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PALESTINA


*Ilan Pappé, israelí, es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Haifa y presidente del recién creado Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos en Israel. Forma parte de los denominados "nuevos historiadores" israelíes que desde finales de los años 80 iniciaron una revisión de la historiografía oficial israelí relativa a la creación del Estado de Israel en 1948. Esta investigación reconocía por primera vea en el campo académico israelí la Catástrofe -'al- Nakba'- que tuvo lugar en Palestina entre 1947 y 1948, y admitía la existencia y aplicación planificada de un proyecto característico del sionismo al menos desde los años 20: la eliminación mediante el desalojo forzado de la presencia palestina con el fin de fundar mediante un proceso artificial de emigración judeo-europea el llamado "Hogar nacional judío en Palestina". Este proyecto, que ha seguido vigente durante las 50 décadas de existencia del Estado sionista de Israel, sigue impulsándose en la actualidad como parte esencial del proyecto sionista en Palestina y en la región árabe. Las actuales prácticas militares y administrativas ilegales que Israel lleva a cabo en Cisjordania, Gaza y en el interior de Israel contra los palestinos tienen como objetivo estratégico la 'desarabización' del territorio y el desalojo masivo de su población con el fin de 'judeizar' toda Palestina mediante la colonización para consolidar un Estado de Israel exclusivamente judío. El revisionismo de la historiografía israelí no ha supuesto, sin embargo, que el conjunto de los ciudadanos israelíes extraigan y asuman colectivamente las conclusiones políticas y éticas que se derivan de la creación artificial del Estado de Israel como proyecto colonial y racista ni de su 'funcionalidad' estratégica al servicio del sionismo y de los intereses occidentales en el corazón de la región árabe. Véase en CSCAweb del mismo autor: Ilan Pappe: De la 'Nakba' de 1948 al 'transfer' de 2003: culminar el proyecto sionista aprovechando la guerra contra Iraq | Ilan Pappé: Los fantasmas de la 'Nakba' así como: Ibrahim Alloush: 'El Muro de la separación: ¿racismo u ocupación?' | Loles Oliván: En el aniversario de la ocupación de Gaza y Cisjordania: el 'Muro del Apartheid' expresa la naturaleza racista del Estado de Israel | Refugiados palestinos

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La burbuja de Ginebra

Ilan Pappé*

CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 13 de febrero de 2004
'London Review of Books', vol. 26, núm. 1, 8 de enero de 2004
Traducción para CSCAweb: Beatriz Morales

"Tel Aviv no es Ginebra: la ciudad está construida sobre las ruinas de seis pueblos palestinos destruidos en 1948 y no puede ser Ginebra. Debería aspirar a ser Alejandría o Beirut para que los judíos que invadieron el Mundo Árabe por la fuerza puedan finalmente demostrar su voluntad de formar parte de Oriente Medio en vez de permanecer ahí como un Estado extranjero en medio de ellos"

A pesar del hecho de que vivimos en una época de intensiva e indiscreta cobertura mediática, los telespectadores en Israel han tenido la suerte de entrever las reuniones que han producido los Acuerdos de Ginebra. Lo que vimos en noviembre mostraba a un grupo de conocidos escritores y de pacifistas israelíes que gritaban a un grupo de palestinos no muy conocidos y más bien intimidados, la mayoría de los cuales eran funcionarios de la Autoridad Palestina (AP). Abba Eban dijo una vez que los palestinos nunca perderían la oportunidad de perder una oportunidad, y esto era más menos lo que los israelíes decían ahora. Esta era su última oportunidad, les habían dicho a los palestinos: la oferta actual era la mejor y la más generosa que hubiera hecho nunca Israel.

Esta escena es familiar. Las diferentes memorias escritas por los actores principales de los Acuerdos de Oslo sugieren que ahí se dijeron cosas de este tipo, mientras que filtraciones de la Cumbre de Camp David en 2000 describen intercambios similares entre Clinton, Barak y Arafat. De hecho, el tono y la actitud israelí no han cambiado, por así decirlo, desde que la desesperación británica hizo que la cuestión palestina fuera transferida a Naciones Unidas (NNUU) al final de la Segunda Guerra Mundial. En esta época, NNUU era una organización muy joven y sin experiencia y las personas que habían sido nombradas para encontrar una solución al conflicto no sabían por dónde empezar ni cómo proceder. La Agencia Judía llenó encantada el vacío explotando al máximo el desaliento y la pasividad palestinos.

