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Resistencia feminista rusa, la otra guerra de Putin

Domingo 10 de abril de 2022

Violeta Assiego 06/04/2022 Pikara

La represión, persecución, torturas, amenazas, detenciones e incluso asesinatos no son algo nuevo para activistas y feministas en Rusia, de ahí la necesidad e importancia de poner en valor una resistencia que, aunque nos resulte desconocida, tiene un enorme importancia en los tiempos que corren.

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Ilustraciones de Katya Muromtseva con las participantes de la acción Mujeres de Negro. / Eel grupo de Telegram Feminist Anti-War Resistace

La primera noticia que tuve de que había un movimiento feminista en Rusia fue hace una década, cuando saltó a los medios que un grupo punk de mujeres con coloridos pasamontañas habían ocupado el altar de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú para cantar, bailar e implorar a la Virgen María que se hiciera feminista y les librara de Vladimir Putin. Eran las Pussy Riot. Aquellos 40 segundos de performance de guerrilla les valió una condena de dos años en un campo de trabajo de Siberia. Podían haber sido siete, que es lo que pedía el fiscal, pero la presión internacional y el trabajo de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional evitó la máxima pena y logró su puesta en libertad unos meses antes de que esta llegara a su fin. Las humillaciones y torturas que sufrió una de las dos componentes condenadas (Nadia) vienen en parte reflejadas en el corto The Penal Colony, que puede verse en el canal de YouTube de las Pussy Riot, y en el libro que escribió, El libro Pussy Riot. De la alegría subversiva a la acción directa. Pero es la película documental Pussy Riot: a punk prayer la que narra la historia de aquella “oración” que dejó al descubierto el autoritarismo del régimen Putin y que este no sería nada sin el trabajo “espiritual” de la ultraconservadora Iglesia ortodoxa.

Feministas contra la guerra

Las activistas feministas rusas han sido las primeras en movilizarse e impulsar las protestas contra la guerra de Putin a Ucrania. Según Ella Rossman, investigadora de género y parte de la Resistencia feminista contra la guerra, hay más de 45 grupos feministas de base en toda Rusia y colaboran entre ellos desde hace tiempo. Es esta la razón por la que las feministas se han movilizado tan rápidamente en cuanto empezó la invasión. Su agilidad de autoorganización no era nueva. La comprensión de la agencia y la potencia femenina venía de atrás y en esto ha tenido mucho que ver el significado del activismo de las Pussy Riot para miles de mujeres, disidencias, artistas, docentes, periodistas, intelectuales, estudiantes, defensores de los derechos humanos, miembros de la sociedad civil…

El movimiento feminista ruso está estrechamente vinculado con la comunidad LGBT rusa y las organizaciones de defensa de derechos humanos. Llevan años luchando contra el régimen de Putin y tejiendo redes de ayuda y apoyo mutuo que sostienen, inspiran, resisten y protestan a pesar de la cruda persecución. Precisamente, unos días antes de la invasión a Ucrania, por el día de San Valentín, mujeres activistas rusas organizaron (en Moscú y San Petersburgo) una “cadena humana de solidaridad y amor” a otras mujeres, a las que estaban siendo víctimas de la represión política y policial por apoyar al opositor encarcelado Navalny. Aquella acción pacífica de apoyo también dio lugar a nuevas amenazas y detenciones. La libertad de expresión, manifestación y reunión es otra de las guerras que Vladimir Putin mantiene en su propio país desde que llegó al poder cuando esta se usa para defender los derechos humanos.

Rapidez, claridad, armonía y coraje

“El feminismo como fuerza política no puede estar del lado de una guerra de agresión y ocupación militar”, proclamaba el manifiesto que sacó el movimiento feminista ruso contra la guerra (en adelante, la Resistencia feminista contra la guerra) a los pocos días de estallar esta. Ya se ha traducido a 30 idiomas y ha servido de guía a otros manifiestos pacifistas que se han ido replicando en otros países. Las propias Pussy Riot lograron recaudar, en las primeras semanas de la guerra, más de seis millones de euros en concepto de criptomonedas para destinarlos a ayuda médica para la ciudadanía de Ucrania.

Hoy, la Resistencia feminista contra la guerra ya ha captado -en medio de la censura más férrea- la atención de más de 40.000 personas en sus canales. A través de estos difunden y ofrecen información sobre convocatorias, imágenes e ideas de protesta, testimonios que llegan desde Ucrania, instrucciones detalladas sobre ciberseguridad, documentos de autodefensa, apoyo legal a los detenidos en la protestas y ayuda psicológica tras las detenciones, consejos sobre cómo hablar con los seres queridos que niegan la guerra en Ucrania… En el balance que han hecho hace unos días, informan de que ya llevado a cabo más de 5.000 de acciones en Rusia, a pesar del hostigamiento policial y de las detenciones, muchas más 15.000 desde el 24 de febrero. Lejos de amedrentarse, la Resistencia feminista rusa cada vez está más organizada y es más pragmática, han redoblado su creatividad, su coraje y su impacto.

