Los movimientos sociales populares
y el futuro de la política egipcia
Joel Beinin*
Traducción
de Luisa Sirvent, 10 de marzo de 2005
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 2 de abril de 2005
"Desde
hace varios meses, una colección dispar de cada vez más
numerosa de movimientos entre varios sectores de la sociedad
egipcia ha convergido sobre un mensaje: oposición al status
quo. Desde el 11 de diciembre de 2004, el movimiento Kifaya
(Suficiente) ha organizado tres manifestaciones exigiendo que
Mubarak se retire y que se abstenga de pasar la presidencia a
su hijo, tal como sucedió en Siria y en las monarquías
democráticas y aliadas de EEUU de Jordania y Marruecos.
Los activistas de Kifaya han recogido más de 1.000 firmas
de figuras públicas en un manifiesto solicitando una elección
presidencial directa y disputada. Los afiliados y simpatizantes
del Partido Ghad (Mañana) han protestado de forma contundente
el encarcelamiento de su líder, Ayman Nur. Los activistas
de derechos humanos han continuado criticando las redadas arbitrarias
de islamistas como respuesta al atentado terrorista del 7 de
octubre de 2004 en la zona turística de Taba en el Sinaí.
Los trabajadores se han sumido en huelgas prolongadas en protesta
por las políticas de favoritismo comercial apoyado por
Mubarak, y más aún, por su hijo Gamal. Al cubrir
estos hechos, los medios no gubernamentales han ido mucho más
allá de los límites existentes con anterioridad
sobre la libertad de la prensa"...
El inesperado anuncio del Presidente
Hosni Mubarak de que el Artículo 76 de la constitución
egipcia va a ser enmendado para dar paso a un voto directo y
competitivo en las elecciones presidenciales de septiembre ha
atraído la atención de los medios de comunicación
y la clase política locales e internacionales. La esencia
de la enmienda constitucional propuesta, anunciada el 26 de febrero,
queda sin determinar. Aunque el presidente no se presente sin
oposición en un referéndum de partido único,
como ha hecho en las últimas cuatro ocasiones, puede que
una carrera multipartidista no acabe con sus 24 años de
gobierno. Elecciones multipartidistas para el parlamento en el
pasado han estado plagadas de intimidaciones a los votantes,
fraude y otros chanchullos con la intención de inflar
la mayoría del Partido Democrático Nacional en
el poder.
No está nada claro que
la decisión de Mubarak anuncie el comienzo de una genuina
democracia electoral en el Nilo. Por otra parte, el centrarse
en maniobras políticas de alto nivel pasa por alto las
presiones desde abajo que han jugado un papel importante en forzar
estas concesiones desde el régimen.
Desde hace varios meses, una
colección dispar de cada vez más numerosa de movimientos
entre varios sectores de la sociedad egipcia ha convergido sobre
un mensaje: oposición al status quo. Desde el 11
de diciembre de 2004, el movimiento Kifaya (Suficiente) ha organizado
tres manifestaciones exigiendo que Mubarak se retire y que se
abstenga de pasar la presidencia a su hijo, tal como sucedió
en Siria y en las monarquías democráticas y aliadas
de EEUU de Jordania y Marruecos. Los activistas de Kifaya han
recogido más de 1.000 firmas de figuras públicas
en un manifiesto solicitando una elección presidencial
directa y disputada. Los afiliados y simpatizantes del Partido
Ghad (Mañana) han protestado de forma contundente el encarcelamiento
de su líder, Ayman Nur. Los activistas de derechos humanos
han continuado criticando las redadas arbitrarias de islamistas
como respuesta al atentado terrorista del 7 de octubre de 2004
en la zona turística de Taba en el Sinaí. Los trabajadores
se han sumido en huelgas prolongadas en protesta por las políticas
de favoritismo comercial apoyado por Mubarak, y más aún,
por su hijo Gamal. Al cubrir estos hechos, los medios no gubernamentales
han ido mucho más allá de los límites existentes
con anterioridad sobre la libertad de la prensa.
Desde el año 1952, ningún
jefe de estado egipcio ha sido atacado de forma tan directa.