Las soluciones del sionismo a la cuestión palestina

En mayo de 1947 la Agencia transmitió un plan completo con un mapa a un Comité Especial de NNUU sobre Palestina (UNSCOP en sus siglas en inglés), que proponía la creación de un Estado judío sobre el 80% de Palestina, lo que corresponde más o menos al Israel de hoy sin los Territorios Ocupados [de 1967]. En noviembre de 1947 el Comité redujo el Estado judío al 55% de Palestina y transformó el plan en la resolución 181 de la Asamblea General de NNUU. El hecho de que Palestina rechazara esta resolución no sorprendió a nadie: desde 1918 los palestinos se oponían a la partición. La aprobación sionista se preveía de antemano y a ojos del gendarme internacional representaba una base suficientemente sólida para una paz en Tierra Santa. El hecho de imponer a una parte la voluntad de la otra no era el medio de efectuar una reconciliación y la resolución desencadenó una violencia sin precedentes en la historia de la moderna Palestina.

Si los palestinos no estaban contentos con la idea sionista de la partición era el momento de emprender una acción unilateral. La dirección judía se volvió hacia su mapa de mayo de 1947 que mostraba claramente las partes de Palestina que codiciaba el futuro Estado judío. El problema era que dentro del deseado 80% [del territorio] los judíos eran una minoría de 40% (660.000 judíos para un millón de palestinos). Pero los dirigentes del Yishuv habían previsto esta dificultad desde el nacimiento del proyecto sionista en Palestina. La solución tal como ellos la veían era el traslado forzado [transfer] de la población indígena para que se pudiera fundar un Estado judío puro. El 10 de marzo de 1948 la dirección sionista adoptó el infame Plan Dalet cuyo resultado fue la limpieza étnica de las grandes zonas consideradas como el futuro Estado judío en Palestina.

Palestina no fue dividida; fue destruida y una gran parte de su pueblo fue expulsado. Esos fueron los hechos que desencadenaron el conflicto que dura desde aquellos días. La OLP emergió a finales de los años cincuenta como encarnación de la lucha palestina por el retorno, la reconstrucción y la reconstitución. Pero los refugiados fueron ignorados por la comunidad internacional y por los poderes regionales árabes. Solamente Nasser pareció haber adoptado su causa al forzar a la Liga Árabe a expresar su preocupación. Pero, como demostraron las desafortunadas maniobras árabes de junio 1967, aquello no fue suficiente.

Planes para una 'paz' sin justicia

En junio de 1967 toda Palestina se convirtió en Israel; la nueva realidad geopolítica exigía renovar [sic] un proceso de paz. Al principio NNUU tomaron la iniciativa pero pronto fueron sustituidas por las artesanos estadounidenses de la paz. Los primeros arquitectos de la Pax Americana tenían algunas ideas propias sobre la cuestión, pero fueron rechazados categóricamente por Israel y no llegaron a ninguna parte. EEUU se convirtió en el representante de los planes de paz israelíes que se basaban en tres hipótesis: que la cuestión de la limpieza étnica de 1948 no sería abordada, que las negociaciones sólo concernirían al futuro de las zonas que Israel había ocupado desde 1967, esto es, a Cisjordania y a la Franja de Gaza y, en tercer lugar, que el destino de la minoría palestina en Israel no formaría parte de una solución detallada y completa. Esto significaba que el 80% de Palestina y más del 50% de los palestinos iban a ser excluidos del proceso de paz. Esta fórmula fue aceptada sin condiciones por EEUU y vendida al resto del mundo como la mejor oferta posible.

Durante un tiempo -hasta 1977- los israelíes insistieron en otra condición previa. Querían compartir Cisjordania con el reino hachemí de Jordania (la "opción jordana", como fue llamada, fue adoptada más tarde por la Administración Reagan, una administración que tenía su propio plan de paz). Cuando el Likud llegó al poder en 1977 se abandonó esta opción -el nuevo gobierno no estaba interesado en ningún tipo de acuerdo o compromiso, fuera el que fuera- pero se recuperó durante el periodo de gobierno de unidad nacional (1984-1987) hasta que los jordanos se dieron cuenta de que el gobierno israelí no abandonaría toda Cisjordania, ni siquiera a su favor.