Microacciones, ayuda e ingenio

“La protesta es un espectro, diferentes grupos de personas deben asumir diferentes áreas de trabajo. Alguien es responsable de la información, alguien del sabotaje, alguien de las huelgas, alguien realiza acciones de calle, alguien realiza acciones más radicales…”, reza uno de los documentos que circulan en los canales de comunicación de la Resistencia feminista contra la guerra y que se enmarca en los planes semanales de protestas que se comparten. En su objetivo, ante la censura para que se conozca la verdad sobre la guerra, se multiplican las acciones y microacciones que son reportadas a través de un bot de Telegram para canalizar su difusión masiva de cara a ser replicadas y a generar otras acciones como los mensajes de “no a la guerra” escritos en los billetes y monedas que circulan de mano en mano o microacciones como hablar con familiar y compartir imágenes y historias que llegan desde Ucrania. Constantemente están creando nuevos formatos de propaganda viral de protesta contra la guerra y apoyo al pueblo ucraniano.

La adaptación a las necesidades que surgen es continua. Además, de la asistencia legal y psicológica a las personas detenidas, recientemente la Resistencia feminista ha empezado a ofrecer asesoramiento de abogados y expertos de organizaciones rusas de derechos humanos para ayudar a los ciudadanos que se niegan a ir a la guerra para que puedan ejercer su derecho constitucional a la objeción de conciencia al servicio militar (un derecho que está consagrado en el artículo 59 de la Constitución rusa). También están recibiendo apoyo los familiares de los desaparecidos en el campo de batalla y de los desertores, especialmente las madres, para que puedan localizarlos, e incluso han puesto en marcha un fondo de ayudas económicas para quienes están perdiendo su trabajo por la guerra porque cerraron su empresa o por haber expresado sus opiniones políticas.

Mujeres de negro

Una de las acciones más visibles es la que realizan los viernes desde hace dos semanas. En multitud de ciudades rusas, a modo de protesta y duelo, mujeres vestidas de negro pasean por las calles con rosas blancas en sus manos en referencia a la acción antifascista de los estudiantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Es muy importante el espacio público para lo que llaman “acciones de duelo público”. Estas acciones unas veces logran su fin y otras son disueltas por la policía. El pasado 18 de marzo fue arrestada la activista Anna Loginova en una de ellas, mientras con otras compañeras vestidas de negro y sosteniendo flores blancas en sus manos cruzaban la ciudad de Ekaterimburgo. El tribunal decretó para la activista nueve días de prisión.

Estas acciones también empiezan a replicarse en otras ciudades europeas como en París, donde el 24 de marzo un grupo de feministas organizaron una acción de duelo frente al edificio del Centro Espiritual y Cultural Ruso en París.

Persecución de la protesta

Al menos 100 activistas han sufrido registros, detenciones, torturas y multas, según las estimaciones de Resistencia feminista contra la guerra. La presión es creciente y las autoridades no solo atemorizan a quienes protestan sino también a sus familiares, amistades, compañeros y compañeras de trabajo… “Quieren aterrorizar. Quieren que todos crean que tener una opinión y hablar es peligroso. Que conducirá al castigo”, dice Lölja Nordic, una de las activistas feministas que participa en la Resistencia. Hay informaciones documentadas de la existencia de ataques a las casas de las activistas rusas por parte de neonazis y grupos organizados, a partir de las listas que elaboran las fuerzas de seguridad. El propio Putin en un discurso televisado instó a “purificar” Rusia de “escoria y traidores”, animó a la purga de los disidentes.

Estiércol, insultos, cabezas de cerdo, pintadas… son algunos de las amenazas que sufren quienes se oponen a la guerra y que encuentran en las puertas de sus propias casas. Entre las activistas que las sufren están Olga Misik y la poeta y artista Daria Serenko. La primera fue conocida hace dos años por, con 17, sentarse delante de un grupo de policías antidisturbios, durante las protestas contra Putin, a leer la Constitución rusa, que consagra el derecho de manifestación pacífica. La segunda es conocida por ser la ideadora de la “protesta silenciosa” que tanto se está utilizando estos días en Rusia. En 2016, ideó esta formula pensando en quienes no podían arriesgarse a manifestarse de otra manera dado el grado de represión existente.

La represión, persecución, torturas, amenazas, detenciones e incluso asesinatos no son algo nuevo para activistas y feministas en Rusia, de ahí la necesidad e importancia de poner en valor una resistencia que, aunque nos resulte desconocida, tiene un enorme importancia en los tiempos que corren. Unos tiempos donde los cachorros de Putin en Europa, como la extrema derecha de Vox, van cogiendo cada vez más fuerza en las urnas y espacio en la esfera política. Inspira su resiliencia y también su coraje de estas feministas. Precisamente, Masha, una de las dos componentes de las Pussy Riot que lleva semanas en prisión tras protestar contra la guerra en su cuenta de Instagram y que en estos años ha sido arrestada multitud de veces, decía uno de sus mensajes más recientes en Twitter desde la cárcel: “No tengas miedo y no te calles”, porque cualquier acto, por insignificante que parezca, puede tener un inmenso valor. De esto va la Resistencia feminista rusa, de David contra Goliath.

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