Se ha roto un tabú y es imposible prever hacia donde pueden
dirigirse estos movimientos
Una huelga
contra la privatización
A unas 12 millas al norte de
El Cairo, 400 trabajadores textiles de la empresa de hilado Qalyub,
una filial del grupo ESCO, han estado llevando a cabo una sentada
desde el 13 de febrero. Protestan por la venta del gobierno de
su fábrica a un inversor privado porque consideran que
la nueva dirección privada no mantendrá el nivel
salarial y de beneficios que han disfrutado desde que ESCO, al
igual que la mayoría de otras empresas manufactureras
egipcias, fuera nacionalizada a principios de los años
60. La huelga empezó porque el gobierno y la dirección
de la empresa no cumplieron lo prometido de contar con un paquete
de prejubilaciones aceptables en contestación a una huelga
más corta, de diez días de duración, en
octubre de 2001.
La privatización del
sector público ha contado con un gran apoyo por parte
de Washington al igual que de los acreedores egipcios en el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial. Al temer disturbios
sociales, el régimen de Mubarak retrasó las medidas
de privatización recomendadas durante años antes
de moverse con relativo vigor para vender empresas públicas
en 1993. A pesar de varias huelgas enconadas y salvajes e indicios
de que las privatizaciones estaban contribuyendo a ensanchar
en gran medida la diferencia entre ricos y pobres, el Estado
pasó más de 100 fábricas a manos privadas
entre 1993 y 1999. En mayo de 1999, el Fondo Monetario Internacional
manifestó su satisfacción porque Egipto finalmente
estaba haciendo caso de sus consejos. Pero las ventas se frenaron
al estancarse la economía. La venta de la filatura Qalyub
es parte de una ola renovada de privatizaciones. El sector
textil, una de las mayores e incluso más antiguas de las
industrias egipcias, ha sido abordado porque el sector ha estado
en crisis desde los años 70 debido a la competencia del
este y sudeste asiático.
El primer paso en la preparación
de las empresas para la privatización es la reducción
de la mano de obra. Las seis fábricas de ESCO empleaban
24.000 trabajadores en 1980; se han reducido a 3.500 por medio
de una combinación de bajas vegetativas,de congelación
de contrataciones desde 1987 y cinco expedientes de prejubilaciones,
siendo el último en el año 2000. En la instalación
de ESCO en Bahtim, se vendieron a un inversor privado las oficinas
de administración, garaje y la fábrica hilera sin
ninguna obligación por su parte de contratar a los trabajadores
que trabajaban allí con anterioridad. Los huelguistas
de ESCO consideran que la cantidad de años que han trabajado
en la fábrica, muchos con una antigüedad de 20 a
30 años, les da el derecho a continuar trabajando allí
en vez de ser reemplazados por trabajadores nuevos que indudablemente
recibirán salarios más bajos y menos beneficios.
El salario básico mensual oscila en la actualidad entre
las 250 libras egipcias (43 $, 33 euros) y las 600 libras (103
$, 80 euros) al mes, por debajo del nivel de la pobreza en el
extremo más bajo de la escala.
Los trabajadores de la empresa
de hilado Qalyub consideran que el Estado se está librando
de activos por medios poco regulares, y a precios de saldos.
Gamal Shaaban, un trabajador cualificado con 23 años de
antigüedad, preguntó que "¿con qué
derecho se estaba llevando a cabo la venta (de la fábrica)?"
Los trabajadores poseen el 10 por ciento de la empresa, pero
no se les consultó sobre la venta. Muhsin Abd al-Wahhab
al-Gilani (el director del holding del sector público
que posee la fábrica) estuvo de acuerdo con la venta.
¿Era la empresa de su propiedad o propiedad de las personas?"
Muhammad Gabr Abdallah, un
supervisor del turno de noche con 28 años de antigüedad
en ESCO y portavoz de los trabajadores, hizo un recorrido por
la fábrica y explicó que en 1999 se valoró
la empresa en 60 millones de libras. En 2003, el gobierno invirtió
7 millones en mejoras, incluido husos informatizados. Después
concertó un acuerdo de arrendamiento por un período
de tres años por 2,5 millones con un hombre de negocios
llamado Hashim al-Daghri, contando con que comprara la fábrica.
Antes de que el arrendamiento expirara, se vendió la fábrica
a al-Daghri por el bajo precio de 4 millones de libras.
