La burbuja de Ginebra
Ilan Pappé*
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 13 de febrero de 2004
'London Review of Books', vol. 26, núm. 1, 8 de enero
de 2004
Traducción para CSCAweb: Beatriz Morales
"Tel
Aviv no es Ginebra: la ciudad está construida sobre las
ruinas de seis pueblos palestinos destruidos en 1948 y no puede
ser Ginebra. Debería aspirar a ser Alejandría o
Beirut para que los judíos que invadieron el Mundo Árabe
por la fuerza puedan finalmente demostrar su voluntad de formar
parte de Oriente Medio en vez de permanecer ahí como un
Estado extranjero en medio de ellos"
A pesar del hecho de que vivimos
en una época de intensiva e indiscreta cobertura mediática,
los telespectadores en Israel han tenido la suerte de entrever
las reuniones que han producido los Acuerdos de Ginebra. Lo que
vimos en noviembre mostraba a un grupo de conocidos escritores
y de pacifistas israelíes que gritaban a un grupo de palestinos
no muy conocidos y más bien intimidados, la mayoría
de los cuales eran funcionarios de la Autoridad Palestina (AP).
Abba Eban dijo una vez que los palestinos nunca perderían
la oportunidad de perder una oportunidad, y esto era más
menos lo que los israelíes decían ahora. Esta era
su última oportunidad, les habían dicho a los palestinos:
la oferta actual era la mejor y la más generosa que hubiera
hecho nunca Israel.
Esta escena es familiar. Las
diferentes memorias escritas por los actores principales de los
Acuerdos de Oslo sugieren que ahí se dijeron cosas de
este tipo, mientras que filtraciones de la Cumbre de Camp David
en 2000 describen intercambios similares entre Clinton, Barak
y Arafat. De hecho, el tono y la actitud israelí no han
cambiado, por así decirlo, desde que la desesperación
británica hizo que la cuestión palestina fuera
transferida a Naciones Unidas (NNUU) al final de la Segunda Guerra
Mundial. En esta época, NNUU era una organización
muy joven y sin experiencia y las personas que habían
sido nombradas para encontrar una solución al conflicto
no sabían por dónde empezar ni cómo proceder.
La Agencia Judía llenó encantada el vacío
explotando al máximo el desaliento y la pasividad palestinos.
Las soluciones
del sionismo a la cuestión palestina
En mayo de 1947 la Agencia
transmitió un plan completo con un mapa a un Comité
Especial de NNUU sobre Palestina (UNSCOP en sus siglas en inglés),
que proponía la creación de un Estado judío
sobre el 80% de Palestina, lo que corresponde más o menos
al Israel de hoy sin los Territorios Ocupados [de 1967]. En noviembre
de 1947 el Comité redujo el Estado judío al 55%
de Palestina y transformó el plan en la resolución
181 de la Asamblea General de NNUU. El hecho de que Palestina
rechazara esta resolución no sorprendió a nadie:
desde 1918 los palestinos se oponían a la partición.
La aprobación sionista se preveía de antemano y
a ojos del gendarme internacional representaba una base suficientemente
sólida para una paz en Tierra Santa. El hecho de imponer
a una parte la voluntad de la otra no era el medio de efectuar
una reconciliación y la resolución desencadenó
una violencia sin precedentes en la historia de la moderna Palestina.
Si los palestinos no estaban
contentos con la idea sionista de la partición era el
momento de emprender una acción unilateral. La dirección
judía se volvió hacia su mapa de mayo de 1947 que
mostraba claramente las partes de Palestina que codiciaba el
futuro Estado judío. El problema era que dentro del deseado
80% [del territorio] los judíos eran una minoría
de 40% (660.000 judíos para un millón de palestinos).
Pero los dirigentes del Yishuv habían previsto esta dificultad
desde el nacimiento del proyecto sionista en Palestina. La solución
tal como ellos la veían era el traslado forzado [transfer]
de la población indígena para que se pudiera fundar
un Estado judío puro. El 10 de marzo de 1948 la dirección
sionista adoptó el infame Plan Dalet cuyo resultado
fue la limpieza étnica de las grandes zonas consideradas
como el futuro Estado judío en Palestina.
