush -encabezado por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld
y su vicesecretario, Paul Wolfowitz- ha apostado desde el comienzo
de la crisis desatada por los ataques contra Nueva York y Washington
del pasado 11 de septiembre por una campaña bélica
multilateral que no quedase limitada al actual bombardeo sobre
Afganistán e incluyera, en una segunda fase a Iraq. La
asesora presidencial en seguridad Condolezza Rice indicaba el
pasado 23 de septiembre que Iraq podría ser un objetivo
tras la destrucción de la red al-Qaida de Bin Laden
en Afganistán. Este es, asimismo, el sector más
abiertamente pro-israelí de la Administración Bush.
Frente a este sector, la vinculación de
Iraq con los ataques del día 11 de septiembre ha sido
desmentida por altos cargos de la Administración Bush,
entre ellos por el vicepresidente Dick Cheney y el Secretario
de Estado Colin Powell, que desde un principio han negado que
exista relación alguna entre los atentados y el gobierno
iraquí. Desde un principio, tanto Cheney como Powell se
han dedicado a buscar apoyos a la intervención contra
Afganistán entre los regímenes árabes e
islámicos, para lo cual se han visto obligados a asegurar
que Iraq no será atacado. Igualmente, el Fiscal General
de EEUU (ministro de Justicia) John Ashcroft ha exculpado a Iraq
de cualquier implicación en los atentados. Es esta la
misma línea de actuación que ha inspirado las declaraciones
de Bush de apoyar la creación de un Estado palestino.
El gobierno iraquí
ha negado desde un principio su vinculación con los ataques
del 11 de septiembre
Antes de la asociación entre Iraq y los
ataques con ántrax en EEUU, tres han sido las líneas
de incriminación contra Iraq: un contacto entre un miembro
del cuerpo diplomático iraquí en Pagra y uno de
los supuestos pilotos suicidas, filtraciones israelíes,
y la hipótesis de la implicación iraquí
en el primer atentado contra el World Trade Center en 1993.
1. La implicación
iraquí en el primer atentado contra el World Trade Center
en 1993: Tras los ataques del 11 de septiembre y antes
de la aparición de los casos de ántrax, el sector
más abiertamente intervencionista contra Iraq de la Administración
Bush habría tomado la iniciativa de enviar a Gran Bretaña
al ex director de la CIA, James Woolsey, en una visita no oficial,
segundo viaje a ese país en lo que va de año. Woolsey
ha mantenido siempre la implicación de Iraq en el primer
atentado contra las torres del World Trade Center en 1993, una
hipótesis presentada en el libro Study of Revenge:
Saddam Hussein's Unfinished War against America de Laurie
Mylroie. Según la autora del libro, Iraq habría
proporcionado al autor del atentado de 1993 la identidad falsa
con la que fue detenido en EEUU. El FBI y la CIA investigaron
los hechos señalados por Mylroie en su libro sin hallar
evidencias concluyentes, según indican fuentes gubernamentales
estadounidenses (Knight Ridder News Service, 11 de octubre).
El autor del atentado residió en Gran Bretaña en
1988 y 1989, y Woolsey pretende encontrar allí las pruebas
incriminatorias contra Iraq, fundamentalmente a través
de la provisión a los autores de los atentados del día
11 de documentación falsa por parte de Iraq.
Por su parte, el Congreso Nacional Iraquí,
coalición opositora al régimen iraquí radicada
en Gran Bretaña y que recibe apoyo británico y
estadounidense, acusaba a Iraq de implicación en los atentados
de 11 de septiembre (The Times, 25 de septiembre, 2001)
2. La 'conexión checa':
Las más reiteradas informaciones sobre la presunta
vinculación de Iraq con los atentados se basan en un informe
de los servicios de inteligencia checos según el cual
Mohamed Atta, uno de los supuestos pilotos suicidas de los atentados
del 11 de septiembre, se habría reunido el pasado mes
de junio de 2000 con un oficial de bajo nivel del cuerpo diplomático
iraquí en Praga, expulsado del país en abril. Atta
habría hecho escala en Praga durante apenas 24 horas antes
de volar a New Jersey. La información, proveniente de
fuentes checas, es filtrada una semana después de los
atentados, el 18 de septiembre. Sin embargo, los servicios checos
y norteamericanos reconocen que desconocen tanto los motivos
como los temas tratados durante el encuentro. En Praga se encuentran
las instalaciones de la antigua radio de la CIA para la Europa
oriental Radio Liberty, que desde 1998 emite programación
antigubernamental para Iraq.
3. Las filtraciones israelíes:
Fuentes militares israelíes citadas por la revista
Jane's responsabilizaban directamente a Iraq de los ataques
(AFP, 20 de septiembre), en esta ocasión conectando
a Iraq con el egipcio Ayman al-Zawahiri, hombre muy cercano a
Bin Laden. Sin embargo, el jefe de los servicios de inteligencia
del Ejército israelí, el general Amos Malka, declaraba
ante la prensa israelí que Iraq no contaba con la infraestructura
necesaria para llevar a cabo los ataques.
Posible agresión
contra Iraq
Probablemente, la crisis desatada tras la aparición
de varios casos de contaminación por ántrax y la
acusación contra Iraq obligará al sector de la
Administración Bush representado por el secretario de
Estado Powell -de gira actualmente por Pakistán- a redefinir
los objetivos de la operación bélica y a incluir
a Iraq ya de manera pública y abierta en la lista de próximos
objetivos, como consecuencia del impacto producido por la crisis
del ántrax. Todo ello pone de manifiesto lo que es un
choque evidente tanto estratégico como político
que enfrenta a los diversos sectores que luchan por hacerse con
el control efectivo de la situación en Washington. Sin
embargo, esta pugna estaba ya presente, en relación a
la estrategia de la nueva Administración Bush frente a
Iraq, antes de los atentados del 11 de septiembre.
Y es que las acusaciones norteamericanas contra
Iraq por la posible implicación del gobierno iraquí
en la organización de los atentados constituyen un nuevo
intento de la Administración norteamericana de intensificar
en todos los ámbitos la ofensiva que desde hace casi once
años mantiene EEUU contra este país. En la coyuntura
actual, la previsible extensión de la intervención
contra Iraq reforzará la posición interna norteamericana
que aboga por un asalto final contra este país, especialmente
tras el fracaso en imponer este año en el Consejo de Seguridad
un nuevo régimen de sanciones (las llamadas "sanciones
inteligentes") y ante la notoria recuperación de
relaciones políticas y económicas entre Iraq y
países del entorno y de fuera de éste en el transcurso
de los últimos dos años, antes de la elección
de Bush como nuevo presidente de EEUU, tal y como indicábamos
en nuestro comunicado de 18 de septiembre.
Como indicábamos entonces, ya antes del
11 de septiembre pocas alternativas tenía EEUU, excepto
seguir financiando a la oposición iraquí en el
exterior con fines más publicitarios que prácticos.
Sin duda, la Administración Bush utilizará la nueva
situación internacional para atacar a Iraq y promover
un cambio interno de régimen, objetivo último ya
explícitamente declarado tanto de la anterior Administración
Clinton como de ésta. La noticia aparecida el pasado domingo
en The Guardian es sin duda el preludio publicitario de
la agresión que se prepara contra Iraq.
Madrid, 15 de octubre de 2001

Comité de Solidaridad con
la Causa Árabe
|