Los trabajadores de ESCO son
muy conscientes de que su huelga cuestiona la estrategia económica
de Egipto. No sólo Gamal Mubarak y su séquito de
economistas y magnates de negocios educados en EEUU están
resueltos a introducir más políticas de mercado
libre, sino que en diciembre, Egipto también suscribió
un acuerdo comercial con EEUU que creaba siete Quality Industrial
Zones (QIZ) en los que los propietarios de las fábricas
extranjeros y locales tendrán la libertad de pagar salarios
más bajos. Rashid Muhammad Rashid, el nuevo ministro de
Industria asociado con el joven Mubarak, intentó parar
las críticas sobre el acuerdo aduciendo que las zonas
revitalizarían la crisis del sector textil. En efecto,
las instalaciones de Qalyub no son las únicas que se encuentran
en la sección de saldos. Gilani anunció el 25 de
febrero que la Empresa de Hilado y Tejido Delta estaba en venta.
'Pregunte
al gobierno'
Dada la importancia política
de la huelga de Qalyub, los activistas del Centro de Servicios
a Sindicatos y Trabajadores (CTUWS) de Helwan han apoyado a los
trabajadores. Los periodistas de Al-Ahali, el semanario del legalizado
Partido de la Unión Progresista Nacional y el semanario
liberal en habla inglesa al-Ahram han escrito sobre ello.
El nuevo semanario de habla inglesa, Cairo, publicó
un informe confuso que sin embargo contenía más
información que la habitualmente disponible en árabe.
En contraste, Ibrahim Nafie,
redactor jefe de al-Ahram, hizo saber que no le entusiasmaba
cubrir la huelga en el diario cuasi oficial en árabe.
Los trabajadores no han recibido ningún apoyo de la Federación
de los Sindicatos de Hilado y Tejido [miembro de la Confederación
de Sindicatos Egipcios]. Sin embargo, el portavoz de la Federación,
Ali Muhammad Mansour, confirma que ESCO no puede pagar un paquete
adecuado de pensiones a los trabajadores. Los paquetes de prejubilaciones
han sido una parte integral, aunque controvertida, de los planes
de privatización de Egipto. Los trabajadores afectados
por los recortes de plantilla reciben un primer pago, que el
Estado les anima a invertir en pequeños negocios, y después
reciben un subsidio mensual que bastante a menudo es mucho menos
que la pensión que hubieran recibido si la fábrica
hubiera seguido bajo la propiedad del Estado. Los trabajadores
llevan tiempo quejándose de que los subsidios son demasiado
bajos para satisfacer el nivel de vida en alza. Con el drástico
descenso que ha sufrido la economía de Egipto desde 1999,
también ha disminuido el poco atractivo pago inicial.
El representante del sindicato ESCO dimitió porque no
quería asumir la responsabilidad de los paquetes ofrecidos
a los empleados de la empresa de hilado Qualyub.
La dirección de ESCO
es igualmente consciente de la importancia de la huelga. Sentado
ante su escritorio bajo un póster de la Caaba de la Meca,
el director de la fábrica, Sayyid Abd añ-Fattah,
un musulmán ostentosamente devoto con una gran marca del
rezo en su frente, evadió las preguntas directas formuladas
por un grupo de periodistas. Se quejó de que los trabajadores
le estaban "presionando" a él y a los inversores
privados para que accedieran a sus demandas. Para reforzar su
afirmación de que la huelga en curso y la de octubre de
2004, en la que se descontaron tres días de sueldo de
las nóminas de los trabajadores, eran ilegales, sacó
del cajón de su escritorio el texto de la Nueva Ley Laboral
(Número 12 de 2003) y citó las secciones apropiadas.
Es prácticamente imposible hacer una huelga legal en Egipto
ya que requiere la aprobación de la Confederación
de Sindicatos, controlada por el gobierno.
Los trabajadores en huelga
han propuesto tres opciones a la dirección de ESCO y al
gobierno. Quieren que su fábrica se mantenga en el sector
público. Si no fuera posible (que es lo más probable
al haberse firmado ya el contrato de venta) quieren que se permita
a los trabajadores trasladarse a otras fábricas del Holding
Egipcio de Hilado y Tejido, que gestiona todas las empresas textiles
en el sector público. Si no se les puede trasladar, quieren
recibir unos paquetes de prejubilación "razonables".
