Carlos Mogollón - Utopía // 12 de enero de 2007

Dos visiones de la Lucha durante el discurso del Presidente

La derecha reformista ocupo todos los asientos, la Asamblea se colmaba a reventar, de la más alta elite reaccionaria y “bolivariana”, infiltrado en algún curul o parado en un borde se encontraba un revolucionario o un hombre del pueblo. Bañados en las más costosas fragancias, vestidos con traje de diseñador, con las mejores corbatas y zapatos que el dinero puede comprar, se apostaron a hacer lo que mejor saben, adular. Afuera el pueblo bajo el inclemente sol esperaba ansioso las palabras de su líder.

Así comenzó el discurso y con el los aplausos, y con los aplausos las palabras, palabras que demuestran que el compañero esta dispuesto a jugársela con los pobres, con lo descamisados, con los que solo tienen el derecho a morirse de hambre, con los que sueñan no ser mas explotados, ellos talvez no saben leer la sociedad desde un punto de vista marxista, talvez no entienden la lucha de clases, pero a diario la viven y a diario son sus victimas. De repente las palabras dejaron de ser palabras y se convirtieron en cantos y consignas para los de afuera, pero los de adentro escuchaban con temor y con ese vació que el miedo suele producir en los estómagos, como se dictaban líneas estratégicas con el fin de reducir sus privilegios y acercarlos mas al pueblo del que dicen formar parte.

Se hablaba de profundizar y construir las ciudades socialistas y el poder popular, los de afuera gritaban y celebraban con alegría, los de adentro aplaudían con temor. Se hablaba de un tope salarial para los empleados públicos, se reconocía el trabajo del obrero y de lo injusto de que reciba sueldos veinte, treinta y hasta cuarenta veces menor que algunos burócratas. Afuera comenzó el llanto de alegría, adentro comenzó la preocupación. Se hablo no solo de combatir la burocracia y el burocratismo, sino de ir mas allá y desmontar el Estado burgués que la tiene anidada en su seno, afuera ya no era afuera, eran millones de compatriotas comunicándose por mensajes, por teléfonos, comentando las nuevas medidas, era el obrero soñando con ser libre, era la madre del barrio pensando que ha llegado el momento de comenzar a dirigir su propio destino. Adentro los aplausos ya no sonaban tan duro, las caras eran un poco largas, no se sabe como pero comenzaron a aparecer algunas ojeras, ¿luchar contra la burocracia y el estado burgués? Se preguntaban algunos, otros los mas avanzados políticamente pensaban, pero si nosotros formamos parte de la burocracia y el estado burgués, lo mejor es comenzar a preparase para abandonar el barco.

Lo cierto es que adentro y afuera había dos visiones, dos puntos opuestos de la lucha de clases. El momento histórico nos llama, el presidente nos ha dado una clase de dialéctica, nos demostró una enorme habilidad a la hora de analizar un sistema y se convirtió en catalizador de un verdadero proceso revolucionario, dio un importante paso para la profundización del proceso, pero para el solo seria muy dura la batalla, tal vez imposible, el llamado es a todos los revolucionarios a cerrar filas frente a la reforma, nuevamente desconcertada, pero no sabemos por cuanto tiempo, una vez mas este conspira en nuestra contra, debemos tomar las palabras del presidente y difundirlas por todo el país, que el pueblo se organice, discuta y proponga. Recordemos que nuestra revolución socialista será de millones o no será. Los socialistas debemos activar las asambleas de socialistas lo antes posible, las locales y las estadales, démosle armas ideológicas al pueblo para que cuando llegue el momento las use contra la reforma. Recuerden compañeros la convocatoria a las asambleas de socialistas debe ser masiva.

La lucha es dura pero la libraremos hasta el final.


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