La primera Intifada

La ocupación israelí continuó sin obstáculos en ausencia de un adecuado proceso de paz. Desde el principio -mucho antes de los atentados suicidas- se cometieron demoliciones de casas, asesinatos de civiles inocentes, expulsiones, bloqueos y un hostigamiento general. Los años cincuenta y sesenta conocieron un aumento del siempre en expansión movimiento de colonos que no sólo acarreó las expropiaciones de tierras sino también un aumento de las brutalidades. Los palestinos replicaron con una forma radical del Islam político que al cabo de los primeros veinte años se había convertido en una fuerza que había que tener en cuenta. Su resistencia a la ocupación era más intrépida que cualquiera de las formas conocidas antes, pero su actitud respecto a los rivales internos y a la población en general era igualmente dura. Ningún movimiento, no más que el gobierno del Likud antes que ellos, mostró interés alguno por un esfuerzo diplomático para resolver el conflicto. La frustración se fue intensificando en las zonas ocupadas hasta que en diciembre de 1987 la población local se volvió a levantar contra el ocupante.

Nueva intervención de EEUU: buscando 'socios' palestinos para negociar

A su debido tiempo acabó la violencia y empezó un nuevo periodo de proceso de paz muy parecido a los precedentes. Por el lado israelí el equipo se amplió tanto a académicos como a políticos. Una vez más se trataba de un intento israelí que buscaba la aprobación estadounidense. Una vez más los estadounidenses trataron de anteponer ciertas ideas propias: el Proceso de Madrid de 1991 formaba parte de un intento estadounidense por justificar la primera Guerra del Golfo. Los palestinos podían estar de acuerdo con algunas de las ideas contenidas en este proceso. Pero era un asunto largo y complicado y, mientras tanto, se desarrolló una nueva iniciativa israelí.

Esta iniciativa tenía un componente nuevo. Por primera vez los israelíes estaban buscando socios palestinos cercanos a su tipo de paz para Palestina. Y apuntaron a la cumbre: la dirección de la OLP en Túnez. Durante este proceso ésta fue embaucada con la promesa israelí, incluida en el artículo 5, cláusula 3 de los Acuerdos de Oslo, de que al cabo de cinco años consagrados a satisfacer las necesidades de seguridad israelíes, las principales demandas palestinas serían puestas sobre la mesa de negociaciones en preparación de un acuerdo final. Mientras tanto, se permitiría a los palestinos jugar con la independencia. Se les ofreció la oportunidad de formar una autoridad palestina, decorada con las insignias de la soberanía, que podría permanecer intacta mientras sirviera contra cualquier movimiento de resistencia [palestina] contra los israelíes. Para ello la AP empleó a cinco organizaciones de servicios secretos que combinaron los abusos en materia de derechos humanos y civiles por parte del ocupante con los de la administración del país. La casi autonomía de Palestina tenía poca influencia sobre la ocupación. En algunas zonas se impuso directamente, en otras indirectamente. Llegaron más colonos judíos y los hostigamientos continuaron por todas partes. Cuando la oposición palestina se tomó la revancha con los ataques suicidas, los israelíes enriquecieron su repertorio de castigos colectivos hasta tal punto que el apoyo a los suicidas aumentaba de semana en semana.

El laborismo sionista y la debilidad de Arafat

Seis años después de la firma de Oslo el "campo de la paz" volvió a llegar al poder en Israel con Ehud Barak a la cabeza. Un año más tarde tuvo que afrontar una derrota electoral provocada por su excesiva ambición en prácticamente todos los dominios. La paz con los palestinos parecía ser su única salvación. Los palestinos esperaban que la promesa hecha en Oslo fuera la base de nuevas negociaciones. Según su punto de vista, ellos habían aceptado esperar cinco años: había llegado el momento de discutir el problema de Jerusalén, el de la suerte de los refugiados y el del futuro de los asentamientos. Una vez más los israelíes diseñaron un plan e incluyeron a más universitarios y expertos "profesionales". La fragmentada dirección palestina era incapaz de llevar adelante contrapropuestas sin ayuda exterior y buscó consejo en intermediarios tan improbables como el Instituto Adam Smith de Londres. Sin sorpresa alguna, el plan israelí fue el único que había en la mesa de negociaciones de Camp David en el verano de 2000. Refrendado por los estadounidenses, ofrecía una retirada de la mayoría de los territorios de Cisjordania y de la Franja de Gaza y dejaba el 15% de la Palestina original a los palestinos bajo la forma de cantones separados y atravesados por autopistas, asentamientos, campos militares y muros. Ninguna capital en Jerusalén, ninguna solución al problema de los refugiados y un abuso total del concepto de Estado y de independencia. Ni siquiera el frágil Arafat, que hasta ese momento parecía satisfecho del salata (las ventajas procedentes del poder) ya que nunca había ejercido el sulta (poder real), podía firmar un documento que se burlaba de cada una de las exigencias palestinas. Rápidamente se le presentó como belicista.