Palestina no fue dividida;
fue destruida y una gran parte de su pueblo fue expulsado. Esos
fueron los hechos que desencadenaron el conflicto que dura desde
aquellos días. La OLP emergió a finales de los
años cincuenta como encarnación de la lucha palestina
por el retorno, la reconstrucción y la reconstitución.
Pero los refugiados fueron ignorados por la comunidad internacional
y por los poderes regionales árabes. Solamente Nasser
pareció haber adoptado su causa al forzar a la Liga Árabe
a expresar su preocupación. Pero, como demostraron las
desafortunadas maniobras árabes de junio 1967, aquello
no fue suficiente.
Planes para
una 'paz' sin justicia
En junio de 1967 toda Palestina
se convirtió en Israel; la nueva realidad geopolítica
exigía renovar [sic] un proceso de paz. Al principio NNUU
tomaron la iniciativa pero pronto fueron sustituidas por las
artesanos estadounidenses de la paz. Los primeros arquitectos
de la Pax Americana tenían algunas ideas propias
sobre la cuestión, pero fueron rechazados categóricamente
por Israel y no llegaron a ninguna parte. EEUU se convirtió
en el representante de los planes de paz israelíes que
se basaban en tres hipótesis: que la cuestión de
la limpieza étnica de 1948 no sería abordada, que
las negociaciones sólo concernirían al futuro de
las zonas que Israel había ocupado desde 1967, esto es,
a Cisjordania y a la Franja de Gaza y, en tercer lugar, que el
destino de la minoría palestina en Israel no formaría
parte de una solución detallada y completa. Esto significaba
que el 80% de Palestina y más del 50% de los palestinos
iban a ser excluidos del proceso de paz. Esta fórmula
fue aceptada sin condiciones por EEUU y vendida al resto del
mundo como la mejor oferta posible.
Durante un tiempo -hasta 1977-
los israelíes insistieron en otra condición previa.
Querían compartir Cisjordania con el reino hachemí
de Jordania (la "opción jordana", como fue llamada,
fue adoptada más tarde por la Administración Reagan,
una administración que tenía su propio plan de
paz). Cuando el Likud llegó al poder en 1977 se abandonó
esta opción -el nuevo gobierno no estaba interesado en
ningún tipo de acuerdo o compromiso, fuera el que fuera-
pero se recuperó durante el periodo de gobierno de unidad
nacional (1984-1987) hasta que los jordanos se dieron cuenta
de que el gobierno israelí no abandonaría toda
Cisjordania, ni siquiera a su favor.
La primera
Intifada
La ocupación israelí
continuó sin obstáculos en ausencia de un adecuado
proceso de paz. Desde el principio -mucho antes de los atentados
suicidas- se cometieron demoliciones de casas, asesinatos de
civiles inocentes, expulsiones, bloqueos y un hostigamiento general.
Los años cincuenta y sesenta conocieron un aumento del
siempre en expansión movimiento de colonos que no sólo
acarreó las expropiaciones de tierras sino también
un aumento de las brutalidades. Los palestinos replicaron con
una forma radical del Islam político que al cabo de los
primeros veinte años se había convertido en una
fuerza que había que tener en cuenta. Su resistencia a
la ocupación era más intrépida que cualquiera
de las formas conocidas antes, pero su actitud respecto a los
rivales internos y a la población en general era igualmente
dura. Ningún movimiento, no más que el gobierno
del Likud antes que ellos, mostró interés alguno
por un esfuerzo diplomático para resolver el conflicto.
La frustración se fue intensificando en las zonas ocupadas
hasta que en diciembre de 1987 la población local se volvió
a levantar contra el ocupante.
Nueva intervención
de EEUU: buscando 'socios' palestinos para negociar
A su debido tiempo acabó
la violencia y empezó un nuevo periodo de proceso de paz
muy parecido a los precedentes. Por el lado israelí el
equipo se amplió tanto a académicos como a políticos.