La tercera opción es el escollo, porque mientras que se
deduce el 10 por ciento del salario mensual de los trabajadores
para beneficios de jubilación, la empresa no ha pagado
su 20 por ciento correspondiente en el fondo de pensiones desde
1992. Por consiguiente, el fondo de pensiones no puede pagar
un paquete de jubilaciones adecuado. Se le preguntó a
Abd al-Fattah si el incumplimiento de la empresa de surtir los
fondos no era tan ilegal como afirmaba que era la huelga. Respondió,
"Pregunte al gobierno".
Islamistas
en política
Los 287 trabajadores de la
empresa egipcio-española Asbestos Products Company (Ora
Misr) en la Ciudad Diez de Ramadan, una de las seis ciudades
satélite construidas por el Estado para aliviar la presión
demográfica en el gran Cairo, llevan en huelga desde el
20 de noviembre de 2004. El propietario de la fábrica,
Ahmad abd al-Azim Luqma, es un conocido miembro de los Hermanos
Musulmanes, un partido islamista ilegal, pero tolerado, considerado
extensamente como la mayor y mejor organizada fuerza de la oposición
en Egipto. Los trabajadores afirman que echó arbitrariamente
a 52 trabajadores después de que el Ministerio de Trabajo
cerrara la fábrica por violaciones al código sanitario.
Luqma también se ha negado a pagar los salarios de los
trabajadores desde septiembre. Afirman que tiene la intención
de vender las existencias de las materias primas en la planta
y evadir el pago de la multa impuesta por el gobierno y la compensación
que se debe a los trabajadores por perjuicios a su salud.
Los Hermanos Musulmanes tienen
una larga historia de reventar huelgas y oponerse a actividades
de militancia sindical desde los años 40, cuando se enfrentaron
a los comunistas en el centro textil de Shubra al-Khayma, al
norte de El Cairo. Los Hermanos continuaron oponiéndose
a la izquierda los años 80 y 90. Pero durante este periodo,
la alianza entre los Hermanos y el Partido del Trabajo adoptó
una postura más a favor de éste último.
Desde la muerte de Adil Husayn en el año 2001, un ex comunista
que se hizo islamista y líder del Partido del Trabajo,
los Hermanos han vuelto a su postura más a favor de los
negocios.
En Ora Misr, la sección
sindical a nivel de fábrica está apoyando la huelga,
aunque la federación sindical no lo esté haciendo.
El gobierno, aunque no sienta muchas simpatías por el
propietario de la fábrica, no ha actuado de forma contundente
para acabar con el punto muerto.
Algunos sospechan que el gobierno
actúa de manera muy meditada cuando opta por enfrentarse
a los Hermanos Musulmanes. El régimen conoce la extensión
del apoyo popular a los Hermanos y, por esta razón, los
líderes son periódicamente detenidos. Pero un asalto
general a los Hermanos conlleva muchos riesgos políticos
en una situación política ya inestable.
Muhammad Mahdi Akif, que asumió
la responsabilidad de guía general de la Sociedad de los
Hermanos Musulmanes hace justo más de un año, ha
anunciado que los Hermanos apoyarán la quinta legislatura
de Hosni Mubarak sobre la base de que el Corán dice que
los musulmanes deben obedecer a su líder. Esta es una
maniobra política diseñada para persuadir al gobierno
para que legalice a la sociedad, una meta anhelada hace tiempo.
Los líderes liberales de los Hermanos Musulmanes, los
que ahora están en la cincuentena y se unieron durante
el auge islámico de los años 70, objetaron ruidosamente
y públicamente la declaración de Akif. La organización
está profundamente dividida y no está claro si
podrá mantener su históricamente férrea
disciplina.
Una cara diferente de islamismo
fue evidente en la rueda de prensa convocada por Human Rights
Watch el 22 de febrero para hacer público un informe sobre
las detenciones masivas y torturas de al menos 800 residentes
de la ciudad de al-Arish, al norte de Sinaí, tras los
atentados terroristas de Taba . Ocho mujeres de al-Arish (esposas,
madres y hermanas de los encarcelados) asistieron al acto. Se
hacen llamar salafistas, una referencia a la era del Profeta
Mahoma y sus primeros cuatro califas. Los salafistas creen que
el credo y la práctica legal islámica deben derivar
exclusivamente del ejemplo de este primer periodo en la historia
islámica. Una mujer, con acento cairota, dijo su nombre
y relató las historias de sus familiares varones encarcelados.