Manifestantes desarmados expresaron su consternación en otoño de 2000 y el ejército israelí disparó contra ellos. La respuesta palestina no se hizo esperar y la resistencia se militarizó. Al cabo de tres años de una segunda Intifada volvieron a empezar los esfuerzos de paz. La fórmula era idéntica: una iniciativa israelí que daba respuesta al público israelí y a sus necesidades disfrazada de honesto corretaje por parte de los estadounidenses

Tres nuevas iniciativas negociadoras en 2003

En 2003 aparecieron tres iniciativas. La primera ya se había ganado el apoyo estadounidense: la "Hoja de Ruta" [1]. Al final de esta ruta, el 10% de Palestina se dividirá en dos enormes campos de prisioneros (uno en Gaza y el otro en Cisjordania) sin solución alguna para el problema de los refugiados y con un mayor control total israelí sobre Jerusalén. Sus patrocinadores siguen buscando un eventual guardián-jefe palestino. Habiendo perdido Mahmud Abbas, ponen sus esperanzas en Ahmad Qurei.

La segunda iniciativa es la denominada "Propuesta o Plan Ayalon-Nusseibeh" [2] basada en una retirada total israelí de todos los Territorios Ocupados [en 1967] (excepto del Gran Jerusalén que abarca aproximadamente un tercio de Cisjordania) a cambio de la promesa palestina de abandonar el Derecho al Retorno de los refugiados. Sospecho que Sari Nusseibeh, presidente de la Universidad al-Quds y ex representante de la AP está repitiendo una estratagema que ya había intentado durante la primera Intifada cuando sugirió la anexión de jure por parte de Israel de los Territorios Ocupados para demostrar a los israelíes que Israel no podía incorporar Cisjordania y Gaza en sus fronteras y seguir siendo un Estado judío y democrático. Ahora espera demostrar la mala voluntad israelí respecto al desmantelamiento de los asentamientos. Por le momento el Plan Ayalon-Nusseibeh no ha impresionado a los israelíes pero ha deprimido a las comunidades de refugiados y yo me pregunto si valía la pena. Ami Ayalon, máximo dirigente del Shin Bet entre 1996 y 2000, vive en el que antes fuera el pueblo [palestino] de Ijzim cuya población palestina fue expulsada en 1948.

Y ahora tenemos la burbuja [de los "Acuerdos de] Ginebra" [3]: una impresionante producción en tanto que documento y, a la vez, en tanto que ceremonia al estilo hollywoodiense. Es muy probable que nunca se convierta en realidad pero vale la pena analizarlo más de cerca. Sus características básicas han sido descritas por David Grossman en la introducción de la versión en hebreo:

"[...]Por primera vez hay un reconocimiento pleno del derecho pueblo judío a tener un Estado en Israel y una aceptación de Jerusalén como capital de Israel. El documento ofrece soluciones prácticas y detalladas al problema de los refugiados, problema que hasta el presente ha sido la razón del fracaso de todos los esfuerzos. En el documento se expresa también la promesa de que la mayoría de los judíos que viven más allá de la Línea Verde permanecerán en sus hogares y formarán parte del Estado de Israel. Hay también el compromiso palestino de desmilitarizar el Estado palestino y de no permitir que permanezcan en él tropas extranjeras."

