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Paremos la guerra contra Iraq


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Paremos la guerra contra Iraq


Qué esperar de Bush

17 de diciembre de 2002. IAC
Traducción de Beatriz Morales (www.nodo50.org/csca)

"Sólo hay una cosa que pueda parar la guerra. Está al alcance del propio pueblo. Ni el Congreso ni el Consejo de Seguridad pararán la peligrosa campaña de guerra de Bush. El optimismo de las fuerzas contra la guerra se debe basar en la realidad. Si podemos movilizar a millones de personas -en EEUU y en todo el mundo- y desencadenar una oleada de activismo, entonces puede cambiarse el clima político, y cambiarse dinámicamente".

Frustrada porque al parecer Iraq está cooperando con las intrusas inspecciones de armas de NNUU, la Administración Bush se apresura a proclamar esta semana que el denominado esfuerzo de desarme ha sido un fracaso: que las inspecciones son un esfuerzo baldío y que las 12.000 páginas la declaración iraquí no son suficientes.

Es urgente que el movimiento contra la guerra no se confíe en un falso optimismo porque Iraq y NNUU estén cooperando. Varios gobiernos afirman que confían en que el proceso de inspecciones pueda ayudar a evitar la guerra. El secretario general de NNUU, Kofi Annan, hizo el esfuerzo de decir que la guerra no es inevitable.

Sin embargo, en la medida en que el mundo expresa un cauteloso optimismo respecto a una solución pacífica, el equipo de exteriores de Bush se apresura a truncar cualquier esperanza al respecto. Ahora hay una casi perfecta proporción inversa entre el clamor mundial por la contención y la paz, y el deseo de la Administración Bush de anunciar públicamente que con seguridad la guerra se va a producir.

A finales de esta semana podemos esperar que la Administración Bush trate de anunciar que Iraq ha fracasado en confesar su supuesto programa de armamentos. Entonces la movilización de la guerra puede funcionar con piloto automático y se lanzará el reto a los dubitativos: "¿Estás con nosotros o con ellos?". Con ello, la Casa Blanca revelará sin querer una verdad conocida por todos los observadores objetivos de este conflicto: que en realidad el problema nunca fue el desarme de Iraq. La amenaza nuclear tenía la finalidad de mantener a los estadounidenses asustados del "enemigo" mientras que los halcones de Bush preparaban la agresión contra un país que posee el 10% de las reservas conocidas de petróleo.

La Administración Bush tiene un objetivo real y un objetivo declarado. El objetivo real es emprender la guerra contra Iraq y conquistar y ocupar este país. Para ello se necesita: 1) una fuerza abrumadora y 2) la eliminación de la oposición disidente que pueda desbaratar los sueños imperialistas de Bush. EEUU tiene un poderío enorme. Pero se ha encontrado con una enorme oposición en todo el mundo y dentro de EEUU. Y así la Administración cambió el objetivo antes declarado de un cambio de régimen por el del desarme, un supuesto objetivo más agradable de ofrecer al público y que puede ser aceptado incluso por quienes apoyan la paz.

La Casa Blanca quiere que el pueblo estadounidense apoye este supuesto objetivo del "desarme". Una vez logrado este apoyo, la Administración puede insistir en que ha fallado el mecanismo puesto en marcha para el pretendido desarme, o que no puede llevar a cabo la tarea, y que se hace necesario el poder militar.

Sólo hay una razón que hace que la campaña de guerra se intensifique rápidamente ante el aparente éxito del nuevo proceso de inspecciones: la Administración Bush nunca ha querido que el proceso de "inspecciones" sirviera para otra cosa que no fuera el servir de detonante para la guerra. Ese es el motivo por el que la cooperación iraquí con el proceso de inspecciones no ha logrado producir siquiera el menor aminoramiento de los preparativos de guerra y, de hecho, parece haber producido una intensificación de la retórica de guerra por parte de Washington, incluyendo unas recientes declaraciones políticas que confirman los planes de Bush de desplegar armas nucleares. El Washington Post informó de que una versión clasificada de la nueva doctrina de Bush "acaba con los cincuenta años de esfuerzos de contra-proliferación" al planificar el uso de armas nucleares contra países que no sólo no han atacado a EEUU sino que tampoco tienen capacidad nuclear ("Los ataques preventivos forman parte de la doctrina estratégica de EEUU", portada [de The Washington Post], de 11 de diciembre de 2002).

