Lunes 20 de julio de 2015 – 12:00 a.m. Nuestro Gobierno debe incentivar exclusivamente nuevas instalaciones de generación solar y eólica, a nivel industrial y residencial.
Carlos E. Rangel Martín
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Si por unos instantes nuestros gobernantes se pusieran en el lugar de nuestros indígenas ngäbe se percatarían de que ellos ni siquiera por un porcentaje de alguna ganancia aceptarían un ‘acuerdo’ que incluya la inundación de cuatro comunidades de hermanos ngäbe y de las tierras donde yacen enterrados sus antepasados y están ubicados sus atesorados petroglifos, tal como confirmaron los técnicos de la ONU que en 2012 evaluaron el cambio al proyecto que la empresa y el Sr. Ricardo Martinelli acordaron unilateralmente, aumentando la altura de la represa de 42 a 61 metros.
El presidente Varela también debe considerar que esta prolongada crisis es resultado de la insaciable sed de dinero de algunos empresarios y políticos corruptos que cada vez le han estado haciendo más sufrida la vida a la mayoría de los panameños, empezando con los que se adueñaron de todas las hidroeléctricas privatizadas durante el Gobierno de Ernesto Pérez Balladares y quienes, desde un principio, empezaron a saquear a todos los consumidores locales vendiéndoles la energía hidroeléctrica al mismo precio que la energía termoeléctrica; así que ya va siendo hora de ponerle fin a este atraco público sin precedentes.
También es preciso denunciar la criminal amenaza velada que algunos ejecutivos de la empresa están haciendo, y que repiten algunos periodistas despistados, o quizá pagados por la misma empresa, advirtiéndole a nuestros indígenas ngäbe conque, de no completar la construcción de la hidroeléctrica a la altura que demanda la empresa, existiría el peligro de que la represa cediera y causara una tragedia. La verdad es que un ‘accidente’ de esa naturaleza solo podría resultar de una construcción deficiente de la represa, o de que la empresa intencionalmente liberara la totalidad de cualquier volumen de agua que ella haya acumulado; así que dicha empresa es la responsable exclusiva de cualquier desgracia que pueda ocurrir.
Una investigación conducida por el Dr. Célio Bermann, profesor y vicecoordinador del Programa de Postgrado de Energía del Instituto de Energía y Ambiente de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, confirmó que la gran mayoría de las empresas que construyen hidroeléctricas no cumple con las promesas que le hacen a las familias desplazadas o afectadas por los embalses, y que, usualmente, ni siquiera incluyen los gastos de ayuda a esas familias en sus estimados de costos, exactamente igual a como sucede en el proyecto de Barro Blanco. Entonces, pasados más de diez años de represiones, incluyendo el asesinato de varios indígenas, sería completamente ingenuo e incluso temerario concederle la operación de esta hidroeléctrica a una empresa que le ha mentido descaradamente a los indígenas, a los bancos, a las Naciones Unidas, a este Gobierno y a toda la ciudadanía.
Además de la nacionalización del proyecto, como proponen los empresarios chiricanos, la única forma de resolver permanentemente esta crisis sería reduciendo la altura de la represa, de los 61 metros que la empresa negoció ilegalmente, a los 42 metros especificados inicialmente. Esto puede lograrse rebajando el borde superior de la represa, demoliendo uno o dos metros a la vez, como se ha hecho en otros países, incluso para eliminar completamente algunas represas, lo que le daría a los ngäbe la absoluta certeza de que sus viviendas y sacras tierras jamás serán inundadas por el embalse.
En cuanto a nuestra urgente necesidad de aumentar las plantas eléctricas que no perjudiquen al medio ambiente, a diferencia de las hidroeléctricas con embalses que aumentan el calentamiento global con el gas metano que produce la descomposición de las plantas sumergidas en agua, o las hidroeléctricas en paralelo que le quitan fuerza a los ríos hasta que mueren por no poder barrer todos los sedimentos que caen en sus cauces, nuestro Gobierno debe incentivar exclusivamente nuevas instalaciones de generación solar y eólica, a nivel industrial y residencial.
Según un reportaje del New York Times del 18 de abril 2015, un buen ejemplo de esta transformación acontece en Hawaii, EU, donde cerca del 12 % de las casas ya cuenta con instalaciones solares privadas, sobre los techos de las casas; y algo parecido sucede en todo ese país, donde el aumento de dichas instalaciones solares crece del 30 al 40 % anualmente, así que se calcula que las mismas alcanzarán los 3.3 millones en menos de cinco años. Este interesantísimo reportaje termina señalando que ‘las cosas se están moviendo a la velocidad de los negocios’. Igual que con la fotografía digital ‘esto es inevitable’.
*JUBILADO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE EU.