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Seguir rompiendo el silencio por quienes no pueden hacerlo

Sábado 7 de agosto de 2021

Ester Ruiz Martin 27/07/2021 Pikara

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Ilustración Señora Milton.

Llevamos una semana muy mala en cuanto a Resoluciones Judiciales se refiere. Voy a permitirme las mayúsculas, aunque dudo sin son apropiadas. El inexistente SAP es un negocio redondo que engorda muchos estómagos agradecidos.

La Audiencia Provincial de Huesca concluye que un condenado por maltrato —a la madre de sus tres hijos— no solo no ha cumplido condena alguna sino que no la cumplirá. Revirtió la misma por trabajos a la comunidad y un curso de esos que están de moda ahora cuando les condenan por malos tratos. Desconozco el contenido. Realizada la liquidación de la condena por parte del Estado viene a resultar que el año que viene vuelve a tener derecho de visitas con sus tres hijos y, por supuesto, compartirá la patria potestad con la madre.

Paloma —la madre que clama protección para sus hijos— relata emocionada, nerviosa, llena de pánico y temblorosa, los episodios que vivió día sí y día también durante doce años en una ciudad donde todo el mundo se conoce, todo se sabe o se inventa. El qué dirán es el plato del desayuno y, desde luego, no se vive a la madrileña, que dice Ayuso. Menos si te dedicas a la sanidad y a la política; ya sabemos aquello de aparentar es lo primero. Cuatro vidas destrozadas, la de una mujer madre y sus tres hijos que apenas han podido olvidar lo ocurrido y ven cómo van a tener que comenzar a revivir el mismo infierno. Las casi cuarenta grabaciones presentadas como probatoria apenas han alcanzado unas horas de oxígeno porque cuando se vive en el infierno, los recuerdos de ese terrible pasado son tan intensos que la tranquilidad se respira en raras ocasiones.

Paloma no reclama si la condena es justa o no, si debe o no debe entrar en la cárcel. Entiende que ese tema le corresponde a la Justicia y no a ella ni sus letrados. Ella solo clama por sus hijos, por su seguridad, por su protección, para que no les obliguen a vivir con quien les maltrataba y no ha mostrado arrepentimiento alguno. Arrepentimiento, que dicho sea de paso, no sería motivo para que se retomara la relación si sus hijos no lo desean. De nuevo, no se respeta ni se tiene en cuenta la opinión de los niños y las niñas. Vuelve a vulnerarse la Convención de los Derechos del Niño, volvemos a tratarles como bienes de reparto, a cosificarles como si no pensaran ni sintieran y les mandamos un horrible mensaje: “Para bien o para mal será tu padre, por encima de todas las cosas. Mejor un mal padre que ninguno”.

No voy a entrar a valorar si se exagera, si se provoca, si tú más que yo o si llegó antes el huevo o la gallina. No, ese no es el tema. El tema es que existen unos hechos probados, hay una sentencia condenatoria de malos tratos sobre unos hijos y hay unos hijos que no quieren estar con su padre. Si una normativa jurídica que ampara a estos niños, cúmplase la misma. Hay que garantizar el bienestar del menor, el interés superior del menor. Escuchen a los niños y niñas.

El padre de los hijos de Paloma no entra en la cárcel, pero entra Juana Rivas. Y repito lo mismo: No juzgaré que si el huevo o la gallina, que si tú más que yo. Me centro otra vez en los niños y en las niñas. Criaturas arrancadas de su madre. Dos niños que relatan cómo se les maltrata y se les lleva a vivir a una isla donde su madre les ve algunas horas. Nadie se preocupa de si tienen secuelas o no ante semejante arrancamiento. Juana, ahora, entra en la cárcel por segunda vez. Tiene que reeducarse, dicen. En los tiempos de la inquisición hubiera sido raparla el pelo, bañarla en lejía en el patio en pleno invierno o tatuarla un 666 en la nuca. ¿Reeducarse? ¿Cómo? ¿De qué estamos hablando? Juana denunció malos tratos hacia ella y hacia sus hijos, se la acusó de manipularles —como a la mayoría de las madres— y se la castigó arrancándoselos. Esa es la realidad. Aunque Juana no se hubiera ido se los hubieran arrancado igual, pero queda mucho mejor decir que se los quitaron porque huyó. No, señoros, no. La acusaban, como a las demás, de loca y mentirosa.

Por último, y no por ello menos importante, ha dictado Sentencia la Audiencia Provincial de Bizkaia en el caso Costumero. Voy a permitirme las mayúsculas. Es la primera vez en la historia que se sienta en el sistema judicial al inexistente Síndrome de Alienación Parental (SAP), su terapia de la amenaza y su deleznable arrancamiento. No es gratuito que se sienten cuatro funcionarios imputados. Se sientan aquellos que firmaron la desprotección de una niña y los que invocaron el inexistente SAP. Ese es el motivo que provoca la desprotección: ESE Y NO OTRO.