Estas señales de la Casa Blanca y del Pentágono no dan motivos para pensar de manera optimista que se ha evitado la guerra. El proceso de inspecciones, cuyo verdadero fin es sólo servir de detonante para la guerra, no está proporcionando por el momento la cobertura política que Washington necesita para atacar Iraq y apoderarse de su petróleo y de su territorio.

Los belicistas de la administración Bush ahora tendrán que fabricar otras circunstancias para justificar un ataque y la ocupación de Iraq.

La Administración Bush impuso la resolución 1441 a través del Consejo de Seguridad por una razón: para dar una cobertura diplomática a la guerra de EEUU. En la medida en que el proceso sirva de restricción política, Bush y sus aliados lo sabotearán.

Ahora la Administración Bush necesita un nuevo detonante. Utilizará la resolución 1441 para crear una obvia fuente de provocación. EEUU forzó los términos de la resolución para que se considere el traslado forzoso de científicos iraquíes, funcionarios del gobierno y sus familias e hijos para ser mantenidos incomunicados en otros países e interrogados por inspectores de NNUU.

EEUU quiere secuestrar funcionarios iraquíes e interrogarlos pensando que por medio de amenazas o de soborno alguno ayudará a crear el detonante que EEUU necesita desesperadamente y la "prueba" que EEUU hace tiempo que dice tener pero que nunca ha presentado. No hay más que recordar la resolución del Golfo de Tonkin, los Documentos del Pentágono, o incluso la mentira urdida acerca de que el ejército iraquí sacaba a los bebés de las incubadoras para juzgar la calidad de los resultados que puede producir esta campaña.

En la edición del 16 de diciembre de 2002 de The New York Times, Walliam Safire insiste en que se debe visitar a los científicos iraquíes en sus casas, llevarlos inmediatamente a otros países en helicóptero, y que deben ser amenazados con que tienen que dar las respuestas correctas a fin de "mejorar las sentencias en los juicios por crímenes de guerra". Y, por supuesto, cualquier negativa por parte de Iraq a facilitar esos secuestros será considerado en sí misma una "violación material" de la resolución del Consejo de Seguridad.

Sólo hay una cosa que pueda parar la guerra. Está al alcance del propio pueblo. Ni el Congreso ni el Consejo de Seguridad pararán la peligrosa campaña de guerra de Bush. El optimismo de las fuerzas contra la guerra se debe basar en la realidad. Si podemos movilizar a millones de personas -en EEUU y por todo el mundo- y desencadenar una oleada de activismo, entonces puede cambiarse el clima político, y cambiarse dinámicamente.

La opinión pública es el enemigo de Bush. También el tiempo es un enemigo para quienes hacen la guerra. Cada día que pasa crece el movimiento contra la guerra. Se considera subversivo el deseo generalizado de una solución pacífica porque de ese sentimiento puede emerger un poderoso movimiento de masas, como ocurrió en la época de la guerra de Vietnam.

Con la cooperación de los medios de comunicación en manos de las empresas, la Casa Blanca ha tratado de crear el falso mito de que existe un consenso en torno a la guerra. La radio y la televisión se han llenado de falsas encuestas de opinión y de falsos reportajes para que el pueblo norteamericano se quede paralizado y confuso. Sin embargo, por todo el país la gente habla con sus vecinos, con sus colegas de trabajo, con los demás estudiantes y con las congregaciones, y se dan cuenta de que ellos también se oponen a la guerra de Bush; se dan cuenta de que, de hecho, hay una amplia, profunda y apasionada oposición a la guerra.

Cuando cientos de miles de personas se manifestaron el 26 de octubre, esos mismos medios trataron de borrar la repentina aparición de este movimiento, pero la abrumadora demanda de verdad de la gente de todo el país les hizo frente y algunos se vieron obligados a rectificar la información que habían dado.

El movimiento popular sigue creciendo a grandes pasos. El 18 de enero, las protestas masivas volverán a llenar las calles de Washington D.C. y de San Francisco. Miles de ciudades, pueblos, universidades, campus, institutos, organizaciones de derechos civiles y religiosas se están movilizando juntos.

A las 11 de la mañana del 18 de enero habrá una breve concentración en el lado este del edificio del Capitolio en Washington D.C., seguida de una marcha multitudinaria al Patio de la Armada de Washington D.C., una inmensa instalación militar situada en un barrio de trabajadores del sudeste de Washington D.C. ante la que atracan barcos de guerra en el río Anacostia.

Pediremos la inmediata eliminación de las armas de destrucción masiva estadounidenses y un equipo popular de inspectores solicitará libre acceso y una declaración completa de los sistemas de armamento no convencional de EEUU.



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