'Judeizar' Palestina y liquidar los derechos nacionales palestinos

Lo que salta a la vista no sólo en el prefacio sino también en el conjunto del documento es que mientras que el obstáculo del derecho al retorno de los refugiados tiene que ser suprimido si se quieren lograr la paz y la reconciliación, la judeización de Israel (es decir, la judeización del Estado original con los bloques anexionados de los asentamientos en Cisjordania y en el Gran Jerusalén) no es en absoluto un obstáculo. Al contrario, lo que falta según esta lógica es el reconocimiento por parte de Palestina de un nuevo Gran Israel. Y, ¿qué se le ofrece a los palestinos para animarles a reconocer a un Estado construido sobre la tierra de la que en 1948 fueron étnicamente limpiados y que se les arrebató en 1967? ¿Cuál es esta oferta generosa que los pacifistas israelíes instan a sus homólogos palestinos de la campaña de Ginebra a no dejar pasar? Un mini-Estado construido sobre el 15% de lo que fue Palestina, con una capital cerca de Jerusalén y sin ejército. Leyendo más atentamente, la autoridad y el poder conferidos al Estado antes mencionado tienen poca relación con toda noción de Estado que pueda proceder de una realidad global o de obras de ciencias política.

Lo que es aún más importante es el hecho de que el proyecto de Ginebra dejaría a los refugiados en el exilio. La letra pequeña dice que los refugiados palestinos podrán elegir entre volver a lo que queda de su país de antaño o permanecer en sus campos. Y como probablemente elegirán esperar a que la comunidad internacional cumpla sus compromisos permitiendo su retorno incondicional según la resolución 194, seguirán siendo refugiados mientras que sus compatriotas de Israel seguirán siendo ciudadanos de segunda categoría en el restante 85 % de Palestina.

No hay reconocimiento alguno de las causas de este conflicto -la limpieza étnica de 1948- no hay proceso de verdad y reconciliación que responsabilice a Israel por sus acciones de 1948 y posteriores. En estas condiciones ni los palestinos ni el mundo árabe en su conjunto estarán dispuestos a aceptar un Estado judío.

Durante una celebración en Tel Aviv los arquitectos de Ginebra entonaron en varias ocasiones una canción popular titulada "Y Tel Aviv será Ginebra". Pero Tel Aviv no es Ginebra: la ciudad está construida sobre las ruinas de seis pueblos palestinos destruidos en 1948 y no puede ser Ginebra. Debería aspirar a ser Alejandría o Beirut para que los judíos que invadieron el mundo árabe por la fuerza puedan finalmente demostrar su voluntad de formar parte de Oriente Medio en vez de permanecer ahí como un Estado extranjero en medio de ellos.

Notas de CSCAweb:

1.Véase en CSCAweb: Joel Beinin: El "Plan Herzliya" y las medidas unilaterales de Sharon y enlaces relacionados.
2. Ami Ayalon, ex director del Shin Bet, los servicios de inteligencia interior de Israel y Sari Nuseibbeh, intelectual palestino de Jerusalén, que fuera rector de la Universidad palestina de al-Quds y posteriormente nombrado presidente de la Casa Oriental de Jerusalén por la AP, firmaron el 27 de julio de 2003 una denominada "Declaración de Principios" de 6 puntos que pretendía sentar las bases para un acuerdo palestino-israelí. El efecto de tal declaración fue masivamente contestado por los palestinos del interior de los TTOO y del exterior, muy particularmente, por los refugiados, pues el documento renunciaba al Derecho al Retorno al proponer que los refugiados palestinos solo podrían regresar al "Estado palestino" y "los judíos" [de todo el mundo] al Estado de Israel. Previamente, Nuseibbeh había sido duramente criticado en medios políticos, organizativos y populares no oficiales palestinos y árabes cuando en octubre de 2001 anunció ante los medios de comunicación israelíes e internacionales "una nueva línea de flexibilidad por parte palestina" en los temas esenciales relativos al conflicto palestino-israelí. Véase en CSCAweb:
Defender los derechos nacionales palestinos y su legitimidad internacional: Declaración pública de instituciones populares, organizaciones y sindicatos palestinos. La Declaración de Principios Aylon-Nuseibbeh puede verse en inglés en http://domino.un.org
3. Véase en CSCAweb:
Comunicado de al-Fatah sobre los "Acuerdos de Ginebra": 'Retorno, primero; paz para dos naciones en un solo Estado, después' y enlaces relacionados.