Natalia // 8 de mayo de 2006

La Guerra de los Logos o la Nueva VTV

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El nuevo emblema del canal del Estado fue inaugurado con el augurio revolucionario de un primero de mayo, pero… ¿es simplemente un logo bolivariano o es la antigua VTV la que se relanza en realidad?

A varios días de aquello, los que nos vamos directo a VTV al encender la tele, (pues los canales tradicionales no hay quien los sufra), comenzamos a descubrir las señales de todo un festín por el cambio radical de su imagen. Hay una extraña insistencia en cada periodista y en cada anuncio por reivindicar al nuevo canal, como si se estuviera levantando heroicamente del fondo del pantano… y la primera pregunta que nos viene es ¿en realidad estaba tan mal VTV?

Hay un conjunto de detalles que al menos dudas nos generan, cuando no la zozobra de un mal presentimiento.

El primero fue ese programa inaugural, donde se habló tanto, tanto y tan bien sobre la vieja VTV… pero no la de los años recientes de la Revolución Bolivariana, la que progresivamente se ha venido convirtiendo en referencia para quienes apoyamos el proceso, sino de aquella VTV de la cuarta república donde, recuérdelo quien lo quiera, era un canal aburrido, soso, no sólo servil a los gobiernos de Punto Fijo sino, malamente, a la estrategia neoliberal mundial de la alienación mediática, copiando los esquemas del mero entretenimiento…

¿O es que aquel canal era una maravilla como para estarlo reivindicando con tanta fuerza hoy?

¿O será que aquel canal tenía cosas buenísimas que la audiencia nunca reconoció?

Por su puesto que para los empleados será como su casa, como cualquier trabajo al que dedicamos muchos años, pero que su concepción como medio de comunicación fuera ejemplar, es otra cosa.

Visto a vuelo de pájaro, la mayoría de la programación se mantiene, sólo cambian las tapas, las escenografías y las musiquitas. Pero no, vuelve Nuestra Mañana y nos vuelve la duda. Vuelve el programa para las amas de casa, a quienes parece que les corresponde mantenerse en los quehaceres del hogar con el televisor prendido 3 horas seguidas para ir oyendo a la conductora-amiga dar consejos sobre el cuidado personal, recetas de cocina y manualidades… y quizá un poco de farándula no haga tanto daño. Así, la mujer venezolana que aún se queda en casa, ni por casualidad podrá volver a escuchar, mientras plancha, un debate sobre el socialismo o la entrevista a algún dirigente de su comunidad que la convenza a organizarse y participar. No cabrá la menor posibilidad de elevar su conciencia.

Pero resulta que también reaparece por ahí el programa de los niñitos disfrazados de adultos cantando en el escenario “música a la venezolana”, pero de la Venezuela donde la tarima y los reflectores son los que le dan importancia a lo auténtico y elevan al ser en la sociedad y por eso tantas familias volverán a soñar con ver a sus chiquiticos en televisión, aunque no sea imitando a Shakira sino a Reyna Lucero.

Lo que falta es que también vuelvan los programas de concurso o los culebrones, que pueden ser bien criollos y a la vez competir con los demás canales. Ah! ¿será eso? ¿será que lo que se quiere es volver al formato cuartorepublicano para caer en la ingenua trampa de ponerse a competir con los otros canales?

¿Será por eso que ahora también tenemos en VTV el cintillo de la participación con mensajes a 500 bolos + básico + IVA? Nueva duda ésta que nos aborda, sobre la pertinencia del acuerdo comercial que tuvieron que hacer para que salgan automáticamente los mensajes de la gente que decida gastar ese dinero para verse en pantalla. El cintillo distrae, no representa la opinión de la mayoría, no permite diálogo ni mucho menos la participación en el medio. Si el medio realmente quiere más participación del pueblo, ¡que salga a la calle a buscarla!

Los detalles nos van conduciendo al posible objetivo central del vuelco de la imagen. Si ese objetivo es competir con la televisión escuálida, entonces tendrán que hacer infinidad de concesiones más al formato de alienación mediática para poder ganarles. Y ese camino puede llegar a ser imposible y contradictorio con lo que la revolución socialista, en el campo de la cultura y de la comunicación, debe hacer. Y aunque formato suena a forma y no a fondo, en comunicación, las formas pueden ocultar totalmente el fondo y distorsionarlo. Pero si cambiamos forma y fondo… ¿hacia dónde corremos?

Si bien la imagen naranja del logo anterior, nunca se identificó totalmente con el pueblo, sí hubo todo un esfuerzo de reconceptualización del mensaje, en el canal que presidió Blanca Eckout, que apuntaba a un cambio paulatino del paradigma de la comunicación televisiva de nuestro país. La valoración del mensaje ideológico y el debate político frente a la simple recreación sin contenidos, aun manteniendo muchos de los esquemas clásicos, son puntos a favor innegables que han repercutido en este proceso.

Los cambios de logos representan cambios de ideas detrás de ellos; las ideas las impulsan grupos de personas convencidos de ellas. Si la V tricolor significa un salto más hacia una comunicación transformadora, que nos haga cambiar para siempre y para el socialismo, bienvenida sea. Pero si esa V, desiste de la lucha por romper el paradigma enajenante y crear uno nuevo y revolucionario, entonces, que se quede en el recuerdo cariñoso de sus empleados, que el pueblo está dispuesto a dar tantos pasos como sean necesarios, pasando por logos o presidentes de canales, para alcanzar su emancipación.


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