Apoyamos una postura y no a
un régimen
Ibrahim Alloush*
Alsawt
Alárabi Alhur (La Libre Voz Árabe)
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 6 de abril de 2005
Traducido del árabe para CSCAweb por Jamal Halawa
"El
ciudadano árabe, en general, no coloca la diferencia ideológica
o política, como barrera, ante el apoyo hacia todo aquel
cuyos intereses pueden intercruzarse con los intereses de la
Nación, así entonces, le ofrece un ilimitado apoyo
y sin vacilar un momento con todos los medios posibles, desde
la palabra, hasta el martirio. Como resultado, este ciudadano
árabe, emplea a quienes imaginan tenerle al servicio de
sus intereses. Le vemos apoyar a los islamistas cuando su línea
política expresa el interés de la Nación,
como en su día apoyó a Naser y a las facciones
de la resistencia palestina por la misma causa, mostrando su
inteligencia, al apoyar a Hizbulá en el Líbano,
y no seguirle en su política en Iraq o Afganistán.
También lo hace, cuando se niega a seguir a los que reconocieron
al enemigo sionista durante el Consejo Nacional Palestino celebrado
en Argel en 1988, enrolándose en las filas de Hamas, pudiendo
abandonar a este movimiento, si a éste se le ocurriese
caer como cayeron los que le precedieron, ya que, participar
en unas elecciones bajo la sombra de la ocupación, es
una peligrosísima cuesta abajo".
Al contrario de lo que dicen
algunos de que es un "sentimental" o "seguidista
desviado de los oradores demagogos", el ciudadano árabe
contemporáneo, demostró ser más racional
y flexible de lo que muchos miopes son capaces de reconocer.
Tal vez, la racionalidad del ciudadano árabe y su visión
estratégica por el interés de la nación,
no se muestren durante el fervor de las manifestaciones millonarias
en apoyo a Iraq, Palestina o a la resistencia del Líbano,
ni de una visión partida, desde unas reacciones concretas
aquí y ahora por una clarísima actualidad nacional,
sino, que se muestran a través de la exploración
de su larga andadura política, para ver, como nunca escatimó
esfuerzos para establecer dos cuestiones:
1. Su fuerte interactividad
y en la calle con los grandes y cruciales sucesos a los que se
enfrentó la Nación, desde la ocupación de
Palestina, hasta la agresión contra Iraq.
2. Su ofrecimiento del apoyo
sin reservas a cualquier parte, partido, líder o país
árabe islámico o internacional que, defienda con
la credibilidad de su sangre, los intereses de la Nación,
o que sus intereses, se intercruzasen temporal o estratégicamente,
con los de la Nación. Desde el Iraq de Saddam Husein hasta:
el partido de Hizbulá de Hasan Nasralah, las facciones
de resistencia islámica, nacionalista e izquierdista en
Cisjordania y Gaza, Ben Laden en Afganistán, el Egipto
de Naser, Hugo Chávez en Venezuela o Castro en Cuba.
Desde la
palabra hasta el martirio
Y si el apoyo de la calle hacia
una determinada postura, no se traduce siempre sobre el terreno
en una acción influyente, no sería por algún
problema de la calle, sino, de la propia oposición política
domesticada. Y si el latido de la calle, no alcanzase siempre
una expresión ideológica y creativa racionalizada,
como en las caricaturas de Nayi El-Ali (famoso caricaturista
palestino asesinado en Londres en los ochenta), tampoco sería
por culpa de la calle, sino, del propio intelectual árabe
domesticado. Lo que nos importa aquí, es la derivación
de la siguiente ley socio-política de la experiencia de
la historia árabe contemporánea:
El ciudadano árabe,
en general, no coloca la diferencia ideológica o política,
como barrera, ante el apoyo hacia todo aquel cuyos intereses
pueden intercruzarse con los intereses de la Nación, así
entonces, le ofrece un ilimitado apoyo y sin vacilar un momento
con todos los medios posibles, desde la palabra, hasta el martirio.
Como resultado, este ciudadano árabe, emplea a quienes
imaginan tenerle al servicio de sus intereses. Le vemos apoyar
a los islamistas cuando su línea política expresa
el interés de la Nación, como en su día
apoyó a Naser y a las facciones de la resistencia palestina
por la misma causa, mostrando su inteligencia, al apoyar a Hizbulá
en el Líbano, y no seguirle en su política en Iraq
o Afganistán. También lo hace, cuando se niega
a seguir a los que reconocieron al enemigo sionista durante el
Consejo Nacional Palestino celebrado en Argel en 1988, enrolándose
en las filas de Hamas, pudiendo abandonar a este movimiento,
si a éste se le ocurriese caer como cayeron los que le
precedieron, ya que, participar en unas elecciones bajo la sombra
de la ocupación, es una peligrosísima cuesta abajo
Es natural que una autoridad
cualquiera, tenga de recursos y dominio de los elementos, que
la faciliten polarizar a amplios sectores de la población,
basándose, en la política de intimidación
y atracción, sin embargo, dicho apoyo, es como la lluvia
torrencial: ni permanece sobre la tierra ni expresa el espíritu
de la Nación.
Que nadie menos valore la flexibilidad
política del ciudadano árabe, quien se une a los
aparatos de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina, que
fueron creados para proteger a Israel, para vivir, y para luego
establecer las Brigadas del Alaqsa, izando en Palestina, las
banderas de Hizbulá y las fotos de Saddam Husein al mismo
tiempo, porque simpatiza con todo aquel que simpatiza con él
sin perjuicios, también, podría apoyar a Ben Laden
y a Al Qaeda, pero no en la época de los ochentade todos
modos, el espíritu de la Nación no pierde sus afirmaciones,
ante las cuales, se derrama como la lava de un volcán
que lanza lo que hay en sus entrañas para formar las
rocas, eternizando en sus corazones, a quienes las defiendan.
Resumiendo, levanta sospechas
la insistencia de algunos para reabrir los viejos dossieres del
liderazgo sirio. Supongamos que lo que dicen es cierto del todo,
desde su entrada en el Líbano en 1976 hasta Hafr Elbaten
(ubicación del ejército sirio en el desierto durante
la guerra del golfo) en 1991, pasando por la cuestión
de las libertades a lo largo de décadasel interés
de la Nación ahora está en apoyar a Siria sin reservas,
sin perjuicios y sin vacilaciones, porque Siria ahora, supone
la postura nacionalista, y también, la resistencia en
el Líbanoy si no hubiese sido así, no se habrían
reabierto los viejos dossieres.
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