Una vez más se trataba de un intento israelí que
buscaba la aprobación estadounidense. Una vez más
los estadounidenses trataron de anteponer ciertas ideas propias:
el Proceso de Madrid de 1991 formaba parte de un intento estadounidense
por justificar la primera Guerra del Golfo. Los palestinos podían
estar de acuerdo con algunas de las ideas contenidas en este
proceso. Pero era un asunto largo y complicado y, mientras tanto,
se desarrolló una nueva iniciativa israelí.
Esta iniciativa tenía
un componente nuevo. Por primera vez los israelíes estaban
buscando socios palestinos cercanos a su tipo de paz para Palestina.
Y apuntaron a la cumbre: la dirección de la OLP en Túnez.
Durante este proceso ésta fue embaucada con la promesa
israelí, incluida en el artículo 5, cláusula
3 de los Acuerdos de Oslo, de que al cabo de cinco años
consagrados a satisfacer las necesidades de seguridad israelíes,
las principales demandas palestinas serían puestas sobre
la mesa de negociaciones en preparación de un acuerdo
final. Mientras tanto, se permitiría a los palestinos
jugar con la independencia. Se les ofreció la oportunidad
de formar una autoridad palestina, decorada con las insignias
de la soberanía, que podría permanecer intacta
mientras sirviera contra cualquier movimiento de resistencia
[palestina] contra los israelíes. Para ello la AP empleó
a cinco organizaciones de servicios secretos que combinaron los
abusos en materia de derechos humanos y civiles por parte del
ocupante con los de la administración del país.
La casi autonomía de Palestina tenía poca influencia
sobre la ocupación. En algunas zonas se impuso directamente,
en otras indirectamente. Llegaron más colonos judíos
y los hostigamientos continuaron por todas partes. Cuando la
oposición palestina se tomó la revancha con los
ataques suicidas, los israelíes enriquecieron su repertorio
de castigos colectivos hasta tal punto que el apoyo a los suicidas
aumentaba de semana en semana.
El laborismo
sionista y la debilidad de Arafat
Seis años después
de la firma de Oslo el "campo de la paz" volvió
a llegar al poder en Israel con Ehud Barak a la cabeza. Un año
más tarde tuvo que afrontar una derrota electoral provocada
por su excesiva ambición en prácticamente todos
los dominios. La paz con los palestinos parecía ser su
única salvación. Los palestinos esperaban que la
promesa hecha en Oslo fuera la base de nuevas negociaciones.
Según su punto de vista, ellos habían aceptado
esperar cinco años: había llegado el momento de
discutir el problema de Jerusalén, el de la suerte de
los refugiados y el del futuro de los asentamientos. Una vez
más los israelíes diseñaron un plan e incluyeron
a más universitarios y expertos "profesionales".
La fragmentada dirección palestina era incapaz de llevar
adelante contrapropuestas sin ayuda exterior y buscó consejo
en intermediarios tan improbables como el Instituto Adam Smith
de Londres. Sin sorpresa alguna, el plan israelí fue el
único que había en la mesa de negociaciones de
Camp David en el verano de 2000. Refrendado por los estadounidenses,
ofrecía una retirada de la mayoría de los territorios
de Cisjordania y de la Franja de Gaza y dejaba el 15% de la Palestina
original a los palestinos bajo la forma de cantones separados
y atravesados por autopistas, asentamientos, campos militares
y muros. Ninguna capital en Jerusalén, ninguna solución
al problema de los refugiados y un abuso total del concepto de
Estado y de independencia. Ni siquiera el frágil Arafat,
que hasta ese momento parecía satisfecho del salata
(las ventajas procedentes del poder) ya que nunca había
ejercido el sulta (poder real), podía firmar un
documento que se burlaba de cada una de las exigencias palestinas.
Rápidamente se le presentó como belicista.