Dijo que su hermano, que llevaba 18 años encarcelado,
le había instado a que se pronunciara contundentemente
contra el régimen. Si no, su marido, que había
sido detenido sin justificación ni orden judicial tras
los atentados de Taba y está siendo retenido sin cargos,
permanecería en la cárcel 18 años también.
Atacó con dureza y de forma directa a Hosni Mubarak utilizando
un lenguaje raramente oído en público.
De acuerdo con Human Rights
Watch, las autoridades egipcias están reteniendo a 2.400
personas sin cargos después de la redada en la ciudad
costera, a pesar de haber identificado a sólo nueve personas
involucradas en los atentados de Taba. El 4 de marzo, unas 50
mujeres de al-Arish se manifestaron contra las detenciones continuadas
de sus familiares varones y gritaron eslóganes contra
el gobierno. La policía intervino y cerró la zona.
Una oposición
al estilo norteamericano
Los miembros del Partido Ghad,
que adopta una política pro EEUU y pro mercado libre,
han gritado eslóganes y colgado en varias ocasiones pancartas
en las ventanas de sus oficinas centrales en la Plaza Talaat
Harb, una intersección importante de El Cairo, desde que
su líder fuera detenido el 29 de enero. Nur, un abogado
aristócrata y rico, fue detenido bajo la acusación
algo ridícula de que había falsificado firmas en
la solicitud para fundar el partido. Algunos piensan que Nur
fue encarcelado porque había publicado un borrador para
una nueva constitución con cambios mucho más sustanciales
que los que Mubarak y sus acólitos están discutiendo
en estos momentos.
El Partido Ghad proponía
la abolición de las leyes de emergencia vigentes desde
1981, poner límites a los poderes dictatoriales del presidente,
y poner un límite al número de legislaturas presidenciales.
Estas demandas son un eco de aquellas de otros partidos e individuos
con influencia. En otras palabras, en contraste con el ampliamente
formal "diálogo político nacional" que
se convocó a finales de enero, Nur y el Partido Ghad pusieron
en la agenda pública algunas cuestiones políticas
fundamentales con las que se enfrenta Egipto. Aunque aún
se encuentre encarcelado, Nur ha anunciado que se presentará
a la presidencia. Es el candidato con mayor credibilidad que
puede ser propuesto por los partidos legalizados. Uno de los
demonios en los detalles de la "bomba" de Mubarak es
que los partidos que el régimen no reconoce, como los
Hermanos Musulmanes, no podrán presentar un candidato.
Existen pocas dudas de que
Hosni Mubarak ganará incluso en una elección relativamente
libre, asumiendo que se presente, porque la infraestructura política,
de los medios de comunicación y educativa para un sistema
político democrático y viable no existe y no puede
instalarse para septiembre. Es probable que se diera un escenario
similar si el padre ideara con magnanimidad retirar su nombre
de la carrera presidencial a favor de su hijo. Por consiguiente,
el futuro de la política egipcia no estará determinado
por la enmienda de la constitución. Sino más bien,
dependerá si estas iniciativas políticas populares
son capaces de construir un movimiento social para el cambio.
Mientras que tal movimiento no se ha unido todavía, los
desafíos al régimen llevadas a cabo por los activistas
de derechos humanos, trabajadores y otros estratos marginados
no muestran signos de calmarse y se están haciendo cada
vez más fuertes. Ahmad Sayf al-Islam, el director del
Centro Legal Hisham Mubarak, asistió a Human Rights Watch
en su investigación sobre las detenciones de al-Arish.
En la conferencia de prensa de HRW, acusó al gobierno
de entrar en su casa y robar su ordenador portátil por
segunda vez hacía dos días. La excepcional y atrevida
declaración pública de Sayf al-Islam se dirigía
a "los faraones tiranos de Egipto" y concluyó,
"el pescado empieza a pudrirse por la cabeza. ¿No
huelen la putrefacción de nuestro pescado?".
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