Los expertos y las expertas señalan que cuando una criatura rechaza a un padre es necesario saber e investigar el motivo del rechazo, que siempre suele ser el comportamiento del padre salvo si es en etapa adolescente que habría que investigar más causas. Los bebés no hablan, no saben transmitir sus temores o malestares con palabras y nos los hacen llegar con gestos o expresiones. Los niños y las niñas convierten en sintomatologías sentimientos que a veces no se atreven o no saben expresar: sus miedos, temores, malestares, cansancio, nerviosismo. Las criaturas que se atreven a verbalizar que su padre les maltrata o que abusa de ellas pasan de un profesional a otro. Profesionales a los que, además, no conocen. Esa revictimización tiene importantes secuelas y fomenta que se resistan a las valoraciones. Aprenden a bloquear y silenciar al no ser creídos ni escuchados y, si siguen siendo obligados a revivir y padecer situaciones que no quieren y a permanecer con quien no quieren, es mucho peor.

Es curioso que Diputación se preocupe por el daño irreparable que han sufrido los funcionarios cuando nada les ha preocupado el daño irreparable de la madre y de la hija. Añade la Audiencia que no queda acreditado que el daño causado sea debido al arrancamiento porque no han necesitado asistencia médica, ni psicológica. Entonces, ¿cómo es que madre e hija han sido sometidas a programas de terapia por parte de Diputación? ¿Cuál era el fin?

Para la Audiencia de Bizkaia, el arrancamiento no produce daño irreparable en una madre y una hija de cinco años y no queda acreditado en el audio que la niña grite y llore porque la arrancan de su madre. Puede haber otros motivos. Claro, puede ser que grite porque le arrancan una muñeca con la que está jugando. El caso es que habrá que saber si la próxima vez tendrá que ir acompañada a las citas de Diputación la siguiente madre con un notario que grabe y levante acta por si se pierde la grabación o no acredita lo suficiente. En este país, la tutela judicial efectiva está de excedencia voluntaria por tiempo indefinido. Y, claro, si habláramos de bolígrafos pues aún tiene su aquél, pero hablamos de niños, de niñas, de vidas que están por hacer, hablamos de la esperanza, del futuro. El mensaje que les estamos dando es demoledor.

A mí también me preocupan los funcionarios. Mucho, muchísimo. Sobre todo, me preocupa su formación. Seas funcionario o no, se debería estar es formado, tener un currículum abultado, invertir horas, dinero y tiempo en seguir formándote aunque tengas plaza en propiedad. En esa vista se sentaron peritos con unos currículums muy abultados, personas con muchísimo prestigio, con una trayectoria profesional muy importante. Por cierto, funcionarios y la Audiencia de Bizkaia no solo les ha ignorado sino que les ha ninguneado. Se han atrevido a refutar sus informes, validando solo los de los funcionarios, los cuales dicho sea de paso, basaron éstos en el instrumento BALORA, que en su taxonomía recoge el SAP como ítem de factor emocional e instrumentalización y que todo el País Vasco, en sus Juntas Generales, ha cuestionado. Miren, los niños y niñas no son cosas y las madres no les cosificamos. Abran la mente, les protegemos con nuestra vida. El inexistente SAP es un negocio redondo que engorda muchos estómagos agradecidos. Si no se llama SAP se llamará interferencia, preocupación mórbida, obstaculización. Obstrucción, parentificación o polarización. Porque para eso hay una cantidad impresionante de pseudoprofesionales trabajando para “colarlo” en la formación escasísima que se les da a los funcionarios. Sí, esos que tanto preocupan a Diputación.

Por otra parte, hay funcionarios muy bien formados que aportan mucho a la Administración, que cuestionan ciertas técnicas, que contribuyen a un mejor desarrollo profesional, que evitan que se expandan malas prácticas. Es curioso. Acaban sancionados, retirados a otros puestos de menor calado, apercibidos e incluso obligados a pedir perdón públicamente. No interesan. Sin embargo, hay otros que aun cometiendo o utilizando estrategias no autorizadas —o de difícil aceptación— se eternizan e incluso ascienden en sus puestos. Será que se premia a quien no piensa, acata y obedece sin rechistar.

Solo me resta añadir que viendo este panorama judicial, nos quedan pocas salidas. Y cuidadito con decir “¡¡Son los jueces, los jueces que son unos misóginos!!”. Porque jueces misóginos los hay, pero el enemigo duerme en casa. No se trabaja para cambiar las cosas a golpe de tuit y ya son muchos años los que llevamos en estas luchas. Quizá vaya siendo hora de decir hasta aquí habéis llegado: las vidas rotas ya son demasiadas.

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