Manifestantes desarmados expresaron
su consternación en otoño de 2000 y el ejército
israelí disparó contra ellos. La respuesta palestina
no se hizo esperar y la resistencia se militarizó. Al
cabo de tres años de una segunda Intifada volvieron a
empezar los esfuerzos de paz. La fórmula era idéntica:
una iniciativa israelí que daba respuesta al público
israelí y a sus necesidades disfrazada de honesto corretaje
por parte de los estadounidenses
Tres nuevas
iniciativas negociadoras en 2003
En 2003 aparecieron tres iniciativas.
La primera ya se había ganado el apoyo estadounidense:
la "Hoja de Ruta" [1]. Al final de esta
ruta, el 10% de Palestina se dividirá en dos enormes campos
de prisioneros (uno en Gaza y el otro en Cisjordania) sin solución
alguna para el problema de los refugiados y con un mayor control
total israelí sobre Jerusalén. Sus patrocinadores
siguen buscando un eventual guardián-jefe palestino. Habiendo
perdido Mahmud Abbas, ponen sus esperanzas en Ahmad Qurei.
La segunda iniciativa es la
denominada "Propuesta o Plan Ayalon-Nusseibeh" [2]
basada en una retirada total israelí de todos los
Territorios Ocupados [en 1967] (excepto del Gran Jerusalén
que abarca aproximadamente un tercio de Cisjordania) a cambio
de la promesa palestina de abandonar el Derecho al Retorno de
los refugiados. Sospecho que Sari Nusseibeh, presidente de la
Universidad al-Quds y ex representante de la AP está repitiendo
una estratagema que ya había intentado durante la primera
Intifada cuando sugirió la anexión de jure
por parte de Israel de los Territorios Ocupados para demostrar
a los israelíes que Israel no podía incorporar
Cisjordania y Gaza en sus fronteras y seguir siendo un Estado
judío y democrático. Ahora espera demostrar la
mala voluntad israelí respecto al desmantelamiento de
los asentamientos. Por le momento el Plan Ayalon-Nusseibeh no
ha impresionado a los israelíes pero ha deprimido a las
comunidades de refugiados y yo me pregunto si valía la
pena. Ami Ayalon, máximo dirigente del Shin Bet entre
1996 y 2000, vive en el que antes fuera el pueblo [palestino]
de Ijzim cuya población palestina fue expulsada en 1948.
Y ahora tenemos la burbuja
[de los "Acuerdos de] Ginebra" [3]: una impresionante
producción en tanto que documento y, a la vez, en tanto
que ceremonia al estilo hollywoodiense. Es muy probable
que nunca se convierta en realidad pero vale la pena analizarlo
más de cerca. Sus características básicas
han sido descritas por David Grossman en la introducción
de la versión en hebreo:
"[...]Por primera vez
hay un reconocimiento pleno del derecho pueblo judío a
tener un Estado en Israel y una aceptación de Jerusalén
como capital de Israel. El documento ofrece soluciones prácticas
y detalladas al problema de los refugiados, problema que hasta
el presente ha sido la razón del fracaso de todos los
esfuerzos. En el documento se expresa también la promesa
de que la mayoría de los judíos que viven más
allá de la Línea Verde permanecerán en sus
hogares y formarán parte del Estado de Israel. Hay también
el compromiso palestino de desmilitarizar el Estado palestino
y de no permitir que permanezcan en él tropas extranjeras."
'Judeizar'
Palestina y liquidar los derechos nacionales palestinos
Lo que salta a la vista no
sólo en el prefacio sino también en el conjunto
del documento es que mientras que el obstáculo del derecho
al retorno de los refugiados tiene que ser suprimido si se quieren
lograr la paz y la reconciliación, la judeización
de Israel (es decir, la judeización del Estado
original con los bloques anexionados de los asentamientos en
Cisjordania y en el Gran Jerusalén) no es en absoluto
un obstáculo. Al contrario, lo que falta según
esta lógica es el reconocimiento por parte de Palestina
de un nuevo Gran Israel. Y, ¿qué se le ofrece a
los palestinos para animarles a reconocer a un Estado construido
sobre la tierra de la que en 1948 fueron étnicamente limpiados
y que se les arrebató en 1967? ¿Cuál es
esta oferta generosa que los pacifistas israelíes instan
a sus homólogos palestinos de la campaña de Ginebra
a no dejar pasar? Un mini-Estado construido sobre el 15% de lo
que fue Palestina, con una capital cerca de Jerusalén
y sin ejército. Leyendo más atentamente, la autoridad
y el poder conferidos al Estado antes mencionado tienen poca
relación con toda noción de Estado que pueda proceder
de una realidad global o de obras de ciencias política.
Lo que es aún más
importante es el hecho de que el proyecto de Ginebra dejaría
a los refugiados en el exilio. La letra pequeña dice que
los refugiados palestinos podrán elegir entre volver a
lo que queda de su país de antaño o permanecer
en sus campos. Y como probablemente elegirán esperar a
que la comunidad internacional cumpla sus compromisos permitiendo
su retorno incondicional según la resolución 194,
seguirán siendo refugiados mientras que sus compatriotas
de Israel seguirán siendo ciudadanos de segunda categoría
en el restante 85 % de Palestina.
No hay reconocimiento alguno
de las causas de este conflicto -la limpieza étnica de
1948- no hay proceso de verdad y reconciliación que responsabilice
a Israel por sus acciones de 1948 y posteriores. En estas condiciones
ni los palestinos ni el mundo árabe en su conjunto estarán
dispuestos a aceptar un Estado judío.
Durante una celebración
en Tel Aviv los arquitectos de Ginebra entonaron en varias ocasiones
una canción popular titulada "Y Tel Aviv será
Ginebra". Pero Tel Aviv no es Ginebra: la ciudad está
construida sobre las ruinas de seis pueblos palestinos destruidos
en 1948 y no puede ser Ginebra. Debería aspirar a ser
Alejandría o Beirut para que los judíos que invadieron
el mundo árabe por la fuerza puedan finalmente demostrar
su voluntad de formar parte de Oriente Medio en vez de permanecer
ahí como un Estado extranjero en medio de ellos.

Notas de
CSCAweb:
1.Véase
en CSCAweb: Joel
Beinin: El "Plan Herzliya" y las medidas unilaterales
de Sharon
y enlaces relacionados.
2. Ami Ayalon, ex director del Shin Bet, los servicios de inteligencia
interior de Israel y Sari Nuseibbeh, intelectual palestino de
Jerusalén, que fuera rector de la Universidad palestina
de al-Quds y posteriormente nombrado presidente de la Casa Oriental
de Jerusalén por la AP, firmaron el 27 de julio de 2003
una denominada "Declaración de Principios" de
6 puntos que pretendía sentar las bases para un acuerdo
palestino-israelí. El efecto de tal declaración
fue masivamente contestado por los palestinos del interior de
los TTOO y del exterior, muy particularmente, por los refugiados,
pues el documento renunciaba al Derecho al Retorno al proponer
que los refugiados palestinos solo podrían regresar al
"Estado palestino" y "los judíos"
[de todo el mundo] al Estado de Israel. Previamente, Nuseibbeh
había sido duramente criticado en medios políticos,
organizativos y populares no oficiales palestinos y árabes
cuando en octubre de 2001 anunció ante los medios de comunicación
israelíes e internacionales "una nueva línea
de flexibilidad por parte palestina" en los temas esenciales
relativos al conflicto palestino-israelí. Véase
en CSCAweb: Defender
los derechos nacionales palestinos y su legitimidad internacional:
Declaración pública de instituciones populares,
organizaciones y sindicatos palestinos. La Declaración de Principios
Aylon-Nuseibbeh puede verse en inglés en http://domino.un.org
3. Véase en CSCAweb: Comunicado de al-Fatah sobre
los "Acuerdos de Ginebra": 'Retorno, primero; paz para
dos naciones en un solo Estado, después' y enlaces relacionados.
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